Víctima y victimario

José Rodríguez es un exguerrillero en situación de discapacidad que pasó más de veinte años en las filas de las FARC. Hoy, José asegura que él no solo es un victimario del conflicto armado colombiano.

por

Diego Alejandro Ortega Ortiz


21.01.2016

Foto: losreportesdelichi.com

Desde el 4 de septiembre de 2012, hace tres años y medio, el Estado colombiano está negociando la finalización del conflicto armado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Una de las comisiones creadas en la mesa de negociación, en La Habana, es la de la Verdad. El objetivo de esta comisión es contarle al país lo que pasó durante los 50 años de conflicto armado, y de esta manera, promover tanto el reconocimiento de las víctimas —ciudadanos cuyos derechos humanos fueron violados de forma individual o colectiva— como la satisfacción de su derecho a la verdad. Como recurso para reconstruir la historia del conflicto se deben utilizar los testimonios tanto de policías, soldados, altos mandos militares y víctimas, como el de guerrilleros, desmovilizados y jefes de las FARC.

Sin embargo, existen actores del conflicto que no se pueden clasificar dentro de un solo grupo de los mencionados anteriormente. Este es el caso de José Rodríguez, alias “El Boyaco”, un desmovilizado del frente primero del Guaviare. José vive en la ciudad de Villavicencio, en el departamento del Meta. Su vestimenta refleja rasgos de llanero nativo: sombrero negro de cuero y su poncho perfectamente doblado sobre su hombro izquierdo. Tiene 49 años y se encuentra en condición de discapacidad luego de perder parte de sus dos brazos a causa de la detonación accidental de artefactos explosivos que él mismo cuidaba en la selva. El testimonio de José es útil a la hora de reconstruir la verdad y, también, a la hora de mostrar otras caras del conflicto. José se considera tanto victimario como víctima.

 

¿Cuáles fueron las razones que lo llevaron a incorporarse a las filas de las FARC?

Bueno, primeramente, como siempre he dicho fue un error por parte de nuestros padres, porque en ese tiempo éramos menores de edad y un primo nos condujo a que fuéramos al área del Guaviare a raspar coca. Estando trabajando allá con el tiempo fueron apareciendo unidades de las FARC y en una reunión nos invitaron a hacer parte de la organización, es decir un reclutamiento. Yo tenía como entre 17 y 18 años.

¿Y su familia qué opinaba de su decisión?

No pues ellos no… ni sabían realmente nada. Duraron como 10 años sin saber nada de mí. Hasta donde yo supe era que ellos me habían pagado varias misas, porque pensaban que yo estaba muerto.

¿Acaso no valía la pena pasar fechas importantes, como la navidad, al lado de sus seres queridos?

Claro que sí. Esas fechas son muy importantes, pero nos dijeron que para movernos para algún lado era con permiso y que de ahí en adelante era vencer o morir. En ese tiempo el que ingresaba alas FARC tenía que durar dos años sin salir a la población civil.

¿Cómo era la vida en la selva?

¡La vida en la selva es tremenda!, porque ya estando en ese grupo le toca aceptar todas las cosas, pero no todo es el combate. Allá también era como una escuela: yo no sabía ni leer ni escribir y allá aprendí. No enseñaban como los profesores de colegio, allá daban dos horas de estudio en la mañana y dos en la tarde.

¿Tuvo cercanía con algún jefe de las FARC?

Sí, como yo era de la parte de la seguridad, al día siguiente de ingresar me tocó acompañar al segundo al mando del frente de esa época, a él le llamaban ‘El Che’. También acompañé a Fernando Bustos, Martin Villa y hasta al ‘Mono Jojoy’.

El sargento Luis Arturo Arcia, después de ser liberado en 2012 junto a seis policías y otros tres militares, le aseguró a El Tiempo que «Nos tenían amarrados o encadenados por parejas las 24 horas, y nos advertían que, en caso de rescate, nos mataban». ¿Qué opina de estas declaraciones? ¿Cómo eran las condiciones de los secuestrados?

Desde lo que pude ver y analizar, los prisioneros vivían… no digamos que bien, porque eso es estar en la casa con sus familias, pero a ellos se les brindaba el mejor trato. El guerrillero que no les respetaba sus derechos humanos tenía problemas. Es una falsedad que dormían encadenados, existe un nailon que nosotros llamamos allá cordel, que es especial y no quema, sólo cuando lo halan se aprieta así como las esposas de los policías. Además, tenían baños, duchas y la comida de la mejor. Yo mismo estuve encargado de las reses que llegaban desde acá (Villavicencio) hasta la selva, siempre tenían su buena ración.

¿Se sintió privado de la libertad siendo miembro de las FARC?

Desde el primer momento, cuando vi que no se podía hacer nada sin permiso. Por ejemplo si iba al orinal: con permiso, si me iba a bañar: con permiso. ¡Todo era con permiso!

Si las condiciones para ustedes eran así como las describe, entonces ¿Por qué no retirarse?

Eso no es tan fácil. Le tienen que hacer a uno un estudio los mandos superiores para saber el porqué de la salida… además eso se demora mucho y es poco probable que se pueda.

“Yo fui uno de los que votó por Santos pero, en realidad no voté por él, yo voté fue por la paz, porque sé qué es la guerra, sé que es coger un fusil y hacer estragos; si el ejército dispara, esas balas no son de algodón, esas balas matan, al igual que las de las FARC. ¡Necesitamos buscar la paz!”

Vamos ahora a tocar un tema difícil. ¿Puede describirme cómo ocurrió el accidente que lo llevo a perder casi en su totalidad los dos brazos?

