Sun & Sea en el Teatro Colón: un patrimonio que se puso en riesgo
La instalación ganadora del León de Oro transformó el Teatro Colón en una playa artificial. Pero tras la experiencia inmersiva queda la pregunta por la afectación que pudo generar este montaje en un teatro de 133 años, que es patrimonio cultural. ¿Qué tanto se tuvo en cuenta la conservación del teatro para la realización de esta obra?
Más de 20 cuerpos en traje de baño están acostados sobre la arena de una playa muy iluminada y calurosa. Las personas ríen, conversan, comen, leen, escuchan música, se toman selfies. De repente se ve que alguna canta y su voz se escucha por todo el lugar.
Pareciera un día normal en una playa europea. Pero esta escena sucedió en el centro de Bogotá. En el Teatro Colón, para ser más específico. El recinto, que ha sido escenario para cientos de óperas, esta vez albergó una fuera de lo común, desarrollada en una playa.
Sun & Sea agotó las 17 funciones que ofreció en el Teatro Colón. La ópera/performance de origen lituano fue ganadora del premio León de Oro, en la Bienal de Venecia de 2019, y representa una playa artificial donde personas cantan, comen, toman el sol y reflexionan —con aparente indiferencia— sobre el cambio climático y el turismo masivo.
Para el desarrollo de la obra, de la cual vimos registros interminables en las historias de Instagram de quienes asistieron, era necesario depositar más de 20 toneladas de arena sobre la platea original del edificio. Esto, más las temperaturas elevadas y el polvo generado por la arena, podrían haber alterado las condiciones ideales de conservación del teatro y, como consecuencia, dañar el patrimonio cultural.
El riesgo no solo fue técnico. También plantea una pregunta de fondo sobre los límites entre la experimentación artística, la responsabilidad institucional frente al patrimonio y el uso de recursos públicos para su conservación.
Tratando de entender la decisión del montaje, 070 envió una serie de preguntas al equipo de prensa del MinCulturas y se obtuvo una primera respuesta. Después solicitamos un derecho de petición a la Dirección de Patrimonio y Memoria -entidad encargada de la supervisión del montaje-, pidiendo las pruebas de lo explicado inicialmente por el MinCulturas y los estudios que hayan justificado la realización de Sun & Sea en el Teatro Colón. Hasta la publicación de este reportaje la entidad no ha respondido el derecho de petición.
Las manos en el Colón
El Teatro Colón fue inaugurado en 1892 con la ópera Ernani de Verdi. En 1975 fue declarado Monumento Nacional y desde entonces ha sido epicentro de las artes escénicas en Colombia y un símbolo de su patrimonio cultural.
A principios de los 2000, el Ministerio de las Culturas comenzó a plantearse la posibilidad de que el Teatro Colón, que hoy tiene 133 años de existencia, tuviera una vocación de teatro de producción. Entonces se decidió modernizar su caja escénica -la estructura que soporta el escenario, las tramoyas y los bastidores- para responder a las exigencias contemporáneas. Todo esto sin perder su valor patrimonial.
En 2008, el Ministerio de las Culturas lo cerró e inició el primer proceso de restauración, que significó el reforzamiento estructural y remodelación del teatro. En la segunda etapa, iniciada en 2011, se hizo la adecuación de la caja escénica y la modernización tecnológica de equipos de audio, video, iluminación escénica y ambiental, vestimenta teatral, maquinaria escénica y la concha acústica. En 2013 fue intervenido nuevamente con el objetivo de restaurar casas republicanas adyacentes y diseñar un nuevo edificio para servicios complementarios del teatro.
El año pasado volvió a cerrar al público para llevar a cabo “tareas de conservación” que incluyeron “el cambio de tapetes, la revisión de humedades o la aplicación de capas de pintura”.
El Ministerio de las Culturas dice que, desde el 2008 que se iniciaron las labores de restauración del Teatro Colón, se han gastado aproximadamente 130 mil millones de pesos. Sin embargo, no existe información pública detallada sobre este último proceso de restauración. 070 solicitó la información a la Dirección de Patrimonio y Memoria, pero no se tuvo respuesta.
¿Cómo llega Sun & Sea al Colón?
Este año, y para anunciar la reapertura del Teatro Colón, el Centro Nacional de las Artes y la productora Nova et Vetera presentaron la ópera/performance Sun & Sea. Fue el evento de apertura del Festival No Convencional 2025, que propone presentar “espectáculos atípicos en lugares inesperados”.
Bien pueda, aplauda cuando quiera
¿Se ha sentido con muchas ganas de aplaudir, en conciertos de música clásica, pero a su alrededor nadie lo hace? Tranquilo, usted no es el único.
“La elección del Teatro Colón respondió a una razón estética y simbólica, sus balcones permitían una visión superior privilegiada, esencial para el formato de Sun & Sea”, dijo a 070 Santiago Gardeázabal, director del Festival No Convencional y productor local de Sun & Sea en Colombia. Precisamente, su puesta en escena está hecha para ser observada desde arriba. Por eso sus presentaciones, en diferentes países del mundo, tienen lugar en parqueaderos, centros comerciales o plazoletas.
