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Duque y la mecánica naranja

A un año de balance, las escenas de desafío que propone el sector cultura a partir del relevo del Viceministro de Economía Naranja tienen que ver con la dificultad para incidir en las cifras de la economía nacional, la encrucijada con el Ministerio de las TIC, el desierto en legislaciones sobre contenidos y el versus innegable entre economía y cultura.


Ilustración: Camila Bolívar

Al posesionarse Iván Duque como presidente de Colombia dejó claro que las industrias creativas estarían en el centro de su agenda de gobierno. También, que el Viceministerio de Economía Naranja, que crearía dentro del de Cultura, sería el encargado de promover su proyecto consentido. Desde 1997, cuando el Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura) se convirtió en Ministerio, el nivel administrativo inmediatamente inferior al del líder de cartera ha sido trascendente, pero nunca tanto como ahora.

Este Viceministerio deberá aportar hacia 2022 el doble de lo que hoy aportan las industrias creativas al Producto Interno Bruto (PIB) del país. Duque propuso dejar de depender de los recursos que tarde o temprano se van a agotar y pensar en cambio que las artes visuales y el cine, la literatura, el turismo cultural y el desarrollo tecnológico, entre otros, son el nuevo petróleo. Orange is the new black. 

Cuando en 1997 ocurrió la transición de Colcultura, Gabriel García Márquez se opuso. Escribió que “Esta determinación no poco frívola potencia aún más el peligro de que el nuevo organismo sea en la práctica un ministerio de gobierno para la cultura, y no el órgano estatal representativo del inmenso poder creativo de la nación”. Han pasado 22 años desde entonces, pero luego de que en abril de este mismo año se hiciera oficial la creación del Viceministerio con el nombramiento de David Melo y lo reemplace ahora un amigo cercano al presidente, las preocupaciones de García Márquez parecen vigentes.

***

Después de estar una década en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Duque busca como primer mandatario que Colombia sea, en sus palabras, la gran potencia creativa de Latinoamérica. Para entender cómo, habría que leer el libro La Economía Naranja, una oportunidad infinita (2013) que escribió en coautoría con el economista Felipe Buitrago, entonces consultor de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad en el BID que Duque dirigía y desde hace un año su consejero presidencial para asuntos económicos, hasta el pasado 16 de agosto, pues Buitrago acaba de posesionarse como nuevo Viceministro de Creatividad y Economía Naranja.

Todo ocurrió en cierre de balance anual.

De acuerdo con el portal La Silla Vacía, la decisión del Gobierno se debió a “la molestia de Duque con el ritmo lento con el que va la economía naranja”. Una fuente que trabajó en el Ministerio y que pidió no ser nombrada, asegura que dentro del mismo, hasta hace muy poco tiempo, no era claro de qué iba el concepto naranja, pero que empezó a tener claridad la expectativa con la reciente intervención de Duque en la Cámara de Comercio, cuando puso como ejemplo la serie Narcos, de Netflix que, como dijo, facturó 14.000 noches de hotel.

La fuente, con un ejercicio superior a los cinco años dentro de la entidad, asegura que la creación del viceministerio de manera tan acelerada llevó a que no se hubiera hecho un análisis de la reestructuración que desde hace muchos años se sabía necesaria: “Había prisa por crearlo y se creó, y no sé cuál es la tarea no hecha para que se vaya David [Melo], ya que venía respaldado por un sector cultural que conoce muy bien”.

Melo sumaba tres períodos como funcionario público en el Ministerio de Cultura y antes de su cargo como viceministro, su desempeño en áreas de educación e investigación así como su énfasis en proyectos culturales, le permitían moverse como pez en el agua. El sector fílmico le reconoce particularmente pilotar la Ley de Cine aprobada en 2003 y sus resultados.

El escritor Alonso Sánchez Baute comenta que el saliente viceministro trabaja el tema de las industrias culturales desde finales de la década del siglo pasado, más o menos desde 1999, y que no es un novato. “Sabe cómo se mueve la industria naranja o industrias culturales. Y. aunque no le veo futuro a la economía naranja, creo que si alguien la hubiera podido sacar adelante, era Melo”, expresa.

