Dibujos de paz y violencia en el Guaviare

En un colegio en el centro de San José del Guaviare cerca de 30 niños dibujaron lo que ellos entienden por violencia y paz en su región.

por

Luz Amanda Hernández


25.10.2017

Fotos: Luz Amanda Hernández

“Me gusta que me llamen Daniel*, por mi nombre. No me gustan los apodos”.

Daniel tiene 11 años. Está sentado en su salón de clase junto a sus 35 compañeros de grado quinto, en el Colegio Alfonso López Pumarejo de San José del Guaviare. Son las nueve de la mañana y debería estar en clase de matemáticas, pero está concentrado dibujando sobre una cartulina. El dibujo está dividido en dos: al lado izquierdo, un hombre sostiene con su mano derecha una pistola que apunta directamente al pecho de otro hombre. Este último está arrodillado y su pecho está sangrando. Al lado derecho, los mismos dos hombres están dándose la mano mientras sonríen. Juan*, uno de los compañeros de Daniel, mira al tablero y ve la instrucción: al lado izquierdo de la cartulina dibujen qué es violencia y al lado derecho qué es la paz. Juan divide su octavo de cartulina en dos con la ayuda de un lápiz y una regla y escribe lo que ve en el tablero. Los 36 niños de grado quinto comienzan a dibujar, casi todos empiezan por el cuadro de violencia, pareciera que todos tuvieran muy claro lo que esto significa.

El conflicto en el Guaviare

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), en su informe Nuevos escenarios de conflicto armado y violencia, relata que el 28 de enero de 2006, el año en que Daniel nació, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) entraron al municipio de San José del Guaviare y asesinaron a cuatro personas. En este contexto es en el que niños como Daniel han crecido. En medio de diversos actores armados, masacres, tomas guerrilleras, secuestros y narcotráfico. El departamento del Guaviare, en los últimos 40 años, ha sido escenario del despojo sistemático de tierras, la microeconomía de la coca, el narcotráfico, las peleas por territorio, y la lucha entre guerrilla, paramilitares y fuerza pública.

A comienzos de los años ochenta el Frente 1 de las Farc ingresó a San José desde la región de Ariari en el Meta, motivado por el negocio creciente de la coca en la región. En los noventa, las Farc se destacaban como el grupo armado con más presencia  en los cuatro municipios del Guaviare y su principal herramienta para negociar, reclamar territorios y hacer funcionar la economía ilegal, era la violencia. Como el dominio de la guerrilla estaba creciendo, los traficantes de drogas, que operaban de manera independiente, crearon grupos de seguridad privada para hacerle frente a las exigencias de las Farc. Las acciones de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) se hicieron notar desde el año 2001 con la creación del frente Héroes del Guaviare, encabezado por Pedro Oliveiro, alias Cuchillo y el bloque Centauros.

En el acuerdo de Ralito, las AUC se comprometieron a desmovilizarse antes del 31 de diciembre de 2005. Según el informe de la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), en 2005 se desmovilizaron 1.135 hombres y mujeres del bloque Centauros de las AUC y el 11 de abril de 2006 se desmovilizaron 1.765 combatientes de los frentes Héroes del llano y Héroes del Guaviare. Sin embargo, en 2006 el enfrentamiento entre las Farc y grupos armados de seguridad privada se volvió a dar, sólo que estos últimos tenían otros nombres. La nueva agrupación se conoció como el ERPAC (Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia) y estaba conformada por exintegrantes del frente Centauros que no dejaron las armas.

Las peleas por el dominio del territorio entre las Farc y el Erpac continuaron, y la población civil seguía en riesgo, más que todo si colaboraba con la fuerza pública. Según el informe de Acnur, el conflicto ocasionó desplazamientos masivos, extorsión, testaferrato y reclutamiento ilegal en la región. Este último afectó sobre todo a los menores de edad, “con casos en los cuales los responsables del hecho habían llegado a colegios con listas de nombres de niños solicitados por los frentes 1 y 44 de las Farc”. Niños como los del Colegio Alfonso López Pumarejo, donde Daniel hoy está dibujando en su cartulina.

Los dibujos

El colegio está a dos cuadras de la plaza principal de San José del Guaviare, es de fácil acceso. En la entrada principal hay dos vigilantes que llevan el control de quién entra o sale de la institución y a qué hora. Hay tres edificios alrededor de dos canchas de fútbol, el salón de quinto grado está en el edificio menos alto, en el segundo piso, al fondo. No hay muchos niños por cuenta del paro de profesores, los únicos que están son los del curso de Daniel.

