Este especial se acerca a la menstruación desde sus aristas menos conocidas y recuerda que en este país sigue habiendo cuerpos, personas, cuyo ciclo menstrual indica atraso, dolor y exclusión.
Son 28 los días que toma el ciclo menstrual. Es el número inexistente para Yasmira, una migrante que todos los días sangra debido a una condición médica, vende bolsas de basura en el barrio Santa Fe y cuya menstruación está lejos de reivindicarla como mujer. Es un número cualquiera para Lorena, Claudia y María, mujeres habitantes de calle que han aprendido a gestionar sus necesidades en el espacio público bajo miradas ajenas. 28 es el día en que Juanita recordará su primera menstruación, es el día en que la luna roja de los muiscas de Suba nos recordará todo lo sagrado que proviene del útero, y 28 son los días que los cuerpos menstruantes atraviesan entre fertilidad, ovulación, cambio hormonal y dolor. Dolores que nadie se imagina, pero que este especial cuenta: todavía se desconoce cómo menstrua la mitad de la población colombiana. Unos cuerpos invisibles, marginados por un sistema patriarcal que no reconoce la menstruación como suya, sino de otros. Ajenas, perdidas, sucias, vergonzosas. 28, entonces, es el número que marca el avance de un cuerpo, pero también sus pendientes y padecimientos, y <<28 días>> es el especial que cuenta las historias de diferentes cuerpos menstruantes, y en el que reporteras y reporteros de la Universidad de los Andes recogimos historias para contarlas sin pudor, abiertas y cercanas. Este especial se acerca al fenómeno de la menstruación desde sus aristas menos conocidas y recuerda que en este país sigue habiendo cuerpos, personas, cuyo ciclo menstrual indica atraso, indica dolor, indica exclusión. No más: Somos cuerpos libres que manchamos y no sentimos pudor por hacerlo.
N. de la E.
De «la visita» a «llegó Pacho», de «la paloma herida» a «la bandera roja». Esta es la historia de la primera aparición de la menstruación, la primera regla. La primera forma de un lenguaje asociado a los cuerpos menstruantes en sus nuevos matices.
Un puñado de mujeres en Colombia ha empezado a abrir espacios de activismo menstrual que abarcan jornadas de yoga y grupos de apoyo. Esta historia recoge los derechos menstruales y la autonomía en los cuerpos para una menstruación digna.
En Bogotá casi diez mil personas habitan la calle y no tienen acceso a un baño. Tres mil de esas personas deben, además, atender su menstruación. Esta es la historia de tres mujeres habitantes de calle, para quienes menstruar es un delito.
La menstruación ancestral o tradicional ha forjado una manera de asumir la regla fuera de la construcción urbana del cuerpo. Tres mujeres indígenas nos relatan las prácticas menstruales como formas de representación e identidad étnica
Esta historia es la advertencia extrema de las enormes dificultades a las que se siguen enfrentando las personas menstruantes, y en especial las más vulnerables. Es una radiografía construida con datos, encuestas y entrevistas con personas que se ha acercado a la menstruación desde su impacto en el cuerpo y en la vida cotidiana.
