Inteligencia artificial en la reforma laboral: lo que quedó y lo mucho que falta La inteligencia artificial ya es un jugador protagónico en el mundo del trabajo. A pesar de eso, la reforma laboral que está por aprobar el Congreso no la menciona en su texto, apenas la contempla indirectamente. Hacemos una disección de la reforma en clave de IA.
La inteligencia artificial ya es un jugador protagónico en el mundo del trabajo. A pesar de eso, la reforma laboral que está por aprobar el Congreso no la menciona en su texto, apenas la contempla indirectamente. Hacemos una disección de la reforma en clave de IA.

Si uno pone control+F en el texto que se aprobó en el Senado de la reforma laboral (gaceta 1061) y escribe Inteligencia artificial, no va a encontrar ningún resultado.
Si intenta con “IA”, tampoco.
Si bien la reforma amplía los derechos laborales de millones de colombianos, no hay directrices concretas para enfrentar una realidad evidente en el presente: la inteligencia artificial.
Mientras que el 70% de las empresas colombianas ha buscado implementar IA en alguno de sus procesos y el 58% de los empleos en colombia pueden ser automatizados, el Estado todavía no logra ponerse a la par de una tecnología que ya está bien metida en el uso cotidiano.
Pensemos por ejemplo, en el mundo de la actuación de voz. “Un proyecto que antes tomaba 25 o 30 voces, ahora puede hacerse con sólo una voz y una IA”, dice Daniel de la Prada, actor de voz y líder gremial, quien ha visto caer las ofertas de su industria.
Como el de él, cada vez son más los trabajos que sienten este cambio.Por ejemplo: las trabajadoras mujeres jóvenes, de zonas urbanas, con educación superior y que trabajan en el sector bancario o financiero están más expuestas a ser desplazadas laboralmente por la inteligencia artificial. Esto dice un informe del Banco Mundial de 2024.
Con cada actualización de la IA, más trabajos parecen sumarse a la lista. Basta con decir que en Colombia, “el 37% de las empresas ya automatiza completamente procesos en áreas como servicio al cliente, marketing y desarrollo de productos”, según News Center Microsoft Latinoamérica.
Entonces, en un panorama donde la IA llegó a romper el tablero del mundo del trabajo, ¿qué contempla la reforma laboral para atender este fenómeno?
Toca usar lupa.
Todavía no hay protección para el desplazamiento laboral por automatización
Ser desplazado del trabajo por alguna herramienta tecnológica, en la reforma laboral se nombra como automatización.
Al menos, el 61% de los candidatos profesionales colombianos cree que la IA reducirá los puestos de trabajo.
En el borrador del 4 de junio del 2025, el artículo 68 proponía seis meses de aviso previo para el empleado que fuera a ser reemplazado por algún proceso de automatización (entre esos, claro, reemplazado por la IA). Había un plan de reconversión laboral y capacitación, reintegros prioritarios, entre otros. Nada de eso queda en la versión del 18 de junio.
Ahora, el artículo 57 propone una política pública de protección laboral ante la automatización. La haría el Estado, “a través del Ministerio del Trabajo y en coordinación con la Unidad del Servicio Público de Empleo, el SENA y demás entidades competentes”. El objetivo es “mitigar el impacto social y económico de la sustitución de empleos causada por el avance tecnológico”.
El problema, como casi siempre con la legislación, es que llega después de los eventos sociales. La inteligencia artificial va a pasos agigantados y se perdió una oportunidad de proteger a quienes ya están perdiendo sus trabajos.
Es incierto saber cuántos estamos en riesgo: según la OIT, el 3% del trabajo en Colombia puede ser automatizado, e l 14% puede verse beneficiado por la IA, y el 18% queda en una categoría de “big unknown”, de gran incertidumbre. Esto quiere decir que cada sector puede ver enormes diferencias dependiendo de cómo evolucione la IA y su uso.
Según Juan David Gutierrez, PhD en Política Pública e investigador sobre IA y regulación, esta duda existe porque hay una “altísima incertidumbre sobre el ritmo de transformación, ahí hay un vacío, necesitamos extraer datos, pero al mismo tiempo lo que a mí me preocupa es que hay unos retos urgentes que no veo que se estén tratando de abordar”.
De la Prada, actor de voz, explica que en su gremio “hay colegas que están canibalizando el mercado deciden hacer todo por muy bajas tarifas. Además, ya no solamente estás compitiendo con humanos, sino que también estás compitiendo con máquinas. La brecha de entrada es cada vez más difícil. Es cada vez más difícil vivir de esto”.
