China, el adulto en el cuarto La preponderancia de las potencias occidentales lleva varios años en declive. La crisis económica de 2008, el surgimiento de las nuevas ultraderechas, la pandemia de COVID-19, el berrinche arancelario de Trump y el genocidio en Palestina, entre otros acontecimientos, han debilitado la economía y la imagen de quienes, hasta hace poco, llevaban la batuta del mundo. En contraste, China se ha posicionado como un líder mundial más confiable que fomenta, en teoría, relaciones más horizontales y beneficiosas con los países del llamado Sur Global.
La preponderancia de las potencias occidentales lleva varios años en declive. La crisis económica de 2008, el surgimiento de las nuevas ultraderechas, la pandemia de COVID-19, el berrinche arancelario de Trump y el genocidio en Palestina, entre otros acontecimientos, han debilitado la economía y la imagen de quienes, hasta hace poco, llevaban la batuta del mundo. En contraste, China se ha posicionado como un líder mundial más confiable que fomenta, en teoría, relaciones más horizontales y beneficiosas con los países del llamado Sur Global.

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Durante el primer periodo presidencial de Trump, algunos medios en Estados Unidos utilizaron la expresión gringa the adult in the room para tranquilizar a su audiencia frente a lo que a todas luces era una presidencia descarriada.
Según muchos comentaristas políticos, las propuestas dementes del presidente iban a ser bloqueadas o por lo menos aterrizadas por funcionarios experimentados y cerebrales, como James Mattis, John Kelly o Rex Tillerson, por poner un ejemplo. La idea, básicamente, era que cualquier berrinche que tuviera el niño-presidente iba a ser contrarrestado, en las sombras, por unos adultos capacitados para gobernar.
Esta expresión es un tropo que hay que tratar con cuidado, porque durante años se ha usado para infantilizar a los movimientos sociales y políticos de izquierda y ambientalistas, al posicionar a los defensores del statu quo como expertos y a sus detractores como niños que no entienden el mundo real. Además, tampoco da en el punto, porque la adultez y la estupidez no son mutuamente excluyentes, y los adultos somos los que tenemos a la Tierra en tan deplorables condiciones. Sin embargo creo que, para efectos de este texto, el uso provocativo de la expresión puede ayudarnos a identificar fácilmente cómo nuestros “técnicos” y sus países de referencia no juegan el rol de los adultos en el cuarto, como les gustaría pensar de sí mismos, sino el de los niños o los locos a los que tanto critican.
Los niños
El advenimiento de China como potencia mundial y el desplome de la legitimidad de Estados Unidos como policía del mundo han puesto en aprietos a los expertos de ciertos gremios y centros de pensamiento en Colombia, que llevan décadas evangelizándonos en las mieles del neoliberalismo a la gringa y los peligros de superarlo. La firma del memorando de entendimiento para la entrada de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, entre Petro y el presidente chino, Xi Jinping, en efecto molestó a más de un gurú del neoliberalismo criollo. Personajes como Bruce McMaster, de la ANDI, y Jaime Alberto Cabal, de Fenalco, entre muchos otros, tildaron los acercamientos con China de peligrosos para la economía nacional, esgrimiendo argumentos que van desde las represalias que podría tomar Estados Unidos hasta el supuesto yugo al que otros países han sido sometidos por los préstamos chinos. Aparte de los argumentos económicos, en redes y en medios han circulado críticas a la violación de los derechos humanos de los Uigur por parte de China, así como generalizaciones simplistas acerca del sistema político del gigante asiático.
Trump, los liberales y la crisis perpetua

Donald Trump, un tipo abiertamente racista, criminal condenado y probado abusador de mujeres, será nuevamente y por segunda vez, presidente de Estados Unidos. Algunos, en el Atlántico Norte, están atónitos. Aquí, en el Sur, no estamos tan sorprendidos.
Click acá para verEn principio, dichas suspicacias tienen sentido, pero lo curioso –o mejor dicho, lo hipócrita– es que, mientras problematizan la situación de derechos humanos en China y nos alertan del malvado esquema detrás de sus inversiones en el mundo, convenientemente no se les pasan por la cabeza los trapitos sucios de sus amados referentes noratlánticos. Para nuestros “técnicos”, los gringos, los europeos y los israelíes no solo son los verdaderos adultos en el cuarto, sino que bajo su guía el mundo es un lugar mejor.
Lamento discernir.
Si hay algo que nos han demostrado Occidente e Israel en estos años, es que su modelo de desarrollo, así como el sistema geopolítico que defienden, está llevando al mundo a la ruina. En el marco de la guerra de Ucrania, Estados Unidos y Europa han contribuido a que el bloque occidental se acerque, cada vez más, a una confrontación a gran escala con Rusia, con posibles desenlaces nucleares. Las ayudas militares de Biden y Europa para Ucrania, así como el infructuoso intento de acercamiento con Rusia por parte de Trump, han demostrado que Occidente sufre de una peligrosa ceguera y una tendencia al wishful thinking, así como una falta de prospección en sus estrategias de relaciones internacionales. Por su lado, Rusia tampoco contribuye al desescalamiento, sobre todo si se tiene en cuenta la clara actitud dilatoria de Putin, que ha redoblado sus ataques en Ucrania para ejercer presión sobre el presidente gringo, al que ya no baja de “loco”.
