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El mundo es esto que miro: vida y obra de María Mercedes Carranza

Presentamos este especial periodístico sobre una de las poetas y gestoras culturales más importantes del siglo XX en Colombia.

por

Santiago A. de Narváez

editor de 070


07.08.2024

A inicios de año, recién llegado a esta redacción, aterrizó en mi bandeja de entrada un texto.

Era uno de los muchos correos que un recién llegado recibe como bombardeo mientras se acomoda, entiende, respira y se acopla a un nuevo espacio. El correo pudo haber sido pasado por alto, como muchos otros en esas primeras semanas, pero no terminó en la papelera. Le di clic, abrí el archivo adjunto y empecé a leer. 

Se trataba de un texto inédito de la poeta María Mercedes Carranza que reposaba –reposa– en el Banco de Archivos Digitales de Artes en Colombia –BADAC–. Era la primera vez que me tropezaba con esas siglas –BADAC– y me empecé a enterar que allí reposaba –reposa– también, desde hace unos años, el archivo de María Mercedes Carranza y que sus oficinas quedan a dos balcones de la redacción de esta revista. 

El texto inédito se convirtió en el trampolín para saltar al mundo del Archivo Carranza en el BADAC y para conocer a los múltiples investigadores del semillero que desde hace años trabajan con ese archivo que dirige Jerónimo Pizarro, profesor del Departamento de Literatura de la Universidad de los Andes.

Un fondo que cuenta –me fui enterando yo– con fotografías, cartas, diarios, textos inéditos, libros de la propia María Mercedes Carranza y que abren numerosas líneas de investigación para quienes trabajan en su vida y obra. La vida y obra de una de las poetas y gestoras culturales más importantes del siglo XX en el país. 

Su vida está pegada a la historia política colombiana en las últimas décadas del siglo pasado. Fue periodista en la época del Frente Nacional, militó en el Nuevo Liberalismo, fundó y fue durante 17 años directora de la Casa de Poesía Silva en Bogotá, fue constituyente, defendió el derecho al aborto y peleó por la libertad de expresión y para que la información no fuera monopolizada por grandes corporaciones. 

Hasta su muerte, comentó la realidad política de este país. Y en su poesía utilizó ese material –el de lo real horroroso– para intentar darle forma a esta casa de espesas de paredes coloniales que “hace varios siglos que se viene abajo”. No hay sino que pensar en ese gesto ¿radical? ¿trágico? ¿cartográfico? ¿o cómo llamarle a eso? de agarrar un mapa de Colombia y clavar el índice en algún municipio con nombre de masacre, para luego escribir 24 Cantos de pura desolación y lenguaje. Y trazar una geografía de los años noventa en un país que hiede a muerto: El canto de las moscas.

Hay dos imágenes que se me vienen cuando pienso en su poesía. La mesa de una cocina con ventana a los cerros de Bogotá. Y un cajón, con un cuerpo olvidado, al que le va cayendo tierra encima. En esta combinación extraña de lo ordinario y lo terrible reside, me parece a mí, la potencia de la poesía de María Mercedes Carranza. Leerla es –como nos dijo su hija Melibea en una entrevista– descender a los infiernos “sin Dante ni ninguna compañía”. 

Carranza se suicidó una mañana de julio de 2003. El año pasado se cumplían 20 de su muerte y los homenajes previstos llegaron a finales del año, con la entrega oficial del archivo y la inauguración de la exposición: «María Mercedes Carranza, el oficio de vestirse» en la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de los Andes, curada por Melibea Garavito Carranza, Carolina Cerón, María JKuliana Vargas y el semillero de María Mercedes Carranza que lidera Jerónimo Pizarro. En junio de este año, la Biblioteca Nacional replicó esta exposición que va hasta septiembre.

En Cerosetenta nos queremos sumar al homenaje y por eso presentamos “El mundo es esto que miro: vida y obra de María Mercedes Carranza”, un especial cuya razón no es otra que motivar la lectura de la poesía de Carranza y provocar la curiosidad por su obra. 

En él encontrarán una cronología de su vida que sirva como hoja de ruta para quienes se acercan a ella por primera vez; textos sobre su faceta como periodista cultural; sobre su correspondencia; sobre la relación con la poesía de su padre, Eduardo Carranza; un texto sobre el archivo mismo; otro sobre su relación con la Casa de Poesía Silva; una entrevista con su hija Melibea; un texto inédito de Carranza de los años 80; un texto sobre su amigo, el poeta Darío Jaramillo Agudelo. Y otras cosas más. 

Este especial fue construido con mucho esfuerzo y entrega por varias personas. Quiero agradecer al BADAC, y especialmente a María Juliana Vargas y a Camilo Martínez. A Jerónimo Pizarro, y al Semillero de María Mercedes Carranza. A  Melibea Garavito Carranza y a David Augusto De Salvador cuya ayuda, al menos en la primera etapa de este especial, fue fundamental. 

No queda más que invitarlos a leer.

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Santiago A. de Narváez

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