Especial completo #SOSCultura.
El sector audiovisual en Colombia es uno de los más propensos a ser llamados industria. Hoy, no merece menos. Grandes factorías como NBCUniversal Media, Sony, Netflix o Apple ponen los ojos y la intención en el país, con el ánimo pleno de producir contenidos globales o, mínimo, latinoamericanos.
Claudia Triana es la directora de Proimágenes, que maneja el Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica en Colombia y que celebra esta nueva perspectiva. La gestión tras escena le corresponde tanto, como el próspero crecimiento e internacionalización del sector en los últimos 20 años. La capacidad de mantener en el tiempo la voluntad política es lo suyo.
Proimágenes opera técnicamente el Fondo Fílmico Colombiano, mismo que ante la crisis se flexibiliza y se amplía en el Plan Nacional de Desarrollo, y opera también el Fondo de Desarrollo Cinematográfico que, como prevé Triana, estará en ceros para 2021. Aquí, ella enseña cómo podría dinamizarse este grueso que ya no solo cobija a cineastas, pues las iniciativas de series web, videojuegos, realities, contenidos transmedia ahora también caben en el ecosistema.
*Este es el especial #SOSCultura que repasa el estado del arte entre líderes de opinión y con poder decisión dentro del sector cultura en Colombia. Pretende aproximarse a una radiografía de su realidad laboral antes del COVID-19, durante y ¿después?*.
¿Cómo estaba el sector audiovisual en Colombia antes de decretarse una cuarentena por Covid? ¿Gozaba de buena salud, no?
Antes de todo este relajo, el 13 de marzo estábamos nosotros en el Festival de Cine de Cartagena de Indias – FICCI. De repente, el Alcalde canceló de tajo toda actividad pública. Era el segundo de cinco días que dura el certamen, pero cerraron todas las salas de cine del país primero y supuestamente por diez días. Ya para el 18 de marzo, eran más de 1.300 pantallas sin público, cosa que no ha cambiado hasta ahora, cuatro meses después.
¿Y qué fue lo primero que pensaron?
Que una parte importante de los estímulos para el sector cine se nutre, justamente, de una cuota parafiscal que es recaudada según el desempeño de las película en taquilla. Con esa misma se benefician exhibidores, distribuidores y productores. Pero en estos cuatro meses, no se ha recibido un solo peso por cuenta de esa contribución parafiscal, porque las salas han estado cerradas. ¿Y qué se espera con las estadísticas? Que los recintos cerrados sean los últimos que se activen en esta nueva normalidad, y no se espera que antes de septiembre ocurra algo parecido. Entonces, esa cuota que era para el desarrollo cinematográfico e iba para un fondo que preveía tener un presupuesto de 38 mil millones de pesos para este año, va a tener, en el mejor de los casos, unos ingresos no mayores a 9 mil millones de pesos. Eso porque enero, febrero y mitad de marzo fueron “normales”. Eso quiere decir que no habrá más de un 30 % de ocupación en el sector.
¿De tajo?
Sí. Paulatinamente volverá la gente a cine, pero con una ocupación de esa infraestructura limitada y baja. Primero porque la mitad de las salas tendrían que dejar espacios y seguir normas protocolarias como distanciamiento social e higienismo, y todo lo demás. Pero suponiendo que la gente se lance a ir a salas de cine, pues esas salas que desde finales de 90 se volvieron pequeñas, la mayoría en los centros comerciales, en el mejor de los casos tendrán 300 sillas de las que solo 150 serán ocupadas. Segundo, porque sumado al pánico a nivel global la gente irá muy poco a cine y esto solo si se arriesga a un contagio. Y como a todos nos tocó consumirnos en el potencial que tienen los medios digitales, eso es lo que arroja un aprendizaje para todos nuevo y el entretenimiento debemos buscarlo en casa.
¿Qué quiere decir eso?
Entretenernos en casa quiere decir usar Netflix y todas las opciones por suscripción. Quiere decir volver a usar la televisión, sobre todo los noticieros, y su nueva relevancia mediática, un indicio de que no está del todo mal. Ya nos hemos acostumbrado a buscar contenido que circula de manera gratuita o a muy bajo costo como una oferta enorme a nivel global.
