Hablemos del escrache, amiga (primera parte)

Reivindicamos los espacios de construcción de conocimiento entre amigas. Nos sentamos a conversar entre nosotras, entre personas que le apuestan a las denuncias públicas y colectivas, sobre el acto de escrachear: sus formas, tensiones y posibilidades. Hablemos, amigas.

por

No es NoЯmal


16.07.2020

Por Lina Danniela Cardona, Valeria Quintana y Amalia Uribe-Guardiola.

 

Reivindicamos los espacios de construcción de conocimiento entre amigas.

 

A raíz de los distintos casos de escrache y denuncia pública que se han visibilizado recientemente, Danni, politóloga que inició las denuncias de #NoMásSilencioEnMUN y #NoMásSilencioEnLasAulas desde la colectiva Las Perras Histéricas que fundó este año; Ama, antropóloga que lleva varios años trabajando en la colectiva feminista No es NoRmal que le apuesta a las denuncias públicas; y Vale, abogada y artista también metida en el mundo activista universitario, nos sentamos a conversar. Danni y Ama hablaron, mientras Vale dibujaba.

 

Conversamos para recordar que el conocimiento no nace en los paneles de expertos o en los papers académicos, que el conocimiento surge aquí, entre nosotras, hilando lo que hemos vivido, pensado y sentido. Nace desde nuestras experiencias en el campus, en las calles, en los espacios que habitamos y muchas veces tememos nombrar. De nuevo, reinvindicamos la construcción de conocimiento entre amigas.

 

Esta es la primera parte nuestra conversación. 

 

Ama: Hola Dani, hola Vale, ¿cómo están?

Danni: Hola Ama, bien, ¿y tú? ¿cómo estás Vale?

Vale: Bien, ¿ustedes?

 

Ama: Bien, pues la verdad muy feliz de sentarme a conversar con ustedes sobre esto, porque la verdad llevo ya mucho tiempo echándole cabeza. De hecho, lo primero que he estado sintiendo alrededor de este tema es que cada vez que me siento a leer teoría, como que me doy cuenta de que hay muchas cosas que ya sé: cosas que no necesariamente he racionalizado por medio, no sé, de un escrito académico o algo por el estilo, sino que he vivido. Y en ese sentido como que todo lo que leo conversa con mi experiencia.

 

Danni: Sí, a mí también me ha pasado un montón con todos estos papers que últimamente he estado leyendo: como que siento que en la práctica ya he hecho mucho de lo que dicen pero pues a fin de cuentas no lo había pensado de una forma teórica. Y es curioso porque una lo lee en la teoría y pues dice cómo ‘wash, esto debe ser demasiado denso’ y cuando una se da cuenta que lo puso en práctica pues, efectivamente es muy denso pero creo que la carga habría sido distinta si una –o, al menos, yo- hubiera leído primero la teoría y luego lo hubiera pasado a la práctica: me habría dado mucho más miedo  hacerlo, tal vez.

 

Ama: Sí, pues yo creo que también surge como una invitación a dejar de copiarle tanto a la división tan tajante entre la teoría y la práctica porque pues yo sí me paro muy fuertemente en una postura de que las ideas no producen más ideas: las teorías no surgen del vacío y, pues, por más de que sea en Universidad o se dé en un contexto académico, la teoría no produce más teoría en sí misma sino que viene de algún tipo de experiencia. Y pues esa aproximación de entrada nos da un punto privilegiado para hablar aquí. Yo quería empezar preguntándote Danni cómo ha sido tu experiencia con todo lo que ha estado pasando recientemente con #NoMásSilencioEnMUN y, pues, creo que hemos hablado mucho, precisamente, en términos abstractos del escrache, pero nunca te he preguntado –más que en un par de notas de voz- cómo has vivido esto tú, de dónde nació, qué ha pasado en el proceso, qué te ha hecho pensar, qué has aprendido, qué has sentido…

 

