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El silencio que enfrentan las víctimas del 9S en Soacha

Los familiares de Cristian Hurtado, Anthony Gabriel Estrada y Lorwan Stiwen Mendoza todavía esperan información sobre la forma en la que murieron sus familiares en Soacha. El hospital no les ha entregado la historia clínica, la Fiscalía tampoco les ha entregado los informes de necropsia de Medicina Legal.

por

Tania Tapia y Natalia Arenas

Cerosetenta


18.10.2020

Ilustradora: Ana Sophia Ocampo

Un mes y medio después de la noche oscura del 9S, los familiares de Cristian Hurtado, Anthony Gabriel Estrada y Lorwan Stiwen Mendoza, todavía esperan información sobre la forma en la que murieron sus familiares en Soacha. El hospital Cardiovascular del municipio, a donde fueron trasladados los tres jóvenes después de ser impactados por balas, no les ha entregado la historia clínica, ni les ha dicho en qué estado llegaron, a qué hora, ni qué médico los atendió. La Fiscalía tampoco les ha entregado los informes de necropsia de Medicina Legal. Y los conjuntos residenciales que rodean la Estación de Policía de Ciudad Verde no les facilitaron los videos de las cámaras de seguridad que registraron los hechos. 

Hablamos con las tres familias que, ante la situación, hoy están inclinadas a pensar que sus casos tienen más posibilidades de tener justicia divina que justicia ordinaria. 

Adriana Vanegas, pareja de Cristian Hurtado, y Carolina Hurtado, su hermana.

Adriana: Esa noche, Cristian llegó a nuestro apartamento a las 7:30 de la noche. Vivíamos los dos y mi hija de 7 años. Nos acostamos los tres en la cama a ver una novela. Más o menos a las 9:30 vimos que había un en vivo en Facebook de las manifestaciones en el comando de Policía de Ciudad Verde, que queda detrás del conjunto en el que vivimos. Me dijo que iba a ir, que había que apoyar, hacernos sentir por lo que había pasado. Se puso la sudadera, los tenis, un cuellero que usaba de tapabocas y me dijo: ‘ya vengo, amor. Yo te llamo’. Eran las 9:52.

A las 10:04 hice la primera llamada. No contestó. Me asomé a la ventana y empecé a escuchar los “boom”. No sabía si eran disparos. Le marqué más insistentemente: 14 llamadas. Como a las 10:30 me contestó un policía:

–¿Con quién hablo? Soy Adriana, la esposa de Cristian–.

– Él está herido en el Hospital Cardiovascular y necesito que venga ya con un documento de él–.

–¿Cómo así? ¿Qué pasó?–.

–Yo no tengo tiempo que perder con usted, véngase ya al hospital–. Y me colgó.

Cogí la billetera de él y le dejé mi niña a mi vecina. Llamé a Caro, mi cuñada, y le conté. Alisté una ropa por si había que cambiarlo o algo. Caro llegó primero al Hospital. 

Carolina: Llegamos con mi esposo por ahí a las 10:50 pm. Me recibieron unos ocho hombres, ninguno estaba uniformado, pero pude reconocer que eran policías porque tenían el carnet de Policía Nacional. Llevaba una fotocopia de su cédula, se la entregué a uno de ellos y me empezaron a preguntar que quién era Cristian, que hacía, en qué trabajaba. Les dije que trabajaba en el relleno Doña Juana y les pregunté que eso qué tenía que ver, que yo necesitaba que le abrieran la historia clínica. Me di cuenta de que le iban a tomar una foto a la fotocopia, entonces se las rapé. Uno de los policías me dijo: ‘¡Oiga, es que necesitamos saber su hermano a qué se dedica!’.

Ahí salieron dos doctoras que me dijeron que habían llegado tres personas fallecidas al hospital y que por el documento que yo había llevado parecía que una de ellas era mi hermano. Me dijeron que necesitaba reconocerlo. Tomé mucho valor. Mientras íbamos a la morgue del hospital, yo le pedía a Dios que no fuera él. Al principio solo me mostraron la parte de los ojos. Su carita estaba llena de sangre, sobre la ceja izquierda tenía unas esquirlas y un coágulo de sangre, su ojito derecho estaba hinchado. Yo les dije que no estaba segura, entonces lo destaparon hasta el pecho. Ya le vi toda su cara, su barba, su nariz, su boca, lo reconocí totalmente y me desplomé. Cuando me recuperé, les dije que quería reconocerlo mejor, que no estaba segura, que él tenía tatuajes y que quería verlos para saber si era él. Me dijeron que no porque estaba desnudo y podía ser muy impactante. Yo no insistí más, tampoco lo quería recordar así.

