Borges usa 37 veces la palabra vi para describir lo que vio en el Aleph. Ante una situación de encierro, de confinamiento físico, mental, emocional, un grupo de personas describe lo que vio en ese espacio que contiene todos los puntos del universo.
El Aleph, el cuento de Borges, es una divagación metafísica pero también es la historia de dos artistas.
Uno, Borges, que figura con nombre propio en la narración, describe al otro, Carlos Argentino Danieri, así: “Su actividad mental es continua, apasionada, versátil y del todo insignificante. Abunda en inservibles analogías y en ociosos escrúpulos”. Borges, dolido, escéptico y cínico hasta el absurdo, ve como la experiencia riñe con el lenguaje. Danieri, al contrario, antepone el lenguaje a la experiencia, crédulo en su erudición vive conectado a una herramienta retiniana que lo forma e informa: “un Aleph… uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos.”
A mitad de camino en el cuento Borges cierra los ojos, los abre y ve El Aleph, y luego, cuando decide hacer el cuento, contar la historia, dice que ahí comienza su desesperación de escritor: «¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?», «Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.» Y procede.
Borges usa 37 veces la palabra vi para describir lo que vio en el Aleph. Ante una situación de encierro, de confinamiento físico, mental, emocional, un grupo de personas decribe lo que vio en ese espacio que contiene todos los puntos del universo:
Ironía
Vi caminantes blancos rodeando la ciudad, tenían un aspecto peculiar, vi que lanzaron una luz… No iluminaba apagaba la esperanza, vi como el alma de los elegidos se desprendía de los cuerpos y unas alas venían a reclamar lo que les pertenece, vi las cenizas de la desesperación y a la purificación como un pecado, cuando el tiempo se acabó el silencio se convirtió en súplica, vi como unas lágrimas pedían algo diferente vi como el castigo sería seguir viviendo, vi como en su piel estaba la marca que los condenó, pude ver como el cielo sonreía y la noche se profanó. Los seres celestiales solo observaban, vi como estaban confundidos, vi como no podían entender la desdicha de los inocentes y los débiles, vi como las criaturas cerraron los ojos con dolor, ya no existía nada por lo que llorar, vi como ojos color ónix se resignaban ante la salvación, vi como las telas suaves cubrían cajones… ya había iniciado el funeral, vi otras vez las alas negras observando todo, vi como nadie lo lamentó, vi como el ambiente se degradaba y un túnel apareció, vi como pasaban personas montadas en seres divinos, pero también vi como pasaban personas destruidas, vi como en ese lugar tampoco había justicia, vi como las armaduras custodiaban el recinto vi la magia de un cielo corrompido, vi unos ojos que miraban con lastima perdidos en las catástrofes. Vi la felicidad materializada tratando de ofrecernos un regalo y vi también son capaces de destruirla, vi el interior de muchos, también traté de ver en medio de una oscuridad penetrante, pero vi que en medio de ella era ciega, vi tragedias que te siguen en los sueños y vi recuerdos que jamás volverás a tocar, vi dolor en chistes sarcásticos y vi personas caminando a un futuro vacío, vi amistades a lo lejos, vi la pureza que ha iluminado a muchos y vi el verdadero amor de la lealtad, vi el consuelo en lo no vivo y la salida en una conversación, vi el apoyo en desconocidos y la desconfianza en la humanidad, vi como a veces lo sentimientos son complicados, vi como las mentiras se convierten en consejos, vi una escapatoria en la ignorancia y vi la existencia como una desilución.
