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La indignación se va, los feminicidios quedan

Hablamos con Susana Mejía, coordinadora de la Red Nacional de Mujeres, sobre lo que falla en el cubrimiento de los feminicidios en Colombia y por qué las cifras de mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres no dejan de crecer.

por

Lina Vargas Fonseca


24.06.2024

Ilustración: Nefazta

El feminicidio no es un crimen pasional, ni un hecho aislado entre dos personas, ni un fallecimiento. El feminicidio es el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer. Eso publicó ONU Mujeres en su cuenta de X el pasado 30 de mayo. Un día antes, el 29 de mayo, Stefanny Barranco, una mujer de 32 años que había viajado de Malambo a Bogotá en busca de oportunidades laborales, fue asesinada por su pareja en un almacén del centro comercial Santa Fe donde trabajaba como vendedora. 

En 2023, 525 mujeres fueron víctimas de feminicidio en Colombia, anunció la Procuraduría. Entre enero y mayo de 2024 se registraron 47 feminicidios y 144 tentativas, señaló la Defensoría. 

No nos olvidamos de Stefanny, escribieron en redes sociales. Ni de Natalia ni de Celeste, recientemente asesinadas en Bogotá. 

El alcalde Galán pidió a las mujeres identificar las señales de riesgo, como si la responsabilidad fuera de ellas únicamente. El presidente Petro —refiriéndose a otro feminicidio— edulcoró los asesinatos como “crímenes que matan a las flores”. 

Medios nacionales presumieron de tener el video “de los últimos instantes de vida de…” y el centro comercial Santa Fe definió lo que pasó como un asunto personal. 

Hubo ignorancia, hubo cinismo, hubo indiferencia, hubo rabia, hubo miedo. Y tras el torbellino que suele darse cuando un feminicidio se vuelve mediático, un mes después y aun con mujeres siendo asesinadas todos los días por el hecho de ser mujeres, hoy la sensación es de silencio. Sin embargo, al tiempo, organizaciones feministas y de mujeres insisten en romper ese silencio y seguir hablando de los feminicidios como lo que son: un problema estructural del sistema patriarcal en el que se vive. Una de esas organizaciones es la Red Nacional de Mujeres a cuya coordinadora, la comunicadora social Susana Mejía, entrevistamos.    

Precisamente una de nuestras críticas es que los feminicidios solo se abordan cuando hay hechos mediáticos. Cuando son casos emblemáticos, por así decir, que resuenan por el horror y la gravedad y porque se dan en espacios públicos con testigos. Eso genera una reacción en medios y ante la opinión pública y entonces se habla. Pero feminicidios hay todos los días no menos horribles que los que vemos en las noticias. La cifra de feminicidios no disminuye en Colombia. Las autoridades tienen la responsabilidad de brindar información y hablar del tema de manera cotidiana, pero, en cambio, responden a la agenda mediática: los medios y la opinión pública me exigen que me pronuncie entonces me pronuncio, pero no pasa más. La recomendación es que se entienda la gravedad que tienen los feminicidios, su impacto en el tejido social. Todavía no hemos dimensionado los daños ni las causas.

«Pero feminicidios hay todos los días no menos horribles que los que vemos en las noticias».

No. El abordaje de los medios es noticioso y recurre a la inmediatez. Son muy pocos los medios que hacen un abordaje con mayor profundidad. Siempre van al hecho, a que asesinaron a una mujer. Reconozco que hay un avance porque hace diez años era mucho peor: no se hablaba de feminicidios. Ahora al menos se dice que un feminicidio es un asesinato por el hecho de ser mujer, pero yo no sé si la gente entienda qué es eso ni que matan a las mujeres por ser mujeres. 

Ahí es donde es importante decir que un feminicidio se corresponde con unos roles sociales asignados a las mujeres y a los hombres que han derivado en relaciones de poder desiguales en las que los hombres consideran que son dueños de la vida y los cuerpos de las mujeres y en las que la vida y los cuerpos de las mujeres no tienen valor para la sociedad salvo en cosas específicas como la reproducción y el cuidado. Si un hombre cree que es dueño de tu vida y tú te opones, ahí empiezan a ocurrir los feminicidios. Eso en relaciones de pareja violentas. Cuando el feminicidio es producto de violencia sexual es porque un hombre viola y asesina a una mujer porque lo puede hacer. 

