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Paris-attack: tragedia digital, debate humano

Los atentados de París llegaron al mundo por internet y la bandera de Francia se impuso en Facebook, twitter e Instagram. ¿Qué papel juegan hoy las redes virtuales ante la realidad de la muerte?

por

Omar Rincón y María Paula Martínez


24.11.2015

Tragedia  digital

La masacre de Paris fue contada primero en las redes y después en los medios:

— En Periscope (donde todos nos convertimos en periodistas) se oyeron los disparos en vivo,

— En Facebook (donde todos somos comunidad), los rehenes pidieron auxilio y

— En Twitter (donde la verdad es la catarsis emocional)  se jugaron la noticia y la indignación de millones de personas.

Todo esto hizo que la masacre de París fuera una tragedia registrada en digital.

Gol de las redes sociales

Paris – Attack – Bataclan ENTER”. Al teclear estas palabras en Google aparecen 8 millones de resultados en video. En Facebook, el mensaje de la banda “Eagles of Death Metal” sobre la masacre durante su concierto en el teatro Le Bataclan ha sido compartido 38 mil veces y más de 165 mil “me gusta” : En twitter fueron tendencia #ParisAttacks #ISIS #Parsi13N y #JeSuisParis.

El 13 de noviembre, antes de que los noticieros nos contaran lo que estaba pasando, en las redes sociales aparecieron los primeros reportes. Una de las asistentes al concierto, que en twitter se llama @bamfactory, grababa en directo y trasmitía por la red de video Periscope, cuando entre el sonido de la música se oyeron los primeros disparos. En un tuit: “En directo #Periscope: Eagles of Death Metal Headbangers están aquí?”. Un vecino de la zona escribía al tiempo “numerosos disparos de arma en el Bataclan. Continúan disparando”. Segundos después “se grita en la calle, la gente huye por el backstage”. Desde adentro del Bataclan alguien publicó en Facebook a las 11 de la noche. «Todavía estoy en el Bataclan. Primer piso. Herido gravemente.  Hay sobrevivientes en el interior. Están atacando a todos. Uno por uno. 1er piso rápidamente !!!!” (Benjamin Cazenoves).

París estaba en caos. Los medios tradicionales transmitían desde afuera lo que podían, en las redes sociales las víctimas transmitían en vivo, y el mundo entero reaccionaba en internet. Twitter se convirtió en un muro de indignación y de dolor. Todos con Francia, todos contra el terrorismo. Twitter dejó que sus usuarios se auto-regularan. Los xenófobos y los no xenófobos, los indignados, los parisinos, los musulmanes. Todos hablando lo que quisieran, como quisieran.

En Facebook pasó algo diferente. Esa misma noche, esta empresa decidió activar su aplicación “safety check” para que sus usuarios pudieran decir que estaban vivos mediante un simple clic. Una función que, según Zuckerberg,  antes se usaba solo para desastres naturales.  Así muchas personas supieron – de una manera muy eficiente y limpia- si sus parientes, conocidos o significantes estaban vivos y a salvo. Gran servicio. Eficiencia Facebook.

El 14 de noviembre Zuckerberg cambió su foto de perfil en Facebook, cubriéndose la cara con un filtro de la bandera de Francia.  Su foto fue vista por los 41 millones de personas que lo siguen en su red. Como si toda Colombia siguiera a este dios digital. Y la bandera filtro cubrió la cara de muchos, millones de usuarios de Facebook. La gente se hacía parte de la tragedia o de su conciencia con la bandera encima de su rostro.

Las críticas

Golazo de las redes sociales. Los medios de comunicación clásicos solo sabían seguir a TwitterPeriscope y Facebook: quedaban fuera de la historia.

El resultado de estas acciones fue contundente. De manera inmediata miles o hasta millones de personas pudieron informar si estaban bien (lo que habría sido imposible antes es decir, a punta de llamadas telefónicas). Pero vinieron las críticas y ahí fue la revancha mediática, los medios encontraron un motivo de escándalo. Sus críticas partieron de la pregunta básica del periodismo:   ¿Por qué? ¿Por qué Facebook no activó su “safety check” durante la tragedia de Beirut  del día anterior a la masacre de París? ¿Por qué no hay bandera de Siria para apoyar a los tantos muertos inocentes? ¿O a los Palestinos? ¿O a los del Líbano? ¿Egipto? ¿Colombia?… y todos los demás países donde suceden tragedias. ¿Por qué hay más solidaridad con París?

