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De izquierda a derecha [Introducción]

¿Qué tiene que pasar por la cabeza de una persona para que después de haber militado en partidos de izquierda o guerrillas sea hoy una pieza clave de un partido de derecha como el Centro Democrático? Hicimos perfiles a profundidad de dos ‘conversos’ uribistas para entender qué motivó su cambio, su giro. Adelante. Usted también puede cambiar de opinión.

por

cerosetenta


21.02.2019
De izquierda a derecha los conversos uribistas

Cálculo político.

Oportunismo.

Desencanto.

Audacia.

¿Qué tiene que pasar por la cabeza de una persona para que después de haber militado en partidos de izquierda o guerrillas sea hoy una pieza clave de un partido de derecha como el Centro Democrático? La respuesta simple, la que daría cualquier papá, es que “el comunista deja de ser comunista cuando recibe su primer sueldo”.  La respuesta compleja, la de un profesor de Estudios Culturales de la Universidad de los Andes como Juan Ricardo Aparicio que se ha dedicado a estudiar el tema, es que los sujetos son móviles, cambian. “Los sujetos se mueven atravesados por intensidades afectivas, venganzas, envidias, ambiciones”, dice. No hay una sola razón para ‘dar la vuelta’.

Los representantes del uribismo que han dado el giro de la extrema izquierda a la extrema derecha han sido muchos. El nuevo director del CNMH y exmiembro del Partido Comunista Leninista Marxista, Rubén Darío Acevedo, y el reciente candidato como representante de Colombia en la CIDH y ex militante del M-19, Everth Bustamante, son sólo dos de los nombres que hoy suenan por sus recientes postulaciones y nombramientos.

También están Mario Agudelo, exalcalde de Apartadó; Carlos Franco, director del Programa Presidencial de Derechos Humanos del segundo gobierno Uribe; y Darío Mejía, asesor de la Consejería presidencial para la Paz en el gobierno Uribe, que fueron militantes del EPL. Rosemberg Pabón, director de Dansocial en el primer gobierno Uribe; Eduardo Chávez, que trabajó en la campaña a la presidencia de Uribe; Augusto Osorno, exdirector de Agua Potable y Saneamiento Básico del Ministerio del Medio Ambiente; y Laura Pizarro, viuda de Carlos Pizarro y quien estuvo en la primera campaña presidencial de Uribe. Todos militaron en el M-19. Y Adolfo Bula, quien trabajó en la primera campaña presidencial de Uribe, militó en el ELN.

No todos se pueden meter en una misma bolsa, dice el analista político y exguerrillero, León Valencia. Él ha identificado al menos tres tipos de ‘conversos’:

Primero, los oportunistas (“A los que yo les tengo poco respeto”, asegura). Por ejemplo, y solo para dar un ejemplo, Carlos Alonso Lucio: un exguerrillero, exasesor de paramilitares, a quien han asociado con el ELN y con el Cartel de Cali y ahora es predicador cristiano. Son los que no se casan, ni siquiera temporalmente, con una sola camiseta. O porque no la tienen o por conveniencia personal.

Luego están los prácticos, los adaptados útiles. Aquellos que no cambiaron sus discursos originales sino que los adaptaron para que cupieran en nuevas realidades. Están orgullosos de su pasado, no lo esconden, no reniegan de él. Su pasado les sirve para justificar su presente, cuando se les aparece una nueva oportunidad política. Su discurso es útil, también, para quienes los adoptan, —en este caso, Uribe—  porque les sirve para mostrar que incluso gente de ‘allá’ cabe ‘acá’. En este ‘tipo’, dice Valencia, están casos como el de Everth Bustamante o Rosemberg Pabón.

Y finalmente están los reflexivos, los convencidos. No les pasó nada especial, sólo se desencantaron de sus ideas antiguas y prefirieron adoptar nuevas a medida que leyeron los cambios en las coyunturas políticas. Su cambio es producto de la reflexión y del tiempo. Aquí cabe por ejemplo Darío Acevedo: un profesor que pasó de militar en la extrema izquierda a ser un argumentador, un teórico, un agitador del uribismo. El giro, sin embargo, les sirve: “En el mundo de la derecha, los intelectuales son muy pocos”, dice Valencia. “Y en tierra de ciegos, el tuerto es rey”.

El repertorio discursivo de la izquierda y la derecha es tan estricto que no permite entender ningún tipo de desviación, que fijan límites a lo que es pensable, decible y a lo que se hace.

Aún así, quienes conocieron en el pasado a algunos de estos ‘conversos’ el cambio aún los sorprende.

“Uno entiende que la gente se aleje, pero no que dé un giro tan grande. Es que estaban mirando para el norte y quedaron mirando para el sur”, dice Carlos Duplat, exmilitante del M-19.

Entonces, ¿hay límites? La respuesta, según Aparicio, es que los límites los imponen las mismas estructuras ideológicas de derecha e izquierda.

“Las organizaciones de izquierda y derecha son estructuras jerárquicas y dominantes”, dice. Se mueven a través de “unos repertorios discursivos fundamentales para su historia, su proceso y su reivindicación. Un repertorio discursivo que es tan estricto que no permite entender ningún tipo de desviación, que fijan límites a lo que es pensable, decible y a lo que se hace”.

Por eso es difícil entenderlos y es más fácil encasillarlos. Porque son decisiones que no pasan necesariamente por un acto racional: “Hay que entender qué fue lo que pasó, por qué la gente decide irse a otro lugar. Hay procesos de desgaste, de frustración, de cansancio”.

Este es precisamente el objetivo de este especial. Hicimos perfiles a profundidad de dos ‘conversos’ uribistas para entender qué motivó su cambio, su giro. Adelante. Usted también puede cambiar de opinión.

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