Quizás el problema más inminente es este: no que se reemplacen trabajos sino que directamente no se abran nuevos cupos laborales por cuenta de la IA. “Los trabajadores más jóvenes pueden ser los más expuestos”, dice Gutiérrez, porque esos primeros trabajos de la vida laboral son fácilmente reemplazables. La política debería considerar el impacto que la IA puede tener en la oferta laboral, especialmente para ciertas poblaciones sin las capacidades técnicas que los nuevos empleos solicitan.
Se regulan plataformas de repartidores, pero nada más
Así como la IA hace parte de la nueva realidad laboral, las plataformas digitales que prestan servicios ya hacen parte de nuestro día a día.
“Se está ampliando una brecha entre el empleado y el empleador”, dice Gutierrez, y explica que el problema no es solo la protección ante el despido, o considerar la oferta, sino también el uso de la IA en todo el ciclo del trabajo, desde la contratación, pasando por la vigilancia, la evaluación, y hasta el despido.
La reforma laboral consideró una parte del espectro de estas plataformas, las de repartidores. El artículo 25 establece dos modalidades de trabajo en estas plataformas: i) dependiente y subordinado, o ii) independiente y autónomo. Y obliga a las empresas a informar de manera clara al trabajador sobre la modalidad de su contrato. Además, prohíbe las cláusulas de exclusividad para los trabajadores independientes. El artículo 26 exige que las empresas de plataformas digitales creen un mecanismo para la identificación plena de cada trabajador digital, respetando el habeas data. El artículo 27 regula la seguridad social de los trabajadores de plataformas. El 28 crea la obligación para toda empresa de plataformas digitales de reparto de inscribirse ante el Ministerio del Trabajo.
Todo bien hasta acá, pero recordemos que las plataformas no solo se usan para pedir comida.
“Es una reforma en extremo miope por cómo se centra únicamente en el estado del derecho al trabajo de los repartidores”, explica Lucia Camacho, coordinadora de políticas públicas en la ONG Derechos Digitales y abogada en derechos humanos y tecnologías digitales. “Ya no estamos hablando de los trabajadores de plataformas. La reforma excluye, por ejemplo, a las mujeres que prestan servicios domésticos a través de aplicaciones, a los conductores de plataformas. Esta es una discriminación que no está justificada, ¿por qué un repartidor tiene esta garantía y no la va a tener un conductor de Uber?”.
Y uno de los problemas de que la reforma sólo se enfoque en plataformas de reparto, es que estas regulaciones no aplicarían para otras plataformas, e incluso para personas que no trabajan con plataformas.
Explico…o más bien, Lucía explica:
“Toda decisión que haya sido basada en un algoritmo tiene que estar supervisada en última instancia por una persona y tiene que poder ser informada de esa manera a la persona impactada por esa decisión y tiene que poder ser cuestionada”, dice Camacho. Ella lo define como un “debido proceso”, y teme que lo estemos olvidando al confiar con ceguera en la IA.
Hay dos artículos. El 29, que se enfoca en la transparencia de los algoritmos: obliga a las empresas de plataformas de repartidores a informar a los trabajadores sobre los sistemas automatizados de supervisión que se utilizan para monitorear su trabajo y para tomar o apoyar decisiones que afecten sus condiciones laborales.
Y el artículo 30, que garantiza la supervisión humana de los sistemas automatizados, y que otorga a los repartidores el derecho a solicitar una revisión humana de cualquier decisión tomada por un sistema automatizado que impacte sus condiciones.
El problema es que la supervisión mediante sistemas automatizados e IA no sólo sucede en plataformas digitales. Puede que usted ya esté siendo analizado por una IA en su trabajo, pero nada obliga a su empleador a revelarlo.
“Esto no es algo del futuro, es algo que algunas empresas ya están usando, que el mismo Estado está usando, y donde hay muchas preguntas sobre cómo preservar los derechos fundamentales de los trabajadores en ese entorno de hipervigilancia. No cualquier vigilancia es legítima o legal a los ojos de la Constitución colombiana”, dice Gutierrez.
Un intento por reducir la brecha digital
Como la desigualdad no es una entelequia, la IA existe en una realidad donde esa desigualdad social, economía y digital son reales. Y las está profundizando.
La brecha digital habla del acceso, las habilidades y el uso que tienen diferentes poblaciones sobre herramientas digitales. En Colombia, las ciudades tienen menor brecha, y la ruralidad sufre la mayor brecha.
