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Esteban Labrador vs. La Filarmónica de Bogotá

Esteban Labrador, pianista de la Universidad de los Andes, se presentará este viernes junto a la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Conversamos con él sobre su primer piano, su peor concierto y la vez que Lang Lang, uno de los mejores pianistas del mundo, dijo que era mejor que él.

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Comunicaciones FacArtes


19.08.2015

Foto: cortesía Esteban Labrador

¿Cuándo?: viernes 21 de agosto a las 3:00 p.m. y sábado 22 de agosto a las 4:00 p.m.

¿Dónde?: Carrera 45 No 26-85. Auditorio León de Greiff. Universidad Nacional de   Colombia.

¿A cómo?: viernes entrada libre y sábado entre $10.000 y $17.000.

La batuta del director se agita por los aires, el arco de los violinistas sube y baja en una coreografía exacta con sus cabezas y el codo de los chelistas se mueve tan fuerte que golpea sus costillas. Una y otra vez, en el piano, la mano izquierda de Esteban Labrador salta por encima de la derecha y cae certera sobre un acorde agudo. El pianista se inclina, da un cabezazo y clava con fuerza las notas repetidas del último compás. Las manos del director se congelan en el aire, Esteban lo mira de reojo y, entre aplausos, suelta el teclado.

Es la final del Concurso Internacional José Jacinto Cuevas en México, es Yucatán y el año 2012. Esteban toca con gafas y sin corbata, con un saco que le va ancho en los hombros y una camisa morada. Toca sin enterarse aún que es el ganador de los tres premios posibles: primer lugar del concurso, mejor interpretación de obra obligatoria y pianista favorito del público. Toca el Concierto para piano y orquesta No. 3 en do mayor, op. 26 de Sergei Prokofiev, el mismo que repetirá este viernes 21 de agosto, tres años después, con la Orquesta Filarmónica de Bogotá en el Auditorio León de Greiff.

Tiene 24 años, es bogotano y está a una semana de graduarse como pianista de la Universidad de Los Andes. Dice que mientras camina por el escenario repasa los tiempos de lo que va a tocar, pero una vez se sienta en la silla pone la mente en blanco y se concentra en la música. Que si pudieran robarse tres talentos de tres pianistas se quedaría con las octavas de Martha Argerich, la mano de Krystian Zimerman y la sensibilidad de Sviatoslav Richter. Que algún día quiere ser compositor, que le gusta la salsa y que baila bien.

“Este pasaje lo tocas mejor que yo”, le dijo Lang Lang, uno de los mejores pianistas del mundo, a Labrador en una clase magistral.

–Es mentira que los rolos no bailan, mis papás son de Bogotá y también son súper bailarines– asegura.

Así empezó todo

–Fue en un cumpleaños, tenía ocho.  A mis papás les dio la locura y se les ocurrió regalarme un teclado. Un tecladito, modesto, sencillo.

La primera vez que pisó un escenario fue en el año 2004 y era estudiante del Gimnasio Los Pinos. Un grupo de alumnos que cantaba le avisó de un festival de talentos organizado por Saludcoop y Esteban participó con una Sonata de Mozart en do mayor. Se lo tragaban los nervios antes de tocar, pero una vez en el piano, notó que desde el otro extremo de la sala venía una luz que oscurecía todo lo que tenía más allá de un metro. El frente se hizo negro y el público desapareció.

–No vi a nadie, nunca, menos mal –dice.

La leyenda de Lang Lang

Este pasaje lo tocas mejor que yo”, le dijo Lang Lang, uno de los mejores pianistas del mundo, a Labrador en una clase magistral.

Fue en el año 2013. Patrocinado por la Fundación Telefónica, el pianista chino visitó  Medellín y Bogotá y dio clase a tres jóvenes músicos colombianos entre los que estaba Esteban.

–Cuando me llamaron a invitarme, no le creí al tipo, pensé que era un chiste.

Labrador tocó la Sonata para piano de Béla Bartok Sz 80 y se llevó los mejores comentarios de la tarde. Lang Lang, con histrionismo desencajado y un traje negro que brillaba por todas sus puntas, le habló sobre conducción de frases, dirección de melodías y asuntos de carácter. Tarareó líneas, tocó fragmentos y agitando los brazos, guió la música

–El tipo era un loco, saltaba y pataleaba. Me dijo que muy bien, que estuviera en contacto con él. Luego lo estuve buscando y nunca apareció– cuenta Esteban.

 

Un mal concierto, un buen concurso

Hace un par de años, participó en el Concurso Nacional de Piano de la UIS —Universidad Industrial de Santander— y como parte de sus responsabilidades debió ofrecer un concierto a la afueras de Bucaramanga. Luego de pasar por alto que lo hubieran anunciado como “Anibal Gómez”, notó que los pedales del piano se habían desprendido de su caja y habían sido acomodados con cartones doblados a la mitad. Esteban no puso mayores problemas y comenzó una sonata de Beethoven de tres movimientos. Al terminar el primero, el arreglo hechizo se desprendió y los pedales volaron a la cola del piano.

–Me metí al camerino y les dije: me quedé sin pedales, toca arreglarlos.

Tres meses más tarde, con la misma obra entre su repertorio, ganó el concurso José Jacinto Cuevas en Yucatán, ese en el que se llevó todos los premios y en el que tocó el Concierto No. 3 de Prokofiev con la Orquesta de Mérida. El mismo que este egresado del Departamento de Música de la Universidad de los Andes repite este viernes, con la Filarmónica de Bogotá, y bajo la dirección del italiano Franceso Belli.

 

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