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La otra red de memoria que expulsó al Centro de Memoria Histórica de Acevedo

Hace unas semanas se supo que una red internacional de sitios de memoria había retirado al CNMH. No es la única. Desde que Darío Acevedo llegó al Centro de Memoria Histórica muchos le han dado la espalda.

Hace dos semanas se conoció la noticia de que el Centro Nacional de Memoria Histórica fue retirado de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, una red internacional que reúne a los centros encargados de llevar los procesos de memoria de los países con presencia de conflicto armado y violaciones a los derechos humanos. Salió por incumplir la respuesta a una carta enviada en la que le pedían al CNMH ratificar su compromiso con la promoción imparcial de la memoria y la verdad. La Coalición expresó su preocupación por las posiciones que consideraron sesgadas, y que se emitieron a través del Centro y Darío Acevedo, su director. 

Pertenecer a la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia significa tener la posibilidad de recibir capacitaciones, acompañamiento, apoyo y la posibilidad de aplicar a financiación para proyectos enfocados a la reparación de las víctimas. Adicionalmente, significa poder crear redes de contactos con los otros miembros de la Coalición y recibir el prestigio que implica pertenecer a este sitio.

Esta, sin embargo, no fue la única red que excluyó al CNMH de su lista. Lo hizo también la Red Colombiana de Lugares de Memoria, una red que se ha dedicado a crear procesos de memoria desde las regiones. La red, como lo manifestó en la carta que comunica su decisión, lo hizo porque “su menosprecio por las víctimas y por los lugares de memoria en los territorios de Colombia es evidente”. 

A pesar de esto, Acevedo únicamente se manifestó por la expulsión de la Coalición Internacional. Ante esto, señaló que podría haberse tratado de una confusión en la respuesta a la carta y, más adelante, manifestó que esto se trataba de un proceso de persecución política en su contra.

La Red Colombiana de Lugares de Memoria, conformada por 35 lugares creados por las comunidades y tres gubernamentales, comunicó en una carta dirigida al presidente Duque, el 4 de febrero de 2019, su inconformidad con la elección de Darío Acevedo como director del Centro Nacional de Memoria Histórica. En la carta manifestaron que no se sentían representados por las ideologías y posturas asumidas por el nuevo director: “consideramos que la designación del señor Rubén Darío Acevedo Carmona no cumple con los criterios de  imparcialidad, ya que a lo largo de su desempeño personal y profesional no ha mostrado la objetividad que la Verdad exige para hacer creíbles y veraces los análisis de la historia de la guerra, lo cual denota un sesgo sumamente peligroso para la construcción de memoria de la sociedad colombiana”. 

Esta Red, que se organiza en cuatro nodos regionales, se conformó desde el 2015, aunque muchos de sus colectivos ya se habían creado décadas atrás. Actualmente, pertenece a la Red de Sitios de Memoria Latinoamericanos y Caribeños (RESLAC) y a la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, así como hasta hace poco lo hizo el CNMH. Se han dedicado a generar procesos de arte, reparación, implementación de los acuerdos de paz y reconstrucción de la memoria, centrándose en el trabajo diréctamente en las regiones y dirigido por víctimas del Conflicto Armado. 

Aseguran que no consiguen sentirse representados y que temen que se oficialice una memoria que no los incluye.

Ellos han manifestado en múltiples ocasiones el problema que les significa la posición ideológica de Darío Acevedo. Aseguran que no consiguen sentirse representados y que temen que se oficialice una memoria que no los incluye. Ejemplo de la desconexión que tiene actualmente el Centro con las víctimas fue lo ocurrido el 5 de febrero de este año. 

“Tristeza, mucha tristeza, mucho dolor. Nosotros, como víctimas, sentimos mucho dolor de saber que para él no hay memoria”, asegura Sandra*, una de las asistentes al plantón organizado por el Movimiento Nacional de Crímenes de Estado. El plantón, que reunió la representación de diversos sectores de víctimas del Conflicto Armado, se hizo en oposición al evento en el que Darío Acevedo, en compañía del presidente Iván Duque, dio inicio simbólico a la construcción de lo que será el Museo de Memoria.

