La cancelación del proyecto de construcción de un mega hotel en el Tayrona es apenas un corto alivio para el Parque. La evidencia de nuevos proyectos, la ineficiencia de las autoridades y la presencia de grupos violentos que controlan el lugar hacen que el Tayrona esté en permanente peligro.
Marta Lucía Hernández fue retratada por última vez la mañana antes de su muerte. La exdirectora del Parque Tayrona se preparaba para un viaje de descanso con su esposo Carlos Hernández. Ese día se respiraba un ambiente de tranquilidad en su casa porque dejaba a un lado, por un corto tiempo, las constantes tensiones que afrontaba con el Bloque Tayrona de las Autodefensas (AUC) y en particular con su líder, Hernán Giraldo, alias El Patrón.
Giraldo, un hombre robusto y con bigote espeso, manejaba los hilos del Parque a su antojo. Durante muchos años, El Patrón tuvo el control territorial de la zona e impuso sus propias reglas. Gran parte de los habitantes de la región fueron desplazados u obligados a entrar a las filas de las Autodefensas. Otros, como los indígenas, vivían entre el fuego cruzado de la guerrilla y las AUC por la soberanía del lugar.
Para Marta Lucia Hernández, El Patrón fue la piedra en el zapato durante mucho tiempo. La entonces directora fue acosada y extorsionada para dar un porcentaje de las ganancias por las entradas al Parque. A eso se le sumó los negocios de narcotráfico que tenía el Bloque Tayrona en la zona y los actos delictivos contra los turistas que visitaban el lugar. Estos fueron algunos de los motivos que provocaron una amarga relación entre los dos. Y como en todos los dramas, la historia terminó en tragedia. La entonces directora fue baleada un 31 de enero de 2004.
¿Por qué mataron a Marta Lucia Hernández?
Durante el 2005, un año después del asesinato, un hecho importante fue revelado por las directivas de Parques Nacionales. Los servicios turísticos del Tayrona serían entregados en concesión a la Unión Temporal conformada por la agencia de viajes Aviatur, la Cámara de Comercio de Santa Marta y Alnuva, otra agencia de turismo.
La región Tayrona, ubicada al norte de la ciudad de Santa Marta en el Departamento de Magdalena, atrae la atención de turistas y empresarios por su riqueza medio ambiental y paisajes exóticos. La diversidad en fauna, flora, ambientes marinos, vestigios arqueológicos y comunidades indígenas que todavía habitan estas tierras, son algunos de los atractivos que tiene este parque natural. Y fueron estas particularidades los incentivos para Aviatur y sus aliados inversionistas decidieran apostarle a un atractivo negocio en este paraíso.
La concesión se convirtió en un respiro para las autoridades del Tayrona. No sólo por ser un músculo financiero para la entidad, sino porque ahora sus funcionarios se dedicarían a ejercer sus labores iniciales de preservación y supervisión del Parque. De esta manera Aviatur, con un 60% inicial de las acciones, se comprometió a invertir en infraestructura y adecuación para prestar servicio de hospedaje, alimentación y guías a los visitantes.
Los años siguientes a la firma de la licencia se vivieron en una relativa calma dentro del complejo turístico. Todavía se daban hostigamientos por parte del Bloque Tayrona, pero de manera inexplicable, la violencia disminuyó. Esto se vio reflejado en el porcentaje de visitantes que aumentó año tras año. Tanto, que durante el 2010 el total se estimó en 230.000.
Sin embargo, en abril de 2011 se agitó una vez más la marea. Gelvez Albarracín, alias El Canoso, un desmovilizado de las Autodefensas que se movía por la región, acusó a la firma Alnuva de aliarse con los Paramilitares en declaraciones entregadas a la Fiscalía. De este escándalo salieron mal librados políticos del Magdalena como Trino Luna Correa, exgobernador y empresarios de Santa Marta. Tambien salió salpicada la empresa Aviatur, encabezada por Jean Claude Bessudo, su presidente. Según las declaraciones del desmovilizado paramilitar, citadas en el portal Verdad Abierta, «Bessudo les dijo que él necesitaba tener la mayoría accionaria, y acordaron que Aviatur tendría el 60 por ciento, el 1 por ciento a la Cámara de Comercio de Santa Marta y el 39 por ciento se repartiría entre Trino Luna, José Gélvez, Nacho Rodrígez y Nódier Giraldo, el sobrino de Hernán Giraldo encargado del manejo financiero del Bloque Resistencia Tayrona.»
