A Iván Duque Márquez le obsesionaba el tema de las industrias creativas desde antes de asumir la presidencia de Colombia. Para 2015, cuando era Senador de la República por el Centro Democrático, hablaba del Efecto naranja como una colonia de abejas que polinizaría la cultura en el país. Publicó entonces un libro homónimo, en donde compiló una serie de columnas de prensa que durante tres años escribió y que fue prologado por Álvaro Uribe Vélez. Su paso por el Banco Interamericano de Desarrollo BID, como Jefe de de la división de Cultura, Creatividad y Solidaridad donde tuvo a su cargo la agenda de Responsabilidad Social, Juventud, Economía Creativa y Cultura del organismo multilateral, le sirvió como escenario para pelar, servir por gajos, exprimir, confitar la cáscara y regar el zumo. Sin embargo, el sabor cítrico, cuando llega como Presidente y la Economía Naranja es el plato fuerte de su gestión, llena el vaso gota a gota.
Duque abrió una división dentro del Ministerio de Cultura: el Viceministerio de Creatividad y Economía Naranja. Para el cargo nombró a uno de sus mejores amigos, a Felipe Buitrago, su dupla creativa y coautor con él del libro La economía naranja: una oportunidad infinita. Ambos han hecho malabares con el concepto, sin embargo, este parece cambiar según sea el recipiente en el que sirve el jugo o según quien lo sirva. De hecho, en su última entrevista, Buitrago dijo que está dedicado a consolidar una nueva estrategia de comunicaciones para tratar de explicar un concepto que el Gobierno reconoce que todavía no es claro para los colombianos.
Este quiz pone a prueba el conocimiento sobre el discurso naranja teniendo en cuenta la verosimilitud, coherencia y cohesión de sus ponentes tanto en escenarios no oficiales como desde sus cargos públicos.