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“En este momento se hace lo que Pfizer diga y por eso estamos de las pelotas”: la carrera por la vacuna en Colombia

Carolina Gómez, fundadora e investigadora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder, habla sobre las tensiones en la carrera por la vacuna del Covid y cuándo podría llegar a Colombia.

por

Tania Tapia Jáuregui


13.08.2020

Ilustración: Ana Sophia Ocampo

Desde que el Coronavirus se volvió pandemia, la llegada de la vacuna es probablemente el evento más esperado en el mundo. En estos meses de aislamiento colectivo, gobiernos y ciudadanos han depositado su fe en la vacuna como lo único que podría devolvernos la posibilidad de volver a la vida anterior. Y con esa fe –que en realidad es una presión– empezó una carrera acelerada y sin precedentes de farmacéuticas y organizaciones de la salud por encontrar la cura al coronavirus.

Varios anuncios en las últimas semanas parecen mostrar que la anhelada vacuna contra el Covid-19 está cerca, incluso en países como Colombia. Primero, las farmacéuticas Pfizer y BioNTech aseguraron que posiblemente tendrían la vacuna lista en octubre. Luego, el gobierno de Colombia anunció que firmó un acuerdo con Pfizer y Astrazeneca, otra farmacéutica, para adquirir la vacuna y aunque dijo que aún no se conocen las fechas exactas de producción y distribución de la vacuna, prevé que podría ser entre diciembre de 2020 y enero de 2021. Además, esta semana, el gobierno ruso anunció que ya tenían lista su vacuna: la Sputnik V, aunque el ministro de salud, Fernando Ruiz, descartó por ahora evaluar esa vacuna. 

En medio de tantos anuncios hay varios escépticos. El director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, por ejemplo, dijo en una alocución reciente que aún no había una solución perfecta en la carrera por la vacuna, una afirmación que muchos medios tradujeron mal: “quizá nunca haya una solución” para el virus, publicaron.

Para entender qué tan cerca estamos realmente de tener la vacuna –y qué tan pronto podría llegar a Colombia–, hablamos con Carolina Gómez, fundadora e investigadora del Centro de Pensamiento “Medicamentos, Información y Poder” de la Universidad Nacional de Colombia. Gómez fue además asesora para asuntos de propiedad intelectual y de salud pública en el Ministerio de Salud bajo Alejandro Gaviria.

¿Cómo ve la tensión entre farmacéuticas como Pfizer que han anunciado que tendrían la vacuna lista para octubre y la OMS que dice que la solución no será tan rápida?

Es una carrera por no dejar que las lógicas del mercado de las farmacéuticas, que es la lógica de vender, sea la única que prime. Que no puedan decir: “ya tenemos la vacuna y al que tenga plata se la vendemos”.

En el ámbito de las vacunas, en general, hay una gran falla de mercado porque la población que la usa es poca y se va reduciendo a medida que las enfermedades se extinguen. Además, es un mercado pobre porque los países con menos recursos son los que más las necesitan: allí es donde se propagan las enfermedades infecciosas por factores como falta de acueductos o de agua limpia. Entonces, hay pocos incentivos para que la industria haga nuevas vacunas o incluso siga produciendo las que ya existen.

Desde hace años, se han hecho esfuerzos globales por corregir esta situación y han surgido iniciativas como Covax, el mecanismo de la OMS para que los países colaboren, se metan a Covax y asignen los recursos que necesitan las empresas para desarrollar las vacunas. Es un mecanismo financiado por la Fundación Bill Gates y el Banco Mundial que, en últimas, es un esfuerzo para que las vacunas se repartan de manera equitativa entre países ricos y pobres.

La carrera es entre ese mecanismo altruista de Covax (en el que, en teoría, todos tendríamos los mismos derechos y los países ricos ponen una parte para ayudar a los pobres) y el mecanismo de la industria farmacéutica, que investiga por su cuenta y luego vende al mejor postor.

 

Dentro de la lógica farmacéutica de vender al mejor postor, ¿sí podría haber una vacuna pronto?

