La nueva directora del Idartes dice que a lo único que le teme es al error. Hoy, Juliana Restrepo tiene el inmenso reto de promover una cultura más incluyente en Bogotá.
El 4 de Junio de 2016 la Plaza de Bolívar, demarcada en 1539 por Gonzalo Jiménez de Quesada, se prestó para un evento que ha sido sensación mundial desde 2001. Más de 6.000 personas posaron durante cuatro horas, sin prejuicios y con la piel erizada por la gélida mañana, en un desnudo masivo para el fotógrafo estadounidense Spencer Tunick. El objetivo fue enviar un mensaje de apoyo a la libertad de expresión, que reflejara la dualidad de lo individual y lo colectivo. Aunque muchos recordaran haber visto días después ocho fotografías expuestas en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), lo que quizá nadie sabía es que quien logró traer a este controvertido artista fue Juliana Restrepo Tirado.
Esta mujer de 42 años es publicista de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, donde también estudió Filosofía y Letras. Aunque le faltó la tesis para graduarse de la segunda carrera, Restrepo viajó al Reino Unido a estudiar inglés y realizó estudios, equivalentes a una especialización, en Filosofía, Arte y Medios en la European Graduate School en Suiza. Hoy, está terminando su tesis para graduarse de la maestría en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana.
En su infancia se destacó como la mejor de la clase del colegio Marymount de Medellín, también exploró su lado artístico ya que dibujaba (sus compañeras del colegio hacían fila para que les hiciera dibujos de Snoopy), pintaba, era calígrafa e incluso escribía cuentos. Por su lado paterno es pariente lejano del expresidente de la República, entre 1910 a 1914, Carlos Eugenio Restrepo. Aquel que en tiempos conservadores defendió la libertad de expresión y de cultos, que abolió la pena de muerte, pero que también apodaron Monsieur Veto por rechazar en repetidas ocasiones una gran cantidad de leyes.
La cultura es la que te da identidad, los elementos de convivencia en la sociedad
Restrepo y las artes
“¡Estás absolutamente loca!”, respondió Juliana cuando su exprofesora María Cristina Restrepo la invitó a enviar la hoja de vida para ser directora del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM). Aunque el puesto le parecía utópico, estaba a punto de casarse con un bogotano y no se sentía como la mejor candidata. Los astros se alinearon y su esposo Felipe Martínez la apoyó sin pensarlo. “Como la vi tan emocionada y ese era su sueño, yo solo quise acompañarla para que pudiera vivirlo”. Luego de la luna de miel en Río de Janeiro, llegó con el deseo de convertir este espacio de artistas en un espacio para todos y posicionarlo al nivel de los mejores museos contemporáneos del mundo. “Mi reto era lograr que aunque la gente no tuviera ni idea de arte, se pusiera con orgullo la camiseta del MAMM”. Así logró inaugurar la nueva sede en Ciudad del Río, demostró que un museo no son simplemente cuatro paredes y que la gente disfruta de nuevos contenidos como ‘Historias de Pared’ de la aclamada artista conceptual francesa Sophie Calle.
¿Cuál fue la clave del éxito? “El buen trato hacía a los demás», responden varios de sus compañeros de trabajo y agregan: «El responder con una sonrisa cálida”. Restrepo tiene entre sus logros la construcción de uno de los primeros portales web en Colombia sobre eventos culturales en Medellín y el transito del sitio web de El Tiempo de Terra a eltiempo.com; traer a artistas de talla mundial como Spencer Tunick y Sophie Calle; Restrepo también levantó “sin un peso” la unidad de gestión cultural de la Revista Semana y llevó a cabo la transformación del MAMM. Pero nunca se llevó el trofeo a casa, ella resalta que ha tenido mucha suerte de ser parte de equipos de trabajo increíbles y eso le ha enseñado a no ser protagonista. Quienes han trabajado con ella han aprendido que si deben plantar un árbol, hay que poder ver más allá y visualizar el bosque. Aunque la ven como ese ejemplo a seguir, también es la amiga que les aconseja: “Tengan como prioridad hacer lo que siempre han querido. Es que la vida es muy cortica como para estar haciendo lo que a uno no lo hace feliz”.
Restrepo asegura que para ella el arte y la cultura atraviesan la cotidianidad de la gente de manera permanente, porque aunque veamos una pintura y no sepamos si es contemporánea o moderna, sí podemos lograr sentir lo que con palabras no se puede describir. De allí que Restrepo siempre le apuesta a la cultura y a las artes para lograr formar sujetos que puedan entender al otro. “Claramente el impacto no es inmediato, pero sí creo firmemente que cuando un niño entra a un espectáculo, al salir ya no es el mismo de antes”.