Que estén mayoritariamente ligados a relaciones de pareja violentas responde a que el lugar más inseguro en términos de violencias contra las mujeres es la casa. También a factores relacionados con los roles que mencionamos porque muchas veces cuando las mujeres intentan desligarse de esos roles y no están dispuestas a tolerar cierto tipo de comportamientos o quieren rescatar su autonomía o una manera de vivir diferente los hombres responden con agresión. Y como esa violencia no tiene un límite termina en el feminicidio. Los feminicidios generalmente vienen de una historia de violencia. Sobre la sevicia, siento que tiene que ver con la idea de control no solo del hombre sino de la sociedad sobre el cuerpo de las mujeres. 

Es muy impactante para las organizaciones feministas que venimos trabajando en el tema ver que un funcionario público todavía está hablando de crimen pasional. Yo creo que son cambios lentos y, como estaba diciendo, es difícil porque estamos en una sociedad machista y patriarcal donde el valor de la vida de las mujeres es menor y donde cuesta aceptar que hay relaciones de poder desiguales. Cuesta por el machismo, pero también porque las violencias contra las mujeres se han naturalizado y normalizado. Las políticas públicas, los marcos normativos, los funcionarios son un reflejo de cómo la sociedad ve esas violencias. 

Yo siento que viene de cómo nos han enseñado a vivir las relaciones con esto del amor romántico y de que hay que hacer todo lo posible para conservar la relación. Entonces las mujeres tenemos que aguantar lo que sea para no quedarnos solas o para conservar la familia. A los hombres también se les dice que tienen que amar hasta el final, que el amor importa más que la autonomía. El cuento del crimen pasional va por ahí, pero también tiene que ver con el amarillismo con el que los medios funcionan hace tiempo. Que pasen los videos del centro comercial me parece horrible, medios que se consideran serios pasando los videos de la mujer muerta, del señor ahí tirado. 

«Si un hombre cree que es dueño de tu vida y tú te opones, ahí empiezan a ocurrir los feminicidios».

Y justificando al victimario porque estaba enamorado y tenía muchos celos. Por eso la mató. Además culpabilizan a la víctima. No solo en el sentido de “quién sabe qué haría para buscarse eso” —y lo digo porque lo he escuchado de personas a mi alrededor—, sino de las autoridades, el alcalde hoy, la alcaldesa antes, diciendo: es que nosotros hicimos todo lo que pudimos, pero ella renunció a las medidas. Ella renunció a las medidas, se salió de la casa refugio o no denunció. Eso es un punto crítico porque es un enfoque que pone toda la responsabilidad en las mujeres. 

Son las mujeres quienes tienen que salir a una casa refugio o a donde sea para esconderse del agresor. Son las mujeres las que tienen que parar sus trabajos, cortar su vida social. Y el agresor como si nada en la calle. Entonces es muy grave que un alcalde diga: ella se salió de la casa refugio o no denunció o desistió de denunciar, porque desde la institucionalidad y desde la sociedad en general no se reconocen las implicaciones para una mujer que está en un círculo de violencia y en un riesgo inminente de feminicidio. 

El enfoque que se maneja da relevancia a las medidas de atención, pero las medidas de prevención han sido relegadas. Obviamente las mujeres tenemos que tener alertas porque somos las que estamos en la situación, pero la sociedad también. Así como usted sabe qué hacer para sacar una cita en la EPS debe saber qué hacer si ve que una mujer es víctima de violencia. No es solo responsabilidad de las mujeres denunciar, ni identificar, ni cuidarnos, ni protegernos. 

La ley 1257 de 2008 es el marco normativo más importante para prevenir, atender y sancionar las violencias contra las mujeres. Esa ley cumplió 15 años el año pasado y nosotras estamos haciendo un informe. En 2018 hicimos el informe de los 10 años. La ley, que es integral, otorga responsabilidades a todas las entidades y los sectores más relegados en ese informe de 10 años eran educación y comunicaciones que son los responsables de hacer campañas, de que haya un enfoque de género en la educación de los niños y las niñas. Eso fue en 2018 y estoy casi segura de que en este nuevo informe va a salir lo mismo porque las apuestas para la prevención de violencias y para generar procesos educativos que impulsen transformaciones están totalmente olvidadas o no son importantes. Puede haber mecanismos de atención que funcionen bien. En Bogotá el mecanismo para atender a mujeres víctimas ha tenido mejoras impresionantes, pero mientras la sociedad siga siendo desigual va a haber hombres agresores. 

