Los hombres trans necesitan definir su situación militar

No tener libreta militar hace que los hombres trans pierdan oportunidades laborales, de estudio y deban visibilizar sus tránsitos de manera forzada. En este momento está en manos de la Corte Constitucional si esta población debe o no definir su situación militar.

Un policía le pidió los documentos a Jorge*. Acababa de salir del baño de la terminal de bus de Ipiales, en Nariño. Regresaba de un viaje a Ecuador con su novia. El policía le preguntó por su libreta militar. Jorge dijo que no tenía. “Me amenazó con montarme al camión. Le dije que era estudiante, le dije que aún no tenía 25”, recuerda. Fue lo primero que se le vino a la cabeza:  las dos razones por las que un joven puede no tener libreta militar en Colombia. Sintió una mezcla extraña entre miedo y felicidad. Miedo por no saber qué hacer ni qué decir y porque estaba lejos de su casa en Cali. Felicidad porque había sido reconocido como un hombre: “Mi imagen, mi expresión de género, era lo suficientemente masculina como para que ese ‘otro’ me pidiera ese documento. Fue incluso emocionante”, dice. En ese momento Jorge tenía 21 años y hacía tres había iniciado su tránsito. Esa fue la primera vez que, como hombre trans, sintió la necesidad de definir su situación militar.

En Colombia los hombres trans como Jorge no tienen definida legalmente su situación militar. No está claro si quienes han hecho un tránsito hacia una identidad masculina deben o no prestar servicio militar. Tampoco está claro cómo, quienes quieren o necesitan, pueden acceder a la libreta militar que es obligatoria para todos los hombres en el país que, en su cédula, están identificados con el sexo masculino.

La ley que reglamenta el servicio de reclutamiento en el país sólo se refiere a las mujeres trans, a quienes exonera de prestar el servicio militar obligatorio. Los hombres trans están excluidos de la legislación y, además, las Fuerzas Armadas no tienen protocolos, no están preparadas, para que ellos puedan definir su situación militar. Es decir, para que aquellos hombres trans que quieren estar en las filas del ejército puedan hacerlo, o para que aquellos que quieren tener una libreta militar, sin tener que prestar el servicio (como la obtienen muchos hombres en Colombia), puedan tenerla.

Por no incluir a los hombres trans, este año esa ley que reglamenta el reclutamiento fue demanda en dos ocasiones y en este momento la Corte Constitucional está estudiando ambos casos. En una, la demanda es contra el artículo de esa ley que establece que todo “Varón colombiano debe definir su situación militar”, pues considera que el término “varón” debe incluir a los hombres trans y ellos deben poder acceder a la libreta militar como documento característico de su masculinidad. La otra, demanda el artículo que establece las condiciones para ser exonerado de prestar el servicio, que incluye a las mujeres trans y no a los hombres trans. Eso lo considera un trato desigual. Ahora, la Corte debe dar respuesta a estas demandas y con ellas definir si los hombres trans deben o no prestar servicio obligatorio y cómo pueden definir su situación militar.

“Muchos hombres trans le han apostado y le siguen apostando a las nuevas masculinidades no bélicas”, dice Mati Gonzalez, activista trans y abogada.

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Para los hombres trans tener la libreta y prestar el servicio militar tiene un valor práctico y otro simbólico. Eso dice Nikita Dupuis-Vargas, vocero de la Coalición de Organizaciones de Hombres Trans en Bogotá. En una encuesta que la Coalición realizó este año sobre las experiencias transmasculinas en relación al servicio militar en Colombia, los hombres trans expresaron que han sido varias las circunstancias en las que han necesitado tener la libreta. De los 117 hombres trans de distintos departamentos del país que participaron, el 48.6 % dijo que por no tener libreta le han vulnerado su derecho al trabajo. En el sector público, sobre todo, es un requisito tener la libreta militar para ser contratado. No tenerla y ser trans reducen las posibilidades de acceder al trabajo, explica Dupuis-Vargas: “ser trans es un espacio leído como no deseable”.

