Las mismas manos sucias …extranjero/nativo, negro/afro, narcotráfico/… (parte del binomio en construcción).
…extranjero/nativo, negro/afro, narcotráfico/… (parte del binomio en construcción).
…extranjero/nativo, negro/afro, narcotráfico/… (parte del binomio en construcción).
A partir de hoy incluiremos en el blog una serie de reseñas y entrevistas dedicadas a un arte totémico, mítico y bobo como él solo: el cine. Algunos textos estarán dedicados a los estrenos, otros a las películas que ya han sido exhibidas hace un tiempo. Hoy comenzamos con una reseña-entrevista inédita de una de esas películas que ya pasaron por las salas de cine pero que vale la pena recordar porque contiene tres de los binomios más queridos por la antropología: extranjero/nativo, negro/afro, narcotráfico/… (parte del binomio en construcción).
Manos Sucias es una película poco prometedora que trata sobre dos hermanos de Buenaventura que transportan droga en una lancha. Es una película donde el narcotráfico es co-protagonista (y los colombianos ya estamos cansados de los mismos temas). Además los personajes principales son negros (y como reza el estereotipo, entretendrán al extranjero bailando con su alegría congénita). Para completar la dicha, el director es gringo (y seguramente quiere hacer una película cool para enriquecerse y volverse famoso a costa de la miseria unos pobres pobres). “Lo mismo de lo mismo”.
Para el pesar de muchos dispuestos a decir “esto es lo mismo de lo mismo”, Manos Sucias es más de lo que promete ser: es una película de acción rodada en Buenaventura, lo cual es raro, sobre todo por aquello de rodar en Buenaventura, con la lluvia, las altas temperaturas y el impredecible “clima social”. Además, muestra que los paramilitares no son unos pocos extraditados extintos, sino más bien, unos muchos colombianos que viven del tráfico de droga. Pero, sobre todo, deja ver que los negros del Pacifico son diferentes entre sí, lo cual ya es rarísimo en un país como Colombia cuyo cine tiene el mismo personaje negro interpretado por distintos actores.
Josef Kubota Wladyka es el director de Manos Sucias y Stefanía Contreras ha sido su traductora por más de dos años, incluso antes del rodaje de la película. Josef se ve como un asiático promedio pero nació en Virginia, Estados Unidos, donde estudió negocios. Stefanía podría pasar por bogotana, pero nació y vive en Buenaventura donde estudió administración de empresas. Josef comienza una frase en inglés y Stefanía la termina en español; Stefanía comienza una frase en español y Josef la termina en inglés. Según él, Stefanía fue la única persona que entendió la pesadilla y el sueño que fue rodar la película, por eso sus opiniones son importantes para esta entrevista. Al fin y al cabo, como ella dice (sin traducir a alguien), “está película es la punta del iceberg y allá abajo se hunde el Titanic”.
Usted dijo en una entrevista, hace unos años, que su película no es una especie de Scarface ni una apología a Pablo Escobar ni un intento por retratar el mundo glamuroso del narcotráfico, ¿por qué es necesario hacer esta aclaración?
Cuando dije eso le hablaba a una audiencia norte americana que conoce a Pablo Escobar y el peligro de los carteles en México, a las bellas mujeres y el dinero, pero no conoce la explotación de ciertas personas. En general no se conoce el proceso inicial del ciclo del narcotráfico y menos a los jóvenes que lo hacen posible, por lo que a pesar de ser un film colombiano, estamos hablando de un asunto internacional.
A mí me gusta mucho Scarface, Brian de Palma es un director increíble, pero estamos tocando un tema muy sensible para los colombianos. Lo sé porque he vivido aquí y llevo varios años de investigación. Por eso mismo, por mucho tiempo, no quise hacer la película. No quería ser un gringo que rodara otra película sobre narcotráfico en Colombia. Llegué a pensar que era imposible hacer algo bueno.
Cuando desistí, fueron los actores mismos que conocí en Buenaventura los que me dijeron “por favor haga esta película”, “nadie le presta atención a estos asuntos”. Me contaron unas historias increíbles, pero también terribles de los paramilitares. Pensé: bueno, esto será controversial.
¿Y es controversial?
Ahora no pienso que lo sea, es una historia bastante simple. Pero no puedes controlar la opinión de la audiencia.
¿A quién le interesó producir esa película de poco “glamur”?
Entre otros le interesó al Festival de Cine de Tribeca y a Spike Lee. Esta es una película de acción rodada enteramente en Buenaventura, que cuenta la historia de gente del común, no de criminales. Tal vez si no fuera una película de acción no hubiera sido tan fácil conseguir los fondos que necesitábamos.
¿Siente una responsabilidad con la gente de Buenaventura?
Sí, claro. Pude haber filmado en Puerto Rico con actores Dominicanos, pude haber filmado, también, en otras locaciones dentro de Colombia. Pero tenía que hacer la película en Buenaventura y contratar actores, encargados de arte, de fotografía y de vestuario de allá. Me aseguré que en cada departamento de la producción hubiera gente de Buenaventura.
¿Esa responsabilidad lo inhibió para mostrar cosas que le hubiese gustado mostrar?
Al contrario, me nutrió de historias reales y me dio mucha cercanía a la trama. De hecho en el Festival de Cartagena los periodistas pensaban que la película había sido hecha por alguien de Buenaventura, después salía yo y se sorprendían.
Aunque éramos como una familia disfuncional, el rodaje nos cambió la vida. Detrás de cada escena hay una historia (bailando salsa bajo la lluvia o peleando). Hubo mucho drama y yo tengo stress postraumático, pero por eso sé que el resultado es algo especial. Me va a tomar mucho tiempo entender lo que esto significa para mí.
