Mommy: desafío moral Infancia, maternidad, pubertad y edad adulta son las palabras que usaría para definir las 2 horas y 16 minutos de Mommy. Conceptos que perturbaron los estigmas socialmente establecidos en mi moral; percepciones no permitidas como los malos tratos de un hijo hacia su madre, un incendio provocado por un adolescente y un […]
Infancia, maternidad, pubertad y edad adulta son las palabras que usaría para definir las 2 horas y 16 minutos de Mommy. Conceptos que perturbaron los estigmas socialmente establecidos en mi moral; percepciones no permitidas como los malos tratos de un hijo hacia su madre, un incendio provocado por un adolescente y un beso entre familiares. Todo esto abrumadoramente contrastado con el amor de una madre, la dependencia de un niño y la felicidad en nombre de una amiga y profesora. Todo acoplado en un mundo que juega con los elementos mencionados en un inicio.
Y es justo en este universo creado donde se cuestiona la distinción entre las etapas de la vida. Acaso, ¿qué diferencia a un infante de un adolescente y a su vez a este de un adulto? ¿puede tratarse de una respuesta biológica? ¿se vinculará con la experiencia? Y de ser así, ¿quién es Steve Després? Quizá niño de corazón, adolescente por anatomía y adulto por aprendizaje de vida. Lo cual hace que mi moral se vea menos afectada, pues ya no se trata de un niño que casi asfixia a su madre, sino de un ser que no pertenece a una categoría de edad, sino a todas. Por ende, el concepto de la inocencia de un joven no entraría a jugar con mi mente pues ahora se relaciona con la explicable ausencia de ella en un adulto.
Por otro lado, tomando el concepto de maternidad indagado por medio del personaje de Diane, me cuestiono: ¿Quién es ella? ¿Una buena madre por luchar por su hijo? O ¿una mala por dejarlo bajo la ley? Podría ser ambas desde una perspectiva subjetiva sobre lo correcto e incorrecto. Respuesta con la cual se calma nuevamente mi mente, pues ya no me desconcierta el tener que juzgarla por sus actos como madre. Pero esto origina otro inconveniente que juega con mi entendimiento, pues si se recurre al no categorizar, todos terminaríamos dentro de este universo inventado. Todos seríamos en alguna medida como Steve, Diane y Kyla: violentos, frenéticos e inestables. Y nuestra moral se vería afectada nuevamente al equiparar sus comportamientos con los nuestros; pues somos incapaces de aceptar que tenemos un poco de infierno del cual, igual que en la película, no podemos escapar. Y es así, como todo intento es en vano, pues de una forma u otra Mommy reta nuestra percepción del mundo moral.
—Laura Alejandra Jiménez
El formato
Cuando la vida se hace chiquita y no puedes salir, estas en una caja de la que no puedes escapar, no entiendes lo que pasa, solo sigue pasando. De repente el formato se alarga, se abre una puerta por la que puedes correr y gritar. La vida se aligera, la disfrutas, la aprecias. Pudieron ser 5 minutos, 1 hora, 1 día, ahora son recuerdos que te dan esperanza, que te motivan. Solo piensas que por eso vale la pena vivir. De nuevo, el formato se reduce. Gritas y nadie te oye, te sientes ignorado, incomprendido, te sigues equivocando y ya no sabes cómo levantarte, pero igual lo haces. Estas lleno de morados, solo piensas en la persona que amas, y por eso quieres cambiar, pero ¿y tú? ¿por qué no hacerlo por ti mismo?, ¿por qué quieres ser mejor para alguien más? ¿por qué quieres que te mire? Igual no importa. A fin de cuentas, quieres ser mejor, ¿no? El formato se vuelve alargar y piensas que por fin escogiste el camino que era, todos están bien, tú al parecer estás bien. Hace sol, llueve, nieva, y tu sonríes. En el fondo sabes que algo está mal, estas diferente, pero nunca es suficiente, así que esperas pacientemente a que el formato se vuelva a encoger. De hecho, se encoge, te volviste a caer, estás herido, te duele levantarte, no tienes fuerza, al parecer estás cansado. No encuentras una solución. No entiendes porque siempre terminas en el piso, resulta que es tu hogar. Lloras, gritas, pero no te paras. Ya tuviste suficiente, pero igual no te quieres rendir. No eres un cobarde, no eres solo errores, y aun así no encuentras la manera de seguir. Te despides, y lo entiendes. Es hora de seguir. El formato se alarga, se abre la puerta, te levantas, recoges tus pedazos y solo corres.
—Maria José Perea
Lo que una cama representa
Llego de la universidad, de una fiesta, hasta de una caminata matutina como la que suelo realizar con mis padres todos los domingos. Entro a mi casa –tengo suerte… puedo decir que tengo una casa a la que entrar–. Voy a mi cuarto. ¿Qué es lo primero que vemos todos aquellos que hemos estado en la misma situación? Sí, la cama. Ese pedazo de madera, de un tamaño no mucho más grande que nuestro cuerpos, con un colchón recubierto de las únicas sabanas que se encuentren limpias en nuestro hogar. ¿La sensación? Indescriptible. Es el escape perfecto a la realidad. La salida transitoria hasta para los problemas más graves que cualquier persona en el mundo puede estar teniendo.
La película Mommy desentraña una relación de las más extrañas e íntimas que tiene un hijo con su madre. Recién recoge Die a su hijo y lo lleva a casa, hay una escena que representa para mí el real significado de una cama para cualquier ser humano que ha tenido la oportunidad de reposar su cuerpo sobre ella. Tranquilidad.