―Diana Estefanía Garzón
Vi la tristeza asomarse en 5 pares de ojos. Vi dos gatos negros posando en formas extravagantes y clavando sus miradas sobre mí. Vi al ser que más amo fumándose un cigarro en la ventana de su cuarto. Vi un tarro lleno de galletas caseras que poco a poco fueron desapareciendo, dejando solo el rastro de unas migajas. Vi trece modelos a escala de aviones perfectamente alineados y con una ligera capa de polvo. Vi a mis profesores a través de la pantalla y leí los comentarios de mis compañeros aburridos por las clases virtuales. Vi la belleza de perdonar desde el amor. Vi cientos de recetas en Pinterest y pense que podría matar tiempo haciéndolas. Vi como el presidente no respondía las inquietudes de los colombianos. Vi a Maria Isabel llorando por la pérdida de un ser querido. Vi a Carlos Vives en una clase de servicios ecosistémicos, junto al rector de nuestra universidad. Vi a mi madre por videollamada y deseé más que nunca estar al lado de ella. Me vi tentada a raparme la cabeza, a veces vuelvo a pensar que no sería mala idea. Vi como el cielo se tornaba naranja a las 6 de la tarde y como las historias de instagram se llenaban de videos y fotos del atardecer. Vi un bombardeo en una pesadilla. Vi el dolor de alguien que se sintió traicionado. Vi a Simón con un tapabocas para salir al supermercado y lo vi regresando cargado de bolsas que teníamos que desinfectar. Vi cómo Zeus se fue enfermó y cuando regresó tuvimos que enterrarlo. Vi mis pastillas de Sertralina, Lamotrigina y Lyrica esperando para ser tomadas todos los días. También vi que tenía que comprar más pastillas. Vi como Tomás se fumaba sus porros en la hamaca del balcón. Vi en las noticias el número de muertos como crecía; a Trump sin tomar medidas al respecto; al gobierno extender la cuarentena; a los estudiantes de la Universidad de Antioquia desarrollar respiradores de bajo costo. Vi que se aprende de los errores, pero que eso no es excusa suficiente. Vi como a muchos profesores les cuesta usar las plataformas para las clases, aunque también vi como otros a través de la creatividad logran conectar a sus estudiantes. Vi las fotos de los álbumes familiares y me reí de la forma en que se vestían. Vi a Simón en el aeropuerto regresando a Colombia antes de que cerrarán fronteras, a pesar de que le faltaban 15 días para terminar la carrera. Vi llegar un domicilio con 4 kilos de manzanas y 4 de peras, cuando solo pidieron 4 unidades de cada una. Me vi a mi misma desesperada del aburrimiento. Vi todos los capítulos de la nueva temporada de Rick & Morty y me decepcionaron. Vi o mejor dicho, caí en cuenta que extraña levantarme a las 5 de la mañana para ir a clase de 6 y no regresar hasta la noche. Vi a mi tía sin entender cómo se juega Rummy y perdiendo todas las partidas. Vi a las vecinas de 60 años en bikini tomando el sol en la terraza. Vi que después de almorzar varios días frijoles, aún quedaban. Vi a mi terapeuta por FaceTime todas las semanas. Vi como la vida de todos nunca más iba a volver a ser la misma que antes y me asusté.
―Mariana Vilardy
37 veces vi
Vi a mi mamá gritar para
que mi papá parara. Vi a mis hermanas esconderse dentro de un closet porque
estaban llenas de miedo. Vi a los niños del jardín que parecían tener una vida
más normal. Vi a mi abuela haciéndome el desayuno y despertándome con un beso.
Vi a todos sorprendidos cuando se dieron cuenta de la verdad. Vi a las personas
llorando cuando cayeron en cuanta de que no habría vuelta atrás. Vi a los niños
del colegio siendo crueles conmigo por mi apariencia. Vi mi nariz salir
pronunciadamente sobre mi rostro y los comentarios de los demás. Más adelante
vi al anestesiólogo dormirme para la rinoplastia. Vi cientos de espejos con un
reflejo que creo desconocer. Vi como una mujer llegó al poder. Vi como Gustavo
Cerati se levantó del coma e hizo una gira por toda Latinoamérica. Vi a mi papá
pedirme perdón. Vi cómo le dije que no y me sentí poderosa. Vi la ropa que se
me iba quedando pequeña y yo no entendía por qué. Vi los senos que me crecieron
y me hacían sentir acomplejada. Vi a mi abuela envejecer. Vi a mi abuela morir.