Con esto coincide Octavio Arbeláez, Director de Artes del Ministerio recién creado, en los noventa, y entre muchas otras gestiones culturales ha sido fundador del Festival de Teatro de Manizales. Asegura que Melo tenía una interlocución con el sector del país, “lo que es muy importante, porque usualmente se construyen políticas públicas culturales desde las oficinas y escritorios de Bogotá”. Resalta incluso el paso de Melo por las regiones presentando el plan naranja.

El funcionario saliente dice que se va tranquilo. Él, también con experiencia como subdirector de Libro y Desarrollo del Cerlalc, deja un balance (véalo completo aquí) en el que consigna, entre otras cifras y presupuestos, que 21 agencias del Gobierno Nacional están articuladas para fortalecer la cultura y la creatividad, a través de cerca de 70 programas y 819 mil millones de inversión directa. Que la Economía Naranja ocupa más de 282 mil personas, lo que representa el 1,3 % del total de personas ocupadas en el país, entre otras. Lo que no es claro es cómo corroborar si esto representa un aumento con respecto a lo que había en la cartera o si puede ser interpretado como una línea de base, es decir, con lo que arranca una política.

Este es el thriller cultural a un año de gobierno Duque, una serie de desafíos que propone el sector en diálogo con suspenso por el afanoso relevo de liderazgo. Son los retos que Buitrago tiene a cargo ahora que ocupa un puesto ambicioso para la presidencia, con metas económicas, y que nunca antes habían sido fijadas en la historia. También, sobre los posibles cruces con otros ministerios, como por ejemplo con el de las TIC, ante la falta de legislación de contenidos. A pesar de la tendencia de la política bandera en relación con los derechos de autor, es necesario fortalecer el discurso.

Relevo urgente. La actual directora de artes del British Council, Sylvia Ospina, historiadora del arte de la Universidad Americana de París que lideró el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el Teatro Colón, considera que es una lástima que Melo haya salido: “Era una persona idónea para ese cargo por su marca de experiencia. La tarea que le encomendaron es titánica y adelantó mucho terreno en organizar al sector, en comprenderlo, en hacer los consejos naranja”.

Ospina cree que poner a andar la economía creativa como motor de Gobierno es una tarea que no está lista de un día para otro, a pesar de que Melo, en sus palabras, alcanzó a hacer una tarea loable. También comenta que Felipe Buitrago trabajó en la unidad de economía creativa del British, antes de entrar a trabajar en el BID, y que es la persona indicada para su relevo: “Tiene mucho sentido que si David sale, por el motivo que haya sido, y a pesar de que es una lástima porque es un muy buen representante del sector cultural, sea Felipe Buitrago quien lo reemplace porque tiene la confianza del Presidente y tiene muy claros los objetivos y los outcomes que él desea. Por el motivo que haya sido, si tiene que haber un reemplazo, quién mejor que Felipe”.

En cambio, para Clarisa Ruiz, quien fuera directora de artes en el Ministerio de Cultura y ex Secretaria de Cultura de Gustavo Petro, “es muy duro que el coequipero del Presidente sea el que tenga que ir a liderar y no haya confianza profesional para la formación de equipos”.

El British Council lleva trabajando el tema de economía e industria creativa con Colombia desde hace 19 años. De hecho, el primer país al que la institución le aportó en el tema fue a Colombia, a través del Ministerio de Cultura, cuando realizó el primer mapeo de industrias creativas nacionales encomendado a Buitrago. De acuerdo con Ospina, “con Colombia tienen una experiencia, una serie de casos trabajados juntos y confianza”.

Y, cuando eligen al presidente Duque y la política de economía creativa está entre sus prioridades, el British Council retoma y fortalece su programa con el fin de apoyar a este Gobierno en el desarrollo de esa política, de brindarle experticia y establecer contactos con especialistas británicos para ayudar a orientar a Colombia. En junio trajeron una delegación de doce representantes de tres sectores prioritarios para este Gobierno: cine, música y artes escénicas, como comenta Ospina, con el fin de identificar posibilidades de colaboración y aprendizaje y para diseñar una agenda junto con el Ministerio de Cultura, Cancillería, Presidencia y Procolombia que arroje unos resultados en materia de desarrollo en el corto y mediano plazo.

