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“No somos la oficina de comunicaciones de ningún grupo al margen de la ley”: Juan Guillermo Cano -Asoredes-

Cerosetenta habló con Juan Guillermo Cano sobre lo que significó este Paro Armado para el desarrollo de la libertad de prensa; sobre cómo hacer un periodismo atravesado por peligros, amenazas, vehículos quemados y una escalada en la violación de derechos fundamentales.

por

Carolina Lenis


18.05.2022

El pasado 5 de mayo, a propósito de la declaratoria del Paro Armado hecha por el Clan del Golfo, 15 emisoras de Antioquia decidieron suspender sus emisiones y se resistieron a transmitir los comunicados que el grupo criminal pretendía publicar en medios para amedrentar a la población, mandar mensajes a las autoridades sobre su control territorial y restringir actividades básicas como el comercio, la libre circulación, la educación y el transporte.

Estos hechos fueron denunciados por la FLIP que manifestó su preocupación por las repercusiones para los periodistas de esta región. Por su parte, el Gobierno anunció el desplazamiento de 1900 uniformados como medida para contrarrestar las amenazas. 

Cerosetenta habló con Juan Guillermo Cano, representante legal de la Asociación de Radios Comunitarias de Antioquia —Asoredes— que congrega a 66 emisoras comunitarias dentro de las cuales se cuentan las 15 que suspendieron su trabajo durante el paro armado. Este comunicador social y quien se reconoce como un líder social, lleva más de 20 años consolidando las radios comunitarias en Antioquia, un proyecto que emplea a unas 300 personas y que cubre casi todos los rincones del departamento. Cano está seguro de que es espacio privilegiado para la participación social: “participa el alcalde, el gerente del hospital, el comandante de Policía, los actores, los artistas, los deportistas, las amas de casa, los niños”, como le dijo a Cerosetenta.

Cerosetenta: ¿Qué sucedió con Asoredes y los medios comunitarios en el contexto del paro armado del Clan del Golfo? 

Juan Guillermo Cano: Primero decir que para la radio comunitaria es una situación nueva. El conflicto a nosotros no nos había tocado; lo contábamos y explicábamos en las estaciones radiales, pero aunque han pasado muchos grupos (las FARC, las Autodefensas, la situación con Pablo Escobar), esto nunca nos afectó. Sin embargo, con la extradición de ‘Otoniel’ el pasado 4 de mayo, varios directores de las emisoras de Tarazona, Caucasia, Neto, Zaragoza, El Bagre y Cáceres recibieron llamadas en las que les indicaron que a la mañana siguiente, la del 5 de mayo, iban a recibir un “comunicado” —que realmente era un panfleto, porque no es oficial— que debían leer en la programación habitual. 

Frente a esto,  la junta directiva y yo decidimos que no seríamos corresponsales de guerra, no podíamos apostarle a eso porque esta situación iba en contra de las comunidades.

No podemos propagar por medio de las ondas hertzianas una situación de odio, de venganza contra el mismo Estado. Por eso determinamos suspender las emisiones de los programas durante los cuatro días en que se anunció el paro. 

C: ¿Cuál era la pretensión de ese comunicado? ¿Cuál era el mensaje del que querían que ustedes fueran portavoces?

JGC: Ellos decían que no se podía tener el mercado abierto, que se tenía que suspender el transporte, la educación, que la Alcaldía no podía estar funcionando, que la sociedad civil no podía circular, que tenían que permanecer encerrados. Pensé en los locutores, en el director de la emisora y en el personal administrativo. ¿Por qué tendrían que ir a las oficinas? ¿Y sí en ese trayecto les pasa algo, quién responde? Sería irresponsable decirles que se quedaran en la emisora. Primero está el derecho a la vida que es lo más preciado. 

Pienso que suspender la emisión fue una decisión inteligente, en especial cuando en el transcurso del día empezamos a observar imágenes que anunciaban vehículos quemados, granadas, caos y zozobra. Nosotros no estamos exentos de esa situación y reitero, no somos la oficina de comunicaciones de los grupos al margen de la ley, ni tampoco del Estado. Somos independientes, ciudadanos que le hacemos tratamiento a la noticia, somos sociedad civil que tenemos necesidades que se suplen a partir del diálogo y la participación equitativa. En total, se sumaron 15 emisoras al cierre porque nos comió el miedo. Después de esto muchos medios de comunicación comenzaron a llamarme y eso fue un acto solidario que nos fortaleció y que agradezco. 

De algún modo nos rodeó la institucionalidad: la FLIP, el Consejo Departamental de Paz, el Gobernador Aníbal Gaviria convocó un Consejo de Seguridad extraordinario. Todo ello nos fortaleció y decidimos que el día lunes 9 de mayo ya teníamos de nuevo garantías, al menos en cinco municipios, por esto decidimos encender nuevamente las frecuencias en esas cinco emisoras.

C: ¿Cuándo habla de garantías a qué se refiere? ¿Qué significa recuperar las garantías?

JGC: Las autoridades nos dan una orientación: si el comercio ya abre sus puertas, si los niños y niñas van a las instituciones educativas, si el transporte ya puede generar su servicio por las zonas urbanas y rurales y a nivel departamental, si tenemos garantizada la circulación normal, ustedes también pueden retomar. Todo esto es una garantía y entonces nosotros también podemos abrir nuestras frecuencias y ponerlas al servicio de la comunidad. 