Resulta que estábamos en una finca y yo estaba manejando el almacenamiento de los artefactos. Un día los mandé a sacar para limpiarlos, uno de ellos estaba a control remoto y los muchachos no le quitaron el estopín… yo tenía un radio de esos de comunicación, apenas oprimí se fue la señal y explotó.

¿Qué pasó después?

Quedé privado. Después me contaron que me llevaron hasta el rio para ir al hospital del caserío más cercano, pero pasaron muchas cosas y duré cinco horas sin los primeros auxilios. La mano izquierda me la voló el artefacto y la otra me la dejaron pudrir. Además se me veía el corazón… eso fue un milagro. Yo siempre les muestro a los periodistas, porque es una realidad.

[Mientras José me contaba esto, como pudo se levantó el buso y con lágrimas en los ojos me mostró el pecho lleno de cicatrices y luego añadió]

Las tetas me quedaron colgando, me sacaron carne de las piernas para ponerme en el pecho y así cubrir mi corazón.

¿Cómo ha aprendido a vivir con la discapacidad?

Nunca bajo la moral… a pesar de un golpe tan duro después de tener todo mi cuerpo completo, como dice el dicho vulgar “a mí no me enreda el que tiene, sino, el que puede”. Muchos dicen “él no puede hacer nada” pero yo mismo me cepillo y me afeito.

¿Considera que el haber perdido sus brazos, de forma violenta, lo acerca al drama de aquellas personas que han sido mutiladas por causa de la explosión de las minas antipersonas?

Uno al ver la situación se da cuenta que muchos pierden una pierna, yo los dos brazos. Es duro, pero ahí es donde digo que se deberían tomar tanto a los unos como los otros como víctimas del conflicto.

¿Entonces se considera víctima y no victimario?

Ehh… Yo no sé cómo haría ahí. Es cierto que uno causa daño pero, también, sería victima porque estábamos dentro de la misma organización.

¿Participó directamente en ataques contra la población civil?

Solamente fui a dos peleítas, pero en ninguna fue mayor la participación. No todos los guerrilleros son malos, a muchos no nos tocan esas tareas. No porque fulano es de las AUC lo voy a ir a matar.

¿Por qué decidió desmovilizarse?

La presión fue tan intensa que nos dejaron solos y no tuve más que escoger… Además uno así…Para el 2010 una amiga del grupo me dijo que me iba a ayudar, lo que hizo fue entregarme, pero eso estuvo bien.

Desmovilizado y en condición de discapacidad, ¿cómo ha sido su reincorporación a la sociedad colombiana?

Es muy difícil pero en este programa (de desmovilizados del Ministerio de Defensa Nacional) he sido premiado con un detalle de la Presidencia de la República por superación personal; he dado charlas acerca de cómo comportarse, porque ya no somos las mismas personas que andábamos con armas.

¿Qué opinión tiene acerca de los actuales diálogos de paz?

Va por buen camino, ojalá sea una realidad y no una patraña del Gobierno…

Usted dice que ojalá no sea una patraña del Gobierno pero, en distintos gobiernos como el de Betancur y Pastrana son las FARC las que por diferentes motivos se han levantado de la mesa ¿no?

Hay que tener en cuenta que cuando se habla del cese unilateral la guerrilla cumple, pero el gobierno… aunque puede que cumpla, las Fuerzas Armadas no lo hacen. Sin embargo, las FARC no dan marcha atrás, porque están buscando la verdadera paz para Colombia.

¿Es importante la comisión de la verdad?

Si se está buscando que se sepa la verdad, sí es importante. Se debe hablar desde cómo se fundaron las FARC y cuáles ideales perseguía, hasta cuáles fueron los motivos para entregarse.

¿Me puede responder esas preguntas?

¡Uy! Cuando yo empecé a andar con ellos estaban entregados a la defensa del pueblo, de la gente todo el tiempo las charlas que daban era hablando de la defensa del pueblo, estaban en contra del gobierno “entreguista”, o sea del que vendía al país y por estos ideales obtuvo mucha fuerza.

¿Cómo fue ese paso de defender al pueblo a llegar a atacarlo?

Lo que pasa es que se cometieron errores, hubo infiltrados que esos sí causaban daños a la población civil. Además, el error más grande de las FARC fue meterse al narcotráfico, la guerrilla les pedía a los narcos una cuota por cada kilo de coca que sacaran al exterior. ¿De dónde cree usted que sacaban plata para los uniformes, armas y comida? Y así descuidaron al pueblo.

¿Es justo que los guerrilleros participen en política?

Démonos cuenta cuánto lleva el M19 en política y si ellos pueden hacer política ¿por qué nosotros no, si nosotros dejamos todo en la selva? Pero esa decisión le pertenece al pueblo.

¿Cuál es su prioridad en este momento?

Mis hijos, yo quiero sacarlos adelante sin la mamá, ya que hace 7 años se abrió de nosotros… y rebuscarme, porque con los $320.000 que me da el programa mensualmente no alcanzo ni en chiste a pagar comida, arriendo y otras necesidades.

¿Quiere dejar un mensaje final?

¡Claro!, que luchemos por la paz… yo fui uno de los que votó por Santos pero, en realidad no voté por él, yo voté fue por la paz, porque sé qué es la guerra, sé que es coger un fusil y hacer estragos; si el ejército dispara, esas balas no son de algodón, esas balas matan, al igual que las de las FARC. ¡Necesitamos buscar la paz!

 

*Esta entrevista se realizó en el marco de la clase Periodismo, guerra y paz de la Opción en periodismo del Ceper.

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Diego Alejandro Ortega Ortiz


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