Bessudo desmintió cualquier tipo de nexos con paramilitares y afirmó que jamas se reunió con alias El Canoso: «en esa reunión solamente estuvieron Elías George, dos funcionarios de Aviatur y un señor Rodríguez, a quien yo no conocía y que me presentaron como hijo de un médico de Santa Marta, dueño de un negocio de artesanías», afirmó Bessudo en declaraciones a la revista Semana en abril de este año. A raíz de la supuesta alianza con el grupo armado, la firma Alnuva fue retirada de la Unión Temporal y reemplazada por la firma Passarola Tours Ltda (empresa que sigue vigente en la Unión Temporal). La investigación por la posible infiltración de paramilitares en la concesión de ese parque no ha arrojado, hasta ahora, ningún resultado o decisión de la justicia.
Marta fue brutalmente asesinada por dos hombres cuando abrió la puerta de su casa y recibió siete tiros en la boca, en la frente y el resto del cuerpo. Del día de su muerte sólo queda el recuerdo de aquella fotografía que plasma la ilusión del viaje y el buen momento familiar que estaba pasando.
Durante septiembre de este año, la noticia de que la construcción en el Tayrona de un Hotel siete estrellas se estaba cociendo en los pasillos de Presidencia se hizo pública. La cadena asiática Six Senses, por medio de la Sociedad Promotora Arrecifes SAS, fue quien planteó el llamativo proyecto, exclusivo para un sector con gran capacidad adquisitiva. La revelacion cayó como un balde de agua fría en algunos sectores ambientalistas de la sociedad colombiana, quienes evaluaban los riesgos e impactos para la población indígena y el entorno natural.
La cadena asiática Six Senses es una compañía líder en ecoturismo para personas con gran capacidad adquisitiva. Tiene 22 eco-hoteles a nivel mundial y entre sus sedes se destaca el Hotel de Nha Thrang en Vietnam. Este lugar es un claro ejemplo de la noción de negocio que quieren desarrollar en Colombia: “Somos una multinacional experta en hacer turismo de lujo en zonas protegidas y ambientes naturales”, aseguran los representantes de la cadena.
Despues de que el mismo presidente Juan Manuel Santos anunciara con gran entusiasmo la construccion del nuevo hotel tuvo que salir a retirar la idea. Primero se destapó que en el proyecto participaba la familia Dávila Abondano (implicada en el escándalo Agro Ingreso Seguro). Luego, como lo expresó el ministro de Medio Ambiente, Frank Pearl, el gobierno echó reversa también «cuando se supo que dos familiares del señor presidente, el señor Felipe Santos y el ex vicepresidente Francisco Santos, participaron en varias reuniones hace varios años para hablar del eventual proyecto».
Propiedad de elites
Parques Nacionales, entidad del gobierno, ha sido absolutamente torpe en el manejo de la situación ambiental y social. Especialmente en el Tayrona
Margarita Serje, Antropóloga y docente de la Universidad de los Andes, asegura que estos proyectos no son nuevos en el Tayrona y que se van a seguir presentando de manera persistente. Esto parecería evidente, debido a que más del 90% de las tierras del Parque están en manos particulares, según un informe presentado por el diario El Espectador el día 30 de octubre del 2011.
“Algunas familias de elite consideran que el Tayrona es propiedad privada y por eso pueden hacer cualquier tipo de negocio turístico”, asegura Serje. Esta situación se evidencia a través del cierre de algunas bahías como el caso de Chengue, Gairaca, Neguanje, Cinto y Arrecifes. En estos lugares todavía hay personas quienes alegan tener títulos de propiedad colonial sobre los predios y es un claro ejemplo donde se “superponen diferentes formas de propiedad y usufructo sobre la tierra”.
Las políticas en el Tayrona, de acuerdo a Serje, son poco adecuadas para tratar los aspectos de sus habitantes. “Parques Nacionales, entidad del gobierno, ha sido absolutamente torpe en el manejo de la situación ambiental y social. Especialmente en el Tayrona”. Esto se refleja en los constantes conflictos entre colonos, indígenas y privados por el usufructo de la tierra. También existen serios problemas de pesca ilegal, robos, tráfico sexual y movimientos ilegales que utilizan la zona como puente de embarque clandestino para transportar droga y armas.
