Ganó Petro. Poder de la gente. Un milagro en un país muy conservador. Alegría de los que no creíamos. Nos hicieron felices, dicen los amigos. Menos mal, pensamos los pesimistas. Perdieron los medios, la evidencia. Surgen las disyuntivas, será como AMLO, Mx o Lula, Br o Mujica, Uy. Será la mejor aventura de un país que se niega a seguir en las mismas.
El dilema instalado lo anuncióSemana, el periodismo militante por el empresariado y el uribismo, en su portada este sábado 18, un día antes de las elecciones: ¿Exguerrillero o Ingeniero?
Y a pesar de todos, y contra los medios, y contra los miedos, y contra el statu quo, Petro ganó.
Esa portada lo decía todo: un banquero dueño de ese medio enunciaba el pasado de un candidato como definición: guerrillero. Lo decía todo en periodismo: una directora gritaba esto es un asunto de izquierdas, y ser de izquierda es cosa de gente que huele feo y se viste mal. Lo insinuaba la gente de bien, nuestro futuro es Miami si gana el comunista. Y contra todos y contra la historia ganó Petro. Unos dicen que es de izquierda, otros que es más de lo mismo, pero para Colombia es otra cosa, ganó el feo, el otro, el que tiene como fórmula a una mujer negra de vicepresidenta, el que no pertenece al poder. Ahora solo queda esperar que lo haga bien o al menos distinto. Lo cual es fácil si se compara con el más inepto de la historia: Iván Duque.
La gente en Colombia está emputada, brava, indignada, mamada. Lo raro es que en la encuesta Yanhass de junio 11 para, ante la pregunta ¿Cree que su vida y la de su familia van por por buen camino? 91% dijo que va por buen camino. Entonces, ¿con quién estaba emputada?
¿Con quién? Con el peor gobierno de la historia, este de Duque que fue indolente y cínico con los dolores y necesidades de la gente. Su última provocación fue decir que si hubiese re-elección se lanzaría y ganaría cuando las encuestas le dan un 20% de favorabilidad. Y con los políticos que se confabularon para no hacer nada, es más hacer su último acto cínico: al ministro de Defensa y al Esmad (Escuadrones Militares Antidisturbios), responsables de masacres a campesinos haciéndolo pasar por guerrilleros y de la muerte de más de 80 manifestantes en el estallido social del 2021.
La gente está emputada y eso se vivió en el estallido social de más de 40 días y 80 muertos en el 2021. La gente no aguanta más y lo dice la calle, el taxista, la mujer cabeza de hogar, el emprendedor sin derechos y el empleado laburante. Estamos mamados de Duque y los políticos, y los medios que son sus alcahuetes y los empresarios que solo piensan en billete.
Estábamos mamados. Y estaba Petro que con un discurso dizque de izquierda, por lo tanto, enredado, amorfo, retórico e incomprensible tenía al cambio como bandera. Y encarnaba ese fervor popular de barrio, calle y jóvenes. Era político, pero de los otros, esos que no piensan que somos los súbditos de Estados Unidos y los empresarios. Y ese Cambio se fortificó con una mujer negra y con sintonía con los dolores de los y las nadie, la gente, esos de lucha contra hambre, defender el medio ambiente, atreverse a pensar como mujeres, intentar la justicia social, buscar que los jóvenes y todos vivamos sabroso. Y fue más cambio.
"Y a pesar de todo y de todos y contra el establecimiento, ganó Petro. Hay historia en Colombia"
Y todo iba bien. La derecha era más Duque, o sea más de lo mismo. Los medios, los candidatos, las élites y el establecimiento la enfocaron toda contra Petro. Una sola voz, y una sola agenda, y una sola campaña entre todos: “Parar a Petro”. Y pararlo por guerrillero. No importaba que él llevaba en la vida civil más de 30 años, que había sido congresista y alcalde, su única identidad era ser guerrillero.
Y llegamos a la primera vuelta y un viejito cascarrabias, empresario usurero, mal hablado llegó de segundo y se fue a la final. Y encarnaba también el cambio. Y los medios se enamoraron de él por su desparpajo y divertimento para decir cosas como que “yo recibo a la Virgen Santísima y todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella”, «me limpio el culo con las leyes», «los jueces son una parranda de zánganos, que llegan a las 10 a tomar tinto y comer papas chorreadas», «todos los funcionarios son unos corruptos, vagos», «se debe empezar a trabajar a las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde, con solo media hora de almuerzo», «imagínese un pobre hombrecito pagándome intereses durante 15 años: eso es una delicia», no saber qué es el Acuerdo de Escazú, confundir a Einstein con Hitler y a la OEA con la ONU…
Ese modo de hablar, esa ignorancia de la democracia y sus instituciones, esa franqueza gustó mucho a la gente que estaba berraca con los políticos y Duque. Y la gente de bien, esa militante de la nueva riqueza nacional, esa que conocen mejor Miami que a su propio país como dijo el embajador alemán en Colombia. Esos que creen que Colombia puede ser otra Venezuela (cuando con Duque llegamos a lo mismo: el presidente y sus amiguetes militares se tomaron la justicia y la legislatura para perseguir opositores); esos que creen que el comunismo existe y se llama feminismos; esos que siguen pensando que los males del país se llaman la guerrilla… esos machos racistas y clasistas, también se encantaron con ese discurso ramplón.
Y, entonces, Petro que había sido político, no era solo el peligro comunista y guerrillero, sino el establecimiento que había que cambiar. O sea, era parte de lo que había que cambiar. El cambio era Rodolfo y Petro era más de lo mismo.
Con los medios, la derecha, la gente con miedo y la gente de bien subidos en su rodolfoneta. Él hizo lo que quiso, dio entrevistas donde se le dio la gana, se escondió en Miami, no fue a debates, evadió los cuestionamientos que se le hacían por corrupto, mala gente, atorrante, machista, ignorante y antidemocrático.
Petro ya no fue el cambio, se vio perdido y descolocado ante la fogosidad histérica del amado por los medios, y los periodistas no supieron qué hacer. Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores. Y que nos espera un futuro terrible.
Y a pesar de todo y de todos y contra el establecimiento, ganó Petro. Hay historia en Colombia.