Para Mario Omar Fernández, director del Laboratorio de Estudios en Arquitectura y Patrimonio (LEAP) de la Universidad de los Andes, la decisión de montar Sun & Sea en el Colón, fue “una cosa completamente elitista” y que, por sus características, puso en riesgo el patrimonio cultural.
Fernández tiene más de 20 años de experiencia en la conservación del patrimonio y ha estudiado, e incluso participado, en las distintas intervenciones de conservación que se han hecho al Teatro Colón. “Sometieron al frágil Teatro Colón a un peso de 20 toneladas de arena, usaron calentadores eléctricos de gran consumo que elevaron la temperatura a niveles nunca alcanzados en este espacio, y cubrieron murales y decoraciones del teatro con arena abrasiva. Eso es un absurdo”, dijo a 070.
Ante estas denuncias, el Ministerio de las Culturas dijo a 070 que: “la fragilidad del Teatro Colón fue superada y hoy su infraestructura provee un escenario con calidades excepcionales que le permite incorporar una parrilla cultural internacional sin ninguna dificultad, lo que demuestra que en nuestro país tenemos la posibilidad de disponer de un patrimonio que se puede adecuar a las condiciones actuales y su uso propende por su sostenibilidad y reconocimiento global, lo que los hace un patrimonio vivo”.
Sin embargo, el Teatro Colón no es patrimonio vivo, sino patrimonio arquitectónico y desde el 2013 cuenta con un Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP). Ahí se establece que cualquier evento que altere significativamente las condiciones físicas del espacio debe ser previamente evaluado y autorizado mediante estudios especializados.
070 solicitó a la Dirección de Patrimonio y Memoria los estudios especializados correspondientes pero, hasta la publicación de este texto, no ha habido respuesta de su parte.
La platea
Para montar la playa artificial en el Colón se tuvo que adecuar la platea del teatro. Este es el espacio en donde están los asientos frente al escenario. Para lograr el montaje quitaron todas las sillas y, sobre la platea vacía, se depositaron más de 20 toneladas de arena.
El MinCulturas dijo a 070 que, previo al montaje, se hizo un estudio de cargas y que “se determinó que la infraestructura del escenario cuenta con una capacidad de carga de hasta 55 toneladas”. Sin embargo, la obra se montó sobre la platea, no sobre el escenario. La entidad también aseguró que “la capacidad fue reforzada e incrementada mediante la instalación de parales y cerchas que, además de brindar una estabilidad al piso de la platea, aseguraron un adecuado apuntalamiento de la estructura”.
Sin embargo, ese estudio de cargas al que se refiere el MinCulturas no aparece de manera pública y tampoco fue entregado a 070, a pesar del derecho de petición que enviamos. Si el estudio técnico fue hecho mencionado para el escenario moderno, eso no respalda que la obra se hubiera montado en la platea patrimonial. Adicional a esto, no queda claro cuándo se realizaron las instalaciones de parales y cerchas: si en la restauración del 2024 o en las anteriores.
La Resolución 599 de 2023 del Ministerio de las Culturas establece que toda intervención en bienes muebles declarados como patrimonio cultural requiere conceptos técnicos previos, lineamientos específicos y seguimiento por parte de la Dirección de Patrimonio y Memoria, entidad encargada de proteger, regular y orientar la conservación del patrimonio cultural del país.
070 solicitó a esta entidad la información relacionada con esta resolución. Es decir: ¿quiénes fueron los profesionales encargados de evaluar la viabilidad del montaje desde el punto de vista patrimonial?, ¿Hubo participación de conservadores especializados en bienes muebles y arquitectura patrimonial? ¿Cuál fue el rol específico que desempeñaron y cuáles fueron las conclusiones que emitieron en sus respectivos conceptos técnicos? Hasta el momento tampoco hemos obtenido respuesta.
La temperatura
Quienes asistimos a la obra sabemos que hacía calor. Estábamos en una playa artificial con actores y actrices en traje de baño, era lógico que así fuera.
Mario Omar Fernández, en calidad de asistente al evento, realizó un seguimiento de la temperatura durante la obra. “Yo tengo registros. La temperatura llegó a 30 grados.”
Según él, esa es una temperatura de la cuál nunca se había tenido registro en el Teatro Colón. “En los estudios que yo he hecho nunca la temperatura varió más de cinco grados. Y aquí estamos hablando de un cambio de 15 grados”.
El cambio drástico de temperatura puede generar riesgos para elementos como el plafón -que es el techo decorado de una sala-, las pinturas y las decoraciones en yeso, pues “pueden sufrir procesos de contracción y dilatación peligrosos para su integridad”.
Por ejemplo, la “Guía de medidas preventivas para el manejo de bienes culturales” del Ministerio de Cultura de Ecuador recomienda mantener los espacios en una temperatura entre 18 °C y 22 °C y evitar fluctuaciones mayores a 4 °C para reducir daños en los bienes patrimoniales.