“Las brechas digitales se van reforzando y ampliando cuando hay nuevas herramientas [a las] que no todo el mundo puede acceder. O que, si pueden acceder, no todo el mundo puede usar efectivamente”, explica Gutierrez.
El artículo 51 de la reforma establece que el SENA formará y capacitará a los trabajadores en torno a procesos productivos y capacidades en empleos relacionados con “la ecologización y la automatización de procesos”. Además, establece una “medida correctiva” para aumentar la participación de mujeres, jóvenes, adultos mayores y poblaciones en condición de vulnerabilidad que se encuentren desempleadas o en la informalidad en estas capacitaciones para nuevos empleos sostenibles.
La propuesta es pertinente, pero su aplicación tiene que ser apresurada. El problema del uso de la IA para la optimización es que puede exacerbar la desigualdad si la brecha digital no se reduce.
Además, la brecha digital por sí misma no asegura un uso “efectivo”(como dijo Gutierrez) de la IA. Ejemplo: si Coca Cola utiliza la IA para optimizar sus ventas obtendrá retornos inmensamente mayores que si la utiliza un tendero en Paipa para planear sus compras. Las grandes empresas y las multinacionales, con sus recursos, pueden aprovechar exponencialmente la IA, mientras que las Pymes no tienen oportunidades homogéneas.
Lo que tendría que tener una política pública de protección y transición laboral ante la automatización
En síntesis, el artículo 57 dice que busca la identificación de sectores en riesgo y la creación de una ruta pública de reconversión y empleabilidad para los trabajadores. ¿Qué podría tener esa política pública?
Por un lado, tenemos que recolectar más información.
“Hace falta mucha investigación empírica para poder determinar con precisión sobre qué sectores son más vulnerables”, dice Gutierrez. Para él, las políticas deberían seguir la información y se requiere un observatorio nacional que permita tomar decisiones pertinentes. El CONPES 4144, de febrero de este año, ya empieza a proponer la recolección de datos, mientras hay personas que ya ven como la IA los desplaza.
Además, dicha política pública debe tener en cuenta la realidad nacional. No se puede pensar la IA en un contexto que no sea el colombiano.
En la Unión Europea, ya se dan pasos importantes en la regulación de condiciones en los trabajos de plataformas. Sin embargo, el contexto interno de Colombia invita a hacer legislaciones propias de nuestro contexto: “no es transplantar las soluciones europeas al contexto colombiano. Acá tenemos altos niveles de desempleo e informalidad. ¿Qué significa bajo esa clave?”, dice Lucía Camacho.
Por último, la política debe pensar en una mejor calidad de vida para los trabajadores.
Para Camacho, mientras las empresas y las políticas piensan en la optimización y la competencia, “la IA se usa mucho para vigilar tú cuántas palabras escribes por minuto, si estás haciendo tu trabajo, pero poco hablamos, por ejemplo, de cómo utilizar este tipo de herramientas para mejorar la calidad de vida del trabajador en el trabajo. Y esto es importante porque uno pasa la mayor parte de su vida en el trabajo. Son tecnologías para vigilar y castigar, todavía no vemos la promesa de la IA de cómo mejorar realmente la manera en que trabajamos. ¿Qué pasa si hacemos nuestro trabajo en el menor tiempo posible y luego terminamos con una jornada de trabajo reducida?”.
La calidad de vida/trabajo mejorada gracias a la IA no parece prioridad en las propuestas. No todo es empleabilidad y optimización.
Bonus track y conclusión de a vuelo de pájaro: una carrera entre la IA y las leyes
Hay dos tiempos. Los tiempos de las leyes y los tiempos de la tecnología. Eso no es nuevo. Pero no por eso deja de ser urgente que intentemos cerrar la distancia entre esos ritmos.Mientras que la IA avanza a velocidad de planeta, y hace que los trabajos cambien, que la idea de derechos de autor se ponga en crisis, el Estado sigue andando a la velocidad del siglo XX.
“En el mediano o largo plazo, podría haber una transformación enorme en las sociedades, donde haya un cambio de paradigma tan fuerte como el cambio de la sociedad nómada a la sedentaria. Está por verse”, afirma Gutierrez.
O, como dice Daniel De la Prada, actor de voz: “yo no estoy en contra de la inteligencia artificial. Simplemente estoy a favor de los humanos”.
¿Qué haremos al respecto?¿Las leyes velarán por mejores vidas o mayores retornos?