Danni: Pues, han sido muchas cosas. Todo esto nació de unas conversaciones así como la que estamos teniendo tú y yo: con unas amigas estábamos hablando de las experiencias que habíamos tenido en los Modelos de Naciones Unidas, y de eso salió un hilo en Twitter que yo hice y que decía ‘a mí me parece que en los Modelos de Naciones Unidas hay mucho machismo y mucha misoginia y entre ellos mismos se encubren’. Fue un hilo de lo que yo estaba sintiendo y de lo que habíamos dialogado internamente con mis amigas. Y después de esto me dije como ‘es imposible que esto nos esté pasando solo a nosotras’; ahí fue que decidí poner este tuit preguntando si había gente que había sufrido violencias de género o abusos de poder –que pensé que también era algo que se podía dar teniendo en cuenta lo jerarquizados que son los modelos- y, pues, sí. De ahí nacieron 137 testimonios que hay hasta ahora, y todavía me faltan. Al principio fue como una ráfaga de adrenalina: cuando empezaron a llegar yo me puse a leerlos, pegarlos, postertearlos, leerlos, copiarlos, postearlos, leerlos, copiarlos, postearlos, responderles a las personas; y en una sola sentada publiqué como 15 o 20.

 


 

Ama: Uf, qué duro.

 

Danni: Claro, después de eso quedé agotadísima. No sentí como la presión, sino hasta que terminé y dije ‘ya no puedo más’, porque estaba temblando. Fue súper doloroso leer todo eso, y no esperaba encontrarme con tantas caras conocidas, porque cuando yo lo puse pensé que me iban a llegar por ahí unos veinte testimonios…  me sorprendió y dolió aún más que la mayoría eran de personas que yo conocía: tanto de personas con las que había compartido mucho, como de personas que solo había visto por ahí. Y me parecía absurdo, absurdo porque llevaba en esto solo un año.

 

Ama: Eso te iba a preguntar, ¿tú estuviste en Naciones Unidas en el Colegio? ¿O fue hasta la Universidad?

 

Danni: No, entré el año pasado a Naciones Unidas. Es decir, en realidad yo no llevaba casi nada. Entré en mayo de 2019 y fue porque me llamó la atención: como que siempre lo había querido hacer pero tenía otros proyectos, entonces como que no tenía el tiempo; y no fue sino hasta el año pasado que me metí. Y sí veía muchos problemas pero como por encima y nunca pensé que fueran tan profundos. Mientras comencé este viaje de Naciones Unidas también comencé a ahondar muchísimo más en el feminismo: a militarle más, a leer más del tema y empaparme más y, ayer lo dije en un tuit, el feminismo es un baldado de agua fría a veces. Muchas veces tenemos normalizadas tantas cosas que cuando nos llega el feminismo y abrimos los ojos es de un solo golpe, entonces darme cuenta de esas cosas fue súper duro: ya le había cogido mucho cariño a la gente que estaba ahí y al ejercicio per sé –que, por cierto, se me hace que está mal estructurado- pero pues bueno.

 

Ama: Sí, total, a mí también me golpea mucho. ¿Tú cómo has vivido eso de que las denuncias que hacemos también visibilicen casos de violencia hacia personas que conocemos, que hemos querido? Porque para mí la verdad ha sido un proceso muy difícil. Una cosa es decir en abstracto que una está en contra de la violencia de género, o que una no va a tolerar que las personas a su alrededor sean perpetradores o perpetradoras de violencia, y otra es verlo: porque nos interpela primero a la hora de decidir si vamos a cancelar a los machitos que nos rodean, pero también porque nos hace preguntarnos por los procesos de sanación que tenemos que empezar a llevar a cabo de forma colectiva.

 

Y creo que precisamente esto es lo que a mí me golpea tanto, que no es una conocida o dos, sino que cada vez que me pongo a hablar de esto con mis amigas, cada vez incluso que me pongo a hablar de esto con mi familia, surgen casos y casos y casos y casos y nos damos cuenta de que estamos paradas sobre una historia, de mujeres y personas disidentes de género violentadas una y otra y otra vez y que nos son casos individuales, sino que son sistemáticos y que se enmarcan en estructuras. Y, de nuevo, una vaina es pensarlo en abstracto y es otra golpearse en la jeta, en la vida propia.    