Adriana: Cuando escuché que estaba en la morgue… es que yo acababa de estar con él y con mi hija en la casa. Caminaba sin sentido, sin saber qué pasaba. Cuando vi a Carolina llorando yo dije que no, no lo podía ver y darme cuenta de que de pronto estaba muerto. Entonces me preguntaron qué ropa tenía, yo me acordaba de la sudadera gris, del cuellero. Me dijeron que sí, que era Cristian.

Como a las 2:30 de la mañana varios fuimos a dar una vuelta por el comando de Ciudad Verde a ver qué encontrábamos. La policía tenía todo cerrado con llantas para cerrar el paso. Ya no había gente y la policía estaba limpiando, barriendo alrededor.

Carolina: A las 3:30 llegó el CTI. El cuerpo de mi hermano salió del hospital más o menos a las 3:40 de la mañana. Lo raro es que entraban y salían muchas camionetas blancas del hospital sin identificación y motos de policía.

A las 8 de la mañana yo ya estaba en el hospital solicitando la historia clínica. Se demoraron un montón y al final me dijeron: ‘aquí no hay nada, el último registro de su hermano es del 2016’. Fui a la Fiscalía. Allá me dijeron que se demoraba y que fuera al día siguiente.

Aún no sabemos nada de lo que le pasó. Yo puedo asumir por todo lo que he visto, con los videos que han circulado, que mi hermano falleció de un disparo en la cabeza. Yo le vi eso en la frente.

El 18 de septiembre radiqué un derecho de petición en el hospital, ese día me dijeron que el 9 de octubre nos tenían que dar respuesta, pero hasta la fecha no han respondido. Creo que ahora nos toca interponer una tutela. De parte de Medicina Legal respondieron que la necropsia ya la tiene la Fiscalía, pero que no nos la entregan. No ha habido avance ni hemos visto acompañamiento de parte de la Alcaldía, ni de la Fiscalía.

Adriana: Cristian Andrés siempre fue una persona alegre y tranquila, era un mediador, se prestaba para solucionar inconvenientes. Fue líder juvenil en Soacha, hizo parte de varios movimientos sociales por la protección de los animales, de la naturaleza. Tenía 27 años, recién los había cumplido, estaba en un momento de su vida en el que estaba buscando estabilidad familiar. Esto para mí ha sido bastante duro porque él era mi día a día y estábamos planeando un hijo, su ilusión era ser papá. Por eso no he podido volver al apartamento, son muchos recuerdos.

Carolina: Adri se está quedando con nosotros por seguridad. Un amigo de mi hermano, por ejemplo, el día de las exequias se dio cuenta de que nos estaban grabando y policías nos estaban tomando fotos cuando íbamos para el cementerio.

Adriana: A las personas que también perdieron esa noche a sus familiares, les digo que tengan mucha fuerza, que nos enfoquemos en orar y en ayudarles a encontrar la luz a nuestros seres queridos que les arrebataron la vida de esa manera tan cruel. Que no están solos y que muchos estamos pasando por una situación demasiado difícil en la que nos quebrantaron la vida, la familia, el alma, los sueños, la esperanza. 

Pero con el amor que le tuvimos a nuestros seres queridos vamos a buscar tratar de reconstruirnos y seguir adelante, porque no hay otra opción. Tenemos que seguir adelante.

Osmary Estrada, hermana de Anthony Gabriel Estrada

Anthony vivía en el conjunto Los Claveles, más cerca del Cai de Ciudad Verde que de la Estación de Policía. Ese miércoles, él salió como todos los días a trabajar. Tenía un puesto callejero de venta de accesorios para celulares. Hablamos por la mañana, ya la cosa se sentía caliente con lo que había pasado con Javier Ordoñez. Como a las 4 o 5 de la tarde él habla con una amistad que le dice, ‘bueno, parce, guarde esto porque aquí la gente quiere empezar a manifestarse’. Después, me imagino, empiezan los disturbios y él queda atrapado, él no se encontraba en las manifestaciones. Esa noche le dan dos impactos de bala y su cuerpo queda al frente de la Estación. Tenía uno en el pecho y uno debajo de la costilla. 