Mientras adentro Iván Duque aseguraba que este sería el inicio de la reparación y la verdad para las víctimas, afuera, las víctimas, gritaban su inconformidad. 

El evento, que se realizó el 5 de febrero de este año, reunió representantes del Gobierno, incluyendo a José Obdulio Gaviria, quien ha negado en repetidas ocasiones el Conflicto Armado; varios miembros de la cúpula militar; algunas asociaciones de víctimas, como la Corporación Rosa Blanca que reúne mujeres víctimas de la guerrilla de las FARC; y a Fabio Bernal, museólogo de las Fuerzas Armadas, quien será el director del nuevo Museo. 

Durante la ceremonia se ubicó, de manera solemne, la primera piedra del Museo de la Memoria. Sin embargo, la primera piedra ya se había puesto hace cinco años. El 9 de abril de 2015, representantes de la Red Colombiana de Lugares de Memoria, junto con el entonces director Gonzalo Sánchez, organizaron un evento para dar inicio a la construcción del Museo. 

“Para nosotros la memoria es lo más importante, porque nosotros a través de la memoria hacemos Historia, hacemos homenaje a nuestros hijos, más en este país que tiene ríos llenos de sangre. Esos ríos tienen memoria”, asegura Sandra*, quien, desde la llegada de Acevedo, se ha manifestado junto a su colectivo, el Movice, en contra de las decisiones del director.

Ante lo que han sentido como un ataque al desarrollo de la memoria y la reparación, las víctimas y los colectivos han continuado con los procesos de fortalecimiento y trabajo autónomo, para narrar sus historias y su verdad. 

“Lo que sentimos es que no tenemos participación en algo tan importante para el país como es la conformación del Centro de Memoria, que no tenemos voz a pesar de que hemos sido los que han hecho memoria desde las regiones”, aseguran las representantes de MUMIDAVI, quienes han gestado el proyecto del Bosque de la Memoria, en Cartagena del Chairá, Caquetá. Este bosque fue creado con el objetivo de conmemorar los eventos ocurridos en la zona, que tuvo fuerte presencia guerrillera, para así lograr espacios para la reparación y reconciliación de los habitantes. 

Comprender la memoria como un espacio, en el que además se crean tensiones por la narración y comprensión de la Verdad, no es único a los procesos del conflicto armado Colombiano. Sin embargo, sí puede representar un punto álgido respecto a los procesos que se han venido gestando tras la firma de los Acuerdos de Paz: “la idea repetida de que la memoria es un campo de batalla en el país, lo que significa en términos prácticos es que siempre existe un peligro de deslegitimación de la verdad histórica, también de todos los sectores que han sufrido violaciones a los Derechos Humanos, de poder incidir para que sus memorias, su experiencia, se conviertan en parte de una memoria histórica que pueda ser transmitida hacia toda la sociedad. […] Cuando el Estado, a través de esas instituciones, lo que hace es negar, está ejecutando instituciones que no tienen sentido en la Democracia”, asegura José Antequera, actual director del Centro Memoria Paz y Reconciliación. 

De acuerdo con Antequera, los Centros de Memoria deben actuar con neutralidad y garantizar que sean todos los actores quienes puedan tener representación en la Historia: “las instituciones de memoria tienen sentido en la medida en que son Instituciones que fortalecen la búsqueda social de Verdad y Justicia. Cuando esas Instituciones se convierten en un instrumento de deslegitimación, pierden su razón de ser”. 

Sin embargo, los actores de la Red ya sabían que lo que venía les implicaría continuar sus labores independientes, pues no podían confiar en la neutralidad del centro. 

“En este momento sabíamos que si se montaba un nuevo Presidente, y más con estas características, lo que iba a pasar era que iban a adoptar estos sitios y espacios, porque la memoria es un sitio también de trinchera para muchas luchas y las historias se cuentan a su amaño. Eso ha trascendido en que tengamos que organizarnos mucho mejor y que utilicemos dos elementos que son la Comisión de La Verdad y la JEP. De resto, no encontramos otras instituciones para contar nuestras historias”, esto lo aseguran los representantes de AgroArte, una de las organizaciones pertenecientes al Nodo Antioquia de La Red Colombiana de Lugares de Memoria. Esta organización surge como respuesta de la Comuna 13 de Medellín ante la problemática de La Escombrera, el lugar que, se presume, es la fosa común más grande de América Latina. 

