[Entrega en video]. El cine en Colombia ha llegado a lugares donde el Estado aún sigue ausente.
Ha sido una patria amplia en la que cabemos todos y todas: liberales, comunistas, fascistas, socialistas, católicos o sociedades de semáforo. También, afrocaribeños, indígenas, habitantes de calle o “chichiguas”, niños invisibles y hasta vendedoras de rosas.
Colombia pasó de ser un desierto con algunos cactus fílmicos para convertirse en un oasis latinoaméricano de producción cinematográfica. Pasó de tener 1 película en 1997 a estrenar casi 50 en 2019. ¿Y cómo lo logró? No solo agarrando pueblo.
El gran impulso del cine tiene una razón de ser: son las Leyes 814 de 2003 y 1556 de 2012. Las mismas que este Gobierno dinamita con la Reforma Tributaria. El Gobierno Nacional pretendía derogar partes esenciales de esas leyes y el sector audiovisual lanzó su grito de auxilio:
#SOSCineColombiano
El Ministro Felipe Buitrago prometió recientemente no tocar los artículos en cuestión, aseguró que todavía deben esperar cómo quedará el texto final de la misma que ellos llaman Ley de Solidaridad Sostenible.
Corramos la cinta
La Ley 814 nació para que el cine cuente con una bolsa autónoma de recursos alimentada por los mismos sectores de su industria. Con esta se creó, además, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC), la instancia de financiación del cine en Colombia.
Y antes de contar el rollo completo, rebobinemos:
El Fondo funciona como un banco que recauda dinero a través de los pagos que hacen exhibidores, distribuidores y productores de cine nacionales y extranjeros en Colombia para redistribuir después en el cine. Eso, entre otras, permite que parte del porcentaje que se recoge en taquillas de salas de cine del país, se reinvierta en creadores nacionales. Es decir, en hacer más cine.
La otra Ley, la 1556, promueve el territorio colombiano y la actividad turística. Eso quiere decir que somos un “país estudio” en el que producciones internacionales usan nuestras locaciones para hacer cine y, al mismo tiempo, generar trabajo al sector.
El rollo
La Reforma propone en su borrador que desaparezca el actual modelo de financiación del cine a partir de 2024. Proimágenes es quien administra ese fondo. Y su directora, Claudia Triana, le dijo a Cerosetenta en 2020 que, con la pandemia, las cuentas ya estaban en rojo. Y si todo esto era desalentador, el panorama los deja sin aliento.
Pasa que no sólo desaparecerán los incentivos que existían para proyectar cortometrajes nacionales en salas de cine, sino se propone eliminar el descuento tributario del 35 % a los gastos en servicios audiovisuales y logísticos en el país. Eso hará que hacer cine en Colombia sea aún más caro.
Curiosamente, este había sido un estímulo para la industria en el Plan de Desarrollo de Duque aprobado en 2019 Y estaba estipulado para estar vigente hasta 2032. Eso significaba que cualquier producción extranjera que ocupara talento colombiano en el cine salía ganando, pero ya no.
Ahora, como por arte de dislexia, el gobierno quiere eliminar ese estímulo en 2023. Y los dineros del cine pasarían a ser manejados no por un fondo sino por el Gobierno y la voluntad política. Y podría pasar lo mismo con el contenido.
Por eso, siete ex Directores de Cinematografía del Ministerio de Cultura suscribieron una carta advirtiendo sobre el retroceso que trae la Reforma Tributaria para el Cine, la Cultura y la Democracia.
Para rematar, Netflix acaba de anunciar que abrirá oficinas en Bogotá y producirá mucho más contenido en Colombia.
Y debido a que el público se subió al internet, MUCHOS SE PREGUNTAN SI no es momento de que Netflix y sus pares, Apple, amazon y spotify empiecen a pagar impuestos cuando entran a competir con las productoras nacionales?
Por ahora, el rechazo del gremio a la reforma es masivo.
La cultura no es un paseo y la industria no dio lo mejor de sí para recibir lo peor de ustedes. Advierte que no quieren que se repita la del expresidente César Gaviria, que liquidó la Compañía Nacional de Fomento Cinematográfico – Focine. Hay cosas que no se pueden matar dos veces, menos cuando los servicios funerarios también terminaron con IVA.