Facebook fue acusado por discriminación. Por ser selectivo en cuanto a la activación de sus aplicaciones: ¿por qué no hacerlo ante todos los ataques? ¿Qué hay de malo en que los sirios que huyen por Europa puedan usarlo para dar con el paradero de sus amigos y familiares? ¿Cuál es el papel de la red más popular del mundo y donde participan 1.500 millones de usuarios?

Las redes digitales son la nueva democracia y opinión pública

Tragedia de sentidos

Bueno, #JeSuisParis es una moda digital, más que un caso de Derechos Humanos. O de simple humanismo. O de conciencia política. O de solidaridad humanitaria. Aquí van nuestros cuatro comentarios:

1. Las redes digitales son la nueva democracia y opinión pública. Ya lo dijo Julian Assange en Cuando Google encontró a Wikileaks: Internet pasó de ser un medio apático de comunicación a una especie de ágora (democracia) donde un pueblo comparte valores y aspiraciones, conversa y se siente parte de esa comunidad. Y como demos, ahí aparecen todos los modos de pensar y valorar. Por eso cada ciudadano digital pone ahí sus prejuicios, emociones, creencias y modos de estar en público.

Por lo tanto las redes son donde todos ponemos lo que somos y como tal nos sirven como práctica de expresión y de catarsis social. Y tal vez al hacerlo, nos permite liberarnos de actuar  por mano propia y participar tan solo desde lo simbólico. La red es el nuevo demos;  y en este demos  cabemos todos, con todas nuestras virtudes y defectos. Eso somos, ni mejores ni peores.

2. Las redes digitales son localizadas. Frederic Martel en Smart dice que no hay un internet sino «los internets» porque cada comunidad es una «localización», puede ser que los sujetos estén por todo el mundo pero conforman una comunidad localizada y cercana.

Las redes no son globales. Solo en casos como el de Paris-attack se crea una tendencia mundial, pero cada quien significa desde su comunidad localizada: cada uno en su parche, entre sus amigos, con su gente; y cada uno en esa comunidad donde se piensa más o menos lo mismo, o donde hay un motivo para estar ahí. No se trata de que todo mundo opine o diga eso, sino de que cada comunidad construye sus sentidos según sus propios códigos, valores y estéticas. La red como nuevos territorios localizados en escenarios globales nos permite tener solidaridades y opiniones de gueto. Eso somos, ni mejores ni peores.

3. El problema es los medios tradicionales. Los medios tradicionales (prensa, radio y tv) no saben qué hacer para ganarle a la velocidad de las redes digitales. Y como no investigan, ni quieren contextualizar, ni pausar el adjetivo, se prenden de las redes, y cuando encuentran algo jugoso para el escándalo (un matoneo de buen adjetivo, un prejuicio inadmisible, un carroñero en busca de fama, un insulto racista o clasista o sexual…) lo cuentan asumiendo una mirada moralista y de sorpresa inaudita. Algo así, como miren qué cosas, que barbaridad, qué estupidez… así como andan en busca de la sangre de calle, el semen del poder, la farándula del dolor… ahora bucean en las redes sociales para encontrar la carroña que les de escándalos, clics y moralina de ser buenos. Eso somos, ni mejores ni peores.

4. El olvido es el humanismo. Lo que las redes digitales y los medios tradicionales han olvidado es el lado humano de la vida. Y eso significa pensar desde la gente y con la gente: víctimas, victimarios-.  Y  el nosotros.

Debemos poner al ser humano en el centro de la mirada y del sentido. Y poner al ser humano en el centro es dejar de ser panfletarios en redes y medios, es pensar, poner en contexto y proponer  criterios para dar sentido a lo que pasó y a lo que puede pasar.

Se sigue informando y actuando como si fuera una guerra clásica entre Estados claramente establecidos (Colombia vs Venezuela) cuando es entre el Estado Occidente y el Estado Islámico, el primero hecho de naciones con lógicas culturales locales… el Estado Islámico con un territorio geográfico múltiple y digital.

El humanismo significa pausar el vértigo y asumir la posibilidad o el milagro del sentido. Y de eso poco o nada pasa por los medios y las redes digitales.

 

 

*Esta nota fue publicada previamente en Razón Pública.

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Omar Rincón y María Paula Martínez


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