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«A mí me trama ser dealer es por la adrenalina»

Hay que estar listo las 24 horas del día, todos los días, todas las noches, todas las semanas. Siempre quieren trips, pepas, mota o X. Así es ser dealer en Bogotá.

por

Weimar Ramírez


18.11.2014

Foto: Len Hurtado @ Flickr

Chiqui es un joven que estudia en una universidad del centro de Bogotá. A sus 25 años ejerce una labor que pocos se atreverían a realizar: él es dealer. Vende y distribuye droga para satisfacer las necesidades de sus clientes.

Nos encontramos de noche, son las 8 pm, el cielo está despejado y como si fuera un comprador más, tuve que acordar previamente la cita y la hora para la entrevista. Llegó a tiempo, tal cual lo propone su ética de entrega. Mientras hablamos sobre su vida, me especifica los productos que ofrece: el Creepy o Crespa, un tipo de marihuana genéticamente modificada para no generar semillas y aumentar su contenido de THC (Tetrahidrocannabinol, compuesto activo de la planta); los trips, papeles con cierta cantidad de LSD; y por último, las pepas o éxtasis. Tras ser testigo de una de sus ventas, comenzamos a hablar.

 

¿Por qué empieza a realizar esta labor?

Pues parce, uno empieza en esto es por el dinero, esa es la clave de todo. Toda persona es ambiciosa y el objetivo principal siempre es el dinero.

 

¿Ningún acontecimiento en especial que lo haya hecho tomar esta decisión?

Nada, pues mi objetivo siempre es obtener dinero. Cuando yo inicie en esto lo tenía todo, estudiaba y no me faltaba nada, algunas personas no necesitan hacerlo por necesidad, si no solo porque quieren más y porque les gusta. Las personas que lo hacen por necesidad lo hacen tan deprisa, que las cosas le salen mal.

 

¿Cuánto tiempo lleva haciéndolo? ¿Es difícil entrar al negocio?

Llevo dos años aproximadamente y entrar es un visaje. Por lo menos yo que no soy drogadicto al principio no tenía contacto con lo que es el “underground”, los distribuidores y otros dealers. Entonces para mí era un peligro comprarle a alguien y que después me dieran en la cabeza. En ese tiempo La Crespa era cara: 62,5 gramos costaban 100 «lucas» ($100.000 pesos). entonces encontrar un distribuidor que no me diera en la cabeza con el producto y el precio era un visaje.

 

Y en todo este proceso ¿cómo logro dar  con un  buen distribuidor? o ¿en qué momento encontró la estabilidad de una buena relación calidad/precio?

Pues comencé a hablar con parceros para informarme del tema; así poder encontrar quién me convencía y encontrar un buen distribuidor. En ese momento di con un socio, con el que dure trabajando un buen tiempo. Ahí empecé con un octavo de libra que equivale a 62,5 gramos.

 

Bueno, eso es en cuanto a la marihuana y ¿para las otras drogas cómo fue el inicio?

Pues parce, en un principio mi objetivo era vender solo papeles, pues porque no tiene volumen, no tiene olor ni sabor, entonces ese era el negocio para encaletarlo y toda la vuelta. Pero el paisaje de papel donde vienen 25 papeles costaba entonces como $200.000 pesos. Obviamente no tenía las “lucas”, entonces mi idea fue comprar un octavo y después que tuviera la plata compraba los papeles y ahí me dedicaba solo a ellos.

 

Pero en este momento usted vende de los dos, ¿a qué se debe?

Lo que pasa es que en el transcurso de conseguir la plata para los papeles, me di cuenta que la “mota” es el diario vivir de las personas; en cambio, los papeles las personas los consumen son los fines de semana o cuando hay farras. La gente no se va a tripiar todos los pirobos días. Sin embargo, yo si  necesitaba ingresos todos los pirobos días. Y la “mota” si se vendía a diario. Entonces se convirtió en mi diario y los fines de semana la rompía con los papeles.

 

¿Hay un diferente proveedor para cada tipo de droga? O ¿cómo maneja usted eso?

Uhm parce es que los proveedores son un visaje. Por ejemplo, puede que un proveedor tenga mota, pepas y papeles, pero  hay otro que se dedique solo a los papeles y los venda más baratos. De ahí que a uno le compren mota y pepas, y al otro le compro papeles. Igual la mota. El mejor proveedor es el que vaya a Cali y que se decida encartar con tantos kilos y se los traiga caletos. Pues allá se los dan a precio de huevo, entonces puede dar un mejor precio, así que el que se pegue el bote por allá y se arriesgue tiene ventajas.