Ahí hay otro problema que es el de la evidencia científica. Los estudios clínicos de la vacuna no han terminado. Lo que se anunció hace unas semanas es que apenas se empezaron los ensayos clínicos fase III, que usualmente duran de dos a cuatro años. Además, no se trata solamente de esperar los resultados de esos ensayos, sino que después éstos tienen que ser evaluados por la OMS y por las agencias sanitarias del mundo, como el Invima en Colombia.

Por eso, yo creo que en este momento hay razones para ser escépticos, porque hacer vacunas no es fácil. Las vacunas se demoran años enteros, cinco o siete. En este momento todo se está haciendo muy rápido y eso nos da razones para dudar. La industria, por supuesto, no lo va a decir. Va a decir que tienen un producto fantástico a la venta. Pero para la OMS, que es un organismo de salud global, sería irresponsable decir que pronto van a estar las vacunas cuando ni siquiera los ensayos han terminado.

¿Qué pasa con los países que le apuestan a Covax? ¿Cómo funciona ese mecanismo?

Covax no desarrolla una sola vacuna, ellos están negociando con nueve farmacéuticas diferentes, pero la única que se ha anunciado oficialmente es la que está haciendo AstraZeneca, una farmacéutica inglesa muy grande, con la Universidad de Oxford.

Covax divide su mecanismo en dos: una cosa son los países pobres y otra son los países de ingresos altos y medio altos, entre los que entra Colombia. Estos últimos tienen que comprometerse a comprar el 20 % de sus dosis con Covax y tienen que hacer un pago anticipado del 15 %.

Pero todavía no se sabe cuánta plata es ni cuáles son las vacunas. Tú compras el 20 % pero no sabes de qué, te pueden dar de una farmacéutica o de otra. Sabemos un poco qué tecnologías se están usando pero no mucho más. Para los países que tienen que poner plata anticipadamente es casi una inversión de riesgo. Y lo que Covax está tratando de hacer es reunir plata para darle a los que están haciendo las vacunas y acelerar su desarrollo.

Todo es muy incierto. En realidad sabemos muy poco.

¿Y por qué se sabe tan poco? ¿Hay resistencia de la OMS a compartir información?

Así es. Esa es una de las grandes críticas que ha hecho la sociedad civil y las ONGs.

A las farmacéuticas les encanta que todo sea secreto, es la práctica común. Yo creo que la gente que trabaja con Covax es consciente de esto. Lo que pasa es que hacer el proceso de forma transparente y consultivo abre espacio para que la gente opine y eso, a veces, es a costa de hacerlo rápido.

Entonces, por lo que me cuenta gente en Ginebra que está metida en esto, la sensación es que no hay transparencia y que es un trabajo muy rápido manejado por unos tecnócratas de la Fundación Gates y de la OMS. Tampoco es que sea deliberadamente secreto, sino que no quieren dar muchas explicaciones para poder tenerlo todo más rápido y poder competir con las farmacéuticas que están trabajando por su lado.

¿Se podría decir que esa falta de transparencia hasta cierto punto es buena para poder tener una vacuna pronto para todos? 

No lo pondría en términos de bueno o malo, pero sí es más práctico. El problema es que la falta de transparencia también evita el escrutinio público sobre las empresas privadas que están trabajando con Covax. Es una falta de transparencia no solo para acelerar la vacuna, sino también, de cierta manera, para censurar: para no estar sujetos a críticas, para no rendir cuentas. 

Puedo entender la razón, pero no puedo llegar a decir que es aceptable porque mira todas las incertidumbres que hay. Además, es una lógica que se inscribe en esta actitud paternalista de los gobiernos que hemos visto en la pandemia de decir: “yo lo que necesito es resolver esto rápido, entonces tú, ciudadanía, no hables. Esto lo estoy haciendo por tu bien, porque sé lo que es bueno para ti”. Es una actitud peligrosísima en una democracia y facilita el autoritarismo.

