Elecciones presidenciales en Chile: alejarse de los fantasmas

El próximo domingo 19 de diciembre se elegirá al próximo presidente de Chile. La disputa es entre José Antonio Kast, a quien comparan con Bolsonaro, y Gabriel Boric, a quien asocian con Maduro. Aunque ambos han intentado desmarcarse de lo que representan estas imágenes para conseguir los votos de los indecisos, serán fantasmas que perseguirán a cualquiera de los dos que llegue a ostentar la presidencia del país.

por

Enrique Nuñez Mussa

@nunezmussa

Investigador sobre Estudios del Periodismo y Comunicación Política, actualmente cursando el Ph.D. en Information and Media de Michigan Sta [...]


18.12.2021

Esta es, probablemente, la elección más impredecible a la que se ha enfrentado Chile desde el regreso de la democracia. Hay elementos que están fuera de lo que habíamos conocido en elecciones anteriores.

Este país, desde 1989, ha votado por coaliciones, debido a un sistema multipartidista que favorece esas uniones para tener gobernabilidad en el Congreso y sumar votantes: una de derecha y otra de izquierda, con partidos de dispar cercanía hacia el centro. En Chile, no hay reelección, y en las últimas cuatro elecciones, se alternaron el sillón presidencial Michelle Bachelet, y Sebastián Piñera, representando en el primer caso a la coalición de izquierda, y en el segundo a la de derecha.

Piñera concluye su periodo dando paso a un escenario político que es consecuencia de una serie de procesos, en los que las coaliciones tradicionales se han fracturado, y el centro político que cumplía el rol de mediar y capturar el voto indeciso, camina dubitativo y sin bastón hacia un horizonte difuso. Por lo tanto, esta es la primera vez en que los candidatos que avanzaron a la segunda ronda electoral, no pertenecen a una de esas coaliciones, aunque Kast militó por 20 años y fue diputado del partido de derecha Unión Democrática Independiente (UDI).

Es imposible dar una sola respuesta para explicar cómo llegamos a este escenario.

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En primer lugar, hay que considerar una crisis de confianza institucional generalizada en Chile, que afecta a la clase política y a los partidos tradicionales que han estado a cargo de administrar la institucionalidad. Esta crisis tomó la forma de una ola de protestas, conocidas como estallido social en 2019, que reunió en las calles a personas por causas diferentes, cuyo factor de unión era el descontento. La respuesta política para lidiar con las manifestaciones fue un acuerdo, que desencadenó un plebiscito para votar por aprobar o rechazar una nueva constitución. Esto llevó a que surgieran nuevos movimientos políticos para competir por ser redactores del documento, y movilizó a personas que votaron por primera vez en sus vidas. En el discurso público se fue dibujando a la izquierda como los del “apruebo” y a la derecha como los del “rechazo”.

A la amplia victoria del “apruebo” y una nueva Constitución en proceso de redacción, que implica una renovación institucional, se suman la pandemia, una alta desaprobación del gobierno actual y, que la crisis de confianza, sigue mermando a otras instituciones como la prensa o el Congreso. Estos procesos han reconfigurado el mapa político, y han sido conducentes a tener dos candidatos que están en los extremos del espectro político, comparados con elecciones anteriores, y apoyados por colectividades nacientes. Por lo que abren un espacio de incertidumbre, donde la escasa evidencia en nuestra historia electoral reciente conduce a que las discusiones entren en el campo de la especulación y la interpretación, y por ende, en una campaña beligerante, de excesiva concentración en el rival.

Gabriel Boric emergió del movimiento estudiantil de 2011, obteniendo protagonismo en 2012. Forma parte de una generación de jóvenes políticos, que emergieron en esas manifestaciones, algunos formaron una fuerza política constituida por diversos movimientos y nuevos partidos llamada Frente Amplio, y otros mantuvieron su afiliación al Partido Comunista. La entrada de ese grupo a la política electoral fue en las elecciones parlamentarias de 2018, donde Boric y otros de los integrantes de su actual equipo de campaña fueron electos diputados. Si bien el Frente Amplio participó en la elección presidencial de 2017, convocando a la entonces reconocida periodista Beatriz Sánchez, Boric es el primer candidato de ese grupo fundador en disputar el liderazgo del poder Ejecutivo.

José Antonio Kast militó durante 20 años en la UDI, el partido más tradicional de la derecha. En 2017, cuando vio una opción presidencial y como una crítica a las alianzas con la centro derecha de su partido original, cesó su afiliación para crear el Partido Republicano más conservador en lo valórico y liberal en lo económico, y con menor intención de negociar e integrar ideas de la centro derecha. Este es su segundo intento electoral, tras obtener el cuarto lugar entre ocho candidatos en la primera vuelta de 2017, con un 7.93%.

