10 lecciones para 100 días de cuarentena

Hoy cumplimos 100 días de encierro en los que, como una resignación, hemos tenido que ajustarnos a una “nueva normalidad”. Estas son las lecciones que han aprendido en estos 100 días líderes y lideresas de opinión en Colombia.

por

cerosetenta


02.07.2020

Ilustración: Ana Sophia Ocampo

Hoy cumplimos 100 días de encierro en los que, como una resignación, hemos tenido que ajustarnos a una “nueva normalidad”. Estas son las lecciones que han aprendido en estos 100 días un escritor, una política, un líder social, una socióloga, un historiador, un periodista, un médico epidemiológico, una abogada emberá, una defensora de los derechos de las mujeres, una activista trans y un ambientalista. 

Ricardo Silva Romero
Escritor 

Yo he estado aquí en mi casa, a salvo de callejones sin salida, confirmando la sospecha de que mi vida ya no es sobre a dónde voy, sino sobre el lugar donde llegué y donde estoy: mejor dicho, he visto que mi vida es sobre estar a la altura de las personas que me definen.

Ángela María Robledo
Exrepresentante a la Cámara por Colombia Humana

Cien días de incertidumbre y una certeza: esta pandemia tiene rostro de mujer. 42 mujeres asesinadas, empaladas, desmembradas, quemadas. Una violencia intrafamiliar desbordada: la línea 116 a nivel nacional y la 123 en Bogotá no alcanzan a dar a basto frente a las denuncias de las mujeres que piden a gritos ser cuidadas, ser protegidas. Cien días en que los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se han visto claramente amenazados: no hay anticonceptivos y ni hay condiciones seguras para que las mujeres puedan abortar. Cien días donde las mujeres han tenido jornadas extenuantes porque su casa se ha convertido en oficina o en punto de producción, en aula de clase y en espacio doméstico para la reproducción de la vida. Cien días en los que poco se reconoce esa condición de lucha de las mujeres. Pero también han sido cien días de resistencia, de trabajo con muchas mujeres a lo largo y ancho de Colombia, para que las relaciones de reproducción doméstica, social y política sean reconocidas, sean valoradas. Y para que las mujeres tengamos un elemento fundamental para nuestras luchas: tiempo libre. 

Paolo Vignolo
Profesor y director del Dpto. de Historia
Universidad Nacional de Colombia 

En este tiempo sin viajes, me he dado cuenta que quizá viajábamos demasiado y viajábamos mal. Viajar no es desplazarse por la ciudad o brincar de un aeropuerto al otro por turismo o por trabajo. Nos queda como aprendizaje reinventarnos la manera de viajar, darle otro sentido al viajar. Y en este tiempo en los que nos han prohibido las sonrisas y nos han borrado los abrazos hay que volver a considerar cada sonrisa, cada abrazo, como un regalo. Nos abrazábamos y nos sonreímos de pronto demasiado, y mal, sin darle todo el sentido y la fuerza y la potencia que cada uno de esos gestos implica. Ojalá que podamos volver a viajar y a abrazarnos y a sonreírnos pero con un ímpetu y un sentido renovado. 

Leyner Palacios
Líder social y Secretario general
Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico, CIVP

En el tiempo en que arrancó la pandemia me ha dejado varias lecciones. Una primera personal tiene que ver con el valor a la familia y el valor del ser humano. Hemos estado confinados en lugares donde una pandemia nos ha obligado a compartir en familia cuando quizás muchos no estaban acostumbrados a hacerlo. Eso nos deja la reflexión a valorar más la vida humana, a valorarnos más y a comprendernos. Hemos tenido que aprender a convivir en medio del susto, de las angustias, de los temores por estar contaminados, pero también a valorar cómo nos debemos cuidar los unos a los otros. 

También me ha dejado una enseñanza de tipo colectivo: cómo valorar más la salud humana. Hemos visto cuántas personas con quienes compartimos, con quienes convivimos, han fallecido y no les pudimos dar la despedida, el velorio, los rituales, que quizá nos hubiera gustado hacerles. La salud y la vida humana han estado en cuestión y sobre todo, sin la posibilidad de manifestar esa solidaridad en los momentos de despedir a los seres que más amamos. Eso nos deja la reflexión de la necesidad de compartir y entregar todo en medio de la vida porque la muerte está cerca. 