Por más que haya una razón práctica para renunciar a la transparencia, no es democrático. Y todo esto, además, se está haciendo con recursos públicos. Colombia va a meter plata pública ahí, y esa plata es de todos.

 

Teniendo en cuenta que Covax también trabaja con farmacéuticas privadas, ¿se podría decir que la falta de transparencia tiene que ver también con el interés de la industria por mantener la confidencialidad y el secreto?

Sí. Covax funcionaría mejor si las farmacéuticas decidieran que le van a vender las vacunas solo a ellos, pero eso no pasa. Entonces, Covax no puede pararse muy duro, no puede ponerle condiciones a las empresas y decirles que tomen o dejen sus condiciones. No, es un tire y afloje porque finalmente son las empresas las que tienen el conocimiento para hacer la vacuna y sin ellas Covax falla.

Es lógico pensar que las empresas que están trabajando con Covax le están pidiendo ese silencio, porque apenas Covax diga cuáles son las farmacéuticas con las que está trabajando pues los ojos del mundo van a estar sobre ellas: cómo opera esa empresa, quién la financia, quiénes son los dueños y si se van a quedar con las patentes o no. Estas empresas cotizan en la bolsa y cualquier asunto puede afectar el valor de sus acciones. Por supuesto, prefieren no tener ojos encima.

 

Eso quiere decir que las vacunas, aunque se hagan en asocio con la OMS, ¿siguen siendo de las farmacéuticas?

No se sabe. Esa es la otra crítica a Covax: que no están hablando del tema de la propiedad intelectual. La OMS no está diciendo cómo funcionarían las patentes sobre las vacunas que se desarrollan con plata de Covax.

Lo único que se sabe es que una de las farmacéuticas con las que está trabajando Covax es AstraZeneca y que ellos dijeron que iban a vender la vacuna a precio de costo, es decir que mientras dure la pandemia no tendrían ganancias, por lo menos de las vacunas que le venden a Covax, porque es que además AstraZeneca también ha firmado acuerdos directamente con países. Pero el punto más allá del precio es que si AstraZeneca desarrolla la vacuna con plata de Covax y, por ejemplo, del gobierno inglés, ¿entonces AstraZeneca puede ser el dueño de la vacuna? ¿Debería tener la patente teniendo en cuenta además que lo hizo con plata pública?

Muchos dirían que a pesar de haber sido con plata pública, sin el conocimiento de AstraZeneca no se hubiera podido hacer la vacuna y, por lo tanto, deberían tener la patente. Pero Covax aún no ha dicho nada. Ese es otro de los puntos que se le critica.

Covax tiene los puntos débiles de la propiedad intelectual y la falta de transparencia, pero sigue siendo la única iniciativa que está pensando en no dejar a los países pobres a su suerte. Está tratando de que haya solidaridad entre países ricos y pobres. Entonces sí, hay críticas pero a la vez es muy difícil no apoyarlos.

 

¿Qué pasa si la propiedad intelectual queda en manos de las farmacéuticas?

Que se quedan con el monopolio de la vacuna y pueden cobrar lo que quieran por ella. Además cuando hay propiedad intelectual no hay posibilidad de que otras empresas puedan coger la receta de la vacuna, copiarla y producirla para otras regiones. Es un problema porque apenas haya una vacuna lista todo el planeta la va a necesitar y no hay empresa que dé abasto para producirla sola. Tiene que facilitar la copia de esa vacuna. Brasil o Argentina, por ejemplo, tienen capacidades de producción para hacerlo. Pero si hay propiedad intelectual no se puede hacer.

 

¿Y eso se puede solucionar de alguna manera? ¿O estamos sujetos completamente a lo que las farmacéuticas y Covax decidan en silencio?

