A un poco más de seis horas del centro de Bogotá, al suroriente por la vía de Usme, después de pasar por la laguna Chisacá y de recorrer varios kilómetros por una carretera en medio de pequeños frailejones, está La Unión. Una vereda con apenas tres calles, 40 casas y menos de 100 habitantes, ubicada en la única localidad rural de Bogotá: Sumapaz. Es, como su nombre lo indica, la unión de tres ríos: Sumapaz, San Juan y el Pilar.
Aquí por cada campesino hay aproximadamente nueve militares, cuenta Eberto Romero, uno de los directivos del Sindicato de trabajadores agrícolas de Sumapaz (Sintrapaz). Porque históricamente el Sumapaz ha sido una región de conflicto y de lucha por el territorio. Una ruta de transito entre el centro y el oriente del país.
Hace más de 50 años surgió, en medio del páramo, Claridad, el periódico que en ese entonces quiso contar las historias de campesinos que reclamaban las tierras que colonos alemanes habían ocupado. Hoy, después de varias décadas, nuevas generaciones han retomado el proyecto para seguir hablando de las tierras, pero específicamente para comunicar el proceso de consolidación de la zona de reserva campesina en la región.
En Sumapaz no sólo se lucha por la tierra, las mujeres tienen su propia batalla. Ellas son las encargadas de las labores del día a día en La Unión, a las cinco de la mañana empiezan sus funciones: ordeñan, cocinan, lavan, atienden a sus hijos, a sus maridos y así pasan los días. Para cambiar su rutina surgió la organización Diosas emprendedoras por un mejor futuro (Diemfu), mujeres que luchan por cambiar el estigma de la mujer campesina.
Sin embargo, este no es el único cambio que se está generando en la región, la educación superior también ha sido un problema para las nuevas generaciones. En la familia Macana, Carlos, el hijo mayor, ante la falta de oportunidades en el páramo de Sumapaz, decidió dejar el campo para lograr ser profesional.
Estas son sólo tres historias que ocurren en una de las tantas veredas del páramo de Sumapaz: no sólo el más grande de Colombia sino del mundo. Vivimos dos días en una de esas familias, aprendiendo sobre el día a día en La Unión y conociendo la comida local y campesina. Grabando en el pueblo, en el río y en el campo para después editar en Bogotá todo el trabajo hecho. Estas son tres historias desarrolladas por un grupo de nueve estudiantes en la clase de la opción en medios Taller de video.