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La iglesia uribiana

Que Uribe sea el rey que guía a la manada colombiana habla de la muerte del periodismo, la desazón de la política y lo precaria que es la democracia nacional.

por

Omar Rincón


10.08.2018

El poder de Uribe es su capacidad para promover su evangelio y fe desde el Twitter, para desde ahí dominar la opinión pública y secuestrar la realidad social en Colombia. La iglesia uribiana se construye con base en el odio a Santos y con el evangelio que propaga en twitter y cuentan los medios. Que Uribe sea el rey, el mesías, el que guía a la manada colombiana no habla mal de él, tampoco de Twitter, nos dice muy bien de la muerte del periodismo, la desazón de la política y lo precaria que es la democracia nacional.

En el siglo XX, cuando algo pasaba “en la realidad”, uno iba a la televisión, en el siglo XXI uno va al twitter. Y es que esta red digital es el periodismo actual: los políticos dan la noticia ahí, los gobernantes informan ahí, los nuevos presidentes anuncian su gabinete ahí, los que asumen su sexualidad distinta lo cuentan ahí, los periodistas debaten e informan ahí. Twitter es el periodismo de nuestro tiempo.

El periodismo twitter es uno que reproduce tuits, pero que no pregunta, no interpreta, no verifica verdad, no asigna contexto, no se responsabiliza por lo que informa. Es un no-periodismo.

Un no-periodismo pues divulga los tuits sin “ponerle periodismo”, solo porque que quién lo “informa” es poderoso, o da rating y likes, o le tienen miedo que se moleste, o lo aman y lo admiran, o lo odian y lo admiran… en ese periodismo-twitter Uribe es el rey (y su alterego Petro, el virrey).

EL PONTÍFICE DEL TWITTER

Twitter es una red sin control como sí lo es Facebook, donde se guía con billete y manipula con amistad a la manada. Por eso sus acciones no son tan exitosas en la bolsa de valores capitalistas. Pero este descontrol es la genialidad de Twitter: esa anarquía que convierte la opinión pública en un bar donde conversan en igualdad borrachos, sabios y chistosos.

En el bar twitter triunfa “el todos hablamos al tiempo y como se nos de la gana”; por eso triunfan las acusaciones falsas, el matoneo de la dignidad del otro, la ira del adjetivo fácil. En twitter como la cantina todos nos sentimos más sabios y poderosos que los otros: todos nos ganamos el derecho al matoneo.

En twitter no hay verdad, menos realidad, desaparece lo políticamente admisible: triunfan los egos en exhibición, las barras bravas en expansión, el matoneo como argumento del mediocre, el insulto como evasión del pensar la realidad. Y eso no está tan mal. Está, de hecho, muy bien, pues expresa que  así somos en nuestra precaria vida común en el siglo XXI. Está muy bien porque nos devela como sociedad. Eso somos: la sociedad del adjetivo denigrante, el capitalismo de yo soy la ley, el otro me importa un carajo.

Y en eso del matoneo, la confusión y la perversión retórica el rey es Uribe.  Y lo es porque a punta de trinos es el que más sale en los medios y copa la agenda informativa:

i. exitoso contra Santos, tanto que llevó a los medios a olvidar que el gobierno de Santos fue muy bueno y el de Uribe muy malo; cualquier análisis demostraría lo contario, la fe mediática y uribista cree lo contrario. Así surge la iglesia uribiana estamos unidos por el odio a Santos;

ii. exitoso para desinformar y no contestar sobre sus procesos judiciales: nunca responde las acusaciones, ni la de cuando se dijo que era un violador –no salió a decir no lo hice, solo que era honorable- pero si celebra como “un muerto bueno” cuando asesinan a un testigo en su contra.

El twitter es perfecto para su estrategia de confundir, evadir, matonear, difamar, acusar y no responder. Todo para ser la sensación del momento y la noticia mediática. Uribe es dios y es el pueblo: el predicador del odio, el pueblo es su súbdito. Su evangelio es la impunidad, el desprecio por la verdad, la arrogancia del más bravo. Su templo: twitter. El ruido de su ego en expansión es su realidad. El twitter, por eso, lo hace exitoso para eliminar cualquier otro que pretenda ganarle en visibilidad, no importa que se llame Duque, su elegido o Mockus el que propone gobernar a culo limpio o Santos el que fundó el nuevo relato de país con la paz.

No hay realidad. Colombia es lo que Uribe diga. Ni su acciones son importantes, solo sus trinos. Y así se nos va la vida en ese espectáculo grotesco en que se ha convertido nuestra democracia.