Tras el resultado de la primera vuelta electoral, en que se definió que Boric y Kast serían los candidatos definitivos a la presidencia de Chile, ambos han tenido una estrategia de moderar sus discursos para acercarse a los votantes indecisos, pero a la vez de recriminar al otro sus incongruencias con el pasado.

"En el mejor de los escenarios, el fantasma de esos personajes puede actuar como un perro guardián"

A Kast se le compara con Bolsonaro y a Boric con Maduro. Kast apoyó a Bolsonaro durante la campaña de 2018 en Brasil, viaje en el que le regaló una camiseta de la selección de fútbol de Chile, mientras que Boric celebró en Twitter el cuestionado triunfo electoral de Maduro en 2013, pero luego ha condenado las violaciones a los derechos humanos de su gestión en la misma plataforma.

En este momento, esos ejemplos dentro de Latinoamérica son referentes y también talones de Aquiles para que los candidatos conquisten a los votantes blandos. Maduro y Bolsonaro son íconos de lo que ocurre cuando mandatarios terminan ocupando las bases ideológicas de la derecha y la izquierda para implementar modelos de gestión poco sostenibles, con personas que dejan el país, y discursos para ostentar un poder centrado en sus caprichos y excentricidades, alejados de los hechos, que son propios de la personalización y el populismo. En una mirada fugaz por las redes sociales, es posible ver cómo el temor a un gobierno de ultraderecha desde los adherentes de Boric, convive con el temor a un gobierno con alta participación del Partido Comunista por parte de los adherentes de Kast.

Considerando que es la elección más agresiva desde el retorno a la democracia, leer y comprender a los personajes solo a través de lo que ofrecen sus adherentes o detractores en las redes sociales, considerando además los bots y la desinformación, es como estar sentado en un estadio bajo los gritos y escupitajos de las barras. Sin duda, primero hay que saber escoger el asiento para poder comprender el partido, administrar el timeline con sabiduría, para diferenciar entre los datos y la opinión, y sobre todo comprender que la polarización de una plataforma específica, que es un entorno cerrado, con una demografía particular, y códigos discursivos propios, nos pueden dar luces sobre lo que se dice o discute en determinados sectores sobre la elección, pero no es un espejo cuantitativo de lo que ocurrirá en las urnas. Las redes no bastan para construir un juicio sobre cada uno. Es relevante conocer las ideas centrales de sus programas de gobierno y ver algunas de las entrevistas y debates, que son lo suficientemente reveladoras del carácter y mirada de cada uno.

En el ejercicio de acercarse al centro en esta segunda vuelta, de adaptar sus programas de gobierno, de convocar a personas cercanas al ámbito académico o a los partidos de las coaliciones tradicionales, cualquiera de los dos que llegue a instalarse en marzo en La Moneda, el palacio de Gobierno, tendrá que definir cómo será su estrategia para relacionarse con mandatarios y proyectos como los de Maduro o Bolsonaro.

"De lo contrario, el romance con los votantes más alejados de los extremos será fugaz, decepcionante y seguirá profundizando la crisis de confianza."

En el mejor de los escenarios, el fantasma de esos personajes, puede actuar como un perro guardián, ya que serán permanentemente escrutados si sus acciones llegasen a tomar un cariz similar, de lo contrario, el romance con los votantes más alejados de los extremos será fugaz, decepcionante y seguirá profundizando la crisis de confianza.

Lo anterior puede llevar al país a un escenario aún más incierto, donde ni siquiera cabrá la ideología, sino que pesarán el carisma y las ofertas mesiánicas, un riesgo, que en parte se anunció con el tercer lugar de la primera vuelta. Franco Parisi, un personaje que legalmente no puede entrar a Chile por adeudar pensión de alimentos, que se encuentra en Alabama y cuya campaña se basó en streamings de video por plataformas sociales en los que llamó a mirar a los políticos con desconfianza.

Los fantasmas que persiguen a Kast y Boric durante la campaña, no se alejará de ninguno de los dos, ya sean gobierno u oposición, pero la alerta de su manifestación puede terminar siendo la principal herramienta para generar una gestión ejecutiva que no sea solo beneficiosa para un sector, sino para todo Chile, y que logre mantener la estampa de un país sólido dentro del panorama latinoamericano.

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Enrique Nuñez Mussa

@nunezmussa

Investigador sobre Estudios del Periodismo y Comunicación Política, actualmente cursando el Ph.D. en Information and Media de Michigan State University y afiliado al Center for Latinx Digital Media de Northwestern University.


Enrique Nuñez Mussa

@nunezmussa

Investigador sobre Estudios del Periodismo y Comunicación Política, actualmente cursando el Ph.D. en Information and Media de Michigan State University y afiliado al Center for Latinx Digital Media de Northwestern University.


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