A Felipe Buitrago, que es más cercano al Presidente, “lo sacan de Palacio y lo ponen en el Ministerio, pero seguirá trabajando a su lado

Buitrago, que también pasó por el Observatorio Iberoamericano de Derecho de Autor (ODAI), aseguró que hasta no hacerse oficial la posesión, no era oportuno referirse a los planes en el Viceministerio: “Lo único que puedo decir es que es necesario esperar a que haya un nombramiento oficial, que no sé cuándo será, porque los tiempos del sector público están sujetos a trámites, papeleos y cosas que a veces se salen del control que uno no quisiera. Por el momento, lo que diga más allá de eso, es chisme”.

Buscamos a Trinidad Zaldívar, la Jefa de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad del BID y quien escribió el prólogo del libro del presidente y de Buitrago, para entender cuál es el ritmo prudente de la implementación de políticas de industrias creativas, si es un modelo de cultura que existe con el convencimiento de todos los sectores implicados o si se repliega como dominó. También para saber cómo Buitrago, desde su experticia, podría llegar a acelerar lo que se amerite. Zaldívar manifestó que de acuerdo con las políticas del Banco como organismo internacional, no se pronuncian sobre la actuación de funcionarios públicos en ejercicio.

Octavio Arbeláez, también reconocido por el Ministerio de Cultura de Francia como ‘Comendador de la Orden de las Artes y las Letras’ y con la Orden del Congreso de la República de Colombia en el grado de Caballero, no logra interpretar claramente esta movida, y se pregunta si el hecho de que entre alguien del círculo íntimo del presidente es darle una relevancia a la cultura que no ha tenido hasta ahora. Asimismo contempla que puede haber impaciencia por tener resultados tangibles sin antes permitir que el viceministro saliente consolidara su propuesta discursiva y de análisis del sector o no sabe si el hecho de poner una figura relevante dentro del esquema de poder actual, puede significar, como expresa, un jalonar en ejecuciones.

“Esperamos que alguna de las tres sea positiva. Esto es como decía Clinton a Bush padre: ‘Era la economía’. Quieren indicadores y resultados macro. Generación de empleo y crecimiento del PIB, pero eso no se va a dar si no hay una inversión pública importante que se necesita como aceite que mueva los engranajes de la economía naranja”.

Piensa Arbeláez que el panorama ideal es que todo el andamiaje jurídico que el Gobierno propuso a través del Plan de Desarrollo, se convierta en legislación para los incentivos fiscales, tributarios, con desgravaciones o deducciones notorias.

Piscina express. ¿Qué es lo que no se está haciendo de la economía naranja en concreto para que haya un cambio en su liderazgo? Para Ruiz, un movimiento de participación toma tiempo, entonces cree que “si lo que necesitan es una política pública express, así no funciona”. Según expresa, el Ministerio se debilita porque además de que no se le considera como el que maneja los contenidos nacionales en este gobierno, su presupuesto lo dice todo. “¿Cómo puede ser la economía naranja la cabeza importante de una política de primera para el gobernante, y que este disminuya la capacidad de hacer y fortalecer programas?”, se pregunta.

Se destacó como subdirectora del Festival Iberoamericano de Teatro, del Teatro Nacional, directora de la Casa del Teatro, de la Academia Superior de Artes de Bogotá (Asab), del Teatro Cristóbal Colón y como subgerente de Focine, y cree que Melo, un funcionario que como dice conocía del tema, deja en un momento de inicio lo que venía haciendo. En su lectura, a Buitrago, que es más cercano al Presidente, “lo sacan de Palacio y lo ponen en el Ministerio, pero seguirá trabajando a su lado”. En últimas, según manifiesta, pierde el proyecto del presidente porque antes tenía dos buenas cabezas y ahora no tiene sino una. “Ahí había un dueto con unos retos por responder y una buena dupla garantizando el norte. El balance es más bien una pérdida”, agrega.

El periodista Santiago Rivas, expresentador de Los puros criollos, un programa emitido por RTVC –y quien fue censurado por parte de este Gobierno– considera que, en general, hay una desavenencia básica entre los gobiernos de ultraderecha y las necesidades de las economías culturales. Desde esta posición, cree que lo que le dijo una fuente dentro del Ministerio parece claro: “Usted no puede hacer una piscina con un buldócer. Para hacerla, le toca meterse con la pala, abrir el hueco, instalar el acueducto, pero no es lo que están haciendo…”. Para él, el Gobierno quiere decir que el duquismo y no el uribismo también tiene algo para mostrar y lo que puede mostrar es la economía naranja.