C: El 3 de mayo celebramos el Día Internacional de la Libertad de Prensa y un par de días después ustedes tuvieron que suspender las emisiones ¿Qué simboliza para su ejercicio periodístico la coincidencia de estos dos hechos? 

JGC: Hay un dicho popular que decía uno de los directores: “que es mejor decir que desde aquí ejerció y no aquí murió”. Es decir, no quedarnos como carne de cañón. ¿Para qué? Ahora hay una descomposición social y se están midiendo poderes que van en contra de la sociedad civil, quienes finalmente son los que pagan las consecuencias en este país.

Yo antes podía circular tranquilamente por cada uno de los municipios y sus regiones, y el respeto que se le ha tenido a los medios alternativos ha sido increíble. Hoy se rompe ese esquema, se rompe ese pacto. Tenemos unos riesgos que antes no existían y nos obligan a leer un comunicado terrible a las 8, a las 10, a las 12. Tomamos la decisión de suspender, de no hablar, de no prestar el servicio a la comunidad, que por supuesto es importante, pero disculpe: ¡NO! Primero está el derecho a la vida. 

Ante las amenazas muchos locutores dejaron la programación lista, cerraron y se volaron. Decidieron abandonar e irse a resguardar en las casas y desde ahí manejaron la programación hasta que las cosas se normalizaran un poco. También fuimos enfáticos en rechazar de plano “la protección policial” que consiste en el famoso patrullaje del comando a la emisora, pero el motorizado regresa y se va a su casa ¿y nosotros? Quedamos ante el peor de los jueces, porque la protección es provisional. Ellos se van a los dos o tres días y quedamos fichados, en el ojo del huracán, pues nos tratan de sapos y nos pueden ajusticiar. No queremos eso. Yo no los voy a poner en riesgo, porque los que están en territorio son ellos.

La evidencia de ese riesgo quedó demostrada cuando, después de que el ministro Diego Molano dijo en un Consejo de Seguridad que llegarían 1900 hombres a Antioquia, la primera caravana que se desplazó fue dinamitada en Cañasgordas. Dos soldados que iban en esa caravana fueron asesinados.

La situación es preocupante, no solo ahora durante el paro armado, sino que hemos  recibimos intimidaciones. Hace unos dos meses, más o menos, en una de las emisoras del Bajo Cauca, el locutor abrió la emisora y encontró un panfleto en donde había amenazas y una serie de cosas en contra de la norma social. Nos exigian que ese “comunicado” fuera leído durante el transcurso de día siguiente. El locutor se lo remitió al director, el director me llamó a mí y resolvimos que no se transmitiría. 

A las 2:00 de la tarde del siguiente día, cuando el locutor se quedó solo llegó un señor, se paró en la puerta de la emisora, preguntó si al interior de la emisora tenían cámaras, al responderle que no,  siguió y se sentó al lado del locutor y le puso una pistola en la mesa y le dijo: ¿usted por qué no ha leído este comunicado? Lo lee ya mismo y lo sube en las redes sociales rapidito.

Por eso, en esta ocasión, tomamos decisiones rápidas e inteligentes sobre todo porque estamos muy vulnerables: se limitó el derecho a la libertad de información. Ahora se restableció, pero mañana, ¿qué va a pasar? Quedaron una cantidad de interrogantes para el día a día que nos complican y eso quita las ganas y los deseos de seguir en este proceso. Pero no, no lo dejamos nunca, porque esto es una elección de vida. 

C: Este paro armado se suma a un contexto de conflicto armado que viene agudizándose en el país y que ahora se inscribe en el agitado clima político de las elecciones presidenciales. ¿Cómo ve el rol de la comunicación comunitaria en ese panorama?

JGC: Primero es la importancia del conocimiento que tiene la radio comunitaria. Esta es una labor noble y sensible. Y por fortuna estamos rodeados, pues esto ha tenido un eco a nivel nacional e internacional que nunca imaginamos. Es contradictorio que tenga que ser una cosa mala lo que nos visibilice, pero bueno, en este país todo está desdibujado.

Lo segundo, es que es una gran tristeza el desgobierno que tiene el país. No sabemos la ruta de acción y uno no sabe las consecuencias que esto trae. Cuando se pone la carne en el asador, cuando te pones de frente para defender una causa social te expones, pero estamos convencidos del trabajo comunitario.

Lo tercero, ¿cómo seguir hablando con la gente, con los directores y las directoras? Esto nos cambió la vida, la zozobra, el bendito miedo. El miedo es una excusa para no hacer nada, pero aquí lo estamos haciendo. Seguimos convencidos de la necesidad de defender el derecho a la vida, por esto seguimos adelante. 

La radio es la que acompaña a los campesinos que están arando la tierra con su radio colgado en un garabato.

Por esto el periodista se convierte en referente en los municipios y permite el punto de encuentro de los campesinos para que hablan y cuentan sus cosas. Los  medios comunitarios no queremos seguir sumando a esa lista de líderes asesinados. Los medios comunitarios estamos desprotegidos, no hay garantías ni confianza en las personas y entidades que nos deben de brindar esa protección, por esto le he dicho a los muchachos: aquí no nos van a proteger, nos tenemos que cuidar nosotros y a nuestro entorno, tenemos que autoprotegernos porque no hay garantías ni confianza, ni en las personas y entidades que nos deben de brindar esa protección. Finalmente, nos corresponde seguir con la tarea del día a día, porque la radio es la que construye el tejido social.

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