¿Y ahora cómo sobrevivimos? Caja de herramientas en salud mental

Todo esperábamos menos que el 2021 se pareciera tanto al 2020. Ahora que volvemos al encierro es momento de pensar de nuevo en salud mental. Hablamos con psicólogxs y expertxs para armar una caja de herramientas emocionales, con cuatro combos, para el año nuevo.


Ilustradora: Ana Sophia Ocampo
Salud_Mental_2021_Pandemia

Tenemos que volver a hablar de salud mental.

El 2020 se quedó corto en adjetivos que describan su vastedad. La soledad, la ansiedad, el miedo, la claustrofobia y la misantropía se conjugaron con la enfermedad, la muerte y la pérdida. Estas fueron tan solo unas cuantas sombras que estuvieron al acecho desde que llegó una emergencia de salud pública que parecía insólita. Habría que sumarle el trabajo remoto, las horas interminables de una vida mediada por pantallas y hasta la duplicación del volumen de trabajo.

Y sin embargo, lo logramos: tal vez uno de los años más difíciles terminó y sentimos que había terminado con él una maratón, una ardua carrera, una prueba superada. Pero con los primeros 19 días del 2021 tachados en el calendario, la realidad es clara y hasta olímpica: volvemos (y seguro ahí estaremos algún tiempo) al encierro, a los días largos de cuarentena, a los fines de semana de eterna soledad. Marzo, dijo alguien en tuiter, empató con marzo. 

Pero si lo hicimos una vez, ¿lo hacemos dos? Este año, además, se supone que sabemos un poco más de nosotrxs mismxs. En cualquier caso, hablamos desde 070 con psicólogxs y expertxsn para armar una caja de herramientas emocionales, con cuatro combos sobre salud mental, para el año nuevo.

Combo uno:
no olvide que hace parte de un todo


Julián Vásquez
Psicólogo Clínico y Consultor. Profesor Universitario.

Cuide el cuerpo

Hay herramientas para enfrentar la ansiedad y el temor que genera la vida con otros en estas circunstancias. La primera es entender que el cuerpo determina esos procesos que llamamos mentales, entonces, la alimentación, la respiración, el deporte, el descanso, se traducen en el cuidado del ser, en el cuidado de sí mismo. Así, será necesario aprender a leer mejor nuestro cuerpo para aprender a darle el cuidado que necesita. La introspección permanente permite a la persona un registro de sí misma, un registro de sus conductas, aprender sobre el sentido, y para esto es bueno, por ejemplo, escribir y volver sobre lo escrito. De forma más radical, claro que hay otra alternativa como la terapia y la búsqueda de atención psiquiátrica, en los casos que se amerita. 

Mire por dentro

Tenemos una tendencia a pensar la salud mental o el bienestar emocional como algo meramente individual. Como eso que acontece dentro de una persona, siempre en una subjetividad que supone que es con ella y con nadie más. En realidad, lo que pasa en cada uno de nosotros es producto de las estructuras sociales en las que vivimos. El malestar cultural y las formas de afrontar ese malestar, son producto además de ciertas formas de relación económica entre los seres humanos así como de los lugares que la misma sociedad asigna para cada cual. En principio, el bienestar individual solamente es pensable, de forma radical, en el marco de una sociedad que transforme su propia estructura económica y política. 

Históricamente Colombia no mira hacia dentro para evitar el malestar. Hay tanta guerra, tan malos recuerdos, que no mirarnos se ha vuelto la constante y una forma fácil de evadir angustias. Eso es tan normal que nos pasa a todos: a veces no se puede ni ayudar a otros porque no nos hemos mirado nosotros por dentro. Eso se traduce en una enorme falta de inversión pública en la salud mental en este país, tan necesaria como la existencia de redes de afecto, redes de escucha, en fin… Hay una ausencia en la pregunta por nuestro propio dolor y, al mismo tiempo, una renuncia de lo institucional para entender la salud mental como un proceso cultural de introspección permanente. Colombia ha normalizado la profunda vena neurótica que tiene, y eso requiere intervención con una sociedad preocupada por leer su pasado, sanar sus heridas y tener espacios de cuidado enfocados en el ser.

