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Farmacéuticas
Las farmacéuticas nacionales y multinacionales producen medicamentos. Éstas necesitan maximizar las utilidades para generar ganancias para sus dueños e invierten en investigación para producir nuevos medicamentos. No se sabe bien cómo definen los precios y por qué esos precios varían de país en país. Lo que sí parece claro es que un medicamento es más caro cuando cumple tres características: la enfermedad que ataca es rara y severa; no hay tratamientos alternativos y el costo social y médico de tener gente enferma es muy alto.
En estos casos, los únicos que pueden pagar por ellos son los Estados. Los laboratorios negocian los precios de país en país y por eso, el presupuesto de un Estado define si su población tiene acceso o no a ciertos medicamentos. Es una puja, como dice La Silla Vacía, entre el legítimo derecho de las farmacéuticas de incrementar las utilidades para sus dueños, y el objetivo de los estados de gastar sus recursos limitados con eficiencia para mejorar la salud pública.
En medio de esa negociación, varias farmacéuticas se apoyan en otros actores para vender y ejercer presión sobre los Estados para que éstos les compren sus productos.
Pacientes:
El último eslabón de la cadena es el paciente que es quién los recibe y usa. Aunque casi siempre quién decide qué medicamento usar es el médico. El paciente adquiere los medicamentos de dos formas: individualmente, en farmacias o hospitales, o a través del Estado, porque están incluidos en el Plan Obligatorio de Salud, POS, y cuando no los incluye, los exige a través de la solicitud de un médico especialista o vía tutela.
En ocasiones, las farmacéuticas se apoyan en asociaciones de pacientes (sobre todo de enfermedades raras o complejas como el cáncer) para ejercer presión sobre los estados para que éstos les compren sus productos. Esto se puede hacer por dos vías. Uno, las empoderan a través de donaciones que financian su trabajo. Afidro, el gremio de las multinacionales, gastó 3.379 millones de pesos en 2016 en aportes a 21 asociaciones de pacientes. Y dos, hacen aportes no económicos como apoyar a pacientes para que sus casos se hagan públicos en medios de comunicación, como se ha documentado en otros países, lo que genera presión al Estado a través de la opinión pública. Algo similar pasa con las tutelas. Los laboratorios promueven capacitaciones para que pacientes usen la tutela para exigirle al Estado que compre los medicamentos que no están incluidos en el POS. Así, además, impulsa la demanda por estas medicinas.
Médicos
Los médicos recetan los medicamentos pensando en generar el mayor beneficio para el paciente. Sin embargo, muchas veces los médicos también son una herramienta de presión de las Farmacéuticas. No son todos. De hecho, Oscar Andia, director del Observatorio de Medicamentos de la Federación Médica Colombiana, calculó que son un 5 por ciento. El resto, dice, “tienen una ética impecable”.
Los que sí logran ‘seducir’ para que receten sus medicamentos reciben a cambio múltiples beneficios. Desde artículos de oficina y cenas (la mayoría de los casos) hasta pagos por dictar conferencias. Otros, pocos, reciben puntos acumulables que después pueden cobrar por electrodomésticos, pagos a terceros y pagos directos.
Aunque no hay datos para Colombia, Open Payments, que transparenta los pagos de las farmacéuticas a los médicos en Estados Unidos, muestra que en 2015 el 48% de los médicos recibió $2.4 billones de dólares de la industria. Algunas investigaciones muestran que cuando los hospitales limitan las interacciones entre médicos y farmacéuticas -por ejemplo limitando la visita médica- las prescripciones de los médicos cambian. Incluso, aumentan las prescripciones de genéricos sobre medicamentos de marca.
Embajadas
Los otros interesados en el mercado de medicamentos son los países de origen de las casa farmacéuticas. Esos países buscan garantizar las ganancias de sus compañías que en últimas repercute en el crecimiento económico. Es por eso que otra vía mediante la cual las farmacéuticas, sobre todo las multinacionales, ejercen presión a los estados es a través de la diplomacia. Es decir, las embajadas y organismos multilaterales como la OECD, el club de países ricos al que Colombia entró en mayo de este año. A través de cartas y reuniones, estas entidades han ejercido presión para que el Gobierno modere o cambie medidas que ha adoptado y que afectan los intereses de empresas de sus países.
Operadores logísticos
Los ‘operadores logísticos’ son empresas –las más grandes en Colombia son Cruz Verde y Audifarma– que le compran al por mayor los medicamentos a los laboratorios y luego, los venden o distribuyen a las farmacias, hospitales y clínicas. Estas empresas incurren en costos como la negociación, compra, transporte, entrega, y a veces supervisión del consumo de medicamentos. A cambio de estos servicios ellos se quedan con un margen que incrementa el costo de los medicamentos que gestionan.
Hospitales y Clínicas
Una vez los medicamentos llegan a los hospitales y clínicas, que en el sector salud se llaman IPS (instituciones prestadoras de salud), su valor aumenta un poco más. La razón, como explicaron en cartas que envió la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas, ACHC (el gremio que agrupa a las IPS más poderosas del país como la Fundación Santa Fe en Bogotá de donde viene el actual Ministro de Salud) al Gobierno cuando se estaba definiendo el decreto para regular los precios es que “las IPS no realizan una simple aplicación de medicamentos o suministro de insumos sino que tienen un servicio de atención con el concurso de expertos que intervienen en la formulación, adquisición, conservación, transformación, adecuación y suministro”. Además, como lo expresó en una carta en 2014 la Fundación Colombiana de Cancerología Clínica Vida, en el caso de las IPS especializadas en oncología, “la sostenibilidad de las unidades oncológicas depende en un 65% de los ingresos generados por los medicamentos”.
En últimas, como explica la profesora Tatiana Andia, las IPS incrementan los costos no solo para acondicionar y dispensar los medicamentos sino para tener liquidez para pagar los servicios que prestan. Esto se debe en parte a que las tarifas hospitalarias en Colombia son bajas y a que los pagos de algunas EPS se demoran mucho. Entonces, los sobre costos de medicamentos se convierten en una especie de ‘colchón’ para financiar su operación.
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