Varios candidatos han dicho que la dicotomía entre derecha e izquierda no tiene sentido para analizar la política colombiana y mundial. Eso es falso. La política siempre estará asociada a posiciones de izquierda y derecha. Pueden cambiar las palabras que se usan para denominar los polos pero no el hecho de que la política es confrontacional: siempre implica una pugna en torno a concepciones de lo público que surgen de diferentes grados de progresismo o retrogradismo.
La alineación es inevitable y las diferentes posiciones políticas se expresan en un espectro amplio que se despliega entre los extremos de izquierda y derecha. La derecha es fundamentalmente la defensa del orden establecido. El conservador considera que las instituciones mejoran a través del tiempo y son legado de la memoria colectiva de las generaciones anteriores. Por eso no deben ser intervenidas por individuos ni eliminadas. En cambio, el progresista considera que el orden social puede ser diseñado de manera deliberada por parte de actores políticos y sociales y que las instituciones pueden ser modificadas y refundadas.
Hacia el centro de la derecha, podemos encontrar la defensa del orden tradicional con tendencia a la equidad social. Esa posición se conoce en Europa como democristiana. Esta ideología ha gobernado en Alemania desde el 2005, año en que Ángela Merkel fue elegida canciller. La fuente ideológica de los partidos demócratas cristianos es la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII a finales del siglo XIX. En el texto, el papa llama a la iglesia católica a tomar una posición frente al capitalismo salvaje. Confirma su apoyo a la propiedad privada pero señala la importancia de los derechos laborales.
Vargas Lleras aspira a capitalizar los votos clientelistas de lo que podría llamarse el centro que en este momento histórico está desdibujado y desprovisto de ideología.
En Colombia no ha existido una democracia cristiana sino un conservadurismo moderado. Misael Pastrana Borrero quiso ser representante de esa posición ideológica y su hijo, Andrés Pastrana, la heredó, aunque con menos claridad. Marta Lucía Ramírez es la representante actual de esa posición de centro derecha en el país.
Más a la derecha de Ramírez ubicaríamos a Vargas Lleras. Si alguna vez éste fue liberal, siempre representó el ala más conservadora. Es partidario del orden y la seguridad, pero representa también el clientelismo tradicional que hace alianzas abiertas con elites regionales descompuestas. Vargas Lleras aspira a capitalizar los votos clientelistas de lo que podría llamarse el centro (el liberalismo y el Conservatismo tradicionales y el Partido de la U) que en este momento histórico está desdibujado y desprovisto de ideología. Sería un “centro-centro” que, pragmáticamente, busca perpetrar el clientelismo. Cualquier propuesta de un orden social por parte de estos partidos carecería de peso ideológico y encubriría la mera reproducción de sus intereses personales clientelistas.
A la derecha de Vargas Lleras, se encuentra el Centro Democrático, ideológicamente una “ultra derecha” que representa los intereses de grandes terratenientes y la oposición general a la izquierda. Eso explica su lucha contra un proyecto de paz con una distribución más equitativa de la tierra. Sus miembros son herederos de figuras históricas como Laureano Gómez y Guillermo León Valencia. Este último, de hecho, tiene descendencia directa en el partido: Paloma Valencia, senadora, es su nieta.
Iván Duque se ubica en esta parte del espectro ideológico pero representa un neoconservadurismo más que el conservadurismo tradicionalista de Álvaro Uribe. El ex presidente es cercano a José Félix Lafaurie quien, como presidente de Federación de Ganaderos, encarna los intereses de los grandes terratenientes del país y la oposición a una reforma agraria. Su esposa, además, es Maria Fernanda Cabal, representante a la cámara que ocupará un escaño en el Senado durante el próximo cuatrienio. El castrochavismo ha sido el arma retórica de estas figuras políticas para encubrir sus intereses y descalificar al opositor político.