Combo dos:
aprenda de primeros auxilios emocionales


Angélica Cuevas
Periodista de Mutante y coordinadora de Activamente (proyecto trasnacional que investigó durante 4 meses con 700 jóvenes voluntarios de Colombia, Ecuador y Argentina el impacto que tuvo en su salud mental la pandemia de COVID-19).

Escuche

Alrededor de la conversación digital que propuso Mutante sobre salud mental encontramos que, contrario a lo que se piensa, la gente sí está dispuesta a hablar sobre sí misma y sobre su salud mental. Necesita, sin embargo, círculos donde pueda ser escuchada sin ser juzgada. Tenemos que abrir espacios seguros en los que sea posible hablar más de las emociones y construir una mayor educación emocional. Ha ocurrido que alguien, después de estar en terapia, descubre que no sabe cómo nombrar muchas de las cosas que siente y comprobamos que hay un temor de acercarse a una terapia psicológica o psiquiátrica, precisamente por no saber cómo verbalizar lo que pasa. Esto demuestra que cada vez resulta más necesario una mayor pedagogía sobre salud mental que permita que quienes no estén pasando por un proceso, sino acompañándolo, puedan al menos identificar desde algo tan sencillo como los síntomas de la depresión hasta otros más fuertes como el deseo de suicidio. Es necesario que haya una contención comunitaria donde se puedan tejer redes y sea posible apropiarse de primeros auxilios emocionales.

No estigmatice

Quienes sufren trastornos de salud mental son personas totalmente funcionales. Pasa que todavía hoy hay muchísima estigmatización alrededor, que es importante combatir.  En otras palabras, es necesario “deshospitalizar la salud mental”. Ampliar el concepto y dejarlo de  ver como una enfermedad. La Organización Social de la Salud – OMS define la salud mental como un estado completo de bienestar social. Hay que dejar entonces de atenderla desde la enfermedad y los trastornos y ampliar el espectro, desligado de la estigmatización, es un reto que tenemos por delante.

Abra espacios

En Colombia hay un déficit muy grande en atención a salud mental y, como en la mayoría de países, la inversión es exigua. En nuestro caso solo es del 2 % y hay un llamado de la OMS (uno muy claro desde octubre, en el día de la salud mental) porque no hay una inversión directa en servicios y los programas siguen estando enfocados en atender de manera paliativa y no preventiva.

El Ministerio de Salud, además, aceptó que hay un desbalance muy grave entre los tipos de atención a salud mental que entregan u ofrecen unas y otras empresas prestadoras de salud EPS, lo que quiere decir que hay una promesa por parte del Gobierno para diseñar una ruta que nivele un poco más esos servicios, y uno de los deberes es hacerle veeduría a la política de salud mental que se aprobó en abril a través de un CONPES.

Muchas de las acciones que hizo el Gobierno para atender en la pandemia, además, fue meterle presión a los entes territoriales para que aplicaran la política de salud mental, pero ahora hay que revisar que se esté cumpliendo. Uno de sus ejes centrales, por ejemplo, fue fortalecer los espacios comunitarios de atención mediante grupos de apoyo, sean juveniles o no, y eso refuerza la idea de promover espacios de escucha segura como un paso imprescindible. 

Combo tres:
no repita lo malo, repita lo bueno


Juliana Machado
Psicóloga dedicada al trabajo psicosocial con víctimas.


Haga un ritual de cierre

Para poder cerrar el 2020 lo mejor es una quema de año viejo. Es muy importante reconocer e identificar qué es eso que quisiéramos que efectivamente se quede atrás y pensar, por ejemplo, en el fuego que siempre sirve para limpiar. Es importante que esté claro qué es lo que queremos en nuestro camino para seguir andando, y qué no. El 2020 tuvo emociones muy diversas: hablamos de personas que han tenido dolencias físicas, de quienes han podido guardarse sin complicaciones, de quienes han tenido pérdidas cercanas… Cualquiera que sea la circunstancia, es posible sentarse y hacer una pausa para revisar qué se ha aprendido y llevar también esos aprendizajes al siguiente año. 

