En Navidad damos regalos de optimismo, esperanza y utopía. Todos presentes afectivos para hacer una vida más bonita. Si pensamos en el 2021, los mejores presentes de navidad fueron las mujeres y los jóvenes con su estallido social, estético y político; a la paz que se resiste y reinventa en miles de paces; a los medios digitales que se convirtieron en el otro relato de nación; a las músicas que han puesto ritmo a la rebeldía a lo La Muchacha y han hecho de la alegría una posibilidad a lo Lido Pimienta… y hay muchos, muchos más atisbos de esperanza en esta tierra que nos tocó en destino: Colombia.
PERO… los regalos de Navidad son, también, un momento nostálgico, ese de revisarnos y vernos en los espejos de lo deforme que nos ha tocado: y ahí aparecen la violencia policial contra los ciudadanos, la Fiscalía como dispositivo de defensa de los corruptos y criminales, la matanza de líderes social, las masacres como cotidianidad, la torpeza de los medios de referencia que se han dedicado a informar contra la sociedad… Hablar de esto es inútil: no pasa nada, en el 2022 seguirá en lo mismo.
Todo es más poderoso en los personajes que nos sirven de espejos, ahí todo deja de ser abstracto y se concreta en modelos sociales de la colombianidad. Y ahí tenemos al presidente Duque que ha puesto al Estado contra la gente, a James que ha hecho de su talento un fracaso nacional, a J Balvin que se ha olvidado de los dolores sociales para concentrarse en su yopitalismo… Hay muchos más, pero estos tres son nuestros colombiches icónicos del 2021. Por eso, en esta navidad, le pido al divine baby que nos regale el kit navideño para sobrevivir a estos espejos donde somos más colombianos que nunca:
James es nuestra mejor imagen.
Talentoso como ninguno pero con la cabeza en otras partes: la rumba, las redes, el billete, la joda. Y como buen colombiche, todo lo que le pasa no es su responsabilidad sino de alguien más, los otros. La autocrítica no es un bien de estas tierras. Y para ser más ícono nacional, la gente de este país lo ama, defiende y alaba.
Fue fulgor en Brasil y todo por un gol inolvidable a Uruguay; llegó poderoso al Real Madrid, allí aprendió la farándula a lo Cristiano Ronaldo pero se le olvidó imitar el profesionalismo y oficio de ese man; fracasó allí, le echaron la culpa a Zidane y Benitez, se fue al mejor equipo de Alemania y no resistió ni la lengua, ni el frío, otra fracaso más; llegó a Everton y vivía más en twitcher que entrenando y jugando con la pelota; su decadencia máxima es llegar al futbolito árabe, y también fracasar.
James, muy a la colombiana, es un fracaso con mucho estilo. Mientras tanto nos cuenta de cuánto billete gana, de cómo usa la cabeza para pintarse el pelo, de cómo mandar vainazos a diestra y siniestra… y de los dolores de la gente, del estallido social, de las causas de los jóvenes… ni muuu… Raro, esta ausencia de consciencia de lo común cuando es un man que viene del barrio, del territorio, de lo popular. ¡Viva la mediocridad!
A la nanita, nana, Nanita, nana, nanita ea. Mi James tiene sueño. Bendita Colombia, Viva Colombia.
J. Balvin es el colombiano que todos queremos ser: todo lo convierte en negocio.
Medellín es la capital mundial del reggaetón. J Balvin es su rey. Karol G, la reina. Su música está bien y es alabada y bailada everywhere. En la pandemia se deprimió y como buen colombiano la convirtió en negocio, hizo un podcast para contar su tristeza. Y sacó colores musicales y sonaban bien, y mientras tanto no se condolió de los dolores de la gente, de política no habla, dice no meterse en eso, porque él es el chico del barrio que la hizo: tiene tenis por millones, ferraris, aviones. La marca del éxito del narco-capitalismo: billete que se exhibe en el consumo.
Y pelea por los premios, y no aguanta el viajao argumentativo de René Pérez (Calle 13), y antes que meterse en política (porque eso trae problemas) crea una línea de ropa con la polémica: “Nuevo merch / New merch. El negocio $ocio” , “es billetico, papi” cuál estallido social, cuáles dolores de la gente, eso es a lo colombiche: lo mío y ya, parce. Yotuel, cantante de Orishas, se la cantó clarito: «…el día que tú hables de Colombia en una canción, que te pongas en el pellejo del pueblo colombiano en una canción, y dejes de pensar en números y visitas, entonces tú y yo, estamos hablando de movimiento urbano».
Ajá, sabrosura, pero el nuestro responde con La perra y en el video pone a las mujeres de lazo y bozal mientras les canta: “Yo soy una perra en calor. ‘Toy buscando un perro pa’ quedarno’ pega’o (…) Cuida’o, que este perro anda sin bozal (yeah). No me puse la vacuna, esta noche estoy animal. Con rabia, parcero, fue que la salpiqué”. Y todo bien por la libertad de expresión, y todo bien por la autonomía del deseo femenino. Y todo bien, pero luego le dice a su bichota que ella si no puede salir sexy y a lo perra porque eso no se hace mija. Y en medio de todo “desnuda sus emociones” en otro negocito: un documental en Amazon Prime donde cuenta que ya dejó la depresión y le digan Feliz Balvin.