 

O sea que la marihuana que llega a Bogotá ¿es mayormente caleña?

Parce obviamente, Cali es la cuna. Se saca de Corinto, Cauca; en sí todo el Valle del Cauca. Allá es donde se siembra el «corinto» en Corinto. Está el mango biche, el punto rojo, todo eso es del Cauca. Hay una mota que llega de Medellín pero es un porcentaje muy pequeño. También hay una que es muy especial, viene de Santa Marta se llama «Golden Santa Marta», es una mota muy resinosa por el sol, es una de las mejores motas.

 

Y ¿los papeles y las pepas?

De las  pepas no se mucho, solo que son mayormente sintetizadas en varias cocinas caletas acá. Sin embargo, los papeles son distribuidores que tienen el control en Colombia. Ellos manejan eso por “display»; cada uno tiene 25 paisajes –se ríe- eso es un pliego el hijueputa, y bueno, esa gente es la que vende eso. Eso no es de todos, pero pues todo el mundo puede hacer papeles, el visaje es que los hagan muy “hechizos” y que no sepan manejar los porcentajes de LSD, entonces se tiran el papel.

 

Pero de alguna manera tiene presente que las drogas son malas o ¿qué lo lleva a no consumirlas?

Es que eso va en las personas parce, en cómo se crían sus convicciones, sus vivencias y pues mi vida me redirige a pensar en algún punto que yo no quiero consumirlas, yo consumo alcohol, pero no es mi fuerte. No sé parce, es que la droga la gente la utiliza para sentir cosas diferentes, pero pues yo pienso que uno las puede experimentar de otra forma, con la adrenalina. Parce, a mí me trama ser dealer es por la adrenalina y todos esos visajes que uno siente; por eso no me traman las drogas. También las analizo desde otro punto de vista, no sé, la yerba por ejemplo, desde lo  biológico. Porque en algún punto fui cultivador y digamos que logré enamorarme del proceso de sembrarla, cuidarla, verla crecer y cortarla.

 

En este mundo se maneja mucha plata, así que cuénteme ¿qué lujos se da con las “abundantes” ganancias que le dejan las ventas?

(Risas) La gente piensa que esto es como vender y volverse millonario pero no, esto no es algo fácil parce, es todo lo contrario. La gente dirá que es dinero fácil pero no, uno puede tener plata de diferente forma y ya, sin arriesgar el culo. Y lujos, no parce, yo soy un pelao caleto. No me gusta dar boleta, pero si me gusta vestirme bien, darme mis gustos. Que si quiero almorzar chimba, pues gasto. ¡Vivir bien!… Puedo hacer algo con mi perra vida (risas) ¿si entiende? Como que, si no duro tanto viviendo, puedo decir que viví chimba esa época. Pero eso se volvió como mi estilo de vida, en un principio lo hacía solo por dinero pero pues uno se enamora de la vuelta.

 

En algún momento ¿ha pensado en dejarlo o ha intentado?

Muchas veces parce. Eso es una guerra difícil, ya que después de tener una línea de compradores tiene que abastecerlos y en el momento en que usted no tenga producto para abastecerlos, imagínese ese acoso tan áspero. Porque parce, algo que no puede esperar es esto. El amor de las personas es un visaje, esta vaina es de lunes a domingo, 24 horas al día y pues parce, yo si lo he tratado de dejar muchas veces y eso, pero pues son como recaídas. Al final uno llega al punto de pensar: ¿qué más voy a hacer con mi vida? Porque la verdad es que uno se enamora muy feo de esta vuelta, es como si usted dejara a su primer amor. Y no se trata de reputación, más bien es estar bien con uno y uno se acostumbra a vivir así.

 

Una cosa es intentar y otra poder, ¿cree que en su situación podría dejarlo sin problemas?

Eso es otro visaje, porque ahí la solución sería heredar la línea tanto de proveedores como de compradores, pero pues la mafia sigue… Y como le decía anteriormente, por lo menos la mota es como la bendición de las personas, entonces uno como dealer sabe que sí uno no se la vende, la gente la consigue en otro lado. Esto es como perder su libertad, si me entiende, pero pues usted debe pensar que nada es verdad en el mundo, si uno piensa que está haciendo daño, que lo van coger, cosas así.

 

Pero la gente de mayores rangos, ¿no se meten con usted?