LA HISTORIETA

Hay un nuevo presidente y se llama Duque, Mockus le gana la iniciativa en el espectáculo al bajarse los pantalones en el Senado, Santos se salió con la suya de la paz y la entrada de Colombia a la OCDE, Uribe parecía cosa del pasado. Pero no, él no aguanta no ser el centro del espectáculo político colombiano.  Por eso, desde el 23 de julio volvimos a estar secuestrados por la historieta Uribe de si renuncia o no renuncia. Otra vez Uribe secuestró la realidad nacional en sus estrategias de confunde, difama, agrede y seguirás delinquiendo con impunidad.

Acto 1: 23 de julio: Renunció. Luego que la Corte Suprema de Justicia anunciara ayer que abrió investigación contra el senador Alvaro Uribe Vélez por los presuntos delitos de soborno y fraude procesal, el expresidente anunció su renuncia al Congreso de la República

Acto 2: Lo investigan en un caso concreto, con denuncias claras.

Acto 3: Uribe acusa, desinforma, agrede, pero no contesta.

Acto 4: Uribe recusa a quien lo investiga.

Acto 5: 31 de julio. No renuncia.

La realidad desaparece: matan muchos líderes sociales porque se desataron los violentos que se sienten autorizados por la victoria de Uribe para extinguir el que piensa diferente.

No hay realidad: el nuevo presidente de apellido Duque no importa, nombra ministros y a nadie le interesa que esté entregando el país a los gremios empresariales, o que haya nombrado mitad mujeres para gobernar, o que no haya investido a políticos como su gabinete.

No hay realidad. Colombia es lo que Uribe diga. Ni su acciones son importantes, solo sus trinos.  Y así se nos va la vida en ese espectáculo grotesco en que se ha convertido nuestra democracia. Y se nos va porque los medios no hacen su trabajo.

Todo sería más simple si los medios decidieran no darle voz a sus mentiras porque el periodismo enseña que uno no puede informar nada de lo que no tenga datos, que no tenga verdad, que no tenga contexto, que no tenga fuentes diversas y plurales.

LOS MEDIOS SON DE URIBE

Pero ni Uribe ni el Twitter serían tan exitosos si no fuera porque los medios decidieron no hacer periodismo y se dedicaron a “vocear” sus mentiras e insultos. Uribe es la realidad colombiana porque los medios son su megáfono ya que todo lo que balbucea es transmitido súbditamente por los periodistas.

Uribe es sensacionalismo político, y se entiende que de eso viven los medios: del periodismo carroña (gozar la miseria) y vampiro (chupar la sangre de la sociedad). Y es que los medios son un negocio y punto. Pero el periodismo es otra cosa.

Matador, desde la caricatura, lo mostró tal como es: Uribe cabalga sobre los medios, los arrea, los puya, los dirige. Y los medios felices: ganan likes, los opinadores explican el payaseo y juego de Uribe, matoneadores profesionales devienen periodistas, la política se convierte en una polémica de barras bravas. Pierde el periodismo. Desaparece la democracia.

Laura Gil ya lo escribió en El Tiempo. El proceso judicial de Álvaro Uribe es “más de lo mismo: manipulación del micrófono, guerra de filtraciones y poco periodismo investigativo. Eso quedó en evidencia en la conferencia de prensa del expresidente Uribe desde el establo de su casa en Rionegro”. El rey habla desde su finca. Habla para no decir si renuncia o no. Habla para insultar y acusar a otros. Habla pero no responde de lo que se le acusa. Más que hablar vocifera, regaña, insulta, agrede. Y no hay contrapregunta. No hay periodismo. No hay dignidad en los medios. La pierden por ganar un tuit del rey, por obtener unos likes, por ser parte de su farsa de evadir su responsabilidad judicial. Por eso, Laura Gil concluye su columna diciendo: “La prensa, la radio y la televisión nos deben una explicación del criterio editorial que utilizarán para cubrir al expresidente. No todo puede seguir a las patadas, así las conferencias de prensa se organicen en caballerizas”.

Este secuestro del país por Uribe se debe a que los medios le dan visibilidad a todo lo que enuncia él: saben que miente, pero lo transmiten.  Y, por lo tanto, le asignan legitimidad a sus mentiras. Y esa práctica atenta contra la justicia, la democracia y la decencia política porque, como dijo muy bien Daniel Coronell, su estrategia “judicial” es no responder a las acusaciones sino confundir y crear mantos de dudas sobre sus acusadores: deslegitimar la justicia,  la democracia, la decencia política.

Todo sería más simple si los medios decidieran no darle voz a sus mentiras porque el periodismo enseña que uno no puede informar nada de lo que no tenga datos, que no tenga verdad, que no tenga contexto, que no tenga fuentes diversas y plurales.