En la película hay frases que tienen una connotación “políticamente incorrecta” como “los únicos negros que hay en Bogotá son los que limpian la mierda de los caños” o “ahora en buenaventura todos los negros son raperos”, ¿de dónde salen esas frases?
Esas frases son exageraciones que salieron de conversaciones con los actores. Claro que hay gente negra en todas partes, pero cuando alguien de Buenaventura va a Bogotá puede sentirse así. Igual que en Nueva York cuando se dice que en Manhattan no hay negros. Claro que los hay, eso es lo que resulta chocante de estas frases.
¿Cómo se construyen los personajes de “Manos Sucias” en términos de amistades, enemistades, bondad y maldad?
Más que en torno a la bondad o la maldad, la historia trata de la pérdida de la inocencia de un joven ingenuo de mirada brillante que no pertenece al mundo del narcotráfico y se embarca en un viaje peligroso. Este joven hace parte de una pareja de “hermanos extraños” que son muy comunes en Buenaventura; hermanos de sangre que saben que lo son, pero que no conocen mucho de la vida del otro y no comparten una amistad de ningún tipo.
Más allá de la inocencia, en términos formales, ¿los antagonistas son los paramilitares?
Gracias a mi investigación supe que, muchas veces, “los malos” son los guerrilleros. En cambio los paramilitares son una figura de la que casi no se habla, pero están las Águilas Negras, los Urabeños, Los Rastrojos… Eso me puede meter en problemas. Bueno…no sé. La película no es una consigna política, más bien trata de mostrar que quien tiene el arma tiene el poder.
Stefanía: La película representa muy bien a los paramilitares porque ellos sólo llaman por teléfono y no salen, manejan las piezas pero no se ensucian.
¿Qué tanto se respetó el guión a la hora de la filmación y el montaje?
La historia cambió un poco cuando se hicieron los castings. Se nutrió de anécdotas e historias de la vida de los actores, pero la esencia siempre fue la misma: la pérdida de la inocencia. Además, Buenaventura es un lugar difícil para grabar, a veces teníamos como 40 minutos por escena y eso hacía que las cosas cambiaran.
Stefanía: En el guión había cosas que decían explícitamente nombres de barrios o bandas criminales. Yo le decía a Joe que eso era peligroso: “hay que cambiarlo o el mundo se te va a venir encima”. Por ejemplo tuvo que cambiar Águilas Negras por Tigres Rojos.
¿Cómo interpretó a Buenaventura estéticamente?
Buenaventura es gris y eso tenía que verse. En la corrección de color desnudamos los tonos un poco, no los quisimos hacer vivaces ni brillantes, no iban con la película. La saturación cambia la experiencia.
¿Y musicalmente?
No tendría ningún sentido utilizar otra música que no fuera la del Pacífico. Durante la investigación para hacer la película, una amiga mía, de Tumaco, me mandó más de 200 canciones de la región. ¡Me enamoré del currulao!
Hemos mostrado el film en San Francisco, en Nueva York, en Suiza, en Rio de Janeiro, y cada persona tiene una reacción emotiva ante esta música, incluso sin saber qué dice. ¡Es mágico!
¿Qué pasaría si esta película es un éxito en taquilla?
No sé qué pasaría en Colombia. De pronto, si vuelvo en seis meses, la gente me reconocerá. No sé, no lo creo, pero espero que no. No sé qué va a pasar con la taquilla, pienso que va a ir mucha gente o no va ir nadie.
Lo que sí espero es que gracias a esta película vengan otros cineastas a contar las historias de Buenaventura, hechas en Buenaventura y grabadas allí. Eso me haría muy feliz. Además sería algo bueno en términos de oportunidades. Por ejemplo, los actores están muy bien preparados, de hecho por eso quise hacer la película, por los actores. Les pones una cámara al frente y tienen presencia, son temerarios. Vine a Buenaventura a trabajar con los mejores actores del mundo.
Pero a usted que le preocupaba hacer un Scarface colombiano, ¿no le inquieta que Buenaventura se convierta en un foco de estereotipos para los cineastas extranjeros?
Espero que no, pero eso no depende de mí sino de los temas que les interese explorar a otros cineastas. Espero no haber empezado la moda del narcotráfico allá.
Yo, por ejemplo, siempre he pensado que sería increíble filmar un Romeo y Julieta en Buenaventura por las barreras invisibles que existen entre barrios que no se pueden cruzar. Una historia de amor sería muy interesante.
¿Cómo fue la experiencia de mostrar la película en Buenaventura?
Fue dura, hubo críticas fuertes.
Stefanía: Es que él se da muy duro. Hubo gente que pensaba “¿quién es él para contar esto?, lo que necesitamos es hacer algo diferente que no hable de narcotráfico”. Pero la gente en Buenaventura casi que le hace una estatua a Joe porque es la única persona que se atrevió a ir, grabar allá y a romper los paradigmas.
¿Negro o afrocolombiano?
Afrocolombiano. No sé exactamente por qué, pero mejor así. Lo sentí al estar en Buenaventura.
Stefanía: Depende. Las personas de los “estratos bajos” que se dedican recolectar oro o a pescar, prefieren que les digan “afrocolombianos”; les inspira el poquito respeto que los demás no les dan. De hecho ese fue uno de los problemas a la hora de grabar, que había gente que se resistía y nos decía: “¿Ustedes los blanquitos qué se creen?, ¿que nos van a venir a tratar como paramilitares?, ¿que como somos negros no nos van a pagar nada? Yo les decía: “Pero yo soy de aquí”, y me respondían: “Igual, está muy blanquita”.