¿Y en cuanto a lo demás, estímulos otorgados y lo que ya venía rodando?
El Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, que ha sido una fuente fundamental para los creadores y para el cine de autor, el año entrante va a tener cero pesos. Una convocatoria que llevamos haciendo 16 años en el país, atendiendo no solo lo regional sino todos los géneros, y que ha cambiado el panorama cinematográfico colombiano (pasando de estrenar una película en el año 98 a tener 48 en pantalla en el 2019), no va a tener dinero para apoyar a los creadores. Entramos en una especie de cuarentena de producción.
Vamos a tener dinero, a lo mejor, para los guionistas y para el desarrollo de proyectos, pero no van a encontrar plata nuestra, ni de interlocutores, ni de patrocinadores, porque no hay inversionistas y no hay impuestos de renta, etc. Es como una especie de pare lo que preveo, y ni siquiera lo hemos pasado al Consejo Nacional de Cine, que es quien rige ese Fondo. Pero como yo soy la que recauda, sé perfectamente que no tendremos un peso. Nos va a tocar mirar hacia dentro y preparar proyectos para salir fuertes en el 2022. Eso, respecto a las salas de cine y a la retroalimentación del sistema.
Y los proyectos que ya venían en curso, ¿cómo los manejan?
De lo que directamente conocemos, porque hay muchas cosas que se hacen en el país por iniciativa privada y no tienen que ver con el Fondo de Desarrollo Cinematográfico, hemos hecho seguimiento a 240 contratos vigentes.
El estímulo lo otorgamos de manera anticipada para que efectivamente se puedan hacer las películas, cosa que no pasa en ninguna parte del mundo, porque siempre se está dando posteriormente, en fin. Y, con esos contratos, hacemos también desembolsos graduales según funcione cada uno. ¿Qué pasó? Que muchos proyectos de los que debían entregarse en noviembre, tienen ahora cuatro meses de retraso. Entonces estamos dando prórrogas a algunos, pero muchos otros se han suspendido hasta que puedan decir que se están dando las posibilidades de filmar, que pueden reprogramar con más certeza su producción, pero nadie lo sabe.
Por otra parte, con el Fondo Fílmico Colombia, que se nutre con presupuesto general de la Nación a través del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, se cubrían seis proyectos que estaban andando, de los cuales tres pidieron suspensión porque implicaba gente internacional que pudiera arribar al país y no: cerrados los vuelos, cerrado el aeropuerto… Esos quedaron en stand by.
¿Y los otros tres?
Uno no se va a hacer, se cayó, porque los proyectos internacionales están muy afín con el talento. Me explico: los inversionistas en Estados Unidos, por ejemplo, dan plata cuando saben que Nicolas Cage actuará, pero si se cae Cage porque no se filmó cuando debía y él tiene otro compromiso, se cae el proyecto. Y algo parecido nos pasó. Pese a que los otros están tratando de sobreponerse, todo esto implica una confianza y una responsabilidad atípica para todos los niveles del sector. Si yo soy un manager de una actriz como Angelina Jolie, ¿le propondría rodar en este momento? Se requiere una serie de protocolos no presupuestados y recomponer tanto, que para que un inversionista o productor desee hacerlo, es difícil. Más cuando nosotros exigimos lo convenido en los contratos firmados con estas seis producciones, ahora cinco, y que tienen compromisos: demostrarnos que tienen la plata para pagar los servicios de los colombianos e invertir un mínimo de mil ochocientos salarios mínimos en el país, que equivalen casi a 485 mil dólares.
Pero pasa también que, afortunadamente, en todo este período se siguió reglamentando el Plan Nacional de Desarrollo que hoy contiene un nuevo incentivo audiovisual, que veníamos persiguiendo desde hace dos años.
Son cambios en la Ley Fílmica, precisamente. ¿Cuáles son los principales atributos?