Y es raro porque el periodismo hace preguntas concretas para respuestas claras. Y eso no pasa con Uribe: ni los periodistas preguntan, ni él responde. Nuestro periodismo y la democracia serían mejores si Uribe respondiera concretamente a sus acusaciones.

¿Es Ud. un violador? Diga simplemente No.

¿Manipuló testigos? Diga simplemente No.

¿Atentó contra los derechos humanos con las desapariciones premiadas como falsos positivos? Diga simplemente NO.

Pero no sucede. Por el contrario, agrede con un tuit y luego dice que el tuit está mal, pero no habla del hecho de los atentados contra los derechos humanos cometidos.

Lo extraño a entender en Uribe es porque nunca es claro, ni para renunciar o no al senado. ¿Por qué le es tan difícil contestar las acusaciones y le provoca tantos orgasmos difamar, ofender, tergiversar la verdad y matonear a quien se atreve a mirarlo con la verdad?

NO ES SOLO URIBE, TAMBIÉN TRUMP, CHAVEZ, CORREA…

La verdad parece ser que una sociedad como la colombiana requiere su Uribe, una como la gringa exige su Trump, lo mismo que Ecuador fue Correa y en Venezuela fue Chavez… No es de ideología, es de sociedades que requiere su amo que los maltrate. Jeffrey Sachs, director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia y Bandy X. Lee, psiquiatra forense de la Escuela de Medicina de Yale y directora de proyectos para la Organización Mundial de la Salud, publicaron en El Tiempo donde describen a estos personajes como:

i. Personajes paranoicos, faltos de empatía y sadomasoquistas… lo cual se evidencia en sus constantes ataques políticos y personales, contra pobres y débiles y contra familias inmigrantes, entre otros (…) La paranoia es una forma de pérdida de contacto con la realidad en la que una persona percibe amenazas inexistentes; al combatirlas, el individuo puede poner en peligro a los demás. La falta de empatía señala a un individuo obsesionado con su persona, que ve a los otros como meras herramientas y es capaz de provocar daño a otros sin remordimiento si eso le sirve para lograr sus propios fines. El sadismo es experimentar placer en infligir dolor o humillación.

ii. El conocimiento de la psicología nos dice que esos rasgos tienden a empeorar en individuos con poder pues no hay “adultos presentes” que puedan detenerlo porque se rodea de adulones corruptos y pendencieros dispuestos a obedecerlo.

iii. A muchos de sus partidarios, el descaro para mentir les parece audacia para decir la verdad.

iv. La historia está llena de individuos con patologías mentales que acumularon inmenso poder presentándose como salvadores y luego se convirtieron en déspotas que causaron daño grave.

v. Esta descripción de Mr. Trump puede ser la misma para Uribe. Y así como la democracia estadounidense está secuestrada por este monito retrechero, Uribe secuestró la democracia en Colombia y en ambos casos con la ayuda de los medios y el periodismo.

CUATRO FINALES

La culpa no es twitter (ese es su modo de narrar la realidad), la culpa no es de Uribe (ese es su modo exitoso de ser dios), la culpa es del periodismo y los medios que no hacen periodismo ni se hacen responsables de la realidad de la que informan. Por eso nos quedan cuatro salidas:1. Uribe seguirá a punta de tuits secuestrando la realidad, la verdad, la política y la justicia en Colombia (porque los medios lo aman y los periodistas están seducidos y lo seguirán “transmitiendo” como si fuese la voz de dios)

1. Los medios eliminan los periodistas y los reemplazan por un algoritmo que diga Uribe+Uribe+Uribe y así ganar muchos likes, likes, likes (porque para qué tener periodistas que solo “vocean” a Uribe).

2. Los periodistas deciden hacer periodismo, silencian los tuits falsos, investigan más, se comprometen con una realidad más ancha y diversa como es la de Colombia, y liberan la realidad política de Uribe.

3. Recurrimos al humor y hacemos de Uribe el chiste nacional. Tal vez, ha llegado el momento de dejar de tomárselo en serio.

Epilogo

En medio de la historieta de Uribe que nos tiene solo hablando “solemnemente” de su fe,  es reconfortante la caricatura youtuber de Santos con Daniel Samper. Y lo es por tres razones:

i. una, lo más democrático es tener un presidente que sea capaz de reírse de sí mismo. Eso lo hace real y sensato;

ii. dos, Daniel Samper busca un formato distinto para hacer periodismo y lleva el youtuber a otro modo de informar, pensar y opinar;

iii. tres, en el país de la paz, ese nuevo país, se vale reír más que matar, sobre todo ironizar sobre uno mismo más que montársela al otro.

Llega el gobierno DUQUE y ojalá el periodismo se reinvente, nos des-uribicemos y seamos capaces de reír juntos. Nos lo merecemos.

 

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