A mi me avisan a la 1:09 de la madrugada. Me llaman unas amistades de él. Yo al principio no les creí pero después veo los videos y las imágenes que me envían y ciertamente era mi hermano. Él quedó tendido con el bolso de trabajo que tenía. Ese día a él lo montaron en un carro junto con Cristian Hurtado y los llevaron al Hospital Cardiovascular de Soacha, pero en el hospital no nos dicen nada, ni la hora de recepción, ni quién lo recibe, nada. El CTI de la Fiscalía tampoco. No tengo en mis manos la necropsia para saber cuál fue la hora al fallecer. Está bajo investigación, como dicen. 

A mí me avisan la madrugada del jueves, esperé todo el día para recoger el dinero para los pasajes, para poder movilizarme porque no vivo en Bogotá. Llegué el viernes a las 5 de la mañana a Bogotá y de ahí directamente agarré el Transmilenio para Soacha. 

Mi hermano ya estaba en Medicina Legal. El domingo fui directamente a reclamar el cuerpo a la parte de los servicios funerarios pero aquí se manejan unos requisitos muy diferentes para nosotros los venezolanos y yo no tenía los recursos. Fui a la Alcaldía para pedir ayuda para los servicios funerarios y me pidieron Sisben y mi hermano no lo tenía, por eso era trabajador informal, por el estatus que él presentaba aquí en Colombia. Por medio de una periodista de Citynoticias es que me dan la ayuda. Ella me pasa un contacto para que me den el servicio funerario. El domingo ya había preparado lo de los servicios, fui a Medicina Legal y resulta que me llaman de la funeraria porque cuando llega el cuerpo de mi hermano estaba 70% descompuesto porque me lo dejaron en el cementerio municipal y se descompuso. No me lo metieron al refrigerador.  

El fiscal que está llevando el caso de mi hermano también lleva el de Cristian, y yo hice solicitud de la necropsia que ya fue aprobada pero el abogado no ha podido recogerla. Voy a ver cómo hago para mandarle el poder porque ayer fui a una notaría para autenticar la firma pero como no tengo el permiso de permanencia [PEP] me lo negaron. Voy a ver cómo hago porque al abogado se le dificulta llevar el caso porque nunca había trabajado con una persona extranjera y no estaba al tanto de todos estos requisitos que nos piden, particularmente cuando es una demanda contra el Estado. Es un poquito compleja la situación. 

Me llaman de la funeraria porque el cuerpo de mi hermano estaba 70% descompuesto porque me lo dejaron en el cementerio municipal. No me lo metieron al refrigerador.  

Anthony era un luchador, lleno de sueños, que como todo venezolano salió de su país en busca de una estabilidad y un mejor futuro para su hijo de tres años. Una persona humilde, que se ganaba el corazón de cualquiera porque mi hermano, a sus 28 años, no tenía maldad. Llegó hace año y medio de Valencia, en Venezuela, allá vivía con mi mamá, la esposa y el niño. Mi mamá fue la única que pudo viajar para poder estar en Bogotá para el entierro. Él llega directamente a Soacha, Cundinamarca, y empieza a trabajar. Primero como repartidor de papas en un granero, también llevaba almuerzos. Luego conoció a la persona que le ofreció vender accesorios para teléfonos y a partir de allí se estabilizó. 

Yo quiero que se aclaren los hechos tanto para mi hermano como para los demás familiares, que no vayan a decir que estaba en protestas y aún así, creo que todos estamos en un país donde tenemos libertad de expresión. Las personas que estaban ahí a lo mejor quisieron expresarse ante tanta injusticia y el hecho de que se expresen no implica que los funcionarios estén en derecho de arremeter contra su vida, accionar [sus armas]. De todas formas, creo que el que va a ser justicia primeramente es Dios.  

