Gabriel Turbay y los peligros de la historia Reseña del libro «El presidente que no fue» de la socióloga bogotana Olga González
Reseña del libro «El presidente que no fue» de la socióloga bogotana Olga González
Reseña del libro «El presidente que no fue» de la socióloga bogotana Olga González
La historia, y particularmente lo que se conoce como la historia oficial, es una disciplina muy poderosa y peligrosa. Su poder es el poder del relato. Las historias que nos han contado y que hemos leído nos crean un marco referencial mental de la realidad del que es muy difícil escapar. Van tejiendo en nuestra mente toda una serie de relaciones categoriales que nos predisponen para ver la ética, la estética y la política de la manera en que otros, antes que nosotros, las vieron.

¿Qué sueñan los venezolanos que migran por la frontera? Situaciones como la de Venezuela nos invitan a pensar el sueño como un espacio público en disputa.
Click acá para verAdemás, con frecuencia, les damos a los textos de historia una credibilidad-autoridad que, por ahí, no merecen tanto. Es entendible, la bruma de la incertidumbre es incómoda y es mucho más chévere pensar que sabemos. Pero pensar en relatos históricos libres de sesgos y de intereses es una quimera. Entrar confiado a leer libros de historia es mala idea. ¿Qué tanto está maquillado? ¿Qué de lo que han dejado olvidado, o simplemente de lado, era relevante? ¿Quién y con qué intereses lo escribió? ¿Quería el autor congraciarse con algún poderoso o por el contrario dejar como a un zapato a un enemigo?
Los guardianes del relato oficial son muy celosos y lo custodian con ferocidad. Cuidar del pasado, o mejor, cuidar del velo con el que han cubierto al pasado ofreciéndonos una versión adecuada a su conveniencia, es su manera de asegurar el presente. Pero, hay gente que esquiva los controles y se zambulle con valentía en el mundo de las sombras para conversar con las fuentes primarias, encontrar nuevas historias, nuevos pasados que alimenten nuevos futuros.
Por esto resulta encantador el libro: El presidente que no fue de la socióloga bogotana Olga González. Olga se desliza con acierto hacia el pasado evitando algunos de los condicionamientos que quienes viajaron antes que ella, le han puesto a la historia nacional. Y lo hace poniendo sus reflectores sobre un personaje maravilloso que encontró abandonado en algún oscuro rincón de nuestra memoria colectiva. En el libro se renueva la luz del Dr. Gabriel Turbay Abunader (para su fortuna no es ni pariente de Julio César, pero para su desgracia todo el mundo cree que sí), nacido en Bucaramanga en 1901, médico y estadista, parlamentario liberal, ministro del interior, embajador y canciller.
Gabriel Turbay Abunader fue un hombre brillante. Un tipo lúcido que estuvo detrás de la modernización de Colombia durante el período llamado La República Liberal (1930-1946) y que cuando con méritos de sobra, quiso ser presidente, fue traicionado y maltratado de la manera más innoble, no solo por la sempiterna toxicidad conservadora, sino por sus propios copartidarios.
«El régimen liberal recoge más tributación, pero la consigue de la riqueza y no de la pobreza, y la devuelve en servicios populares que en medio siglo de gobierno no llegaron a vislumbrar los conservadores». Gabriel Turbay Abunader, 1939
Olga consigue un delicado equilibrio de bailarina en el que el relato ameno de la buena escritora no es óbice para desplegar todo el rigor documental y argumentativo de una académica destacada. El libro se disfruta y se sufre. Los recortes de prensa de la época y las fuentes epistolares nos dejan en la boca ese buen gusto por las formas de expresión escrita del pasado. Pero se sufre al ver que la mezquindad y la miopía han sido la regla y no la excepción entre las élites gobernantes y entre la prensa. Es aterradora la manera en que buscaron menoscabar la imagen del Dr. Turbay apelando a su origen sirio-libanés. Racismo puro y duro.
Este libro es un acto de justicia. La figura de Gabriel Turbay debe ser recuperada y puesta en un sitial de honor en la memoria nacional. Además de la modernización del país, la altura y la firmeza con las que enfrentó al fascismo en los escenarios internacionales en los que se desempeñó, fascismo que además estaba en pleno auge en este período, es de enmarcar. Habría que nombrar bibliotecas, centros culturales, parques y colegios con su nombre. Habría que lanzar estampillas y un billete con su efigie.
Gabriel Turbay murió en París con aguacero, como César Vallejo, era el otoño de 1947. Un año antes había derrotado a Jorge Eliécer Gaitán en las elecciones que ganó Mariano Ospina Pérez. Después, el diluvio. Ríos de sangre inundaron esta dolorida patria.
Leer este libro sobre Gabriel Turbay es lo más parecido a viajar en el tiempo. Olga entrevista las sombras del pasado, rescata voces casi perdidas entre las amarillentas y mohosas hojas de los mal cuidados archivos nacionales y nos pone a ver aspectos inéditos de nuestra historia. Y, además, hay unos chismes buenísimos, un tantico viejunos, pero buenos. Hay un Gaitán medio facho, aliado de Laureano; hay un Alfonso López Pumarejo no tan ilustre; y hay un Laureano Gómez terrible. Le decían el monstruo. Se quedaron cortos, era más que abominable.
Este libro pinta para ser un clásico. Lo merece. Debemos agradecerle a Olga por haberse tomado el trabajo de investigar en los archivos, hemerotecas y epistolarios, con sus innumerables dificultades logísticas, para entregarle al país este documento invaluable. Quizás las claves de nuestro futuro como nación pasan por poner en entredicho muchos aspectos de nuestra historia que se asumen como verdades, y que tal vez son solo medias verdades. Hay que esquivar los prejuicios establecidos para encontrar nuevos sentidos a las viejas fuentes documentales. Además de la materia empírica que son las fuentes primarias, se precisa un trabajo de reinterpretación y reelaboración de las síntesis históricas que nos posibiliten otras formas de ver nuestro pasado. Quizás proponer nuevos modelos de análisis que nos ayuden a distinguir lo estructural de lo coyuntural, sobre todo en estos tiempos del social media donde todo es siempre coyuntural. Necesitamos un nuevo relato nacional que nos abra las ventanas de un mejor futuro. Las valientes investigadoras como la dra. Olga González se atreven a desafiar a los guardianes del viejo relato, para rescatar del olvido nuevos viejos hechos que lo ponen en entredicho. Si les gusta la historia, El presidente que no fue, la historia silenciada de Gabriel Turbay les va a encantar.
*Artículo originalmente publicado en Cuarentongos.