Antes de apuntarle a Carolina Sanín, «Chompos y cursos ásperos Uniandes» desató un periodo acoso y matoneo en contra de Sol Fonseca. Su caso fue crucial en la manera en que la Universidad de los Andes se aproxima al acoso y al matoneo.
por
Maria Alejandra Victorino
18.11.2016
El pasado 17 de agosto la Universidad de los Andes publicó el Protocolo de Atención de casos de Maltrato, Acoso, Amenaza y Discriminación (MAAD). A pesar de su reciente publicación, el protocolo ya fue activado por el caso de Sol Ángel Fonseca, una estudiante de primer semestre que, a mediados de este año, fue víctima de acoso por parte de miembros del grupo “Cursos y Chompos ásperos Uniandes.”
Lo que empezó como un chiste al interior de la red se convirtió en acoso y matoneo contra Sol Fonseca. Memes y burlas se hicieron virales en el grupo de Facebook. Luego el horario de clases de la estudiante fue publicado y, según comenta Sofía Echeverry, miembro de PACA (Pares de Acompañamiento Contra el Acoso) que estuvo al tanto del caso, otros estudiantes la seguían al salón. Pero antes de llegar a Sol, hay que pasar por los hermanos Lanz, víctimas del antecedente de abuso que puso a andar la creación del protocolo.
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El caso impactó medios locales y nacionales. Según Margarita Gómez, encargada de la Ombdusperson —instancia para la solución de conflictos al interior de la comunidad Uniandina— el caso de los hermanos Lanz encendió la alarma para trabajar en el protocolo que diferentes entidades de la universidad ya habían planteado como una necesidad. Sebastián y Alejandro Lanz, activistas de la comunidad LGBTI y egresados de la universidad, fueron amenazados por otro miembro de la comunidad Uniandina a través de Grindr (aplicación para propiciar encuentros de parejas del mismo sexo).
Cuenta Gómez que fue una situación sin precedentes pues, aunque involucraba a miembros de la institución, trascendía las fronteras físicas del campus. A raíz de esto, la universidad dio la respuesta al caso poniendo a disposición de los afectados el esquema de seguridad de la Universidad y sus servicios de acompañamiento y apoyo. Sin embargo, los hermanos Lanz afirmaron al periódico El Tiempo que “denunciaron los hechos ante la universidad, pero que no habían sido escuchados ni se habían tomado medidas”.
Después de lo ocurrido en agosto del 2015 con los hermanos Lanz se consolidó un equipo para la creación del protocolo, un trabajo de la Decanatura de estudiantes, la Ombudsperson, el Vicerrector de Egresados y Desarrollo, Eduardo Behrentz, varios grupos de estudiantes, funcionarios y profesores. Un año después se aprobó y publicó el Protocolo MAAD. A pocas semanas de entrar en vigencia fue necesaria su activación para atender el caso de Sol.
Sus amigos no estaban dispuestos a dejarla sola después de que un miembro del grupo posteara que “patearía” a Sol si su post llegaba a 500 likes
El grupo privado de Facebook “Cursos y Chompos ásperos Uniandes” se llenó de memes contra Sol Ángel Fonseca. La campaña de abuso contra la estudiante fue denunciada en la revista Vice. Se trataba de una estudiante de primer semestre que se hizo “famosa” por sus campañas de Crowdfunding para estudiar en la Universidad de Arizona y un video en el que le exigía a la exministra de educación, Gina Parody, que se le demostrara que “Ser pilo sí paga”. Finalmente Sol ingresó becada este año a Los Andes. Casi inmediatamente empezó el matoneo por parte de los miembros de “Cursos y Chompos ásperos Uniandes.” Este grupo ya había tenido un precedente: la revista Semana había denunciado que el contenido de su página de Facebook reflejaba el “machismo y sexismo al interior de la universidad”.