Creo que se puede hacer presión desde la sociedad civil y desde los gobiernos para que ellos a su vez presionen a Covax y a las farmacéuticas. Países como Francia y Holanda ya han tenido esa estrategia diplomática de oponerse a que las empresas sean dueñas de las vacunas y que haya ánimo de lucro. Francia, que tiene a la farmacéutica Sanofi que produce vacunas, se opuso, incluso cuando las ganancias de las farmacéuticas pueden ser también ganancias para el país por la generación de empleos y el pago de impuestos. Aún así, Francia dijo no, que este no es el momento de Sanofi.

Tiene que ser una movida de gobierno y una movida conjunta entre gobiernos. Colombia no se ha querido sumar y mi conjetura es que lo ha hecho muy presionado por Estados Unidos que no ha apoyado esa postura ni ahora ni antes. La actitud de Trump es una actitud mafiosa, de quien tiene plata y le apuesta a todas las opciones, le dice a sus ciudadanos que no se preocupen y anuncia que ya compró con Pfizer. Trump no tiene una actitud solidaria ni quiere que haya ningún cuestionamiento a la propiedad intelectual. Quiere que todo el status quo se proteja. Y Colombia, al tener una agenda internacional alineada a la estadounidense, básicamente se afilia a lo que hagan los gringos. 

 

¿En qué va Colombia en toda esta carrera? ¿Ha hecho acuerdos con farmacéuticas?

Lo que sabemos es lo que dijo el Ministro de Salud hace unas semanas en un comunicado de prensa: que ya habían firmado dos acuerdos de confidencialidad directamente con AstraZeneca y con Pfizer, que son acuerdos para la compra de la vacuna, o sea para negociar los precios, las cantidades y las condiciones de distribución.

Esa confidencialidad es problemática. Es una confidencialidad que la industria pide y que en muchos países se puede tener, pero no creo que en Colombia sea legal, mucho menos para firmar un acuerdo. Nuestras conjeturas, con las personas que discutimos estos temas, es que tal vez esos acuerdos tengan condiciones de enrolamiento de pacientes en los ensayos clínicos. Eso no lo sabemos, pero han salido otros funcionarios del ministerio que han sido ambiguos en el tema. En este momento América, que es el foco de la pandemia, es el escenario ideal para hacer los estudios de fase III. Entonces es lógico que haya un interés de las empresas de que gente de acá se enrole en los ensayos clínicos. 

Eso está bien. Lo que no está bien es que la empresa le diga a un gobierno –y esto es lo que especulamos porque acá tampoco hay transparencia–, que si le garantiza pacientes enrolados y le facilita los trámites y le aprueba protocolos en el Invima, le da prioridad al acceso a las dosis.

 

¿Cuál es el peor escenario que podría resultar de esa confidencialidad a la que se comprometió Colombia con las farmacéuticas?

El peor escenario es que las pruebas fallen y nunca nos lo digan y nos muestren solo los buenos resultados. Eso ha pasado antes. En la pandemia pasada, la de la H1N1 pasó exactamente eso con un medicamento: deliberadamente mantuvieron ocultos los ensayos clínicos en los que les fue mal. La información que presentaron era de una eficacia más alta a la que realmente tenía el medicamento.

En cuanto a las pruebas con pacientes, no hay riesgo de que usen gente para ensayos sin su consentimiento, porque el Invima tiene un protocolo claro y todo tiene que aprobarse, también los comités de ética de hospitales. Eso está regulado. A no ser –y esto también son especulaciones–, que la negociación con las farmacéuticas incluya hacer cambios normativos para flexibilizar las normas. Eso no sería raro porque desde que empezó este gobierno el gremio de los laboratorios ha tenido una agenda para que se faciliten los trámites para la investigación clínica en Colombia.

No está mal que el Invima ayude o dé prioridad a los trámites de estos ensayos clínicos, lo que está mal es que solo las empresas grandes tengan esa capacidad de presión y que, mientras tanto, el gobierno no facilite otro tipo de tratamientos que se están adelantando en Colombia por parte de universidades o institutos de investigación nacionales.

 

¿En Colombia se podría producir la vacuna?