A las personas que hacen vandalismo, les digo que con esto no se aclara nada, ni se busca paz. Esto lo que hace es destruir un país y que la economía vaya a pique, como en Venezuela. Por eso hay tantas personas migrando, porque un gobierno no supo manejar las cosas y las personas pensaron en ese momento que con destruir las cosas se iban a solucionar. Y a la policía le digo que ame lo que hacen, que si decidieron estudiar y ser funcionarios amen su vocación que es resguardar al pueblo, no accionar en contra del pueblo. Que ellos se pongan en los zapatos de uno, que ellos también tienen familias y es duro pasar por un momento así. 

Loren Mendoza, Hermana de Lorwan Stiwen Mendoza Aya

Mi mamá y Stiwen tenían un restaurante juntos en el centro de Bogotá desde hacía 10 años y Stiwen trabajaba en todo, desde mesero hasta domiciliario. Lo que me relata mi mamá es que ellos llegaron de trabajar esa tarde como todos los días. Mi mamá estaba haciendo la comida y él salió tipo 8:30 de la noche pero no le dijo a dónde. Según unos testimonios de dos compañeros que estaban ahí con él, más o menos a las 9:30 lo llevaron al hospital. 

Mi mamá llegó al hospital Cardiovascular de Soacha alrededor de la 1:30 de la mañana y a esa hora hasta ahora estaban llegando los familiares de los otros jóvenes. Un señor que estaba ahí le dijo a mi mamá que Stiwen había sido el primero. Solo hasta las 4 de la mañana le informaron que mi hermano estaba muerto. Un policía salió y les mostró una foto para reconocerlo y así fue que ella supo que era él. 

En ese momento, por la situación, uno no se percata de solicitar la historia clínica. La abogada ya la está solicitando la epicrisis pero el Hospital no nos ha dado respuesta. Sabemos que él llegó vivo al Hospital, con un impacto de bala en la clavícula izquierda. La necropsia tampoco nos la ha entregado Medicina Legal y la abogada ya inició un proceso ante la Fiscalía. No nos han justificado por qué no nos las entregan. Sabemos que a los otros familiares tampoco les han entregado estos documentos. Los conjuntos de  Ciudad Verde tampoco nos han colaborado con los videos de seguridad de los conjuntos, los tiene la Fiscalía pero nosotros como víctimas no. 

Aún no sabemos nada de lo que le pasó. Yo puedo asumir por todo lo que he visto, con los videos que han circulado, que mi hermano falleció de un disparo en la cabeza.

Solo tenemos un video en el que se alcanza a ver a Stiwen montarse herido en una moto. Se alcanza ver la bufanda, el color del buzo que tenía ese día y los otros dos que iban con él confirmaron que era él. El de buzo blanco fue uno de los que lo llevó al hospital. 

Lo que nos han dicho es que ellos fueron a curiosear o algo así y estuvieron un rato ahí. Dicen que mi hermano estaba concentrado en hacer una llamada y no sé, hubo un momento que se puso la situación dura y dicen que fue ahí que le dieron. Ellos dicen que los policías estaban disparando desde la terraza desde la Estación y he visto videos que también muestran eso. En este momento hay un poco de desconfianza con la policía. Queremos que los dos jóvenes que estuvieron con él esa noche entreguen su testimonio pero hay algo de miedo porque dicen que no saben qué represalias van a tomar contra ellos, están asustados. 

Queremos aclarar los hechos. Alguna vez nos reunimos con el alcalde de Soacha en una reunión meramente para expresar que lo sentían mucho, que iban a aportar a la investigación, pero hasta este momento no se ha visto más, ningún contacto más o que nos hayan dicho que hayan avanzado. Algo que a uno como víctima le pueda aportar. Entonces, si algún ciudadano obtiene un video o algo que nos pueda ayudar, nos sirve mucho. Pónganse la mano en el corazón y ayúdennos. Uno nunca piensa que este tipo de cosas le van a pasar a uno, pero hasta que uno no lo vive, no sabe lo duro que es enfrentar un proceso de estos. 

Esperamos que el proceso penal se lleve a la justicia ordinaria porque sabemos que no se pueden estar juzgando los mismos con las mismas. Queremos verdad y un proceso justo, que se respete el buen nombre de las víctimas y yo creo que estos casos dan para una reforma de la institución de la Policía. Uno no debe tenerles miedo, uno debería poder buscarlos para que le den respaldo. No son todos pero entre muchos hay manzanas podridas. Sabemos que hay un Dios justo y en las manos de él nada se escapa. Estamos esperando más justicia divina porque la del hombre no llega. 

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