Vi a varios políticos corruptos retractarse. Vi a Álvaro Uribe yendo a la
cárcel. Vi el comedor lleno de comida que era solo para mí. Vi mi vomito
después cuando estaba arrepentida de comer tanto. Vi a mi mamá llorar en mi
graduación. También vi a mi mamá llorar de decepción. Vi psicólogos. Vi
psiquiatras. Vi canalizadores espirituales. Vi yoga. Vi terapia. Vi pastillas y
mucho alcohol. Vi a Shakira ganarse un nobel de literatura. Vi a los hippies
tomando el poder del mundo. Vi a mi mamá pidiéndome que despertara que se me
iba a hacer tarde. Vi como toda esta pesadilla seguía.
―Laura Moreno
Mi Aleph
Vi a través de mi pantalla como un correo me avisaba de la cancelación de las clases, vi el techo de mi habitación más tiempo seguido del que lo había hecho nunca, vi como la relación con mi mejor amiga se deterioró un poco debido a la distancia, vi como me etiquetaron en un meme de naruto, vi por primera vez una persona que me atrapaba con sus mensajes, vi la conexión entre alguien desconocido y uno de mis mejores amigos, vi como mi mejor amiga se hizo amiga de una persona que me trataba mal, vi una sucesión de mensajes que me alegraron mientras veía otros que me enojaron, vi las fotos de la persona que amo, vi pasar un mes de una relación, vi como se sentía realmente el amor y la traición, vi mis dibujos trabajados con una técnica diferente, vi como volvían antiguas actividades desde mis video juegos antiguos hasta leer libros que tenía hace mucho tiempo, vi el rostro de mi madre llorando a través de una videollamada a mas de 16 horas de distancia, vi la soledad de una habitación en contraste con la compañía de mi celular, vi mas canciones en YouTube día a día que en mas de un año, vi como se fueron mis actitudes egoístas y me empecé a preocupar por más personas, vi el desorden de mi alrededor después del orden y se repitió cada semana, vi latas de atún durante dos semanas después almuerzos y después cajas de pizza, vi a mi novia llevarse mi tristeza solo con escuchar su vos, vi que tanto puedo amar a alguien después de llorar diciéndole “te amo”, vi todas as fotos guardadas en mi nube junto a la vez que leía las risas de mis amigos con quienes las compartía, vi a un policía a los ojos el día que salí por agua debido a mi sed inaguantable, vi noticias a pesar de que no lo hacía desde que tenía unos 13 años aproximadamente, vi el futuro con mi novia después de contarle mi pasado, vi mis uñas crecer, vi crecer mi circulo de ciber panas, vi la vida escaparse de mis manos, vi como atrapaba mi vida después de recordar todo lo que aun me falta vivir de ella, vi todas mis combinaciones posibles de ropa, vi mas de 30 litros de Coca-Cola, vi el mundo entero a través de una pantalla.
―Wilson Santiago Álvarez Gaitán
37 veces vi
Vi
al Osotón Yesid hacer alguna de las travesuras que Lalo solía contar. Vi a mi
tío Poncio negándose a salir de la cárcel porque no había acabado su cohete de
canecas. Vi lo que realmente gritaba el hombre que se para al lado de
Universidades. Me vi a mi misma pudiendo poner mi mano sobre mi pie con la
pierna estirada. Vi a Cristina comenzar un viaje desde un país extraño con
guantes para comer pollo en lugar de guantes de látex. Vi a un hombre
preparándose un caldo de murciélago que cambiaría el mundo. Vi lo que se tomó
la casa vacía. Vi una lluvia de pollos plásticos en el apartamento de mi tío
Daniel. Vi Macondo. Vi, o más bien entendí, como funciona probabilidad en
matemáticas. Vi a Ricardo de niño cambiándose el nombre a Dicken. Vi el
ingrediente secreto del ponqué de chocolate que mi abuela se quiere llevar a la
tumba. Vi a Cristóbal morder al burro y al burro morder a Cristóbal. Vi a
Gregorio llorar por la muerte de Celia Cruz. Vi a una madre prender una velita
para que su hija volviera sonreír. Vi a un españolete convencido de que el milo
es una fruta tropical. Vi a Lorenzo consentir la taza de té. Vi a Hios hacer
una línea en la arena que pronto se transformaría en un río. Vi a una familia
de diez meterse en un Volkswagen viejo para ir al colegio. Vi a un profesor
romper el dibujo de su alumna. Vi el momento en el que pusieron la última pieza
de la cúpula de Florencia. Vi una última clase de M. Lambert. Vi el cajón de
escritos perdidos de Rulfo. Vi un color que nunca había visto. Vi a Lalo
mintiéndole a la guerrilla. Vi otra vez a Cristóbal, está vez rompiendo
inconscientemente el carro de Germán Samper. Vi a un viejo sacar la lengua para
calibrar el viento y que su foto saliera mejor. Vi a las locas del Campito. Vi
la muerte de Amparo Grisales. Vi el día en el que volvíamos a viajar por el
mundo. Vi un cubo de tierra gigante destruirse en segundos. Vi a una niña
cargar el peso de su familia en un solo dedo. Vi la biblioteca de Alejandría.