Más colombiche, ¡imposible! Salió de abajo, tiene mucho talento para el bisnes, una vez arriba, solo le gusta exhibirse como el que la logró, el que la hizo. Y la sociedad y los dolores de todos, que se jodan. O que eso es un problema del parcero Duque.
Belén, campanas de Belén, Que los ángeles tocan ¿Qué nuevas me traéis? A Balvin en su barrio de Medellín.
Duque es el mejor colombiano: indolencia.co y que la gente se joda.
De verdad este señor no se entera de nada. Indepaz informa que ha habido 90 masacres en el 2021, con 320 víctimas, hasta el 13 de diciembre de 2021. Más de 150 líderes sociales asesinados. Ante esto nada en su twitter, que es su modo de decir que gobierna, su modo de decir que dice que hace para luego no hacer nada. Si se le hiciera un fact checking a sus tuits terminaría como el mentiroso del año.
Con su carita de yo-no-fui ha ido sistemáticamente destruyendo la institucionalidad y decencia en este país. Ya somos duquezuela: fiscal, contralor, procurador, medios, justicia, presupuesto al servicio de la causa naranja.
Y obvio, muy a lo colombiano, se expresa con contundencia sobre la banalidad como cuando salió a hacer un chascarrillo sobre el fraude futbolero del ascenso del Unión Magdalena. Se indigna sobre eso, pero sabe que tampoco ahí pasa nada. Muy colombiano este Duque, eso de hacerse el guevón ante todo, poner carita de santos y matar por la espalda.
De este señor escribí: “En Colombia tenemos un fenómeno gobernando, un fenómeno de memes. Tenemos un meme presidente. El más genial es el ¡Viva Polombia! con P mayúscula. Así nos trata como polombianos de bobolombia. Y así nos tiene de hijos bobos”. Duque es la fiel imagen de la banalidad del mal, esa Colombia que ríe por todo sin importar los dolores de la gente: indolencia.co “¿De qué me hablas viejo?”, de Polombia, guev´n.
Con mi burrito sabanero, voy camino de Belén. Con mi burrito sabanero, voy camino a joder a Polombia. Si me ven, si me ven, voy camino del Ubérrimo.Si me ven, si me ven, voy camino a ser el peor presidente de la historia.
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El año 2021 será recordado como el año en que los jóvenes y mujeres colombianos se tomaron las calles para decir en miles de estéticas y con todas las consignas: aquí estamos, y este país como lo están haciendo no nos gusta. Pero como somos la tierra de gente con talento, pero indolente con lo común y con los otros, nuestras mejores metáforas fueron James, J Balvin y, patéticamente, Ivan Duque. A los tres los junta que son machos, que les importa un comino lo colectivo, que todo por el billete, que viven en su nebulosa, que les valió un carajo el estallido social colombiano. Por eso mi kit navideño nos invita a recordar que no basta con el talento (James), ni con la capacidad de rebusque empresarial (J Balvin), ni con la cara de tontos (Duque). No basta, debemos usar esos talentos, esa recursividad, ese poder que tenemos para hacer un mejor colectivo: nuestro reto, romper con nuestra indolencia y ecpatía.
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[LA DEPRESIÓN DEL 2021] El periodismo no sirve para nada. Mucha denuncia y no pasa nada. Pandoras papers donde evade su responsabilidades hasta el señor de la Dian y ni se inmuta (cinismo.co); masacre policial documentada en Bogotá 2019 y no pasa nada, o si que les vale hongo y recuerdan que el presidente salió fue a ponerse la chaqueta policial; comprobación que la muerte de Lucas Villa fue diseñada y realizada sin que la policía hiciera nada, y no pasa nada; la presidente de la Cámara, la señora Arias, plagió su tesis de maestría y no pasa nada.
En este país pasan las cosas mas aberrantes: y no pasa nada. O si pasa, se persigue a los periodistas por parte del Ministerio de Defensa con su ciber-patrullaje o con la Fiscalía ya que quien denuncie es un delincuente, o con pauta publicitaria, o con acoso judicial. La lucha a muerte es contra la libertad de expresión, no contra la delincuencia. ¡Viva Polombia!
[LA EMOCIÓN DEL 2021] El estallido social. Ahí hay un nuevo país: jóvenes y mujeres, afros e indígenas, diversidades que quieren una sociedad más decente y digna con los otros, con los pobres, con las mujeres, con el medio ambiente, con la vida. Esto escribí al calor de las calles: “Este estallido social encarna la nueva democracia, documenta cuáles son los sujetos políticos de siglo XXI, se ha convertido en un laboratorio de narrativas ciudadanas y demuestra cómo hay otros referentes culturales. Y ahí nacen un nuevo país”.
[¿Y el 2022?] Hay una sola expectativa feliz: ¡Se va el presidente más inepto e indolente de la historia colombiana! Y hay fiesta. El daño ya está hecho: Estamos jodidos y con bronca y de muerte lenta.