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Pañitos de agua tibia

Esta semana en Venezuela el gobierno hizo otro cambio a su moneda, pasó del bolívar al bolívar soberano, con cinco ceros menos. Esta medida fue hecha como respuesta a la hiperinflación del país, pero para José Ignacio López, profesor de la Facultad de economía de la Universidad de los Andes, estas medidas no resuelven los problemas de fondo de Venezuela.

por

José Ignacio López

Profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes


22.08.2018

Para entender la situación económica del país vecino, es necesario aclarar las definiciones básicas de la inflación. Es decir, inflación es el aumento generalizado de los precios, aunque a veces no todos los precios están en sincronía (suben precios de la canasta de consumo de los hogares, pero no suben los salarios). Por eso es que se tiene la intuición de que la inflación es un impuesto, en el sentido que quita mi capacidad de adquirir bienes y servicios, pero esto tiene muchas aristas. Aristas como que en general los gobiernos tienen un control perfecto sobre la emisión monetaria, y existe un consenso muy grande para evitar que se presenten casos de hiperinflación. La manera de hacerlo es con bancos centrales independientes que tengan como objetivo mantener la inflación bajo control. En el caso de Colombia, gracias a la constitución de 1991, hay un mecanismo institucional que mantiene la independencia entre el Estado y el Banco Central. Esto no es así en Venezuela.

En Venezuela esa institución es frágil y se presentan casos en los que el gobierno se apropia operativamente de las decisiones del banco central. Se rompe con esa independencia y en vez de promover una inflación baja, el banco se rige bajo los propósitos que tenga el gobierno. Esto pasa porque el gobierno venezolano tiene unos déficit fiscales o está incurriendo en un programa de gastos que no es sostenible con los recaudos del país. Para cubrir los gastos, entonces, el gobierno se financia a través de la emisión monetaria. Es decir, la hiperinflación, contrario a lo que se piensa, no es culpa de los bancos. Es culpa de las políticas fiscales del gobierno venezolano.

Políticas fiscales que se originaron desde el régimen de Hugo Chávez. Tuvieron una expansión de proyectos sociales enormes que estaban desfinanciados, y eventualmente el gobierno usó la política monetaria, la impresión de billetes y la creación de dinero para financiar estos proyectos. Y esto explica parte del origen de la hiperinflación. Pero existe un twist: un doble control. Control de precios para controlar la inflación. El gobierno estableció precios a partir de decretos fijos: si decía que la leche no subía de precio, pues no subía.

El aumento del salario mínimo es simplemente un reconocimiento de que el salario mínimo en Venezuela desapareció; pero como mecanismo de protección es irrisorio.

Eso puede controlar la inflación en un periodo muy corto de tiempo. Si yo fijo esos techos de precio, las actividades de esos productores dejarán de ser rentables. Al productor se le está diciendo que mantenga sus precios, pero sus insumos (salarios, bienes intermedios, cuentas de electricidad) siguen subiendo. Entonces esas políticas, que querían ser usadas como un medicamento, terminan siendo un veneno que hace que la situación de mediano y largo plazo sea mucho más crítica. Esos sectores, por dejar de ser rentables, empiezan a desaparecer.

Con Chávez y después con Maduro las actividades dejaron de ser rentables, las firmas se fueron del país, al igual que los empresarios; las plantas empezaron a cerrar; y, hay que también agregarle como paréntesis, hubo expropiación en algunos sectores. El resultado: el aparato productivo per se se comenzó deteriorar, lo que generó una fuente grande de inflación, la producción de bienes cayó, y se produjo el desabastecimiento.

Este panorama ya era insostenible con los precios de petróleo alto, y cuando cayeron los precios de petróleo, se volvió mucho más insostenible. Se convirtió en una situación insólita para el siglo xxi, una hiperinflación que no se veía en muchos en años. Y a esto, se suman las políticas de Maduro para contrarrestar la hiperinflación, que no atacan los problemas estructurales.

El aumento del salario mínimo, la disminución de los ceros en la moneda legal, son pañitos de agua tibia, son medidas paliativas. El aumento del salario mínimo es simplemente un reconocimiento de que el salario mínimo en Venezuela desapareció; pero como mecanismo de protección es irrisorio. Aumentarlo tres veces es un paliativo porque el nivel de consumo con respecto a los salarios está por el suelo. El nivel de consumo no cambia con el aumento del salario mínimo.

En Venezuela aumenta el salario mínimo y se reducen los ceros, pero lo cierto es que hoy los problemas estructurales siguen sin resolver.

Y quitar los ceros no ayuda a nada, porque lo importante de la inflación no es el nivel de precios, sino la tasa a la que cambian los precios. Obviamente al borrar los ceros, la lectura de los precios es más entendibles, hoy el nivel de precios es ridículamente alto. Uno habla de millones para comprar un jabón. Pero quitar los cinco ceros no cambia la dinámica de los precios. Pueden quitarle ceros pero si la inflación llega a ser un millón este año, pues nuevamente los ceros van a volver. Además que cambiar la moneda tiene unos costos operativos. Son medidas que terminan siendo chistes, pero que Maduro concibe como la gran maniobra del momento.

En Venezuela aumenta el salario mínimo y se reducen los ceros, pero lo cierto es que hoy los problemas estructurales siguen sin resolver: la expansión fiscal sigue desfinanciada y continúa la caída del aparato productivo, de las actividades del sector real, incluyendo la más paradójica, la actividad petrolera. Aunque Maduro está sincerándose con los subsidios a la gasolina, eso lo que hace es quitarle presión fiscal al gobierno. Pero a corto plazo, va a tener un efecto doloroso, porque una vez se eliminen esos subsidios, el precio de la gasolina va a ser gasolina para la hiperinflación.

Y es que son los problemas estructurales y sobre todo estas medidas -o paños de agua tibia- con las que se intentan “resolver”, lo que mantiene un círculo de beneficiarios que ayuda a la gobernabilidad de Maduro. Pero, poco a poco, ese círculo cada vez es más pequeño, más cartelizado, desde carteles económicos hasta carteles de droga. Por eso, aunque se intente mantener el gasto, el gasto es insostenible, así sea con hiperinflación.

Maduro es cada vez más consciente de que se le viene un golpe de Estado. Por eso es que, cuando ve que tiene menos apoyo popular y menos apoyo dentro de las facciones militares o carteles económicos o de la mafia, implementa medidas paliativas para contrarrestar su situación.

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José Ignacio López

Profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes


José Ignacio López

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