Vi al Pato recibir su pasaporte de la comunidad europea. Vi a los escarabajos
estercoleros perdidos en Ciudad Perdida. Vi a Lía viéndome y no recordando
quién soy.
―Eloisa Castro Albornoz
Aleph
Me desperté en una habitación sola, vi una silla, un escritorio, y también vi un mueble con muchos libros encima. Vi un rayo de luz que entraba entre las cortinas, me levanté y me acerqué por lo que pude percibir mejor el calor del día. ¿Vi un día soleado, sin una nube en el cielo, me pregunte será esto una belleza? ¿O me debería preocupar? De pronto, vi pasar un animal, que apenas pude percibir. Vi como este volvió hacia mí, con cierta curiosidad, pero con susto de que yo fuera un ser que hiciera daño. Vi que no tuvo miedo, vi que se me acercó, vi que de pronto… estaba justo a por tocar mi pie con su pata. Volteo la mirada y vi de pronto otro animal igual solo un poco más grande, vi su cabeza, vi su cuello, su cuerpo y cuando mi mirada llegó a la cola, vi que era lo más esponjado que había visto en mi vida. No sabría decir que vi, solo se que vi un animal espectacular. De hecho, vi dos. Lo siguiente que pasó es que hasta yo me asuste por el despertador que sonó, y me levantó. Abrí los ojos, y de nuevo estaba en esa habitación sola, con la silla, el escritorio, pero esta vez no vi un mueble. Vi dos muebles vacíos. Un poco confundida, me paré, vi la ventana y cuando vi que estaba de noche me preocupé. ¿Habrá sido una ilusión lo que vi? De pronto una visión cenital se apoderó de mí, me vi en esta habitación, vi la silla, vi el escritorio, vi ahora tres muebles, vi la ventana con el rayo de luz entrando por una esquina. Afuera, vi muchos animales, no alcancé a contarlos, pero todos eran espectaculares. Vi algo en particular. Efectivamente si me vi que estaba sola en la habitación, no vi, pero no sé si estoy dormida, es algo que no vi, todavía no pude observar bien. Vi de pronto como estos animales volaron y vi cómo se esfumaron en el aire. ¿De pronto me despierto en mi cama, otro sueño?
―Camila Bravo del Corral
Vi tanto que quiero ser iconoclasta
Vi a Santiago poner el vinilo de “Bad” de Michael Jackson por quinto día seguido; vi a Sofía dormir a las dos de la tarde arrullada por la voz cortada de su profesora de química; vi a Carolina volver a la cocina con aire ligero a hacer el almuerzo después de que la vi llorar la noche anterior cuando le dijeron que no le podrían pagar en el trabajo hasta que la cuarentena se acabara; vi por años cómo su actitud cambiaba y sus relaciones se deterioraban mientras más trabajaba, vi cómo nos volvíamos a ver a los ojos por primera vez en semanas. Vi mi techo manchado y sucio y vi mis manos estirarse hasta tocarlo; vi otra vez mis manos temblorosas delineándome los ojos para salir y vi mi cara por enésima vez en este día largo que había sido el último mes. Me di un beso en la frente y vi manchas de rosado y naranja deslizarse de mi mano; vi códigos en eme que aliviaban mis ansias y vi verde cuando pasé fotos de mis amigos visitándose cuando yo no podía. Vi hordas de bicicletas corriendo arriba y abajo gritándose entre sí por la 140; vi miradas de hombres sobre mi barriga a pesar de que mi cara fuera invisible; vi a mi abuela servirme tinto y vi a sus gatos sacudir su cola para cazar; vi un día “normal”. Me vi a mi misma asustada del contacto pero vi cómo lo ansiaba más que nunca; vi los ojos de la cajera entrecerrándose cuando intenté hacer un chiste pero no vi su sonrisa; vi nuestras barreras físicas. Vi la luz roja atrapar el aire y detener el tiempo hecho modorra; nos vi reflexivos; vi a Sofía hacerse su quinto chocolate caliente, toreando su gastritis; vi a Carolina dormir a las seis de la tarde; vi a Santiago dar retroalimentación a sus alumnos sin cesar hasta bien entrada la noche mientras desvelaba el vinilo de “Saturday Night Fever”; me vi callar; vi la presión invisible de otro cuerpo a través de su voz; vi sábanas moradas o blancas; vi un sol serio, una daga escurriendo una lágrima, y una silla tumbada; vi rendición; vi amalgamación; vi avatares encerrados en burbujas intercambiantes hasta que mis ojos se aguaron y me impidieron ver más.