 

 

Danni: Es durísimo. Para mí, por ejemplo, fue durísimo darme cuenta de que me habían violentado. Como que muchas veces por defensa propia, por no sentirme vulnerable, lo ignoré o simplemente lo normalicé. En mi cabeza, ese episodio existió pero fue normal y, después de leer tantos testimonios, pasarlos y publicarlos uno tras otro, fue durísimo darme cuenta de que yo también había sufrido de esto. 

 

Y pues, claro, para mí el escrache es una herramienta poderosísima, pero también hay que tener cuidado, ser conscientes de la responsabilidad que conlleva.

 

Y pues, claro, para mí el escrache es una herramienta poderosísima, pero también hay que tener cuidado, ser conscientes de la responsabilidad que conlleva: no solamente con las personas que le están confiando su testimonio a una, sino también con una misma.

Ama: Sí, ahoritica Vale me mandó un dibujo que dice “Lo que le pasa a una, nos pasa a todas”, y creo que ese mensaje, esa casi arenga feminista, resuena mucho en todas las preguntas por el escrache, porque algo que ya hemos hablado antes, que me parece muy importante traer a colación, es que, bueno, el escrache es una forma de traer a lo público, de volver visibles unas situaciones que normalmente pasan invisibilizadas o porque suceden en el ámbito de lo privado y lo íntimo de las casas -porque muchas de las violencias basadas en géneros suceden en ese plano- o porque se han llevado, han intentado procesarse o tramitarse en el marco de una justicia patriarcal que no sólo silencia los testimonios de las personas que deciden denunciar sino que las revictimiza y demás. Entonces, decir y sentir que “lo que nos pasa a una, nos pasa a todas” lleva necesariamente a “si tocan a una, respondemos todas”, porque ese carácter de colectivizar la violencia que implica el escrache es fundamental.

 

 

Yo hago parte de la colectiva feminista y estudiantil “No es Normal”, y nosotras llevamos ya 6 años trabajando en el contexto universitario de la Universidad de los Andes y nos hemos dedicado, ante todo, a hacer escrache. Es decir, si bien ahora le estamos apostando a la pedagogía feminista, que es muy interesante también, la colectiva nació recogiendo testimonios anónimos y pegándolos por las paredes de la Universidad. Recogía testimonios de profesores que le decían a sus estudiantes cosas como “yo no recuerdo caras, yo recuerdo piernas, ¿ya has visto clase conmigo antes?”, y a veces se mencionaba el nombre del profesor y a veces no.

 

Entonces, pues, estas formas de actuar denuncian simultáneamente al individuo -al profesor de mierda que se sentía con el derecho de sexualizar a una mujer en un aula de clase- pero también y, ante todo, a mi modo de ver, a un sistema: en este caso a un sistema de justicia universitaria, un sistema patriarcal de procesos y comités disciplinarios. Y patriarcal no sólo por sus estructuras jerárquicas y demás, sino porque no contemplaba  la violencia de género como una práctica sancionable, porque era sumamente revictimizante, porque cuestionaba el testimonio de la denunciante de entrada y la ponía a encontrarse con el agresor. En fin, un resto de cosas que llevaban no solo a que el agresor terminara sin recibir ningún tipo de sanción, sino -y también hay que preguntarnos por dónde posamos la mirada a la hora de hacer el escrache- a que la víctima o la persona que denunciaba terminara en un peor lugar del que había empezado.

Y pues eso no es ningún tipo de justicia, y al decidir publicar todos estos testimonios pues precisamente estábamos diciendo “estamos en un lugar en donde la justicia es patriarcal, en donde los marcos normativos individualizan nuestras experiencias” cuando no, cuando obviamente esto no solo le pasa a ella, eso nos pasa a todas.

 

“estamos en un lugar en donde la justicia es patriarcal, en donde los marcos normativos individualizan nuestras experiencias”

 

Y pues ahí sí regreso a lo que estaba diciendo al principio que es, creo, una de las grandes, grandes falencias del sistema  disciplinario y de justicia en el contexto colombiano en el que estamos: que individualiza.