El 26.4 % dijo, además, que la falta del documento les había afectado en la obtención de títulos de grado universitarios, de tarjetas profesionales y de becas para estudios de posgrado. El 19.4 % dijo que había tenido que exponer sus tránsitos de manera forzada para explicar por qué no tenían la libreta, y el 9.7 % dijo que les habían afectado su seguridad pues fueron retenidos por no portar el documento y llevados a espacios en los que fueron violentados por su identidad de género.

Pero además de que tiene estas razones para necesitar tener la libreta militar, para algunos hombres trans tener el documento también tiene un valor simbólico: el de reafirmar su masculinidad. “La masculinidad de los hombres trans no viene de Marte, está afianzada a la construcción de la masculinidad colombiana que ha sido, históricamente, bélica”, dice Nikita Dupuis-Vargas. Algunas de las personas que hacen un tránsito hacia lo masculino, encuentran en el servicio y en el documento militar una forma de identificarse y ser percibidos ante la sociedad como hombres. Para muchos, explica Dupuis-Vargas, “en Colombia, hombre es igual a libreta militar. Lo masculino está relacionado con el servicio a la patria y con los héroes”.

“La libreta militar se ha convertido en una cédula de hombres”, explica Juan Felipe Estrada, abogado de litigio de Colombia Diversa. Sin embargo, no está de acuerdo que por ello, la libreta deba ser la pauta para definir la masculinidad. “Es problemático relacionar la masculinidad con un tema de armas: es repetir un discurso clásico”, dice. Y esta es una posición que también defienden algunos hombres trans: “Muchos hombres trans le han apostado y le siguen apostando a las nuevas masculinidades no bélicas”, dice Mati Gonzalez, activista trans y abogada. Hay hombres trans que no están de acuerdo con prestar servicio militar y que no creen que tener ese documento sea necesario para hacer un tránsito y construir una identidad masculina.

Pero la realidad es que quienes cambian el sexo, de femenino a masculino, en el documento de identidad, se ven obligados a definir su situación militar.  En este momento, no se trata de discutir si el servicio militar debe o no ser obligatorio en Colombia, “esa no es nuestra realidad ahora”, explica Mati González. Se trata de que resolver la situación militar se ha convertido en una necesidad para los hombres trans. Y el problema es que cuando, por esa necesidad, buscan la manera de acceder el sistema para prestar el servicio o para tener el documento militar, se enfrentan a barreras y sobre todo a violaciones de sus derechos en razón su identidad de género.

Es diferente al caso de Valentino Ramos, un abogado y activista trans de Barranquilla. A él le hubiera gustado prestar servicio militar.

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En el Distrito Militar de Cali, Jorge tuvo que explicarle a cuatro personas que era un hombre trans: al que le recibió los documentos en la entrada, al que estaba a cargo del Distrito, a la psicóloga y al médico. “Es una cosa incómoda. Ellos saben cómo es el protocolo para un hombre cisgénero (que se identifica con el género que le fue asignado al nacer), pero en este caso tenían dudas, hacían preguntas, me decían que tenía que volver otro día, que debía llevar otros papeles”, recuerda Jorge. Fue cuatro veces y llamó en repetidas ocasiones para pedir información. Le exigieron una orden psiquiátrica con un diagnóstico de disforia de género. “Eso es patologizante. No es suficiente mi palabra, fue el psiquiatra el que tuvo que decir lo que soy”, dice.  Finalmente el médico lo descartó por no ser apto para prestar servicio. El siguiente paso era pagar para tener su libreta militar, como pagan todos los demás hombres que son descartados por la institución para prestar el servicio.

