COVID-19 I El cuidado ahora es colectivo

Esta es una coyuntura que demuestra que estamos pensando la salud tal vez de una forma menos antropocentrista.

por

Carolina Montoya Ruiz

Doctora en Virología. Asistente postdoctoral del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes.


18.03.2020

El COVID-19  y su capacidad de transmitirse de persona en persona, significan plantearnos un cambio de paradigmas en términos de salud y cuidado: lejos de ser un simple asunto de cuidados individuales, este es momento que nos llama a entender que la atención está sobre todo en la protección del entorno. 

El concepto de “salud colectiva” ha llevado a acentuar los controles y las estrategias de prevención poblacionales para evitar la transmisión de un agente infeccioso.

Ese cambio de mentalidad es muy propio de este siglo —aunque realmente inició en el XIX cuando se empezaron a controlar los brotes de cólera en Europa causados por aguas contaminadas—. En esa época nace el concepto de “salud colectiva” o “salud pública”, que luego fue tomando más fuerza con otros brotes como el de la influenza porcina del 2009 (H1N1), cuando no sólo se controló la migración de poblaciones humanas sino también la producción porcícola. Esas experiencias anteriores y el concepto de “salud colectiva” han llevado a acentuar los controles y las estrategias de prevención poblacionales para evitar la transmisión de un agente infeccioso. 

La particularidad ahora, y lo que está pasando con el Coronavirus, es la naturaleza globalizada de nuestra época. Vivimos en un mundo en el que la gente viaja mucho más que antes, algo que potencializa la dispersión de los agentes que causan estas enfermedades. Por eso, los controles que se deben hacer son mayores para evitar que la enfermedad llegue a otros territorios. Las epidemias se miden con análisis estadísticos y modelos matemáticos que permiten estimar cuántos casos se pueden presentar. Así se sabe, por ejemplo, que con el número de casos que pueden presentarse en Colombia se podría colapsar el sistema de salud, como ocurrió ya en Italia. 

Todas esas medidas que empiezan a tomar los gobiernos en el mundo, y que pueden parecer muy drásticas en algunos casos, tienen precisamente la intención de no saturar el sistema de salud pensando en una prevención en salud más colectiva. Lavarse las manos con jabón mata los virus presentes en las manos. Mantener una distancia de un metro con otras personas y cubrirse al toser o al estornudar para evitar que se dispersen las gotículas de líquido que pueden contener el virus y que otras personas respiren esas gotículas. Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca que son las vías por las que el virus puede entrar fácilmente al cuerpo. Quedarse en casa si se tienen síntomas y seguir las instrucciones de las autoridades locales sobre la atención en salud para evitar la propagación. Seguir ese tipo de medidas y ser más prevenidos de lo que se necesita ayuda a contener el brote. Nuestra salud colectiva depende de que efectivamente la gente cumpla esas medidas.

La salud colectiva también tiene que ver con las crisis ambientales. Nuestro bienestar también es pensar en el bienestar del planeta.

En medio de esta crisis, la gente se ha ido concientizando de esa forma de pensar el cuidado como un asunto colectivo. Las instituciones han tratado de que los jóvenes, por ejemplo, se concienticen de que cuidarse es una manera de proteger a sus familias y a las personas mayores. 

Esta es una coyuntura que demuestra que estamos pensando la salud tal vez de una forma menos antropocentrista y que de hecho se alinea con la ecoepidemiología: pensar que la salud pública y la salud colectiva también tienen que ver con las crisis ambientales, que nuestro bienestar también es pensar en el bienestar del planeta y que el comportamiento de las enfermedades depende del comportamiento de los humanos y de los cambios ecológicos.

Por ahora, los mayores retos siguen siendo que la gente entienda la importancia de las estrategias de limpieza y de ser prevenido sin caer en el caos y en el pánico. El reto también es para la población latina, una cultura que vive la vida mucho afuera de la casa. Pero es el momento de  entender la importancia del aislamiento.

En este momento lo mejor que podemos hacer para aportar a esa “salud pública” es, para quienes es posible, quedarse en casa. 

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Carolina Montoya Ruiz

Doctora en Virología. Asistente postdoctoral del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes.


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