Además de los memes y las burlas, estudiantes cercanos a ella comentan que sus amigos no estaban dispuestos a dejarla sola después de que un miembro del grupo posteara que “patearía” a Sol si su post llegaba a 500 likes. Es por esto que, después de un tiempo, el Consejo Estudiantil recibió el caso y procedió a seguir la ruta establecida por el protocolo. Se le brindó asistencia a Sol desde Ombdusperson y se garantizó la protección de la estudiante al interior y alrededores del campus.
Como primera medida preventiva, el 24 de agosto el Comité MAAD y el Consejo estudiantil publicaron un comunicado a través de Facebook donde se reiteró que una de sus responsabilidades de la Universidad “es prevenir, sancionar y rechazar toda forma de amenaza, acoso, matoneo, maltrato o discriminación en contra de cualquier miembro de su comunidad universitaria.” (vea el comunicado aquí). Consecuente con ello, se abrieron procesos disciplinarios a personas que estuvieron directamente implicadas con el maltrato a la estudiante, asegura Eduardo Behrentz. Sol, por su parte, no ha dado ninguna declaración en los medios y se ha mantenido al margen de los comentarios del grupo.
Los avances y lo que falta
El protocolo permitió establecer de manera clara las rutas que un miembro de la comunidad debe seguir en caso de ser víctima de maltrato, acoso, amenaza o discriminación. Esto permite brindar atención inmediata al afectado y tomar acciones preventivas. “Somos pioneros en tener una figura como Ombdusperson y también los somos en tener un protocolo para este tipo de situaciones”, afirmó Margarita Gómez. La creación del protocolo responde a uno de los ejes estratégicos del Plan de Desarrollo Institucional (2016-2020), donde “la difusión y práctica de valores de respeto a la dignidad humana y a la diversidad”, son una de las prioridades para la institución, afirma Behrentz.
Para Isabel Cristina Jaramillo, profesora de la Facultad de Derecho, especialista en perspectiva de género y discriminación, el protocolo aterriza en el papel las herramientas que ya existían y que históricamente habían sido insuficientes. En otras palabras, la apuesta se enfoca principalmente en la divulgación de las rutas anteriormente establecidas. Le preocupa especialmente la capacitación de los encargados de atender los casos. En su larga experiencia como consultora de instituciones de educación superior en el manejo de acoso y abuso, Jaramillo afirma que este es un factor que influye directamente en el éxito de los casos y la efectividad de las denuncias.
Para Sofía Echeverry, miembro de PACA, el gran reto es difundir y sobre todo educar acerca de lo que es el acoso y sus diferentes dimensiones. “Si hablamos de fraude en el ascensor, también deberíamos hablar de acoso”. La cultura sexista, los comentarios machistas, entre otros, son comportamientos que son socialmente aceptables y no son normales, menos lo son en el entorno educativo. Acoso no es sólo sexual, tiene múltiples manifestaciones. Una de ellas es evidente en la manera en que atacaron a Sol.
Uno de los puntos más controversiales del protocolo es la sanción de manifestaciones de MAAD en las redes sociales. Ante la gran oferta de medios electrónicos que tenemos a nuestra disposición, la Universidad no puede desligarse de lo que sucede en estas plataformas que muchas veces llevan el nombre de la institución. El hecho de que la Universidad no cierre su campus a la planta física es un gran avance. Mediante el comunicado difundido por las redes sociales de la institución se deja en claro que el “maltrato por la red, puede acarrear sanciones disciplinarias y penales”. Consecuente con esta medida el pasado 19 de octubre se llevo a cabo un panel donde invitados como Sandra Cortesi, directora de The Youth and Media de Harvard University, exploraron sobre el alcance de las instituciones educativas en la Conducta de los estudiantes en redes sociales digitales.
Como lo menciona Natalia Camacho, asistente de la Ombdusperson, el protocolo es una herramienta abierta y flexible que es su primera versión está arrojando buenos resultados y que deberá saber afrontar los próximos retos que se puedan presentar en el futuro.
*María Alejandra Victorino es estudiante de Ingeniería Industrial con Opción en periodismo. Esta nota se realizó en el marco de la clase Sala de redacción.