Pensamiento power point sobre esta cosa que nos tocó en destino

Aquí un listado inútil, sin densidad, en bullets; así, sin edición, sin autoría, sin citacionismo: tomé, copié, robé, usé y salió este listado bastardo.

por

Omar Rincón


15.12.2020

De escuchas con Lucas Bake, Jorge Carrión, Alessandro Baricco, Martín Caparrós, Pere Ortín, Alejandro Piscitelli, Carlos Scolari, Jose Manuel Pérez Tornero, Juan Villoro, Tania Aedo, Bárbara Santos, Laura Mora, Clemencia Echeverry, Lido Pimienta, Francia Márquez, Rita Segato, Marita Mata, Patricia Rendón, Rossana Reguillo, Claudia Magallanes, Amaranta Cornejo, Clemencia Rodríguez, Amparo Marroquín, Marcela Turati, Daniela Rea y muchas más…

Aquí un listado inútil, sin densidad, en bullets; así, sin edición, sin autoría, sin citacionismo: tomé, copié, robé, usé y salió este listado bastardo.

El virus son los pedagogos, los didactólogos y los expertos en las TIC (que matan la espontaneidad, la belleza y el trabajo intelectual de los maestros)

La educación no son las TIC, la educación son los rituales: vamos a la institución llamada escuela, colegio o universidad para gozar, bailar, conversar, habitar con los otros. El peaje: entrar a clase.

El humo digital demostró que no soluciona por falta de pensamiento, belleza y política.

Los profes fracasamos como youtubers, presentadores de tv, entretenedores… esperamos haber fracasado con estilo.

Ganamos un repositorio cultural maravilloso, tenemos a muchas más culturas y saberes conversando públicamente, a las universidades intentando dialogar con la sociedad, a saberes diversos puestos al servicio de los que quieren pensar con su propia cabeza. Y ahí lo digital es maravilloso.

El asunto de vida es de diseño de experiencias orgánicas sobre los saberes necesarios para habitar este mundo.

Aprendimos que no sabemos, que debemos escuchar al mundo, a la naturaleza, a los saberes diversos, a los otros: poner en duda nuestro pedacito de verdad.

La verdad demostró no ser erótica, las fake, en cambio, sipi.

La ciencia ficción se localiza ahora en la sección vida cotidiana.

Habitamos un presente retórico sobre este accidente mundial que nos arrolló.

Zuckerberg, Bezos y Jobs tenían buenas intenciones, pero los capturó el capitalismo financiero de la bolsa de Nueva York, y ahí dejamos de importar los seres humanos y las comunidades, ahora solo les interesa el video juego de subir las acciones en la bolsa.

Todo se volvió videojuego: por puntos, inmersivos, navegantes, misiones, placeres de ganancias breves… Todo hasta el vivir.

La banda sonora que nos narra es muy vieja: “Y llegó el comandante y mandó a parar” de Carlos Puebla y “El preso” de Fruko y sus tesos… 

Nos tocó aprender a pensar sentados y en pantallas muertas de zoom.

Zoom es un asunto de espiritismo: «Alejandro, ¿estas por ahí?», «María «Paula te congelaste, no te oímos… manifiéstate».

Zoom es hablar a urnas funerarias, lápidas negras con los nombres de sus muertos a las que les hablamos para sentirnos vivos o celebrar la muerte.

La fake somos nosotros, la red, el formato. Y funciona.

La verdad no es erótica.

El consumo no salva, debemos ser productores, makers, soberanos, narradores.

Hemos perdido el gusto, sufrimos de ageusía: y no es un efecto del virus.

Evitar la nostalgia, cambiar las preguntas, crear otras categorías de sentido, romper el algoritmo.

Soy lo clickiado, luego existo: no interesa el contenido, ni la verdad.

Las redes como los call centers (triunfadores de la pandemia) tienen como mantra “fake it till you make it”, raro eso del “servicio al cliente” y “la vida digital” como fake. Todo es fake más no news.

Robe, haga suyo y cree sus escuchas… hágalo en público: quédese con las ideas de la gente que admira.

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