―Paula Barriga Izasa
37 veces vi en el Aleph, bueno, 39.
Vi cómo el futuro era
cada vez más incierto de lo que ya era, vi la angustia de los estudiantes, vi mi frustración con las
medidas iniciales contra el virus que inicio todo, vi cómo el gobierno reaccionó tarde, vi cómo en el aeropuerto
no había una medida más eficaz que tomar la temperatura, vi al aeropuerto ignorar
que no me preguntaron nada acerca de mi estado de salud (aún con la
“ampliación” de las medidas preventivas), vi cómo esperaron para tomar una decisión mas
contundente en contra del COVID-19, vi mi rostro reflejado en la pantalla del computador cada que se
caía el internet en medio de mis clases, me vi maldiciendo la mala conexión, vi el incremento de mi deseo de regresar a la normalidad, vi las sonrisas de mi
hermana de un año, sonrisas que no tienen idea de la situación que estamos
viviendo, sonrisas que hay que proteger, sonrisas que el gobierno no consideró
cuando supieron de la rápida propagación del virus de oriente a occidente.
Vi cómo Colombia se
durmió en los laureles creyendo que el COVID-19 no llegaría a nosotros, vi cómo la cuarentena nos
tomó por sorpresa a los foráneos que regresábamos a nuestras ciudades natales
con la idea de quedarnos una semana, vi cómo el gobierno consideró tarde la idea de seguir el
efectivo método utilizado por Corea del
Sur para evitar la muerte de sus ciudadanos (tanto así que tienen una
mortalidad por COVID-19 del 0.6%), vi cómo mis papás auxiliaron a mis abuelos para protegerlos, vi cómo el egoísmo de las
personas arrasaba con los supermercados, vi el “no me afecta, por ende no me importa”
(reflejado en despreocupación) de muchos jóvenes que pensaron que el virus solo era letal para
los mayores de edad, de gente apática que solo se preocupa si la situación
implica a su pequeño círculo (“solo se han muerto 100.000 en china, eso es
poquito”), vi cómo
culparon a los chinos por el virus cuando cualquiera, de cualquier parte el
mundo, pudo ser el caso 0. Vi
la ridiculez del ser humano al creer que ser de una país u otro te hace mejor o
te da el derecho a burlarte de alguien cuando, independientemente de eso, todos
somos seres humanos. Vi
el cansancio en los rostros de los médicos, vi la angustia en la voz de mi abuela, vi el número de
infectados hacerse más grande.
Vi la tristeza de los
profesores que extrañan dirigirse a un público y no a una pantalla, vi el estrés en mi casa
por la lentitud de la red, vi a mis mascotas más aburridas de lo normal, vi de nuevo películas de
princesas con mi hermana de un año (unas 30 veces las tres mismas películas), vi una serie corta, pues,
el tiempo no me da para hacer tantas actividades no relacionadas a la
universidad y ayudar en casa, vi cómo el cuaderno que traje para dibujar aún se encuentra
vacío, vi el cariño
que le tengo a mis profesores del colegio, vi cuánto extraño estar con mis amigos hablando de
nada y a la vez de todo, vi
que las propagandas de qué hacer en casa durante la cuarentena solo las pueden
cumplir los que no están estudiando ni trabajando virtualmente, vi cómo nos consume el
trabajo, me vi
extrañando trabajar con mis compañeros de la universidad codo a codo en los
talleres de Arte, vi
al árbol de mango dar frutos, vi a las flores más llamativas que antes, vi las noticias acerca de
la disminución de la contaminación a nivel global, vi a la Tierra respirar un aire más puro, vi las dos caras de la
moneda, vi lo
humano del ser humano, y, vi
cómo el ser humano puede dejar de ser humano.