Cuide los vínculos

Esta crisis, como cualquier otra, enseñó lo que es fundamental para cada quien. Son momentos en los que volvemos sobre nosotros mismos y extrañamente nos brindan más claridad sobre lo que somos o no somos. En esa medida, la crisis nos muestra qué nos importa, qué no, qué nos mueve y ese es un conocimiento que sirve para el cuidado sobre nosotros mismos. Pero, en terapias con pacientes durante el 2020 también quedó sobre la mesa la gran importancia que tiene el vínculo: esa capacidad de cuidar y estar presentes para alguien más. Su importancia fue algo que pudimos captar o agarrar de manera muy contundente en estas circunstancias, así que es fundamental no dejarla escapar si es que volvemos a una aparente normalidad. 

Vuelva al gozo

Sin duda, es importante no perder de vista lo valioso de conectar y conectar de muchas maneras, porque además de sostener el vínculo es igual de relevante cuidarlo. Y conectar no solo con otros, sino con algo, conectar como disfrute. El 2020 evidenció espacios de gozo y otros que no lo son tanto, pero los primeros recuerdan que la vida vale la pena vivirla, así estemos en modo super-vivencia, y por eso es necesario hacer una pausa y reconocer qué nos gusta, de qué disfrutamos y reencontrar ese espacio de gozo que también nos ha tocado reinventar. 

Combo cuatro:
Establezca límites para respetarlos



Jana Carvajal
Psicóloga especializada en talento humano y en seguridad y salud en el trabajo.

No se haga falsas expectativas

Tenemos que reconocer que no vamos a descubrir el agua tibia. Muchas de las cosas que aprendimos en el 2020 las debemos seguir aplicando en el 2021, y estar ubicados para no tener falsas expectativas. Muchos asumen que el 1 de enero se terminó lo que vivimos, y no es así. La pandemia todavía existe, el riesgo todavía existe, y no podemos pensar que se puede aflojar sobre lo aprendido. 

Identifique el contexto

Debemos tener claro que dependiendo la edad, dependiendo del riesgo, entre otros, será la distribución de la vacuna en este país. Pero esto no significa que cuando empiece a suceder, vamos a estar libres de todo mal. Puede pasar que todavía nos volvamos a enfermar, por cualquier otra razón, pero por eso estamos claros en que se minimizará esa posibilidad siempre y cuando podamos estar a la altura del contexto. En estos últimos meses, que tuvimos un poco más de laxitud en las normas, la gente empezó a bajar la guardia y por eso, entre otras razones, es que empiezan a volver medidas más restrictivas, y que no se veían, en gobiernos como el de Bogotá y Medellín. 

Minimice la ansiedad

Si controlamos lo que está en nuestras manos, tendremos una mayor probabilidad de minimizar la ansiedad a que si pretendemos controlar lo que está afuera, como la pandemia. Podemos controlar el ser estrictos con el cuidado, por ejemplo, o tener medidas de bioseguridad, pero soltar el control sobre lo que no está a nuestro alcance de solucionar es magnífico. 

Ponga límites

Esta pandemia ha generado niveles de altísimo estrés. Entrando en la rutina de teletrabajo y en casa hubo una evidente falta de claridad en los horarios, y eso es algo que no ha salido tan bien porque nunca estuvo planeado. Es entendible el proceso de los líderes de equipo o cargos gerenciales que debían entregar resultados, incluso para ellos también fue nuevo todo este seguimiento no presencial; pero el aprendizaje para todos es que es necesario poner límites. Los trabajadores debemos poner límites que sean además razonables: no que entro a las 10 a.m., y a las 3 p.m. ya no cuenten conmigo, no… Si tengo un horario de trabajo que yo mismo respeto tiene sentido, porque se trata de establecer límites para respetarlos. 

Siga construyendo redes

En esta cuarentena volvimos a tejer relaciones con personas con las que no era común. La presencialidad nos hacía encontrarnos con conocidos y ahora, en el ámbito digital, nos encontramos con otros con quienes antes no era tan frecuente el encuentro. Para lo que sea: para desahogarnos, para saber cómo va todo, para tener contacto con familia lejana. Las redes sociales, esas otras, deben consistir en construir y fortalecer redes de apoyo desde lo religioso, desde lo amistoso, con grupos sociales que estén ayudando a otros, incluso. En la medida en que soy consciente de que otros pasan por los mismos problemas que yo, aunque no crea, eso reduce la angustia. Por ejemplo, cuando descubro que no soy la peor porque sé que lo me agobia a mí, también le agobia a otros.

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