“Que le pidan la renuncia a David Melo es una movida afanosa, es una medida que no necesariamente le va a traer réditos políticos y una de las personas con mayor goodwill del Gobierno era él. Dentro de lo que había para mostrar del trabajo de los ministerios, el de industrias culturales de Melo era de lo más notorio, a diferencia de lo que pasó con el trabajo de la Ministra”, comenta Rivas.

El Ministerio, según lo expuesto por la fuente anónima, no había tenido unos compromisos tan complejos hasta este momento como lo es incidir en las cifras de la economía nacional y, aunque siempre ha tenido un viceministerio, como expresa, ese papel nunca había sido tan visible, con tanta responsabilidad y temas específicos. “Los anteriores viceministros, que fueron muy buenos, no tenían un papel protagónico. Esta distinción y el conocimiento profundo de Melo por el sector, quizá generó desequilibrio o tensión con la Ministra Carmen Vásquez ”, como dice, y cree que la estructura se tiene que reacomodar para poder aceptar que existe un liderazgo muy fuerte.

Economía folclórica. Duque prometió que dejaría este Ministerio con el presupuesto más alto que ha tenido en la historia. Este presupuesto va en aumento desde 2016 hasta hoy, representando un 10 % que pasa por un valor de inversión y funcionamiento de 315.977 millones de pesos a 355.204 millones, respectivamente. Sin embargo, lo que parece más progresivo es que los bienes y servicios creativos deberán aportar en tres años el 6 % al PIB del país, cuando ahora no sobrepasa el 3,5 %.

¿Qué es la economía naranja, qué es lo que se espera de ella? Hasta donde ha leído Clarisa Ruíz, es ese el argumento del presidente para crear una transversalidad entre ministerios y una serie de entidades. Concretamente, las mismas que integran el Consejo Nacional de la Economía Naranja que funciona como asesor y consultivo del Gobierno. Son los ministerios de Interior; Hacienda y Crédito Público; Trabajo; Comercio, Industria y Turismo; Educación Nacional; de Tecnologías de la Información y Comunicaciones y Cultura. También el titular del Departamento Nacional de Planeación (DNP); el del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE); la dirección del SENA y de la Dirección Nacional de Derecho de Autor (DNDA). Por último, el Presidente de la Financiera de Desarrollo Territorial (FINDETER).

A Ruiz le parece de partida bastante incierto el manejo de esos consejos tan grandes donde todos tienen alguna responsabilidad pero, en resumidas cuentas, donde esa articulación se hace siempre muy difícil. Pone como ejemplos las políticas no solo del sector cultural, sino las de desarrollo social o acción social, donde muchas instituciones debían trabajar juntas y no es claro lo cofinanciado por tantas entidades para encarnar la política pública, en sus términos.

La otra cara de la moneda de la que quiere dar cuenta la exsecretaria, es que realmente le preocupa que la política naranja parece tener una visión folclorista de la economía, privilegiando festivales, ferias y eventos culturales a la intemperie, en los que se meten hasta en temas de religiosidad, como dice, “cuando en la constitución sabemos que somos un país laico”.

A Arbeláez, por su parte, también le preocupa que el presupuesto no haya crecido porque para él, “si somos consecuentes, debe incrementar exponencialmente dado que permanecer con unos recursos tan limitados, va a limitar la acción misma del Ministerio”, sobre todo, como expresa, “cuando estamos hablando de fenómenos económicos como la devaluación y la inflación, que hacen que en realidad la pérdida de poder adquisitivo de los recursos que asigna el Ministerio sea muy alta”. Asegura que deben por lo menos duplicarlo, pero destaca que la transversalidad propone como política pública justamente la economía y la cultura juntas, y lo considera interesante desde el punto de vista de alcanzar un estatus de política de Estado.

Pero para otros existe el riesgo de que el concepto de economía esté pisando al de cultura por lo que todo dependerá de cómo se equilibren las cargas dentro del Ministerio y el Gobierno, tal como expresa la fuente anónima, para que unos pesos no anulen otros. Y cree lo fundamental es defender todo lo que tenga que ver con la creación, la formación artística y la gestión cultural, por encima de que sea o no sea rentable.