Por su parte, el MinCulturas dijo a 070 que “los calentadores utilizados para elevar la temperatura de la zona de platea operaron principalmente con corriente de 110 kW. La temperatura se incrementó de forma progresiva, y su descenso también se dio de manera paulatina”. Sin embargo, no se presentaron pruebas o algún estudio que avale que los cambios de temperatura que hubo durante las funciones no comprometieron la integridad del patrimonio.
“Salió bastante bien. Creo que mañana hay un concierto en el Colón para ir a ver cómo está. Está perfecto”, dijo Santiago Gardeázabal a 070. Sin embargo, las posibles afectaciones a la estructura del teatro y a sus interiores no son visibles a primera vista. Se necesitan estudios especializados para poder saberlo y, por lo tanto, inversión pública.
El polvo
Las más de 20 toneladas de arena que se utilizaron para montar la playa artificial sobre la platea del Colón pudieron también tener un efecto perjudicial en los interiores del teatro. El polvo que se generó podría dañar de igual manera los textiles como el telón, pues sus partículas son tan pequeñas que pueden adherirse a este tipo de materiales. Y por lo tanto, podrían necesitar una nueva restauración.
Video: Mario Omar Fernández
Ante esto, el MinCulturas aseguró a 070 que “se implementaron múltiples medidas preventivas. Estas incluyeron la protección de la zona de platea con elementos que garantizaron su impermeabilización y evitaron filtraciones de partículas, así como el recubrimiento de elementos escultóricos para prevenir su desgaste”, sin embargo solamente se cubrió con tela el muro que está enseguida de la platea, el resto del mobiliario patrimonial –los balcones, los asientos, las pinturas– quedó descubierto durante todas las funciones.
Foto: Mario Omar Fernández
“Se adquirió una arena especializada con partículas ultrafinas, que minimizara cualquier riesgo de afectación a los componentes ornamentales y escultóricos del teatro”, nos explicó el MinCulturas. “Ninguno de los cantantes solistas de ópera se van a acostar en una playa para dañarse los pulmones, ¿sabes? Entonces tiene que ser una arena muy especial la que se usa”, dijo a 070 Santiago Gardeázabal.
En el mismo derecho de petición le solicitamos a la Dirección de Patrimonio y Memoria que especificara el material de la arena para que fuera posible determinar si el polvo que produce puede causar o no daño al patrimonio.
Los límites entre el arte contemporáneo y el patrimonio
Para Eduardo Mazuera, Director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, intervenir el patrimonio es un acto de equilibrio y negociación.
“Siempre es debatible cómo una intervención artística contemporánea se articula y se armoniza con un contenedor o un edificio patrimonial”. Él cree en un patrimonio mueble que no debe entenderse como algo “intocable o estático, sino como un espacio vivo, útil para la comunidad, que conserve su valor original sin quedar relegado al olvido por falta de apropiación social”.
Según él, el patrimonio debe prevalecer y establecer límites cualitativos —no necesariamente medibles— que indiquen hasta dónde es aceptable intervenir sin poner en riesgo su integridad. “Es un diálogo. Es un equilibrio. Es una negociación en ambos sentidos. Pero el patrimonio debe prevalecer. El patrimonio es el que rige y el que impone los límites”.
Mazuera asegura que el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural no tuvo facultades sobre el montaje ni fue consultado sobre el asunto. “No tenía conocimiento de estas denuncias. Estimo y respeto profundamente la labor del Ministerio de las Culturas […] Hay que ver. Me cuesta dificultad creer que hayan tomado alguna decisión sin revisarlo a profundidad”. Sin embargo, dijo que, tanto el polvo, como los cambios de temperatura, son factores que pueden dañar superficies delicadas dentro del teatro, como textiles, pintura mural y el plafón.
Para Mario Omar Fernández, la obra pudo haberse llevado a cabo en otro espacio que no pusiera en riesgo el patrimonio. Cuestiona que se haya escogido un teatro patrimonial para una obra que, según su propia definición, debe representarse en espacios no convencionales.
“Esto era innecesario. Se pudo haber hecho en la plaza de toros, en un centro comercial, en cualquier edificio ruinoso, en cualquier edificio contemporáneo […] No era necesario hacerlo en el Teatro Colón.”
El MinCulturas dice que “se tienen programadas acciones de mantenimiento de los elementos formales del teatro, con el fin de garantizar su adecuada preservación”. Pero no están claras cuándo ni cuáles son esas acciones, si es una restauración fuerte o no. O si son labores que pudieron haberse evitado si la obra se hubiera hecho en otro espacio, y de esta manera ahorrar el uso de recursos públicos.
Luego de la obra el Teatro Colón volvió a su aparente normalidad. La arena ya se retiró, los asientos volvieron a su lugar y las voces de los actores de Sun & Sea ya se disolvieron entre los palcos. Pero las preguntas que dejó la obra sobre el estado de nuestro teatro no se pueden desmontar. ¿Qué límites existen para intervenir un espacio patrimonial en nombre del arte contemporáneo? O, ¿qué responsabilidades asumen las instituciones culturales cuando no hay claridad técnica ni respuestas oficiales?