Al mismo tiempo, el apoyo hasta hace poco irrestricto que las potencias occidentales le han prestado al genocidio que está perpetrando Israel en Palestina ha develado su doble estándar. Los adalides del orden mundial basado en reglas han ignorado sistemáticamente las reglas que ellos mismos instauraron. Las órdenes de captura proferidas por la Corte Penal Internacional en contra de varios dirigentes israelíes han sido reducidas a anécdotas de la masacre, mientras los líderes noratlánticos siguen llenándose la boca de retórica humanista para condenar los bombardeos rusos en zonas civiles de Ucrania.
Debido a la crisis energética europea y la nueva política de Drill baby drill en Estados Unidos, los adultos a los que nuestros expertos criollos acuden han decidido echar por la borda los pocos avances en política ambiental conjunta que se habían logrado, con la consciencia de que descarrilar esa agenda significa, básicamente, condenar al mundo a enfrentar las peores consecuencias del cambio climático. Bajo su sistema económico, nunca fue más cierta la frase que a veces se le atribuye a Jameson y otras a Zizek: “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”.
En el plano del comercio internacional, el berrinche arancelario de Trump, aunque haya reculado en ciertos aspectos, ya ha afectado a las clases trabajadoras en Estados Unidos y ha agudizado la incertidumbre en los mercados internacionales. A esto se suma la obvia desconfianza que ha creado en buena parte del mundo, lo que ha llevado a muchos gobiernos, entre ellos el colombiano, a buscar alternativas comerciales que prometan más estabilidad. Hasta sus lacayos europeos, coreanos y japoneses, tan temerosos de su jefe, han comenzado a reconsiderar su dependencia estratégica en términos militares y han tratado de normalizar sus relaciones comerciales con China.
Y ni hablar de los problemas sociales internos de las potencias atlánticas, los cuales tienen repercusiones en todo el mundo. Desde el surgimiento de la extrema derecha en Alemania, Francia, Italia y prácticamente todo el resto de Europa occidental, hasta las violaciones a los derechos de las mujeres y los migrantes en Estados Unidos que parecen sacados de The Handmaid’s Tale, estamos viendo cómo el llamado Norte Global se desmorona desde adentro.
El adulto
En contraste, China, no sin sus problemas, como las ya mencionadas violaciones a los derechos humanos y ciertas debilidades estructurales de su economía, se está planteando por lo menos como un socio comercial y político que logra entablar relaciones más horizontales con otros países, como lo señaló Petro en Pekín, sin apoyar golpes de Estado o plagar el mundo de bases militares. Así mismo, el gigante asiático, a diferencia de sus rivales, parece que sí está interesado en liderar una transición más rápida hacia las energías limpias, mediante inversiones ingentes en tecnología, tanto internamente como en otros países. Por otro lado, China siempre se ha opuesto al genocidio en Palestina y ha condenado el bloqueo estadounidense de los ceses al fuego propuestos en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Volviendo a nuestros expertos, es evidente que sus críticas al acercamiento con China no tienen que ver con una preocupación genuina por los derechos humanos o los destinos del mundo bajo esa nueva batuta. Más bien, su ideología –esa cosa de la que tanto se quejan cuando no es la propia–, así como su pleitesía a Estados Unidos, son el verdadero motivo de su condena a las movidas diplomáticas del gobierno Petro. Para ellos, es inconcebible que nuestro país deje de ser parte del patio trasero de los gringos, porque esto implica una afrenta a los intereses particulares de los más ricos de Colombia. ¿Cómo van a justificar las políticas de austeridad, si el FMI, el BM y el BID ya no va a ser los únicos entes financieros que nos provean de créditos? ¿Cómo van a mantener el control sobre los destinos de este país, si el nuevo hegemón no comulga con sus planes? ¿Cómo van a invocar el fantasma de las sanciones para bloquear cualquier avance social, si el SWIFT está destinado a ser desbancado?
Predigo que, como pasó con Venezuela, nuestros expertos y medios de comunicación van a comenzar a usar a China como comodín para cualquier crítica que se le haga a este gobierno, porque son incapaces de abrirse a las sanas incertidumbres del cambio. A ellos solo les gusta la certidumbre de nuestra actual relación colonial. Veremos cómo nuestros gurúes neoliberales, en contra del realismo y toda lógica geopolítica, van a seguir aferrados a un imperio en decadencia, haciendo todo lo posible para que olvidemos que, en un momento histórico en el que el mundo multipolar ya es una realidad, lo sensato es jugar a varias bandas.
Todo lo anterior, sin embargo, no significa que debamos abrirnos desprevenidamente a China. El adulto en el cuarto tiene un horizonte más claro que sus contrincantes y no se enfrasca en confrontaciones absurdas, pero sigue siendo una gran potencia que va a avanzar sus intereses, sin importar qué se le oponga. Por eso, es importante que nuestra relación, desde el principio, se cimente en la cooperación entre los dos países, el escrutinio permanente desde adentro y un gran esfuerzo por entender con quién estamos jugando el juego del mundo multipolar. Y, para eso, los berrinches ideológicos de nuestros sacrosantos expertos, que esencializan y oscurecen el debate, solo sirven de obstáculo. Ya es hora de superar la etapa del “mejor malo conocido que bueno por conocer”.