―Lily Marcela Vásquez
Vi mis decepciones
Vi el espacio reducido a un color blanco donde los colores paradisíacos se acaban en un abrir y cerrar de ojos; Vi sentimientos volar a lo largo del tiempo, sentimientos desconocidos hasta el momento. Vi la angustia, la frustración y la melancolía. Vi las horas que tanto añoraba de pequeña por no estar sola. Vi la vejez tan pronta de mis creadores. Vi los errores de mí futuro y los aciertos de mí pasado. Vi la idea del amor reescribirse una vez más. Vi la soledad, la de ellos y la mía, una nueva Soledad. Vi ideas salir de mi cabeza, siendo estás expuestas en una pared fría. Vi un saltamontes del delirio. Vi el amor entre Delirio y Soledad. Vi las mentiras de mis aliados, sus cinco caras besándose hasta no poder más. Ví la histeria colectiva en la esquina, tres zapatos y una chiva. Ví por fin ―sin ceguera― la luz apagada de la unión que me creó. Ví de nuevo las teorías de mi infancia. Ví mi estancia en la nada y la muerte reflejada. Vi el vacío, el que él me dejo y en el yo misma habito. Vi la realidad una vez mas. Vi que no hay posibilidad de decirle que lo amo. Vi mi amor fugaz en vano. Vi mis sueños ser una odisea, ellos me reclaman por el presente, pues ya no hay más que inventar. Vi como mi hermano se quedaba solo, Vi como lloraba mi hermano por sentirse solo. Vi la incertidumbre de mi existencia. Vi que no pienso ir más allá de los 50. Vi mis preocupaciones abrir otras brechas. Vi la tristeza asomarse por mi ventana. Vi mis programas de infancia. Vi solo el cielo azul pero nunca la luna o el sol. Vi mi físico en el espejo. Vi que ahora si me quiero. Vi que, al salir de esto, lo abrazaría. Vi el optimismo propio de buscar amor una vez esto ya no exista. Vi mi pelo crecer más. Vi mi egoísmo correr por mi mente una vez más. Vi amor y desespero. Vi mi amor por él tornarse gris. Vi mi vida tornarse gris.
―Laura Andrea Pérez
Vi 37 veces
Vi los
destellos de azul claro de todas las mañanas,
vi como las agujas se adentran en mis
hombros,
vi que me arrastran y me llevan al
desorden,
vi que no me dejan escapar, vi los
filamentos, esos que son sangrientos,
vi como vomitaba otra vez
y
otra vez, vi que ya
tuve mil veces esta conversación,
vi mi propio
documental, vi palabras viejas del oxidado,
vi que todo
ya había acabado, vi que lo logré sin saberlo,
vi que
todos repiten la misma formula una y otra vez,
vi
siempre a los otros siempre interesantes,
vi el 2002 representando en el 2020,
vi el final de mi carrera, vi sombras del sosiego,
vi
una nueva entrada gigante, vi el yo hueco,
vi
hijos de papi y mami intentando ser neas,
vi el
boloro de los sanos, vi que lloraban sin necesidad,
vi venganzas y respuestas, vi la cruel verdad
del humano,
vi que solo soy yo, vi que los
yo en si no funcionan,
vi que
otros usan autores, actuando ser formales,
vi a Taylor
Swift jugando con serpientes,
vi a otro también, si ese, el Residente, bueno, Calle 13,
vi que siempre vuelvo a caer y ya no quiero,
vi que
volví a subir, pero ya no le encuentro el sabor al premio,
vi que
todos pelean allí abajo, vi en unos meses un punto,
vi
que otros producen, vi que aun duermo,
vi mi tumba de nuevo, vi que seria sencillo,
pero no entiendo,
vi la palabra be, esa que en ingles significa
ser, bueno seré
… un bombero y astronauta.
