EDITORIAL | Los medios independientes no son obsoletos, tu iPhone sí. (Una carta de amor)

La crisis es una: este ha sido un año difícil y muchos medios, muchas iniciativas, muchas organizaciones de la sociedad civil, están viviendo una incertidumbre que parece precoz para su carrera y disonante con el trabajo que han hecho.

por

Alejandro Gómez Dugand


17.06.2024

Este año he hablado de algo de lo que me prometí no hablar. Dije que no, y sin embargo. 

Durante años renegué de la idea de hablar de una crisis del periodismo. “¡Crisis de los medios!”, dije, como si fuera Arquímides saliéndome de la tina. Le huí a los eventos en los que los señores y señoras que fueron dueños de los periódicos y los canales y las cadenas de radio se quejaban de cómo el oro se les empezaba a acabar. 

Durante mucho tiempo, ahora creo que con algo de arrogancia, pensé que qué bueno. Que menos mal y que ya venía siendo hora. Que qué maravilla que los medios —los grandes medios– tuvieran un pequeño fin del mundo que los obligara a repensar su escala, su actitud industrialera, su ambición tan decimonónica, su arrogancia ontológica con la que pretendían llenar el relato de nuestras naciones. 

(Pienso: cuando el equipo editorial de 070 recibió el premio Manuel Clemente Zabala, que la fundación Gabo entrega a editores ejemplares en Colombia, hace cuatro años años, Natalia Arenas, directora de esta revista, dijo: “Somos el primer medio digital e independiente que recibe este premio. Y esta es la primera vez que se premia a todo un equipo de editores, incluyendo la primera mujer”).

Lo decía también porque entonces —que no fue hace tanto pero cuánto ha pasado desde entonces— podía ya oírse el rugido de eso que más adelante vinimos a llamar periodismo independiente por no tener un mejor nombre. Ese periodismo dirigido por caras nuevas, por personas que no compartían baño turco con ministros y senadores. Unas caras nuevas que, en la maleta, trajeron nuevos temas y nuevas miradas. Que por fin, tal vez porque queríamos romperlo todo pero también porque no sabíamos bien lo que hacíamos, nos peleamos con la pirámide invertida y las w’s que nos enseñaron en los salones de periodismo. Que no, dijimos. Que íbamos a hacer podcasts, 

Y videos.

Y multimedias.

Y visualizaciones.

Y reels.

Y explainers.

Y lives. 

Y decidimos, ese mar de medios independientes que empezó a crecer por todos lados, que no queríamos una cosa pequeña que sucedía para pocos. Que queríamos disputarnos la agenda con los grandes.  

(Recuerdo: por esos meses, en 2016, hicimos el primer evento 070 con el que celebramos los primeros cinco años del proyecto. Quisimos traer proyectos independientes al cartel: quisimos hacer una tarde sobre periodismo donde no hablaron los mismos de siempre. Ver ese primer afiche habla de algo: de los cinco medios invitados, hoy solo existe uno).

Ahora sin embargo hablamos de crisis. Y de nuevo: no es del periodismo, porque sigo convencido de que el periodismo que hacen los alternativos en Colombia es de lo mejor que hay para mostrar en el continente. Es la crisis de los medios, de su manera de financiarse. Es la manera en la que las promesas de los planes de membresías y ventas de merchandising y modelos de financiamiento alternativos no terminan de cumplirse. Es la manera en la que la cooperación internacional está ahogada por las guerras de Ucrania y Gaza. Es la manera en la que los gobiernos ultra que han ganado en los países europeos retiran, de más en más, los fondos que antes destinaron al periodismo y la defensa de los derechos humanos. 

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¿No será urgente para los medios de comunicación, para los periodistas y para la propia democracia pedir un nuevo acuerdo social en torno a la información?

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La crisis es una: este ha sido un año difícil y muchos medios, muchas iniciativas, muchas organizaciones de la sociedad civil, están viviendo una incertidumbre que parece precoz para su carrera y disonante con el trabajo que han hecho. 

Pero también creo que la única crisis real es cuando, en medio de la angustia, se empiezan a confundir las grietas con las raíces. 

(Pienso: trabajé en esta revista 10 años, pero mis favoritos de la historia de 070 han sido estos dos últimos en los que no he estado y he tenido la dicha de vivirla como lector y como fan. Es algo que me pasa mucho cuando veo el trabajo de medios como los que pertenecen a La Liga Contra el Silencio, que hoy dirijo. Es una sensación innegable de privilegio. Son decenas de medios y proyectos haciendo cosas geniales en un país que durante años estuvo condenado al binario terrible de dos diarios, dos cadenas de tv, dos radios). 

Pero sigo pensando que hablar de crisis, y quedarnos en el laberinto eterno del dolor, no es suficiente. Porque soy millennial estoy en terapia y estoy agradecido por ella porque, entre otras cosas, me ha obligado a pensar en la generosidad que me rodea. Y quiero, para cortar ya con la crisis.com de nuestros tiempos, pararme desde ahí: en lo generoso que es pensar que si tuviera que hacer una lista de medios independientes (como 070) no me bastarían los dedos de la mano. 

Me gusta pensar en el archivo que esos medios están dejando: el registro de nuestra historia contada por voces que quisieron dar cuenta de lo que nos ocurre ya, hoy. 

(Pienso: ¿imaginan el relato mediático que nos habría quedado de nuestros paros nacionales de nos ser por revistas como ésta?)

Me gusta pensar en la generosidad de algo como 070, que desde hace tanto tiempo le ha abierto la puerta a profesores, estudiantes y periodistas para tratarlos con el mismo respeto (y el mismo rigor) para ayudarnos a pensar las noticias de este país inexplicable. Me gusta pensar en lo misional y poderoso que debe sentirse para las directivas de los Andes saber que en sus salones, y en ese tren azul enclavado en los cerros del centro de Bogotá, se fraguó esta idea de medio que es hoy una de los más reconocidos y relevantes en Colombia y Latinoamérica. Pienso en el privilegio de esta comunidad universitaria de poder tener y apoyar, como sea necesario, a uno de sus proyectos más lindos y exitosos. 

Porque las crisis vienen pero también se van y en el camino algo aprendemos. Porque cuando no alcanzamos a reinventarnos aprendemos, al menos, a perdonarnos y a seguir adelante. Porque en las crisis recordamos la importancia de dar likes, y compartir, y darle cariño a los proyectos que queremos en redes. (Qué dicha tener el chance de tener un Niusléter que llegue cada viernes con una mirada aguda sobre lo que nos pasa). Porque en las crisis se nos multiplican las ganas de decirle a lxs colegas que lxs queremos, que lxs bancamos, que con ellxs para las que sea. 

Porque los medios independientes de este país son para siempre. Aun y cuando crezcan o se achiquen y vuelvan a crecer. Incluso cuando desaparezcan.

El esfuerzo de la libertad de prensa no es obsoleto. 

Su iPhone, en el que cada cinco años invierte cerca de 10 millones, sí lo es.

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