Según Serje, “el haber entregado a concesiones privadas el Tayrona elitizó el acceso legal al complejo”. Los hoteles han aumentado su valor ostensiblemente y ahora tienen un público más exclusivo. “No se debe olvidar que los Parques son patrimonio nacional y no la finca de recreo para un grupo social con disposición monetaria”.
Las propiedades del Tayrona se ponen en tela de juicio y existen diferentes miradas a la controversia. Por un lado, como Parque Nacional, el Tayrona le pertenece a todos los colombianos quienes contribuyen con un porcentaje de impuestos para la sostenibilidad y preservación del lugar. En un segundo plano están los particulares que han adquirido propiedades y se aprovechan del lugar usufructuando sus tierras. Y en un tercer eslabón, se encuentran los indígenas que habitan el área desde hace siglos y han sobrevivido a pesar de los conflictos.
Los modelos de reservas naturales alrededor del mundo varían. Algunas naciones como Costa Rica, quienes según la revista Semana “declararon reserva natural una cuarta parte del país y el Estado fue el encargado de comprar los predios y de administrarlos”, le sacan gran beneficio al turismo y la mayor parte de sus ingresos vienen de ese rubro. Otros lugares como Vietnam, India y Tailandia le apuestan a turismo de alta gama, con cadenas como Six Senses y Aman Resorts.
No obstante, el turismo masivo en áreas protegidas puede ser desfavorable para los ecosistemas y las comunidades. Este es el caso de la Costa Azul francesa y las Islas Galápagos en Ecuador, en donde se han aumentado el porcentaje de personas que residen en estas zonas de manera ilegal. El caso del Parque Tayrona no es muy diferente: el número de habitantes y la compra de predios se han incrementado en los últimos años. Este fenómeno ha provocado la movilización de la comunidad indígena a otros sitios de residencia donde pueden conservar y manifestar su cultura de manera libre.
Expulsados de sus tierras
Los indígenas, después de la colonia, fueron expulsados de la región del litoral y esto ha sido, por mucho tiempo, un gran debate porque estas comunidades reclaman como suyas las áreas del Parque. Los vestigios arqueológicos confirman esta hipótesis. A lo largo del Tayrona, pueden encontrarse caminos de piedra, asentamientos y puentes que están trazados en mapas por investigadores, quienes aseguran la veracidad de estas declaraciones.
Aunque se han realizado varios intentos de regresar el acceso al mar a estas comunidades, como lo fue la ampliación del resguardo indígena en los noventa, todavía son labores muy incipientes y no han dado los resultados esperados. De un tiempo acá se llegó a un acuerdo en donde algunas familias pertenecientes a la Sierra Nevada podían habitar lugares en el Tayrona. No obstante, la compra de tierras por parte de indígenas es cada vez es más recurrente.
En la Sierra Nevada conviven cuatro comunidades indígenas diferentes: Arhuacos, Wiwas, Kogis y Kankuamos. La vinculación ancestral de estos grupos a la región va más allá de la colonización. La línea negra, según el Doctor Carlos Alberto Uribe, Director de la Facultad de Antropología de la Universidad de los Andes, es una zona circular que delimita sus territorios. Sin embargo, este es un tema que ha suscitado toda una discusión porque la parte del resguardo indígena no incluye el Parque Tayrona y los nativos reclaman esta zona como suya.
Aunque los resguardos indígenas están cobijados y protegidos por una legislación especial, la violencia, la privatización y la expansión han causado que las condiciones de vida se desmejoren notablemente. De acuerdo al Dr. Uribe, a estas etnias “se les impone formas de vida diferentes a sus propias costumbres y creencias”.
Cuando saltó a la luz pública el escándalo del Hotel, nadie tuvo en cuenta a la comunidad indígena que habita la Sierra Nevada de Santa Marta, ni los posibles riesgos ambientales para el Parque. Según Uribe, “nunca se realizó ninguna clase de consulta previa a los habitantes para analizar la viabilidad del proyecto siete estrellas”.
“Los indígenas se volvieron nuevamente un objeto de diversión, ahora estamos regresando a lo primitivo”, asegura Uribe cuando se refiere a la participación de los nativos en esta clase de proyectos. “Los cogen y los ponen a la entrada con taparrabo a recibir a los turistas extranjeros y para ellos eso es incluirlos y tomarlos en cuenta en los proyectos”.
