Nereo López: retrato de un siglo

Este fotógrafo colombiano, que murió ayer a sus 94 años, le dejó al país una obra a blanco y negro, de fuertes contrastes y con la atención puesta en el mundo rural y olvidado de Colombia. Cerosetenta le rinde homenaje.

por

cerosetenta


26.08.2015

Un hombre camina con dos jaulas de pájaros en la mano; un niño lleno de barro organiza ladrillos sin cocinar en el Atlántico; una pareja mira a Bogotá desde el cerro de Monserrate, cuando Chapinero era la zona más distante; un perro mira con deseo los platos que ocultan dos campesinos con ruana y sombrero en un mercado de Zipaquirá. Esas eran las fotos que tomaba Nereo López.

Nació en Cartagena el 1 de septiembre de 1920. A sus 27 años viajó a Barrancabermeja a trabajar en las salas de cine proyectando películas. La fotografía llegó a él por error. En un bus encontró una cámara y sus ratos libres comenzó a dedicarlos a la fotografía. Las películas que proyectaba y veía a diario le sirvieron de academia hasta que en 1950, el escritor Manuel Zapata Olivella —de quien era amigo—, lleva sus fotos a la Revista Cromos donde se publicó su primer reportaje: la vida fluvial de Barrancabermeja.

No entiendo cómo se hace fotografía si no se dice algo con la fotografía

Años después, se radicó en Barranquilla y fue corresponsal de El Tiempo, El Espectador y Cromos. Allí creó, junto con otros reconocidos artistas y escritores colombianos como García Márquez, Álvaro Cepeda Zamudio y Enrique Grau, el Grupo Barranquilla. Se reunían en la cantina La Cueva y de ahí surgió entre muchas otras ideas la de hacer la película La Langosta Azul de la que Nereo fue director de fotografía, camarógrafo y actor. La película nuca fue proyectada comercialmente y hoy reposa en el archivo del Patrimonio Fílmico Colombiano.

En un video que le hizo en el 2012 la Biblioteca Luis Ángel Arango Nereo dice: “no entiendo cómo se hace fotografía si no se dice algo con la fotografía”. Por ello, él recorrió Colombia para contar historias con imágenes. Estuvo en la Feria de Cali, en las Corralejas de Sucre, en el Carnaval de blancos y negros en Pasto; pero también retrató las calles, veredas y desiertos en el día a día en Soacha, Silvania, La Guajira, Yopal, Bogotá, Quibdó, Tolú y Zipaquirá. Estuvo en las cárceles, los ríos y los entierros para contar la historia de la Colombia que algunos conocen, pero sobre todo para mostrar la Colombia que ha sido olvidada y que muchos no quieren ver.

Con un recorrido por la obra de Nereo, hecho por la foto periodista italiana y profesara de la Universidad de los Andes Viviana Peretti, Cerosetenta le rinde homenaje a este contador de historias. Peretti resalta que este hombre a sus 80 años decidió reinventarse acercándose a la fotografía digital en Nueva York y le llama la atención no sólo su trabajo, sino el olvido en el que ha estado y en el que sigue estando este artista en Colombia: “en parte el olvido y su reconocimiento tardío en el país se relaciona con que mostró los lugares de Colombia que la gente no conocía”.

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