Apuntes mínimos sobre El destierro y la industria

En Bogotá se están promoviendo eventos y talleres en los que se pueda explorar a fondo el género del guión cinematográfico, analizar sus particularidades y construir una comunidad que entienda el lenguaje cinematográfico desde el papel y lo guíe hasta la creación de imágenes.

por

Daniel Zorrilla


08.07.2019

El guión de las películas se esconde tras la cámara. Muchas veces se piensa que el guión es sólo la construcción de los diálogos y que estos existen tal y como se ven en pantalla. También es común la idea de que el guión es un texto finito, algo escrito mucho antes de la producción de la película y al que se sigue fielmente durante el rodaje y la posproducción. Sin embargo, el guión es un objeto maleable, es una guía creativa, una explicación para un mundo que aún no ha sido creado. Es un esquema que pasa por una variedad de etapas de reescritura y reconstrucción, un texto que sólo queda fijo después del montaje. El guionista presenta un guión y el montajista reescribe, a partir de un material, ese nuevo guión.

La base inicial de todo tipo de creación audiovisual parte de este texto tan particular. Es por eso por lo que actualmente se forman más personas en la escritura de guión, pues es un arte que, aunque colinda con la literatura, responde a unas exigencias visuales y técnicas que no son comunes dentro del mundo literario. Por esta misma razón se están promoviendo eventos y talleres en los que se pueda explorar a fondo este género, analizar sus particularidades y construir una comunidad que entienda el lenguaje cinematográfico desde el papel y lo guíe hasta la creación de imágenes.

Resulta interesante poder trabajar junto a una persona como Arturo Ruiz Serrano, alguien que se ha dedicado con rigor y tenacidad al trabajo de los guiones (y que, para las personas interesadas en la fama, ha estado nominado a los premios Goya). Su proceso se nutre tanto del guión como de la dirección, como se puede ver en su primer largometraje El destierro (2015), la película que lo llevo a participar de ese gran premio del cine español.

Su primer largo ocurre en un espacio claustrofóbico, en una casa a las afueras de Madrid, en unas montañas gélidas. Allí se resguardan, durante la guerra civil española, un campesino y un sacerdote que sirven al ejército franquista. La turbia convivencia de estos dos personajes, que claramente tienen posiciones políticas distintas, se afianza por la llegada de una mujer polaca, Chloe (Monika Kowalska), que luchaba en las filas del ejército republicano. Sus ideas políticas son afines a las del campesino, Silverio (Eric Francés), pero logrará entablar amistad y quebrar el férreo celibato del cura, Teo (Joan Carles Suau).

El destierro relata una historia sin largos soliloquios, que permite ahondar en la profundidad de los personajes gracias a sus respuestas rápidas y a los prolongados silencios.

El destierro es una película que claramente bebe de fuentes como A puerta cerrada de Sartre y El ángel exterminador de Buñuel: personajes encerrados en un espacio del cuál no creen poder salir. La historia está narrada con diálogos cortos, agresivos, que recrean la violencia misma de la guerra dentro de este microcosmos. El destierro relata una historia sin largos soliloquios, que permite ahondar en la profundidad de los personajes gracias a sus respuestas rápidas y a los prolongados silencios.

Arturo Ruiz ha logrado demostrar un tema que es vigente y que es necesario volver a él: la guerra penetra en todos los espacios de la vida. A pesar de que los personajes no están luchando en el frente, la guerra no desaparece de sus vidas. Todo el tiempo se refieren a ella, ya sea desde el plano sonoro, desde los diálogos, o desde los planos generales que a lo lejos muestran una ciudad convertida en un campo de batalla.

Es por tal razón que si usted, amable lector, está leyendo este texto en su actualidad y no en su anacronía, podría asistir al taller dictador por Arturo Ruiz Serrano, que logra consolidarse en el marco del BAM (del 8 al 12 de julio), el mercado internacional de la industria cinematográfica y uno de los más importantes en América latina, y la colaboración de BOGOSHORTS. Tanto el festival como el mercado internacional, pilares para la industria del cine nacional, organizan un taller con este guionista, con el fin de afianzar y fortalecer una de la materia prima más útil para el cine: la escritura de guiones. La masterclass con Ruiz en el Gimnasio Moderno y la entrada es gratuita.

Basta ver El destierro para entender cómo puede uno nutrirse del proceso creativo de este director, que reconoce en su historia nacional la necesidad y la posibilidad de volver a la guerra y explorarla desde otros puntos de vista. No es dejar de lado y de segundo plano el conflicto, sino poder entender, a través de la escritura, como nuestra historia y nuestra cotidianidad siempre se ha visto atravesada por la violencia.

Igual, afable lector, me dirijo a usted en el presente, esperando que este mensaje no llegue tarde a su retina y pueda disfrutar de otros eventos relacionados con el festival y el cine. Charlas y posibilidades de ver el espacio de la crítica o de la teoría cinematográfica como medios de expresión y discusión de gran alcance. El fomento de la cultura cinematográfica, de la creación de cortos, de la distribución y la educación en el cine, seguirá creciendo por medio de estos espacios de taller y de alianzas entre grandes brazos de la industria, que permiten la unión con grandes festivales como el de Durban, el cual recibirá cortos de Colombia.

Todo este ejercicio de aprender de los otros, pero también aprender con los otros, estrechar lazos y crear diálogos entre comunidades que comparten historias similares.

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Daniel Zorrilla


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