Según el Informe de Percepción Ciudadana de Medellín Cómo Vamos, el 20 % de los habitantes de Medellín se siente inseguro en su ciudad. La cifra es del año pasado, cuando se llegó a un nuevo récord: los paisas no tenían tanto miedo desde el 2006. El mismo documento consigna, de acuerdo con las últimas encuestas de seguridad y convivencia del DANE -2016 y 2017-, que las razones para quienes dicen sentirse inseguros tienen que ver con que crecen la delincuencia común, los robos y las agresiones (95 % en 2017). El Centro de la ciudad, por el que pasan 1’200.000 personas a diario, es uno de los sectores donde más atracan.
Una de las formas recientes con las que los ciudadanos buscan hacer contrapeso a los problemas de inseguridad es, armados de sus celulares, denunciar en tiempo real con videos y fotos de los ladrones. En Facebook, por ejemplo, se pueden encontrar esos videos donde —a grito de “cójanlo”, “rata”, “que no se vuele”—, se ‘boletea’ a un ladrón. Dentro de ese género de videos se inlcuyen tambien los de las golpizas a los ladrones, a los que la policía llega a salvar de la turba.
Como inspirada en ese modo de cibervigilancia ciudadana, la Alcaldía de Medellín lanzó “Te pillé”, una aplicación con la que la gente podrá, justamente, pillar ladrones y criminales. Se trata de una aplicación que con solo oprimir un botón se envía a la policía videos que puedan servir para identificar malhechores. Lleva siete días disponible en tiendas iOS y Android, y son 34.000 las descargas, una cifra superior al número de hurtos registrada por la Secretaría de Seguridad en los nueve meses del año: 22.255 casos.
Pero para muchos, “Te Pillé” está lejos de ser una buena noticia y por el contrario prende alarmas con respecto a la seguridad y al rol que debería tener el ciudadano en la batalla contra el crimen.
Te Pillé podría ser un boomerang
Para Jairo Libreros, profesor titular de la Universidad Externado y analista político para RCN Televisión y Caracol Radio, “la justicia por mano propia —un término mal utilizado—, es uno de los graves problemas que tenemos. Muchos ciudadanos, ante la incapacidad que tiene el aparato de Policía para reaccionar a los altos niveles de inseguridad, consideran que lo mejor es actuar con actos de violencia en contra de quien aparentemente ha infringido la ley”.
Es un problema muy sensible porque, como explica Libreros, requiere de una pedagogía o socialización con enfoque en derechos humanos —en este caso frente a mecanismos tecnológicos—, para evitar que ciudadanos utilicen la violencia buscando solucionar problemas relacionados con la seguridad en el espacio público.
El papel de la Secretaría de Seguridad de Medellín ahora, como aconseja, es que trabaje de la mano con otras instancias vinculadas con comunicaciones y derechos humanos, justamente, porque entregar una herramienta al servicio de la sociedad sin la suficiente capacitación, puede ser riesgoso y generar situaciones críticas.
Sobre el tema de la confianza ciudadana, Libreros cree que está atado a la legitimidad de la institucionalidad política. En este caso a la confianza que sienten los ciudadanos con la Alcaldía de Medellín y la Policía Nacional. “Sin duda este tipo de herramientas funcionan, solamente cuando los ciudadanos creen en su aparato de seguridad o de justicia y, desde ese punto de vista, uno podría pensar que orientaría a fomentar la confianza ciudadana”.
Pero, por casos que ha conocido en América Latina, donde hay aplicaciones que obedecen a la misma lógica, sabe que si no hay una respuesta lo suficientemente efectiva, y no hay acompañamiento a los casos, se puede convertir en un boomerang en donde la confianza ciudadana se vuelve descontento popular.
Hay muchas cosas que se pueden tergiversar, exagerar e, incluso, malinterpretar y manipular. Este tipo de herramientas no facilitan que esto no suceda
Inseguridad genera inseguridad
Algo parecido piensa Pilar Sáenz, coordinadora de proyectos de la Fundación Karisma —una organización de la sociedad civil que trabaja en la promoción de los derechos humanos en terreno digital—, pero en otra vía: “Si no es factible garantizar la seguridad de las personas que toman los videos o si se mantiene la impunidad, termina siendo un aliciente para los criminales”.
Ella está convencida de con “Te pillé” hay varios problemas entrecruzados.
Uno grueso tiene que ver con la narrativa de la inseguridad. Esa idea de mostrar que la ciudad es insegura hace que todo el tiempo la ciudadanía se sienta en un lugar inseguro, y que como individuos pase lo mismo. Cree que lo reforzaría el querer ver, producir o estar a la caza de contenidos delincuenciales.
“Si el contenido llega a viralizarse en redes, por ejemplo, esa sensación de inseguridad crece y puede afectar otros asuntos asociados: se siguen manteniendo las ideas sobre estigmatización o sanción social y la de justicia por mano propia”, agrega.
También, como explica, el asunto está muy vinculado con las discusiones sobre la libertad de expresión. “Hay ejercicios de libertad de expresión que por ser chocantes, mucha gente cree que se pueden censurar. Aquí pasa algo similar, y es que hay muchas cosas que se pueden tergiversar, exagerar e, incluso, malinterpretar y manipular. Este tipo de herramientas no facilitan que esto no suceda”.
Sáenz, defensora del software y la cultura libre, así como de las tecnologías abiertas, considera que “es más fácil pensar que nos están reduciendo cada vez más los espacios privados”. Esto porque últimamente, sobre todo con el Código de Policía, la idea de privacidad en el espacio público y la idea misma de espacio público, se han desdibujado.
Por último, en cuanto a los permisos específicos para la utilización de imágenes de otros y sobre la identificación del rostro, información considerada sensible, Sáenz aconseja pensar en lo que implican los altos estándares ante la Ley de protección de datos. “Aún cuando tu información la tenga el Estado, esgrimiendo seguridad pública, tiene que haber unas ciertas garantías y la posibilidad de control y seguimiento de quiénes acceden a esa información y con qué fines”.
'La confianza es diferente a la popularidad', dice Melguizo, para quien estas medidas son populares, pero no necesariamente generan confianza.
Confianza vs. popularidad
Jorge Melguizo, quien fuera secretario de Cultura de Medellín en el periodo 2005-2007 y poco de 2008, y luego secretario de Desarrollo Social entre 2009 y 2010, cree que la Alcaldía actúa con buena intención porque busca respuestas a los problemas graves de inseguridad. “Pero está desenfocada”.
El actualmente consultor internacional en gestión pública, proyectos urbanos integrales, cultura y participación social, es tolerante a las aplicaciones tecnológicas. “Todas las que ayuden a generar mejor gobierno”. Sin embargo, no considera que las aplicaciones de denuncia, como “Te pillé”, generen buen gobierno.
Agrega que es aún desconocida la capacidad de respuesta para las denuncias e ignora si la calidad de las respuestas, será la que esperaría la comunidad.Para él, el problema de la seguridad de Medellín no es la denuncia, sino la existencia de ese «modelo dual» de seguridad, donde por un lado van las instituciones y por otro la criminalidad, ambas manejando la seguridad.
“La confianza es diferente a la popularidad”, dice Melguizo, para quien estas medidas son populares, pero no necesariamente generan confianza. Piensa, además, “que la alta popularidad actual del Alcalde de Medellín, no es sinónimo de alta confianza en su gestión”.