Un descuento del 35 % sobre el gasto que hagan las producciones audiovisuales internacionales en Colombia. Ese descuento no es en una plata en efectivo, como sí es en el Fondo Fílmico Colombiano que devolvemos hasta el 40 % en efectivo al productor que invierta los 485 mil dólares o el mínimo de mil ochocientos salarios mínimos en Colombia.
No, este es un certificado tributario que le permite al internacional vender en el mercado secundario en el país, porque ellos no pagan impuestos aquí y lo venden a quienes sí pagan impuesto de renta. El incentivo está ahora disponible para que proyectos apliquen, pero se lanzará con todos los instrumentos a partir de la semana del 20 de julio. Lo mediará Proimágenes Colombia, ya que somos secretarios técnicos del mismo comité que aprueba los proyectos para el Fondo Fílmico y se acordó así, precisamente, al ampliar la Ley Fílmica en el Plan de Desarrollo.
Y entran a participar creadores de contenidos transmedia, series web, realities, entre otros a ese fondo…
Sí. Todo tipo de programas audiovisuales desde realities hasta videojuegos. Se amplía ahora en Colombia un panorama enorme de posibilidades y de negociaciones. Será exactamente igual a cómo ha venido operando el Fondo Fílmico desde hace ocho años: tienen que invertir en servicios y en talento nacional y, sobre ese gasto, tendrían un 35 % de ese certificado tributario. Y con esto se abre una posibilidad para que NBCUniversal Media, Sony, Netflix, Apple y una cantidad de entes internacionales que ponen los ojos en Colombia, vean allí una oportunidad de hacer, con un presupuesto muy competitivo (porque les favorece el dólar), contenidos y series que pueden servir a nivel global y a nivel regional.
¿Nivel regional es no centralizados?
No, hay otros proyectos serios que ellos necesitan hacer para la región Latinoamérica.
¿Y esto termina cualificando solo mano de obra en Colombia o también estimula el relato propio?
Las dos. Este estímulo está diseñado para que puedan convivir ambas. Ya HBO y Netflix han hecho producciones con IP nacionales, es decir, que el guión u otras cosas son propias. Pero también, puede pasar, y en la mayoría de los casos es así, que ya traen su guión y tienen los derechos de autor. En esos casos contratan unos servicios colombianos para hacer ese contenido. Pero poco a poco, involucran talento nacional a medida de sus intereses, que es lo que ha venido pasando, y cuando ven a alguien como el señor Andy Baiz, que es un buen productor y director, pues lo involucran en la tercera temporada de Narcos y lo llevan a México a que haga lo que sabe hacer.
Desde el principio hemos visto cómo se sorprenden a nuestra calidad, capacidad de trabajo, capacidad de creatividad y profesionalismo. Todavía tenemos mucho por aprender, pero poco a poco también con el talento cualificado, se contarán las historias que les interesen a grandes productores del mercado hablado en español latino, y a nivel global.
El éxito, por ejemplo, que tuvo la serie Narcos le abrió posibilidades muy grandes al país. Se vio con un éxito enorme a nivel global y aquí que todos estaban jalándose los pelos porque ¡cómo se mostraba de Colombia eso! Pues resulta que le abrió unas puertas importantísimas a los servicios, al talento, a la producción nacional porque Netflix con una producción de esas características como Narcos, donde cada capítulo se vuelve un largometraje, reconoce el potencial enorme del que poco se habla. Así, en medio de este paro de la pandemia terrible, hay otro futuro muy interesante que va a fortalecer nuestra industria audiovisual.
Cuál es el paisaje para las productoras independientes: ¿prestar servicios para estas grandes plataformas o competir con ellas?
Muchas de las independientes son dependientes de los fondos del Estado. Hacen sus películas con los fondos que mencionaba y serán muy exiguos para el año entrante. También dependen de los fondos internacionales. Son producciones de cine de autor, de nicho, que por lo tanto películas como MONOS debía tener nueve coproducciones internacionales para recaudar el dinero suficiente para hacerse. Muchas de las productoras tendrán que estar penando fuertemente para hacer sus proyectos en estos tiempos, también porque los fondos de todos los países dependen de todas las autoridades cinematográficas, es decir desde los Gobiernos, que tampoco tienen dinero. Y cuando los gobiernos no tienen dinero, ¿qué es lo primero que recortan?