―Miguel Ángel Guevara
Vi como casi no completo las 37 veces
Vi cajas llenas de recuerdos olvidados en lo alto de
estanterías y armarios.
Vi su contenido; juguetes, libros, papeles con dibujos
y los trabajos ridículos y aparatosos que hacen los profesores de primaria con
los niños y estos se niegan a tirar por más feos que sean.
Vi también ropa de bebé, guardada por una madre
nostálgica que espera que algún día sea usada de nuevo por sus nietos.
Vi a una abuela tejiendo, y poco a poco la vi dejar de
hacerlo porque el temblor de sus manos por una enfermedad degenerativa lo hacía
más y más difícil hasta el punto doloroso en el que tocaba apartar la mirada.
Vi un cuarto con proyectos a medio terminar, vi una
máquina de coser que aún no se ha terminado de descubrir, con trucos que nadie
ha usado. Vi vestidos con acabados imperfectos, tela cortada e hilos cubriendo
el suelo.
Vi lápices de colores en sus cajas, los vi ser
ordenados como el arcoíris después de ser usados. Vi cajas y frascos, los vi
ser llenados de marcadores y pinceles en constante uso. Vi sus creaciones ser
colgadas en las puertas de neveras o en la pared de la oficina de un padre
orgulloso.
Vi relecturas de libros que nunca fueron buenos pero
que marcaron y unieron vidas. Vi también libros ser olvidados sobre una mesita
de noche acumulando polvo.
Vi banderas ondearse en las calles de una ciudad que
ahora parece lejana. Vi gente inconforme sin miedo a decir lo que piensa. Pero
también vi violencia tomando vidas, manchando familias enteras de pérdidas
irrecuperables.
Vi aviones despegar de los aeropuertos cargando con
bebés demasiado pequeños para siquiera disfrutar un viaje; los vi con dolor en
los oídos por la presión, los vi llorar sin pausa durante un vuelo de once
horas causando dolor de oídos en los otros pasajeros.
Vi mesas del comedor llenarse con familias por primera
vez en años, son ningún acontecimiento especial que lo propiciara.
Vi grupos de WhatsApp. Vi otras familias que solo se
encuentran para navidad contactándose entre ellos en busca de brindarse
compañía.
Vi amistades viejas, olvidadas y empolvadas como las
cajas, intentando recuperar algo de su brillo con la desesperación de dejar de
sentir soledad.
Vi gente a la que no le importa.
Vi jardines salvajes. Vi pájaros visitándolos como
pequeños oasis en un mundo caótico.
Vi animales domésticos alegres por la compañía.
Consentidos y malacostumbrados.
Vi el catálogo de Netflix con infinidad de películas
incapaces de sr vistas por un solo ser humano.
Vi cuadernos antiguos, con notas ilegibles y miles de
páginas en blanco. Vi habitaciones enteras ser ordenadas por sus dueños en
busca de algo de paz en su ambiente para acallar el ruido del encierro. Vi
casas vacías y vi casas llenas a rebosar. Vi risas y juegos en personas que no
jugaban hace años. Vi fotografías de tiempos mejores.
Vi una ventana que recibe el sol de la tarde.