También esta pandemia me ha dejado una enseñanza en el sentido de cómo se ha agudizado el conflicto armado en los territorios y como una pandemia hace posible la invisibilidad de situaciones tan injustas que están viviendo las comunidades, sobre todo en la parte rural. Hoy Colombia está sumamente preocupada por los impactos del Covid-19 pero para el Pacífico colombiano, la preocupación es precisamente el desarrollo del conflicto armado que continúa ensanchando. Eso me hace reflexionar sobre las distintas Colombias en las que estamos: cuando algunos tienen preocupación por el contagio otros tenemos preocupación porque nos persigue la bala, el desplazamiento, porque nos persiguen los confinamientos, porque no podemos ir a cultivar porque los territorios han sido minados. Si logramos avanzar en una solución negociada al conflicto, seguramente los colombianos y colombianas tendremos mayor capacidad para resistir al enemigo común que nos está amenazando: este virus.

Lina Marcela Tobón Yagarí
Mujer Emberá Chamí
Directora Comunidad de Juristas Akubadaura

Para los Pueblos indígenas esta emergencia ha evidenciado todos los problemas de desatención que hemos vivido desde siempre, falta de servicios en salud, educación, alimentación, vivienda y agua, no solo por efectos de la pandemia, sino por el derecho de acceder a mínimos vitales. Setenta pueblos indígenas en Colombia se encuentran en riesgo de exterminio físico y cultural, muchos de ellos con poblaciones de menos de mil sobrevivientes. La pandemia para estos pueblos podría significar de manera directa su desaparición y con ellos, la sabiduría milenaria de proteger las selvas, bosques y montañas. Protegerlos depende de la voluntad del Estado, y la capacidad de los gobiernos locales para atender a sus necesidades. En Lengua Emberá Chamí: Ayudemos o protejamos a los pueblos indígenas porque ellos  cuidan la tierra, los árboles, los animales y el agua para todos nosotros.

Omar Rincón
Profesor y periodista

Los aprendizajes mínimos que tengo de esta cosa que nos pasó son tres: uno, que  tengo que habitar más el silencio y que la sociedad debería habitar más el silencio, comenzar a escuchar más a lo no humano, a lo humano, a los otros, a la gente, a la naturaleza, porque somos unas generaciones que hablan y hablan pero poco escuchan y poco son capaces de callarse y opinamos de todo. 

La segunda, que yo pensé que íbamos a cambiar el concepto de consumo, que nos íbamos a volver minimalistas, que nos dábamos cuenta que estábamos perdiendo el tiempo consumiendo tanto y que podríamos consumir mucho menos, que podríamos vivir con menos, que podíamos tener mejores consumos culturales, no seguir súbditos del fake news y el chisme de Whatsapp, de Facebook, que podíamos diversificar nuestros consumos culturales y tampoco pasó. O sea, en el Día sin IVA la gente salió a consumir estupideces como manada, con lo cual el capitalismo es mucho más serio y significativo que eso. 

Y la tercera lección que yo aprendí de este tiempo es que el humo digital es humo, sirve para hacer programas y cosas chéveres en las redes, usar programas de pantallitas como Zoom, pero que yo sí extraño lo educativo y la sociedad como acto colectivo y de rituales de encuentro con el otro. Los cuerpos, el face to face, siguen siendo lo significativo en la construcción del símbolo y de la naturaleza de lo humano.

Tatiana Andia
 Socióloga, economista e historiadora
y profesora en la Universidad de los Andes

Estos 100 días de pandemia me han enseñado que tenemos que volver a lo esencial y creo que lo estamos haciendo en varios niveles. El primer nivel es a enfocarnos en las personas: el coronavirus nos ha hecho ver que sin personas no hay mercado, que la pobreza y la desigualdad son insostenibles y que las habíamos tolerado por demasiado tiempo. Nos ha enseñado que podemos vivir sin muchas cosas. A nivel personal, además, estos 100 días han sido muy reveladores sobre cuántas cosas tenía que me sobraban, que realmente no eran esenciales o necesarias y que podemos vivir con mucho menos. 

Laura Weinstein
Activista y mujer trans
Directora ejecutiva Fundación GAAT
(Grupo Acción y Apoyo a Personas Trans)

Estos 100 días de cuarentena nacional han terminado por agudizar, en el caso de las personas trans, problemáticas que ya veníamos evidenciando desde las diferentes organizaciones sociales y espacios de activismo desde la sociedad civil, desde la realidades de las propias personas. Han generando un sinnúmero de dificultades con medidas como el pico y género en Bogotá y en otras regiones que evidencian la falta de reconocimiento de esas otras construcciones que van más allá de lo binario. También ha puesto en riesgo la vida en muchísimas personas trans debido a que entendemos que muchas personas trans no viven sino de trabajos transexualizados y esto las ha puesto en riesgo y han tenido que sufrir el maltrato y el abuso policial. Es decir, durante estos 100 días de cuarentena han quedado en evidencia que las condiciones de vida para las personas trans siguen siendo complejas y difíciles.