Del centro hacia la izquierda tenemos otro rango de posibilidades ideológicas: la centro-izquierda, que es lo que en el mundo se conoce como socialdemocracia. Dentro del marco de una economía capitalista, busca la reducción de la desigualdad y la protección de los sectores vulnerables. En el caso colombiano, está representado por Humberto de la Calle y Sergio Fajardo. La posición está ligada a un orden social pacífico, democrático y con redistribución de la riqueza. Este liberalismo social moderno está vinculado, históricamente, a los liberales de los años treinta del siglo XX, cuya figura más visible fue Alfonso López Pumarejo. Su programa político fue llamado “La Revolución en Marcha”.
Más la izquierda, no muy lejos de este centro-izquierda, podríamos ubicar a Gustavo Petro. Él mezcla una posición socialdemócrata con agendas de una nueva izquierda mundial como la preocupación por el medio ambiente y el derecho fundamental al agua. Contrario a lo que sus opositores han dicho, su posición ideológica se aleja de las políticas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Podríamos citar una declaración de Petro, en entrevista con Caracol Televisión, en la que claramente se distancia del modelo extractivista venezolano. Allí dijo que una economía dependiente del petróleo no puede llevar a la equidad social. Petro argumenta que fueron los gobiernos de Andrés Pastrana, creador del código minero actual, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos quienes propusieron un modelo económico como el de Venezuela al concentrar los esfuerzos productivos en la extracción de recursos como el carbón y el petróleo.
Jorge Robledo, una de los integrantes de la coalición de centro izquierda de Fajardo, está más hacia la izquierda que Petro. Robledo ha sido cabeza del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR), una de las expresiones radicales de la izquierda colombiana. El hecho de que Robledo haya podido hacer alianzas con un candidato como Fajardo, a pesar de tener una ideología alejada del centro, se debe a la urgente necesidad de producir un cambio político en Colombia hacía una sociedad más incluyente e igualitaria ya que su personalidad es más abierta a las posiciones contrarias que la de Petro. Robledo, en estas elecciones, ha estado abierto al diálogo y a las concesiones.
Todas esas posiciones ideológicas se enfrentaran en la próxima contienda electoral y van a reeditar un momento histórico de los años treinta.
La posición de Robledo no se puede equiparar a grupos armados de extrema izquierda como el ELN, pues el MOIR se ha caracterizado, desde su fundación, por su rechazo a la lucha armada- pero sí se aleja más del centro izquierda que Petro. Hacia la izquierda de éste último, se encuentra la Farc, como nuevo partido político que busca ahora, por vías pacíficas y legales, el cambio que antes buscaba por la vía armada.
En este recorrido por el espectro político colombiano se puede ver que, contrario a lo que algunos dicen, sí son posibles las posiciones ideológicas de centro: de centro-derecha y de centro izquierda, y que ser de centro no significa carecer de ideología.
Dado este espectro, es correcto hablar de un panorama político polarizado: la sociedad está dividida en porcentajes similares en torno a dos posiciones opuestas y en buena medida irreconciliables. El ejemplo más claro y reciente es el del plebiscito. Más allá del triunfo del “No”, los resultados fueron la prueba de que el país está dividido en mitades casi exactas entre el apoyo y la oposición al proceso de paz y entre la modernización con redistribución de la tierra y el tradicionalismo.
Todas esas posiciones ideológicas se enfrentaran en la próxima contienda electoral y van a reeditar un momento histórico de los años treinta. En ese entonces, López Pumarejo promovió una reforma agraria pero se enfrentó a la oposición de la APEN (Asociación Patriótica Económica Nacional), grupo de terratenientes, cuyo equivalente hoy podría ser el Centro Democrático. La reforma de ese entonces quedó inconclusa. Hoy nos encontramos con la posibilidad de completar ese proyecto de modernidad política y de equidad social y con él superar las condiciones sociales, económicas y políticas que abonaron el terreno para un conflicto armado que duró sesenta años