―Alicia Salazar Urrea
Ojos de poeta
Vi. Pero honestamente no sé que vi, porque quise verme a mi misma y no pude. Vi la impaciencia en el andar de quienes buscan algo más allá de las calles. Vi su cara, vi sus sueños, vi las ganas de luchar. Vi la pretensión de omnipotencia que nos adjudicamos; vi el nacimiento de nuestra terquedad a partir del intenso temor a sentir, al destino, a lo que se sale de las propias manos. Vi a un niño caminando, y vi la vereda donde fui a misionar.Vi gallinas gigantes cargando fotos viejas, vi a mi abuela, vi el jardín, vi los monstruos, el ático, las flores y las gallinas otra vez. Vi a Estelita, vendiendo los cigarrillos cuando aún le costaba lograr conseguir recursos para comprar los libros del colegio de Nicolás. Vi la planta y la oblea que le regalé. Vi nuestra amistad. Vi todas la amistades, vi las presentes, las pasadas y las que están por venir. Vi una cara llorando, y un corazón derritiéndose entre tonos de vinotinto y azul. Vi a Francisco Zabala, las calles del centro y vidas apasionantes pero desgastadas. Me vi caminando entre ojos de poeta y esas flores blancas con forma de estrella. Vi un montón de estrellas. Vi constelaciones y conversaciones, vi recuerdos y vi veneno. Vi una vela apagándose… con ella, unos ojos, una mente y mil corazones. Vi a la persona en la que se piensa al revisar el alma. Vi gente sentada en un parque discutiendo sus sueños. Vi una niña viéndose al espejo y queriendo botar todo a la basura. Vi cartas quemadas con sentimientos hechos ceniza, también vi aviones de papel y manchas de tinta. Me vi volviendo a cantar de nuevo. Vi charcos de sangre, fotos desgarradoras y lágrimas, vi una cámara. Vi armas, vi terror, vi noches silentes en el campo. Vi almojabanas, vi una cocina, café, aguapanela y una sonrisa soleada. Vi tanto que no vi nada, y al final solo me confundí. Vi un libro hecho de emociones apasionantes, alimentadas por cosas vistas que al tiempo jamás entendí.
Fragmentos de reflexion
Vi como estos días de desesperación, me hicieron reflexionar; vi como mi mente empezó a tomar fragmentos de conocimientos pasados, fragmentos de memorias vividas y el cómo los adapto a toda esta reflexión; vi el Aleph en la música y en su historia; vi como se desprende en imaginables ramas y géneros; vi el universo completo que es; vi la complejidad que la gente ve tan simple; vi el cómo se puede jugar y experimentar nuevas cosas; vi como otros a artistas los movió la pasión a pesar de las dificultades: Beethoven sordo, Phil Collins, Eric Clapton, Anthony Kiedis y de más con problemas de audición. Stevie Wonder, Ray Charles ciegos totalmente y demasiadas complicaciones mal que sufren y sufrieron miles de músicos en el mundo y a través de la historia; vi como después de sucesos tan horribles como la esclavitud, nació el blues; vi como la rebeldía, en no seguir las reglas le dio origen al jazz; vi el dominio que la iglesia tenía sobre la centenares atrás; vi como esta misma criticaba y denominaba todo aquello que sonaba diferente como música maligna; vi como a pesar de ello se le fue revocada y le dio una nueva perspectiva y un avance a la música; vi como en la actualidad algunas canciones no han muerto; vi como otras son universales; vi como esto funciona desde mi pensamiento, como hay tantas interpretaciones de una misma pieza; vi como logran acompañarlo con un video; vi la conexión que generan con las emociones; vi como distintos ritmos nos hacen bailar, cantar, llorar, reír, criticar, apreciar; vi como hay explicaciones científicas lógicas y vi como a veces no las hay, simplemente es un sentimiento; vi el cómo llego a mí a través de mi familia; vi como al irme descubriendo a mí mismo, encontré mi gusto a parte; vi como con los años ha cambiado; vi como empecé a crearla y comenzó a ser mi mayor pasión; vi las diferentes musas que me inspiran; vi cómo es tan amplia la cantidad que uno no deja de aprender y de tomar referencias; vi como uno solo alcanza a conocer un porcentaje mínimo y aun así saber un montón; vi cómo es tan satisfactorio recrear piezas; vi como lo es aún más producir piezas propias; vi cómo es de bello practicar; vi como después de ello pararse en un escenario y recibir aplausos y sonrisas, vale la pena como nunca; vi como desde un profesor se desprenden tantos conocimientos y vi como ese vínculo se convierte en amistad; vi como hay ganas de seguir experimentando; pero también vi como la pereza es un obstáculo brutal; vi como este tiempo medianamente libre de encierro permitirá abrirle las puertas de nuevo; vi como extrañando todo la inspiración es mayor. Para algún día salir del encierro y en el futuro llegar y decir vi toda mi historia y estoy feliz de lo que logre.