Aunque ven con buenos ojos que otras instituciones del Gobierno se interesen por los temas culturales, incluso las que manejan bolsa, no descartan la necesidad de un discurso más sólido desde lo cultural para que deje de existir su versus con la economía.

Arte Ingreso Seguro. Cuando Cerosetenta conversó con Melo, justo después de la creación del Viceministerio, dijo que la propuesta de Economía Naranja buscaba que la industria creativa colombiana pudiera competir con la industria internacional, pero advirtió que “la gran amenaza próxima” podían ser la de las grandes plataformas OTT (over the top) como Netflix, HBO, AMAZON. Las mismas que se benefician con la nueva Ley TIC por no tener regulación de ningún tipo.

Lo cierto es que el reto del exviceministro también parecía opuesto al plan del Ministerio de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Su más reciente proyecto promovido por la Ministra Sylvia Constain busca el otorgamiento de permisos para la utilización del espectro hasta por 20 años; la creación de un ente regulador moderno e independiente –constituido por dos salas de decisión que resolverán temas de manera separada, suprimiendo la actual Autoridad Nacional de Televisión (ANTV)– y, por último, “el fortalecimiento de la televisión pública colombiana”, pues les otorgaría nuevos recursos no sólo para mejorar su gestión administrativa, como dicen, sino también para ampliar la generación de contenidos de calidad, especialmente los producidos desde las regiones.

En Colombia quieren imponer a como dé lugar el concepto de economía naranja, sin tener en cuenta que las TIC no existen sin contenido, ni sin soberanía cultural

Preocupa, entre otras cosas, que si la economía naranja no respalda con vehemencia a las empresas y sobre todo a los creadores locales, y en cambio beneficia a actores foráneos en lugar de estimular la producción de contenidos propios, en palabras de Melo, “los colombianos podrían terminar consumiendo masivamente cultura en las grandes plataformas únicamente”. Dice Ruiz que entendió que él estaba trabajando en temas de legislación y en ese sentido habría que seguir buscando estrategias que modulen un poco para que la gran cantidad de contenidos que consumimos, “no sean los producidos por las mismas tres naciones”. Y es un punto álgido para ella porque también integra temas en creación que tienen que ver con la investigación, la ciencia y la biodiversidad.

Duque y Buitrago expresan en su libro no obstante, que la economía naranja es aquella “cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual más que por su valor de uso”.

Pero Rivas es la cara visible de un proceso que adelanta junto a la Fundación Karisma, la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y la Comisión Colombiana de Juristas. Se trata de la interposición de una demanda a la Ley TIC por inconstitucionalidad al considerar que lo que promueve, pone en riesgo derechos como la libertad de expresión y la pluralidad de contenidos en los medios públicos, entre otros.

Dice, como los demás, que hacer una política pública es un trabajo lento, que requiere de una construcción de discurso y para que eso salga bien, tiene que hacerse con tranquilidad, sobre todo si lo que se quieren es darle herramientas a la gente que está creando y no enganchar los negocios de los grandes capitales que son, en sus palabras, precisamente parte de lo que hace la Ley TIC: “Si la idea es hacerlo así, la economía naranja se va a volver el agro ingreso seguro de las artes, van a coger la plata de la creatividad y se la van a dar a los grandes industriales de la creatividad, que son un montón de empresarios, abogados, publicistas, jefes de prensa de disqueras y editoriales grandes y con eso van a pretender que se haga ‘autosostenible’, pero no es otra cosa que reforzar el negocio de los intermediarios”.

El ejemplo de países como México, que según Ruiz tienen una inversión nada débil en incubadoras y desarrollos, no es bajo tampoco en formación e incentivos que no necesariamente van a la gran industria, “como la de los cafeteros, por ejemplo, o la de las aerolíneas y hoteles” sino que son destinados al sector cultura y deporte. Para ella seguimos sin documentos, a punta de power point y con una vaga idea de lo que será la política de economía naranja, “pero correrle a eso va a dejar en la gente la sensación de que no sirve y de que no es de nadie. Estamos dilapidando nuestra diversidad natural y también nuestra diversidad cultural, que es nuestro mayor capital”, como concluye.