El esfuerzo principal de la Red ha sido el de promover espacios que permitan contar las distintas narrativas de los distintos actores que conforman el conflicto armado.

El esfuerzo principal de la Red ha sido el de promover espacios que permitan contar las distintas narrativas de los distintos actores que conforman el conflicto armado. Por ello, la insistencia que hacen es la de buscar pluralidad en la verdad. Contrario a esto, la labor del Centro Nacional de Memoria Histórica, bajo la dirección de Acevedo, pareciera negarse a comprender tal pluralidad y dedicarse, únicamente, a promover un tipo muy específico de historia: “hay postulados que en lugar de convertirse en hipótesis de investigación, son como ‘esto es lo que tienes que decir’, entonces cierras la posibilidad de volverte una mirada más crítica, siendo Estado, para comprender por qué ocurrieron ciertos hechos”, asegura María Emma Wills, ex-asesora de la Dirección del Centro Nacional de Memoria Histórica y la única integrante mujer de la Comisión Histórica del conflicto y sus Víctimas. 

“Lo que nos preocupa es que el museo va a terminar contando sólamente una historia, un relato, y termina siendo la memoria oficial. Lo que hemos venido insistiendo es que todas las víctimas, de todos los actores armados, deben estar representados. Incluso hemos venido insistiendo en que sean los representantes de estas víctimas los que estén al frente de la construcción de este museo”, aseguran desde la Fundación GuaGua, un espacio de galería convocado para rendir homenaje a las víctimas de los crímenes de Estado y que recorre diversos espacios representativos de la ciudad de Cali, además de hacer talleres de formación en diversas artes. Así como AgroArte, la Fundación GuaGua hace parte de la Red Colombiana de Lugares de Memoria y se organiza bajo el Nodo Pacífico. 

Maria Emma Wills considera que la llegada de Darío Acevedo implicó la entrada al Centro de una facción ideológica que se articula alrededor de una visión muy específica sobre la historia del país, con supuestos muy complicados. Eso mismo ha permitido que el Estado empiece a desconocer las responsabilidades propias y se haya volcado en entenderse como víctima del ataque de un grupo terrorista —la guerrilla—, a la que simplemente tuvo que responder: “desde esa mirada, el Estado no se puede interrogar a sí mismo porque parte del supuesto de que siempre actuó bajo la legalidad y eso le da legitimidad. Eso pone todo el peso de la degradación del conflicto en la guerrilla. Es decir, que el conflicto armado no es una dinámica entre distintos actores, que lleva años perpetuandose en Colombia y no se puede comprender por qué ocurrieron los hechos”. Estas condiciones barbarizan a los actores de un lado del conflicto, además de liberar culpas para los actores legales: “es una facción que desconoce por qué estuvimos no 10, sino 50 años en conflicto. Entonces, esa es la pelea. Hay una minimización de la responsabilidad estatal”, refuerza Maria Emma. 

Adicionalmente, Wills apunta que el hecho de que hayan expulsado al Centro de la Coalición Internacional y de la Red de Lugares de Memoria implica un distanciamiento adicional en las visiones que se tienen sobre el conflicto y que esto ocurre, principalmente, por la ideología que ha traído Acevedo al Centro: “Acevedo es profesor de universidad, hasta ahí vamos bien. Pero luego Acevedo pertenece al Centro Democrático, a esa facción ideológica, a esos intelectuales orgánicos, que tienen como función en la vida darle un discurso, una coherencia ideológica, a ese partido. Su mayor virtud es haber sido intelectual orgánico de esa facción dura del Centro Democrático. Eso ya es malo. Así él actualmente diga lo contrario, lo más grave es que nombran a una persona militante, que ve la memoria como un campo de militancia. Eso no le permite conocer las distintas víctimas ni las distintas memorias”. 

Son tiempos complicados para la memoria en Colombia. Todo apunta a que, mientras Acevedo no negocie su visión del conflicto armado el CNMH seguirá quedándose solo. Al tiempo, la labor de la Red de Lugares de Memoria se hará cada vez más necesaria para lograr la pluralidad que la memoria y la reparación merecen. 

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