Ese momento, en el que Steve Després se abalanza a la cama con sabanas satinadas. Esa escena, que es reproducida por el director repetidamente desde más de un ángulo, terminada por la mirada fija al techo del cuarto de una duración que equivale a la longitud de la película entera en menos de 5 segundos. Ese preciso momento, con la música nostálgica. Eso, es lo que me recuerda lo que una cama significa. Y no solo para mí. Estoy seguro que para cualquier persona, en cualquier lugar, en cualquier momento.
A veces me pregunto, antes de dormir, qué situación están viviendo las personas que se encuentran exactamente en la misma posición en la que yo estoy. Acostado, olvidando efímeramente cualquier circunstancia perteneciente al mundo real que poco a poco voy dejando cuando me quedo dormido. Creo que la película me ha dado, puede que no la respuesta, pero por lo menos un breve acercamiento al sentimiento compartido de meterse entre las sabanas y saber que por más grave que los problemas sean, mañana será un nuevo día.
Mis amigos siempre me reprochan que me gusta dormir demasiado. Pero tal vez no sea eso. Tal vez lo que me atrae no es dormir, sino simplemente lo que mi cama representa.
— Nicolás Posada García
Una perspectiva del trastorno
Mommy de Xavier Dolan (2014) presenta la vida de una familia singular. Una madre viuda, desempleada, con una vida caótica que altera su comportamiento: Die (un sobrenombre insinuante), quien decide hacerse cargo de su hijo Steve quien “sufre” de TDAH. A esta familia llega Kyla, una profesora vecina quien desarrolló trastornos del habla desde hace poco tiempo y quien se encarga de enseñar a Steve, a pesar de las dificultades que esto implica.
Mommy está cargada de detalles que alimentan la zozobra y permanente tensión que caracteriza la película. Partiendo desde la clásica perspectiva del profundo e incondicional amor entre madre e hijo, muestra los pormenores de la convivencia en esta familia “trastornada” formada por los tres personajes. Desde los planos en los que bailan en un ambiente festivo, hasta aquellos en los que esta relación sobrepasa los límites y entra a ser una insinuación sexual por parte del hijo con ambos personajes femeninos, pasando por tomas donde Steve observa sigilosamente lo que sucede generando inquietud en la audiencia por su carácter impredecible y en ocasiones violento. Sin embargo, las relaciones desarrolladas a lo largo de la película evidencian la forma en la que, en alguna medida, los trastornos de los personajes son complementados entre sí. En medio de las fuertes discusiones entre Die y Steve, Kyla es quien interviene para lograr que ambos personajes cedan en su carácter. Die y Kyla entablan una amistad que logra alejarlas de su monotonía y la desesperanza con la que llegan a ver la vida. Por último, Kyla y Steve construyen una relación de aprendizaje mutuo, mientras ella logra controlar parcialmente y enseñar a Steve, él la reta y le brinda, bien sea consciente o inconscientemente, un espacio donde puede recuperar la normalidad del habla. En medio de estas relaciones, cada personaje mejora su trastorno al intercambiar vivencias con el otro.
Ahora bien, la película plantea la creación de un espacio constructivo donde cada personaje ayuda a “sanar” al otro, así sea temporalmente. Esta idea propone el siguiente cuestionamiento: los trastornos no son únicamente condiciones particulares que pueden dificultar la cotidianidad. A la luz de Mommy, los trastornos, independientemente de su complejidad, pueden llegar a ser oportunidades de crecimiento y mejoría para los actores involucrados, al propiciar un ambiente adecuado.
—Carlos David Quintero
Libre de qué
Mommy de Xavier Dolan, es una película donde los personajes se la pasan buscándose y no se encuentran, también es una película sobre lo que significa vivir en familia. En otras palabras, es la búsqueda encerrada en una pantalla de 1:1 entre una madre (Diane), y su hijo hiperactivo y en ocasiones violento (Steve) que intentan encontrar la libertad mientras viven juntos.
Sin embargo, como el lector sabrá, familia y libertad no son dos conceptos fáciles de reconciliar. Así, aun cuando haya momentos donde se respire libertad (como cuando notablemente Steve amplía el encuadre de la película) la convivencia cada vez se va convirtiendo más y más en un infierno. Steve lo que en verdad busca es sentirse amado, de ahí su constante intento por complacerla y su miedo porque ella un día no lo quiera más. Diane, lo que más quiere es una familia ´normal´, el sueño en el que Steve se gradúa, se casa y se va. Sin embargo, es buscando satisfacer este deseo personal que Steve se corta la muñeca y que Diane decide finalmente dejarlo en el centro hospitalario donde posteriormente Steve se suicida.
La frustración de la película es la del espectador reconociendo en su experiencia esa ambigüedad de amor y cansancio en las relaciones humanas, de que no funcionen y no saber qué hacer para enmendarlas, de que no haya explícitamente un culpable. Se cumplen las palabras iniciales de la representante de la correccional: amar a las personas no las salva. Pero tal vez ahí está el problema, en pensar que las salvaría, es decir, en pensar que se trata del otro. Steve no va a cambiar, Diane no lo va a amar más de lo que ya lo ama (o nunca va a ser suficiente para Steve el amor que ella le demuestre), quizás a lo que debemos renunciar no es al otro sino al anhelo propio de lo que ese otro haga, quizás sea esa la verdadera libertad.