Y no solo ella lo piensa. El politólogo fundador del Movimiento 19 de Abril (M–19) y quien fue director durante nueve años del Observatorio de Culturas del Distrito, Otty Patiño Hormaza, cree que el intercambio cultural es indispensable como medio de transformación social, especialmente en una ciudad cosmopolita como Bogotá. “La cultura es la que te da identidad, los elementos de convivencia en la sociedad”.
Es por ello que hace siete años, en junio de 2010, el Concejo de Bogotá creó el Instituto Distrital de las Artes (Idartes), que hoy en día promueve actividades culturales como danza, teatro, artes plásticas, música, entre otros. Son los organizadores de los seis festivales al parque como ‘Rock al Parque’, están encargados de escenarios icónicos de la capital como el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y La Media Torta, incentivan la lectura a través de proyectos como Libro al viento y la apuesta más fuerte es la transformación social de jóvenes a través de prácticas artísticas en los Centros Locales de Artes Para la Niñez y la Juventud (CLAN). A través de este proyecto más de 21.000 niños y adolescentes son capacitados gratuitamente en prácticas artísticas. Restrepo asumió el cargo como directora de Idartes en Octubre de 2016 con la misión de llevar la cultura a todas las localidades de la ciudad de forma incluyente y participativa.
Cuadro de Juliana Restrepo. Foto: Manuel L. Fonseca.
Contra uno mismo
A Restrepo le mortifica que un cuadro esté chueco un milímetro. Restrepo es quien decide dónde va cada objeto, incluyendo los casi 500 recuerdos que han ido coleccionando en su casa a las afueras de Bogotá. Cada pieza va en un lugar porque tiene un valor agregado. Restrepo reconoce que si tiene que revisar el mismo afiche 50 veces lo hace. “Parte de ese perfeccionismo viene del papá, totalmente cuadriculado”, asegura Beatriz Tirado, su mamá. Aunque Juliana se arrepiente de no haber estudiado artes plásticas como su mamá, la publicidad le brindó herramientas que le sirvieron para inyectar nuevas ideas y visiones en su trabajo.
“Ella no para, no hay límite entre su trabajo y su vida personal”, dice su esposo Felipe. Y es que ahí todo cobra sentido, cómo alguien que está organizando y asistiendo a exposiciones de arte, conciertos, obras y eventos culturales despeja la mente. Simplemente parte de su trabajo es lo que para muchos es nuestra forma de alejarnos de todo el voltaje de la semana. Para Restrepo cada detalle cuenta y aunque parece estupendo que se dedica a lo que más le gusta hacer en la vida, la sobrecarga de estar involucrada en todo y también la intensidad y el estrés de su trabajo le pasan factura.
“Ser tan perfeccionista me afecta la salud, debo ser menos estricta en bobadas”. Y ciertamente incluso para ella está claro que no es súper poderosa, desde pequeña ha tenido un tipo de inflamación en las articulaciones, por eso un día le duele aquí, otro día le duele allá. Ha tratado con toda clase de médicos y todos llegan a la conclusión de que es por efectos de autoinmunidad. “Es un ataque de uno mismo contra uno mismo, pero eso me ha ayudado a poder entender al otro en su particularidad”.
Ante una ocupación tan intensa, su círculo más cercano coincide en que a veces deben decirle que baje el acelerador un poco. “Ay no, pero que le baje un poquito al ritmo para que tenga un respirito”, dice entre risas su amiga de toda la vida Juliana López mientras observamos un cuadro, pintado por Juliana, en la sala de su apartamento. Incluso Restrepo reconoce que ya no le queda tiempo para esos espacios de esparcimiento como cuando solía pintar obras, ir a cine o leer a Marcel Proust.
El filósofo alemán Friedrich Hegel escribió que “nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión”, y a esta mujer paisa sin ninguna duda eso le sobra, pero la vida le ha ido enseñando que hay que aprender a soltar porque no todo en la vida es como uno quiere que sea. Aunque la vida no sea siempre color de rosa, para cumplir el lema de vida de Restrepo de hacer lo que uno siempre ha querido “hay que soñar en grande, persistir, arriesgarse y sobre todo atreverse a ser diferente”.
*Este nota se realizó en el marco de la clase Perfil de la Maestría en periodismo del Ceper.