El tema ambiental es un tema que requiere consensos. Consensos entre los gobiernos y la oposición, consensos entre los candidatos y la ciudadanía, consensos entre los mismos candidatos. Esa fue una de las ideas con la que se abrió el panel de candidatos presidenciales; una mañana dedicada a pensar y hablar de medio ambiente y desarrollo, un tema en el que hay coincidencias en ideas generales, pero no tantas en temas concretos.
“El cuidado de la casa no puede ser un motivo de discrepancias políticas”, sentenció Julio Carrizosa, el reconocido académico, ingeniero y matemático, exrector de la Universidad Nacional. La idea suena más a una utopía que a una realidad. En un país como Colombia, en donde el uso y la distribución de los suelos ha sido y sigue siendo una de las causas principales del conflicto, la violencia y la pobreza; y en un mundo en el que el fracking y la extracción se han convertido en las grandes fuentes de riqueza de los más ricos y de pobreza de los más pobres, el consenso parece paradójico y difícil de lograr.
Aunque con timidez, la paradoja, la dificultad quedó demostrada en el primer espacio en el que se debatieron los candidatos a la presidencia. Asistieron Iván Duque, candidato del Centro Democrático; Sergio Fajardo, del Partido Verde; Humberto de la Calle, del Partido Liberal; y Gustavo Petro, del Polo. Cuatro candidatos, cuatro preguntas. No hubo mayores desacuerdos, sólo pensamientos predecibles provenientes de sus ideologías políticas. No utilizaron sus derechos a las réplicas como réplicas, sino sólo como extensión de sus ideas. No piensan muy distinto en cuanto a la necesidad de las consultas populares y el uso de energías renovables nuevas, pero sí en cuanto a prohibir o regular los proyectos de extracción y en lo que tiene que ver con las causas estructurales que se deben atender para frenar la deforestación.
Al debate no asistieron Germán Vargas Lleras ni Marta Lucía Ramírez. Ante su ausencia, Manuel Rodríguez Becerra, académico y experto ambientalistas, comentó: “no se hubieran excusado si se tratara de un debate minero”.
Entre consultas populares, comunidades y economías extractivas
Solo nueve consultas populares se han realizado en el país, de las 70 que organizaciones y grupos de las sociedad civil han convocado.
Son legítimas, necesarias y convenientes. En eso estuvieron de acuerdo los cuatro candidatos. Hay que corregir los vacíos y los vicios, la corrupción y politiquería que las atraviesa. En eso también coincidieron. Ellos, como muchos, concuerdan en que la protección al medio ambiente es indispensable para el desarrollo.
Las consultas nos dicen y le dicen al Estado que estamos equivocados. La gente es la dueña del territorio y hay que subordinarse a la decisión popular
De la Calle y Fajardo hablaron de desestigmatizar las consultas. Para Fajardo se trata de atender las consultas para escuchar y trabajar con las comunidades. Y en palabras de De la Calle, hay que romper con el paradigma, con esa idea de los revoltosos: “Cuando hay una consulta en Cajamarca hay que decir que son revoltosos, pero si es en Bogotá, entonces sí. Las consultas son válidas en todo el país, no sólo en algunas partes”, dijo.
Las diferencias, las discrepancias claras están en las posiciones de Duque y de Petro. Mientras Duque plantea que el tema es una cuestión de balances entre lo que piden las comunidades y los proyectos extractivos responsables con el medio ambiente, Gustavo Petro es tajante, le dice no a estos proyectos. Para Petro, la idea de extracción de petróleo y carbón son contrarias al desarrollo, son sinónimo de antidesarrollo. “Las consultas nos dicen y le dicen al Estado que estamos equivocados. La gente es la dueña del territorio y hay que subordinarse a la decisión popular”, dijo y agregó que estas consultas demuestran la resistencia a una falsa idea de desarrollo. Las comunidades, los que viven en los territorios afectados, conciben el desarrollo de forma distinta.
Deforestación, ¿un problema de la coca o de la ganadería?
La deforestación aumentó en el último año 44 % en departamentos como Meta, Guaviare, Putumayo, Caquetá y Chocó. Esa fue la frase de contexto que dio pie para hablar de las desigualdades históricas en la distribución de la tierra en el país, para abordar los problemas de la ganadería extensiva y los efectos que esto tiene en la agricultura, en el daño de los suelos y el desplazamiento forzado.
Para proponer una solución, un freno a la deforestación, primero se da un diagnóstico, se establecen las causas que la producen: para De la Calle es la epopeya al colonizador de tierras, a ese colonizador en el que se enmarca el escudo de Antioquia, a ese colonizador que es un paradigma cultural con el que hay que acabar. Para Fajardo se trata de la ampliación de la frontera agrícola sin presencia estatal. Para Duque la explicación está en reformas de tierras desarticuladas, en la falta de proyectos de ganadería sostenible y en las extensas hectáreas de cultivos de coca, que son según Duque, una de las principales causas de deforestación en el país. Para Petro, debatiendo la idea de los cultivos de coca de Duque, la principal razón de la deforestación es la ganadería extensiva, una renta para muchos en el país, asegura. El verdadero problema ambiental en Colombia, dijo él, no es el cambio climático, “es la desigualdad social la que provoca depredación y por tanto deforestación”.
De hidroeléctricas a nuevas energías renovables
Las hidroeléctricas están en duda, tienen importantes cuestionamientos, tiene fecha de vencimiento. Uno de los retos del próximo presidente de Colombia es plantear una transición en la utilización de fuentes renovables de energía del país, que a mediano y largo plazo no puede seguir basándose en la energía hidráulica. La apuesta hidroeléctrica ha funcionado, pero también ha demostrado sus efectos e impactos negativos ambientales, en los ríos, los peces y las flora, y sociales en las comunidades que han tenido que desplazarse a causa de la construcción de grandes embalses.
La propuesta de Duque para enfrentar este reto es ampliar la matriz y mejorar la seguridad energética en Colombia. La idea es sencilla: nuevas fuentes energéticas. De la Calle y Fajardo van por el mismo camino. Enfatizan la necesidad de impulsar el uso de energías nuevas y renovables, como la eólica, por ejemplo. Pero eso, necesariamente, debe venir de la mano con pensar y desarrollar proyectos para sean utilizables. Para De la Calle, hay dificultades prácticas para aplicarlas en términos de rentabilidad, pero sobre todo reiteró que “el gran desafío es lograr adaptarnos a esas nuevas alternativas”. Por su parte, Petro dice que la apuesta debe ser la energía solar. Fue insistente en la necesidad de aprovechar nuestra ubicación geográfica, ecuatorial, para convertirla en la principal alternativa energética limpia del país.