Todas estas empresas que hay en Colombia, y que han tenido éxito y que ya han logrado hacer tres o cuatro películas, tendrán que postergar sus proyectos hasta que todo esto se neutralice. Y esto se va a neutralizar cuando haya una vacuna y cuando pase, apenas nos habremos recuperado de una recesión económica muy fuerte.
¿Cree que esa dependencia es sana o no?
Ni lo uno ni lo otro, es la realidad. La cinematografía necesita de una financiación y una subvención para poder hacerse porque el mercado es completamente imperfecto. Tener un 90 % de las pantallas del mundo tomadas por las películas de los mayors, como Hollywood, y compararlo con el espacio de otros exhibidores, deja como resultado subvencionar. Si pretendemos hacer y contar nuestras historias propias, que es nuestra función social y que además es el patrimonio inmaterial de una nación, hay que hacerlo y así piensan muchos en Europa, sobre todo, y en Estados Unidos no tanto porque ellos tienen mecenas. La razón de ser de todos los fondos que se han creado en el mundo es esta, y en Colombia estos fondos concursables y no reembolsables están sustentados en que el país se tiene que contar por colombianos, y que esa labor la tiene que ayudar a fomentar el Estado.
Se verán en grandes aprietos todas las producciones en el próximo año y medio y unos 25 mil millones de pesos que veníamos entregando al sector, irrigando de una manera subvencionada, no los vamos a tener.
Netflix donó 500.000 dólares para apoyar a técnicos del cine, ¿sería un mecenas?
No, porque es una donación limitada. Es más un gesto con el audiovisual en Colombia, como lo han hecho con otros países como España, y la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas hizo esa magnífica gestión. Es solo un alivio para 1.500 técnicos que quedaron suspendidas. Se entrega un millón 200 mil pesos y a la fecha hay mil personas beneficiadas con ese fondo que no irá más allá de julio.
¿Es un gesto desinteresado el de Netflix o sirve, entre otras cosas, para robustecer la base de datos y mapeo del sector?
Todo el que venga a este país lo va a ser contratando productoras, que a su vez contratan a los técnicos. Netflix no contrata directamente a un técnico, ni a un maquillador, ni a un conductor. Lo hace a través de servicios cinematográficos en el país. Esa especie de buscarle la doble moral a todo me parece muy dañina y Netflix hace una donación porque le interesa Colombia, no porque quieren robarse la información de los técnicos.
Me refiero a completar el mapa del ecosistema de la industria, que parte de identificar cuántos hacen qué…
Obviamente va a quedar una base de datos que le va a servir más al sector que a Netflix. Lo que pasa con el mapeo en el sector audiovisual es que es muy frágil y móvil, cuando se parte de tener tres conductores en Jericó, en una película, les toca al otro día hacer de leñadores. Ahora, lo que sí es muy importante resaltar es que este es un gesto con Colombia porque consideran que es un país con un potencial importante. Yo si fuera de los directivos de Netflix, si no me interesa trabajar con Colombia, jamás le daría una donación de este tipo.
El sector audiovisual ha sido protagónico en la dinamización de la cultura en Colombia, ¿qué cree debería hacerse en este momento ante la crisis en términos más generales?
El sector ha sido, sin duda, pionero y jalonador en aportar a las cuentas nacionales. Eso es cierto. Hemos surtido al sector de un sistema muy interesante de estímulos y un proceso integrado que pasa por el fortalecimiento de las relaciones y la confianza entre alianzas. Creo que eso ha tenido el sector audiovisual en Colombia, que no han tenido otros sectores de la cultura, y que se espera que lo puedan conseguir ojalá con nuestro ejemplo. Es difícil, pero la única manera que hemos encontrado es esa: las alianzas interinstitucionales y mantener en el tiempo la voluntad política.