El Gobierno ya descartó completamente que aquí haya ninguna posibilidad de producción local de vacuna. Pero eso está por verse, yo no creo que eso se pueda decir tan fácil. El Instituto Nacional de Salud hace productos biológicos, ha hecho sueros antiofídicos, así que sí hay cierta capacidad que puede aprovecharse.

Pero el sector privado no lo puede hacer sin ayuda, requiere una política pública fuerte. Además se puede hacer en paralelo a todo lo otro, a las negociaciones y compras. Esta sería una oportunidad para que Colombia usara esta pandemia para generar capacidades e irse independizando, porque el problema en este momento es que se hace lo que Pfizer diga y por eso estamos de las pelotas, amarrados a lo que pida la industria. Muchos dicen, además, que esta no es la última pandemia, que esto va a durar. Pero el gobierno ya decidió que esa no era una opción y la descartó, no entendemos muy bien por qué.

 

¿Es decir, Colombia ya descartó Covax?

No, lo otro que dice el comunicado de prensa es que también están trabajando con Covax. Efectivamente, Colombia ya firmó con ellos, pero la firma es una manifestación de intención. Es decir que, como muchos países, Colombia simplemente dijo “me interesa Covax”. Faltaría firmar el acuerdo formal con Covax y pagar a finales de agosto. Ahí se confirmaría si Colombia sigue o no con Covax.

 

Y la pregunta del millón: ¿sí es posible que haya vacuna en octubre?

Pues, ¿es posible que para entonces haya un producto? Sí. Ahora, que sea un producto seguro y eficaz, no sabemos.

Lo que yo he oído es que hay empresas que están haciendo los estudios fase III y al mismo tiempo están produciendo la vacuna. Eso es arriesgadísimo porque le están apostando a que les va a ir súper bien en los ensayos. Y si no les va bien, mi lógica me dice que de cualquier forma esas vacunas las van a tratar de vender incluso si tienen baja eficacia.

Para que una vacuna sirva de algo tiene que tener mínimo una eficacia del 70 % o 75 %, si la vacuna tiene una eficacia de solo el 50 % en realidad se considera un fracaso. Creo que, con lo que están haciendo, es probable que las farmacéuticas digan: “tenemos estas vacunas que solo tienen el 40 % de eficacia, es mejor que nada, cómprenla”. Y va a haber países que van a aceptar. 

Lo otro que me da la corazonada de que van a vender las vacunas de baja eficacia es que ya se ha publicado que AstraZeneca, y me imagino que otras empresas, están pidiéndole a los países que las eximan de la responsabilidad por eventos adversos que puedan surgir en el futuro de las vacunas. Porque ellos saben que con la rapidez hay efectos que no van a poder detectar, para eso se necesita mucho tiempo.

Al final es una apuesta financiera que tiene un componente político porque muchos líderes están siendo juzgados por su capacidad para manejar y responder a la pandemia. Entonces al final la eficacia pasa a un segundo plano, lo que importa es tener la vacuna.

 

El panorama se siente bastante desesperanzador… 

Sí, yo lo siento desesperanzador. Y siento que no es algo de la pandemia, desde mucho antes hay una fe gigante en las soluciones tecnológicas para la salud: que salud es tener medicamentos, ventiladores, camas de hospital, vacunas. Y eso es en parte la salud, pero hay medidas sencillas que desde hace años sabemos que son efectivas. A veces tienes muchos más resultados si le pones a la gente un inodoro, agua potable y jabón.

En general las vacunas, más que los medicamentos, sí son intervenciones en salud pública efectivas. Pero me parece que si estas vacunas salen mal o tienen una eficacia muy baja puede ser muy peligroso.

Todos estamos esperando que salga la vacuna para volver a la normalidad, tenemos esa fe y eso presiona para que todo el proceso se acelere más. Pero con la aceleración los resultados son más inciertos y más caros.

No soy tan optimista, soy escéptica. Tenemos que esperar a ver qué sucede. Mientras tanto solo nos quedan las cosas sencillas: cuidarse, lavarse las manos, no estar con mucha gente y taparnos la boca.

 

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