Depende del municipio donde esté la mujer que está siendo víctima y del tipo de violencia. No es igual si la violencia se da al interior de la familia o por fuera o si es una violencia sexual o física. Es importante diferenciar. Si la violencia se da al interior de la familia hay que ir a la comisaria de familia. Si no, a la Fiscalía. Si la mujer acude a la policía, la policía debe activar la ruta de atención. Aquí voy a hacer una cuña: nosotras tenemos una aplicación que se llama ELLAS donde damos las definiciones de violencia, ejemplos y la ruta de atención según el municipio. También cuáles son las medidas de protección que debe garantizar cada entidad. Por otro lado, en Colombia hay líneas de atención y otras de orientación. Orientación es la línea nacional 155, ahora del Ministerio de la Igualdad, que orienta a las mujeres sobre lo que deben hacer. La Línea Púrpura en Bogotá es de orientación. La línea de atención en Colombia es la 123 y cuando una mujer llama es porque está solicitando atención inmediata. Muchas mujeres llaman a la línea 155 esperando hacer una denuncia, pero la denuncia se hace a través de las fiscalías y comisarías que tienen que tomar acción. 

En general persisten las barreras de funcionarios que no están sensibilizados. Entonces una mujer se encuentra con un comisario que le dice que eso no es violencia o en la Fiscalía a una víctima de violencia sexual le preguntan treinta mil veces qué pasó. No se toman las medidas de protección adecuadas, solo son que la mujer se vaya a su casa o a una casa refugio o a otro lado porque casas refugio no hay en toda Colombia. En las ciudades grandes hay más oferta institucional para brindar mejores servicios de asesoría, atención y protección, pero en municipios pequeños las posibilidades son mínimas. En la ruralidad las barreras aumentan.

Otra barrera es de información. Nosotras insistimos en que cuando una mujer está más informada sobre sus derechos hay menos posibilidad de que le nieguen esos derechos. También es importante que las mujeres persistan en el proceso de denuncia porque los niveles de impunidad en este país frente a las violencias contra ellas son impresionantes. Los agresores no tienen sanciones representativas, los procesos duran años, las mujeres se cansan y desisten. 

Los registros de información frente a las violencias contra las mujeres siempre han sido un problema en este país, no solo con los feminicidios. Cuando las organizaciones hacemos un informe tenemos que recurrir a diferentes fuentes oficiales para tener información. Y cuando uno cruza las fuentes no se corresponde una con otra. No hay registro unificado y eso se aplica al feminicidio, además, porque depende de que la entidad lo registre como feminicidio. No hay una unanimidad ni una homogeneidad en las cifras institucionales y a veces no estamos muy seguras de que las entidades estén haciendo bien el trabajo. Ahora el Viceministerio de las Mujeres está trabajando en un sistema único de información de violencias contra las mujeres y esperamos que la iniciativa salga porque es una necesidad. 

Yo creo que esa ley ha sido importante en términos de tipificar e institucionalizar el término feminicidio en la sociedad como un crimen agravado contra las mujeres. En términos de acceso a la justicia también ha ayudado porque, aunque persista la impunidad, sirve para que las penas contra los feminicidas sean agravadas. Por otro lado, hay vacíos: sigue habiendo impunidad, sigue siendo necesario hablar sobre feminicidios y que no se traten como casos aislados sino como un problema social. Y falta hablar sobre la reparación a las víctimas, es decir, a las familias que quedan, los hijos, las madres. El Estado es responsable de proteger a las mujeres de estos crímenes y en ese sentido también es responsable de las familias. Hay que hablar de reparación y garantías de no repetición que es un término generalmente de la justicia transicional, pero hay que usarlo en la ordinaria y en las violencias cotidianas contra las mujeres. 

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