Tecnoutopía. Los contenidos no pueden dejar de ser foco de legislación. Según el académico y analista de medios Omar Rincón, el Gobierno no quiere crear soberanía cultural en la producción de contenidos, tampoco crear identidad local; “quieren generar negocios y lo que ven en la cultura y la tecnología es eso. Entran en contradicciones porque el mundo entero demuestra que para tener negocios culturales, hay que tener una soberanía identitaria con contenidos, crear mecanismos  e incentivos para la producción local, establecer reglas para que las plataformas tengan mínimos de contenidos nacionales”. El crítico cree que una economía creativa o naranja funciona muy bien si, por ejemplo, le dicen a Netflix que el 10 % de sus contenidos tienen que ser hechos en Colombia, “pero MinTIC no quiere nada de eso porque no quiere cobrarle ni siquiera impuestos”, dice Rincón, “su deseo es el de privilegiar la tecnología y generar empleo por encima de todas las cosas”.

Ni en cultura se entiende muy bien el asunto de las TIC, ni en las TIC se entiende muy bien el asunto de cultura. Así es como también lo explica Rivas, quien insiste que La Ley TIC se hizo con el fin de favorecer a grandes capitales. “Es una ley hecha a la medida de Carlos Slim”. Lo que ve muy complicado es que el Ministerio que maneja la Ley de cine, termine metido en el Ministerio que maneja la Ley de las TIC, tal como está. “Reiterar que si eso pasa, se va a volver el modelo de arte ingreso seguro que obviamente lo hace un modelo más coherente con los planteamientos y pensamientos económicos del uribismo, pero que de ninguna manera está contribuyendo a un cambio sostenible para las industrias creativas”.

Lo que pasa entre el de Cultura y el de TIC, según explica, es que este último es un Ministerio que combina lo técnico con lo misional pero que normalmente se centra más en lo técnico, “por eso el diseño del proyecto de Ley es tan enfocado en la tirada de cables, en la contratación de ingenieros y tan poco en el contenido y, aunque dijeron que iban a hacer la ‘comisión de los contenidos’ que nunca solucionaba lo estructural, es justo lo que hace que haya problemas e interferencias”. El antropólogo y presentador propone  preguntarse por qué el Ministerio de Cultura nunca emitió un concepto favorable con respecto a la Ley TIC, pero tampoco lo contrario. “Además, porque absorber gestiones del Ministerio de Cultura involucra grandes negocios como hoteles y aerolíneas, pero también pequeños como teatro y artesanos que requieren de un diseño de gremios que de ninguna manera el MinTIC parece comprender”.

Para Sylvia Ospina, quien también trabajó en la Comisión Nacional de Televisión, habría que estudiar más la nueva Ley del Ministerio TIC para que no haya conflicto,“hace falta un poco más de estudio y mirarlo con más detenimiento –como dice– y ambos sectores deberían revisar con más atención para que no se pisen las mangueras”. Corrobora que al MinTIC le interesa el tema de contenidos que siempre ha sido del Ministerio de Cultura, pero no entiende por qué el debate no logra cobrar fuerza.

El concepto de economía creativa en el mundo fracasó hace rato, según determina Omar Rincón y “en Colombia se quiere imponer a como dé lugar, sin tener en cuenta que las TIC, en sí mismas, no existen sin contenido”. Para el analista crear emprendimientos como Rappi, como modelo de solución, no es una cosa muy rentable ni muy viable. De alguna manera, para él, el sector tecnológico empresarial triunfó sobre el concepto de ciudadanía cultural, que es lo que defiende el Ministerio de Cultura.  “Estamos ante la desaparición de la producción de la identidad simbólica del país. Esto es la derrota de la cultura y el triunfo de las TIC como creación de emprendedurismo automático. Triunfa la tecnoutopía y pierde la cultura nacional”, concluye el analista.

Cierto es que varias de las ministras de cultura que han ocupado la cartera no provenían del sector cultura, “y han hecho una buena labor”, como reconoce Arbeláez, pero le parece paradójico el hecho de que a ninguno del sector cultural lo nombrarían Ministro de Hacienda o de Salud para que aprenda en el camino.

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