Pablo Martínez
Médico, antropólogo y salubrista
comunidades indígenas en la región Amazónica

Son varios los aprendizajes. Lo principal es que nos hemos dado cuenta, aunque ya muchos lo teníamos muy claro, que vivimos en una sociedad desigual donde las diferencias siguen siendo un gran reto. Entender que somos un país diverso, que requiere avanzar en equidad. Además, en estos momentos que nos necesitamos tanto los unos a los otros, nos hemos dado cuenta que tenemos muy fragmentado el tejido social y que realmente nuestros políticos y nuestros gobernantes no están trabajando para reconstruir este tejido social que tanto necesitamos. Y finalmente, en términos personales, esta cuarentena ha servido para que muchas profesiones que antes no se tenían presentes, que no se sabía que existían, se hayan vuelto muy relevantes. El caso de la salud pública, buena parte de la epidemiología, por ejemplo. Ese es un aspecto muy importante para destacar. 

Beatriz Quintero
Feminista y Directora de la Red Nacional de Mujeres

En estos 100 días de cuarentena, mi impresión como feminista es que ya sabíamos lo que iba a pasar en cuanto a violencia contra las mujeres. Es increíble evidenciar la inviabilidad de esta sociedad al ver cómo aumenta la violencia contra las mujeres en un momento de crisis. Eso nos preocupa mucho porque es violencia cotidiana, violencia sexual y feminicidios. Y otra cosa que se ha evidenciado es cómo las mujeres con su trabajo de cuidado sostienen la economía del cuidado y la sociedad. Esa es una economía que no ha parado y que no ha tenido confinamiento, y para nosotras es una economía que la sociedad aún no reconoce y no la ve como algo importante. Esta sociedad habla de la economía como si fuera una Economía (con mayúscula) y las labores de cuidado fueran simplemente actividades que hacemos las mujeres. Entonces, como feminista, ha sido importante evidenciar las cosas que ya habíamos dicho pero que en este confinamiento, en esta cuarentena, se han mostrado de manera muy patente.

Rodrigo Botero

Ambientalista y director de la ONG Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, FCDS.

En estos 100 días de pandemia he aprendido que más de la mitad de la movilidad que desarrollaba en el espacio urbano es innecesaria. Las herramientas de comunicación electrónica me han enseñado que puedo disminuir mi huella ecológica en términos de movilidad de forma impresionante. La movilidad que realmente necesito es la del trabajo rural, la del trabajo en el campo, con la gente. 

He aprendido también la importancia del agua como un valor estratégico que tenemos que empezar a manejar, empezar a utilizar y reutilizar las aguas lluvias tanto en espacios rurales como urbanos. 

He aprendido que la seguridad alimentaria, tanto en nuestras casas como a nivel rural, no es carreta, es una realidad. Me ha impactado sobremanera que por ejemplo, en comunidades indígenas y campesinas en muchas zonas, nos haya tocado mandar alimentos en medio de la pandemia. 

También he aprendido que métodos de autocuidado en salud en áreas rurales, por ejemplo con procesos de aislamiento al interior del bosque, son la fórmula más efectiva para evitar la transmisión de enfermedades y hoy por hoy tienen la mayor relevancia y vigencia. 

He aprendido que efectivamente los niveles de desigualdad que existen entre poblaciones vulnerables con respecto a los núcleos de poblaciones urbanas son una señal de urgencia en la atención y es necesario tratar de cerrarlas y de focalizar nuestros esfuerzos en esos grupos altamente vulnerables. 

Se que vendrán nuevas pandemias y hay que estar absolutamente atentos y continuar en nuestro esfuerzo por atender los temas de protección ambiental y en particular, la deforestación. La destrucción del bosque va a ser un medidor efectivo para nuevas enfermedades masivas. Eso es un campanazo de lo que puede venir con cambio climático. Estamos en el momento perfecto para entender y cambiar culturalmente nuestros patrones, porque en el futuro, en un escenario de cambio climático mucho más fuerte y de pandemias, este podría ser el punto de quiebre para esta civilización. 

Ana Sophia Ocampo
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