No, es que yo no estoy tan metido. Pero se define así parce, los primeros rangos son los que camellan con más de 50 libras; los segundos rangos son los de 20; los terceros por ahí de 10. Debajo están los micro traficantes, que son por gramos. Entonces en ese orden de ideas, los de primer rango son los que la traen; los de segundo son los que negocian con ellos al por mayor… Yo estoy entre segundo y tercer rango.

 

¿En qué situaciones de peligro se ha visto?

Pues parce, uno desde que está en la calle está en peligro, pero el visaje es cómo uno vea las vueltas, si usted las va a ver como un gangster o como un matón, así estúpido (risas). Los dealer sufren de ese complejo, de creerse mejor que las otras personas y hablar mierda, entonces cuando usted actúa así, ahí es cuando usted sufre riesgos porque obviamente usted genera envidias y pues gana de lampara. Pero pues nada, uno tiene que pasar caleto y pensando bien las cosas, así lo fichen a uno y le tengan envidia, uno ya debe tener el as bajo la manga para ganarles. Sin embargo que uno diga que se le salen de las manos, hasta el momento no, es que yo mantengo un muy bajo perfil, me gusta vestirme bien y yo no soy de esos gamines que se paran en la calle diciendo «corinto, creepy, perico» (risas). A mí me gusta trabajar es por redes sociales, me contactan, les hago el domicilio y nos vemos, igual mis clientes son gente que conozco y el que va entrando en la línea, es porque alguien lo recomendó muy bien.

 

¿Ha tenido problema con otros dealers?

Claro, eso siempre pasa desde el punto en que usted empieza a vender, ya se crea la discordia, entonces a uno le toca utilizar tácticas para sacarlos del juego y que la “vuelta” sea solo de uno. Igual las cosas se manejan fáciles, el que dé el mejor producto y el mejor precio es el que se queda con la línea. Por tanto los manes tienen dos opciones: que se abran del juego o que lo paren a uno. Si se le llegan a parar, uno tiene a la vez dos alternativas: tener problemas con el man o proponerle un negocio y llegar a un acuerdo. En ese momento es cuando uno puede volverse el distribuidor del man.

 

Y en este momento, ¿usted distribuye algún dealer? Y ¿qué droga?

Sí, en este momento le distribuyo mota a 10 dealers. También porque llegue a un punto que manejé tanta “mota” que no me podía dar el lujo de vender a gramitos.

 

En cuanto sus clientes, ¿qué tanto nivel de adicción se ve?

Pues es que yo trabajo drogas muy suaves, por ejemplo el LSD no genera adicción y la marihuana aunque acostumbra a las personas a vivir con eso, no es una adicción muy fuerte. Incluso, es usada para dejar otras adicciones fuertes como los son el bazuco, la heroína y el hachís. Con esa clase de cosas pienso que uno como dealer no debería meterse porque es una vuelta muy aparte vender esas drogas. Son cosas que si usted no le llega a dar a los clientes, la gente se vuelve loca…“Como así que no tiene, y ahora que voy a hacer…”, dirían. Pero pues nada, yo tengo clientes de todo tipo, desde el que lo hace por gusto y necesidad diaria, hasta el enfermo que lo hace con otros fines.

 

De las drogas que usted maneja, ¿Cuál es la más adictiva?

Le dicen el «x» y son las mismas pepas o éxtasis. Esa droga si genera adicción y son caras, además que tienen muchos efectos secundarios con el tiempo.

 

¿Quiénes conocen de sus negocios? ¿Cómo hace para manejar este tema con sus familiares y personas allegadas?

Pues parce usted (risas), mis clientes, obviamente mi novia, pero con ella es otra cuestión; es difícil meterse con una nena y que ella no se dé cuenta de las vainas. También depende de cuánto la tiene metida en el video y viceversa. Con mis papás es otro cuento. Hay que tratar eso con inteligencia y manejar las cosas para que no sepan. Obviamente surgen preguntas pero procuro ocultar todo con otros negocios, como vendiendo trago también.

 

Para concluir, ¿ha tenido problemas con la ley?

No parce. Yo he sido muy inteligente para manejar la “vuelta”. Yo nunca me veo mal parqueado, porque pues a usted lo ven fumando o en otras vainas y ya. Es una horrenda requisa. Pero nada, por eso no. En algunas ocasiones si me han llevado a la UPJ, pero eso ha sido por grafitear. Otro cuento aparte.

 

*Weimar Ramírez es estudiante de Ingeniería Ambiental. Esta entrevista se realizó en el marco de la edición Puerta trasera de la clase Laboratorio de medios del CEPER.

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