 

Danni: Totalmente de acuerdo, y en ese sentido creo que también hay algo súper importante y es el proceso post escrache. El escrache nace también como esa respuesta a esta falta de justicia que hay y a esta justicia que es patriarcal. Que existe, claro que sí, pero que aún así cuestiona a las víctimas una y otra vez; tiene este estatus de presunción de inocencia…

 

Ama: …culada tan hijueputa

 

Danni: …que cuestiona absurdamente el testimonio de una víctima; y si tú no les llevas pruebas pues tu testimonio no va a ser suficiente… o sea, te acaba, a fin de cuentas. Y esta visibilización de testimonios termina siendo como un llamado de atención al sistema, como decirle: «mire, usted está fallando en esto, tiene que responder porque es su responsabilidad como sistema educativo, como sistema institucional colombiano”. Pero entonces aquí, en el post escrache, recae esta cuestión de que, nuevamente, los machos acuden a la justicia ordinaria para atacarnos, demandarnos, entutelarnos o lo que sea. Y entonces surge el problema de la calumnia y la injuria, y es como si fuera un círculo vicioso: vuelven otra vez las víctimas a decir «pues es que yo no voy a este sistema por esto mismo, no voy a este sistema porque me invalida una y otra vez».

 

Vale: ¡Sí! cuando yo pienso el tema del escrache, yo no sé por qué siempre llego a la reparación: me parece que es muy importante, siento que una acude a la justicia porque quiere algún tipo de sanación o porque busca un lugar para tramitar esas experiencias traumáticas que vivimos. Y, en ese sentido, las vías institucionales no siguen lógicas que puedan llevar a esos procesos de reparación, y eso también se debe a todo este tema de la justicia individual versus la justicia colectiva.

 

Cuando una entiende que su cuerpo a veces está en peligro o que hay una experiencia generalizada de violencias hacia los cuerpos de las personas que nos identificamos con lo femenino se llega a esta idea de «oigan, lo que le pasó a mi amiga me pasó a mí también». Entonces, no sé, para mí el tema del escrache también va con esta idea de «tú no estás sola», y eso es muy importante cuando se está hablando de este tipo de violencias, porque una muchas veces se dice «me da miedo, me da miedo decir que esto me pasó porque qué tal que digan que yo me estoy inventando, que yo estoy haciendo no sé qué…» pero tener el respaldo de una compañera, una amiga, alguien de un colectivo feminista, alguien que te pueda decir «oye, tú no estás sola, tienes el respaldo de otras mujeres, esto no solamente te ha pasado a ti sino que puede que le pase a otras personas, busquemos a quién más le pudo haber pasado» es muy importante.

 

 

Tú comenzaste esta charla hablando justamente de esto, como «yo pensé que era una experiencia mía, pero después me di cuenta que a todas mis amigas les ha pasado esto, y después me di cuenta que no solo eran mis amigas, sino que eran las mujeres que pertenecían a este grupo». Entonces yo creo que ahí hay una pregunta importante, y es: ¿cómo podemos reparar desde lo colectivo? y, ¿cuál sería el papel del escrache dentro de estos procesos de reparación?

 

En las próximas semanas estaremos publicando la segunda parte de la conversación entre Danni, Ama y Vale. Seguiremos hablando de los horizontes de la reparación, los orígenes del escrache y pensando de forma crítica nuestros propios procesos de denuncia pública. Este es apenas el principio de una conversación entre nosotras, pero la verdad es que lo bonito de conversar entre amigas es que los temas van y vuelven, aparecen y desaparecen en la medida en que los encuentros, las experiencias y los sentires lo permiten. Hoy nos reunimos porque la pregunta por la denuncia colectiva, la justicia patriarcal y las formas de acción se volvió inminente e impostergable, así que las invitamos a hablar del escrache entre ustedes, a reivindicar los conocimientos que se construyen en los espacios de conversa entre amigas y a no dar nunca por cerrado un tema. 

 

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