Ahí, Jorge, decidió no seguir con el proceso. Sabía de casos de hombres trans a los que le tocó pagar mucho, dice, por la libreta. Él ni siquiera quiso saber cuánto le cobrarían. “Tal vez me predispuse. Puede que no me hubiera salido tan cara”, dice.

Jorge tenía claro que no quería prestar servicio militar y tiene claro que hoy no quiere la libreta para reafirmar su masculinidad, sino por necesidad. Para evitar que un policía le vuelva a pedir la libreta y tener que explicar por qué no la tiene. Y para evitar que se la vuelvan a exigir como un documento obligatorio para acceder a un trabajo en una universidad pública.

Es diferente al caso de Valentino Ramos, un abogado y activista trans de Barranquilla. A él le hubiera gustado prestar servicio militar. “Hice las averiguaciones para el proceso de incorporación. Pero darme cuenta de que yo no iba a ser considerado un hombre dentro de las Fuerzas Armadas me hizo desistir, me quedé sólo en las averiguaciones”, explica. Valentino tiene 32 años, hizo su tránsito total hace dos y antes, durante varios años, fue transformista. Dice que perdió su trabajo en Bogotá por decidir ser trans, que ahora, como Valentino, le ha tocado volver a empezar de cero en Barranquilla y que no tiene documentos que lo identifiquen como hombre. No ha podido hacer el cambio de sexo en el documento de identidad, mucho menos ha podido hacer el trámite para pedir la libreta militar y su tarjeta profesional como abogado lo identifican, aún, como una mujer. El cambio en todos los documentos, dice, implican un costo muy alto para él y sólo cambiar la cédula y no sus papeles profesionales, afectaría sus procesos de litigio como abogado. Y sin cédula con sexo masculino, no hay posibilidad de tener libreta militar.

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“Nosotros estamos exigiendo estar en la lista de las personas a las que les toca resolver su situación militar. Pero no tenemos por qué prestar servicio militar obligatorio”, explica Nikita Dupuis-Vargas. Dice que es necesario por trabajo, por educación, por movilidad, por seguridad y de ahí que quienes quieran prestar el servicio puedan hacerlo pero por voluntad, no por obligación.

No puede ser obligatorio porque la institución no tiene las condiciones para que así sea. “Siempre hay procedimientos que son patologizantes: inspección corporal, diagnóstico psiquiátrico. Les tratan como si fueran enfermos mentales”, dice Juan Felipe Estrada, abogado de litigio de Colombia Diversa. Y añade que el problema de fondo es que el Ejército no sabe cómo adaptar el servicio militar para que un hombre trans entre al sistema. “Hay violaciones a los derechos de los hombres cisgénero en el Ejército, qué podrían hacer con un hombre trans”, señala. Y a esto se suma que no hay protocolos que les permitan acceder a la libreta. “Queda a discreción de cada batallón, de los amigos, de la plata”, dice Dupuis-Vargas.

La Corte Constitucional citó a varias organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos LGBTI para que emitan su concepto frente a las dos demandas que están estudiando. La Coalición de Organizaciones de Hombres Trans en Bogotá, por ejemplo, le pedirá a la Corte que permita que los hombres trans definan su situación militar, pero no a través del servicio militar obligatorio. Le pedirán, además, reglamentar los pagos por el acceso a la libreta. El Estado debe tener en cuenta las condiciones socioeconómicas de estos hombres. “Son chicos que vienen de lugares históricamente marginados. Quieren libreta para mejorar su calidad de vida, para tener un trabajo formal, pero si se la vamos a cobrar no van a acceder a ella. Vamos a seguir perpetuando el círculo de pobreza en el que viven”, explica Dupuis-Vargas. Y dice que como Coalición le dirán también a la Corte que le exija al Ministerio de Defensa y al Ejército hacer un protocolo para el acceso de los hombres trans al sistema. De no hacerlo, explica, “nos vulneran física, sexual y mentalmente”.

* El nombre fue cambiado por solicitud del entrevistado, para proteger su identidad.

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