En noviembre 8 de 2004 el Mamo Mariano Suárez –autoridad y líder de la comunidad– fue asesinado en la Sierra a causa del conflicto armado. A partir del año 2002 la situación para los pueblos indígenas empezó a empeorar. Los constantes enfrentamientos entre guerrilla y paramilitares persiguieron también a estas comunidades. Según la Organización Gonawindúa Tayrona, medio millar de indígenas han muerto desde que inició el conflicto.
Kincha Navíngumo, Mamo Arhuaco, asegura que “el hermanito menor” como llaman los indigenas al hombre balnco, “mata con lista en mano sin saber por qué”, refiriéndose a los paramilitares. “Nos señalan como culpables de su guerra, nos intimidan y nos violentan”, asegura Kincha en el documental Palabras Mayores, realizado por la Organización Gonawindúa.
Ramón Gil, Líder Wiwa, comenta también en el documental, sobre el papel estatal: “El gobierno con sus proyectos está destruyendo la naturaleza y hace un gran daño a nuestra comunidad. Nosotros tenemos derecho sobre la tierra y somos los encargados de proteger la Sierra”, recuerda Gil. Por eso, “se deben llevar reglamentos ancestrales con el fin de conservar lo que nos legaron”, agrega José Romero, Mamo Arhuaco.
Botín de oro
El complejo de la Sierra Nevada y el Parque Tayrona son lugares con gran importancia ambiental porque resumen toda la diversidad en pisos térmicos y suelos que difícilmente se pueden encontrar en un sólo lugar. En este sitio convergen: desiertos, playas, selvas y picos nevados. De acuerdo a Luis Jorge Vargas, Biólogo de IDROcolectivo, esta región es un botín de oro para quienes quieran aprovechar el paisaje, los recursos y las cualidades únicas de sus playas”.
La perspectiva del Tayrona no es buena según lo analizado por Vargas. Las amenazas son crecientes y la llegada de nuevos proyectos es iminente. “La riqueza de sus suelos, la variabilidad ambiental y las condiciones geológicas determinan la presencia de gas, carbón y petróleo”. De acuerdo con sus afirmaciones, “hay un gran probabilidad que evalúen proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos en esta área”.
Estos recursos naturales son el mayor atractivo para compañías y personas con poder adquisitivo, a quienes les interesa comprar un pedacito de paraíso para ellos solos con la excusa de crear lugares para la preservación del medio ambiente. Pero ahora lo ecológico es cualquier cosa y los daños que han perpetrado en esta zona son irreversibles. La mortandad de peces, la contaminación de aguas, el deshielo de los nevados y tala indiscriminada de árboles son algunas de las secuelas visibles en el ecosistema.
Ninguno de los mencionados sucesos ha logrado concientizar a las personas sobre la importancia del sitio como reserva natural. La Promotora Arrecifes SAS no le bastó el declive del proyecto Six Senses. Hace pocas semanas, en el periódico El Heraldo de Barranquilla, salió a la luz pública el proyecto Ciruelo 1 y 2 que apoya y tiene el aval del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Se basa en la construcción de 12 ecocabañas y dos muelles con acceso a playas en los terrenos adyacentes a la ribera nororiental de Bahía Concha en el Parque Nacional Tayrona.
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El abogado Alejandro Arias fue quien realizó la denuncia a través de internet, en donde publicó la resolución 0631 del 3 de abril de 2009 que ratifica la licencia para empezar esta obra. Por su parte, Julia Miranda, Directora de Parques Nacionales, aseguró que este proyecto cuenta con las condiciones necesarias para respetar las normas ambientales y causar el mínimo impacto posible al ecosistema.
Existen discrepancias a nivel interno por parte de Parques Nacionales para mantener y salvaguardar las tierras del Tayrona. A este factor se le puede agregar las pocas garantías que ofrece el Estado a los habitantes ancestrales para su supervivencia en la región. Esta combinación demuestra la escasa articulación de políticas que existen para reglamentar las actividades de turismo, construcción, recreación y vivienda en esta zona. En este sentido, la vulnerabilidad del Parque está en su punto más crítico no sólo por el menoscabo a los ecosistemas, sino, por las implicaciones sociales de las comunidades que residen en la zona.
*Margarita Robles es estudiante de la Maestría en Periodismo del CEPER. Este trabajo fue producido en la clase Seminario de géneros.