Los niños terminan de dibujar, reciben un pequeño dulce y continúan su día miércoles. Diez de los 36 dibujos tienen como lugar común las montañas. En las montañas los hombres se disparan entre sí en medio de árboles y un helicóptero lanza ráfagas desde el aire. En 25 dibujos hay pistolas. Hay unas que sólo apuntan y otras que disparan, en siete hay sangre y en todos, las caras de los protagonistas están tristes. Unos dibujos tienen personajes con nombre propio: cuatro nombran al ejército nacional, dos a las Farc y uno al ELN, el nombre está en los helicópteros o en las camisetas de los hombres. “O te mueves o te mato” dicen las viñetas de diálogo en tres de los dibujos y las mujeres hacen el papel de víctimas en once.

Uno también puede cometer errores y por eso puede perdonar a las personas que le hacen daño, pero algunos no pueden pedir perdón

Juliana* tiene 10 años y a pesar de tener 12 colores sobre la mesa pinta la violencia sólo con tres: rojo para la sangre, negro para las personas y la carretera, y morado para las tumbas. Su dibujo, igual que el de Daniel, tiene dos protagonistas, el hombre que dispara y la mujer que pierde la cabeza. Hay sangre por todos lados y hay cuatro tumbas cruzando la carretera. Parece la escena de una noticia amarillista. “Lo que más me gusta hacer es estar pendiente del colegio, de mis estudios. Ser una buena estudiante, una buena hija, ayudar en mi casa y hacer los deberes de la casa”, dice Juliana mientras termina de colorear el otro lado de la cartulina. Abre los ojos cuando piensa en algo que le da miedo y responde: “Me da miedo que le pase algo a mis amigos o a mi familia, que les pase algo y me quede sola”. Su significado de violencia lo explica con un ejemplo: “Violencia para mí es que estemos jugando y alguien llegue y haga todo a los golpes, y que diga que no juguemos más o que juguemos a lo que él quiere”. Cuando piensa en violencia en el Guaviare específicamente, duda unos segundos y cuenta: “No hace tanto colocaron una bomba y a mí me da miedo eso, que nos afecte a nosotros o que coloquen una bomba más cerca de donde yo esté”.

Para el dibujo de paz, Juliana utiliza más de ocho colores. Ella, igual que cinco de sus compañeros, dibujan una casa, junto a la cual hay una familia feliz. Dentro del cuadro está la mamá, el papá y el niño o la niña. Hay sol, nubes y caras felices. En 8 de los 36 dibujos aparecen dos personas dándose la mano y sonriendo. Hay carteles que dicen “Que viva la paz”, “Sí a la paz” o simplemente “Paz” en 10 dibujos, mientras que en 3 de estos, hay edificios con el nombre de cárcel. Los tres tienen la bandera de Colombia en el último piso y se puede ver a las personas encerradas en los pisos inferiores. Fernanda hace un rectángulo grande y lo colorea de gris, tiene cinco pisos y cada piso tiene una ventana. En cada ventana hay una persona encerrada. Le gustan las entrevistas así que termina de colorear la bandera de Colombia rápidamente y piensa por qué no está bien la violencia: “Porque ellos no entienden lo que uno siente, porque ellos nunca han comprendido que uno siente dolor, el mismo que ellos”. Ella dice que estaría dispuesta a perdonar a una persona si le causa dolor y que lo haría porque “uno también puede cometer errores y por eso puede perdonar a las personas que le hacen daño, pero algunos no pueden pedir perdón”. Finalmente, concluye que “las personas que hacen asesinar a cualquier persona” no pueden pedir perdón y que deben estar encerradas en su edificio gris.  

¿Los perdonarías?

[Haga clic en los círculos para escuchar los testimonios de los niños hablando sobre el perdón]

Hoy la situación del Guaviare no es muy alentadora, con todo y el Acuerdo de Paz la permanencia de frentes disidentes de las Farc es evidente. En la actualidad, el Frente 1 tiene como líder a Armando Ríos que, junto a más de 300 hombres y mujeres, retomó las armas y el control en la región luego de no reconocer los acuerdos con el Gobierno. Sus acciones son propias del periodo previo al cese bilateral del fuego y las personas alegan reclutamiento forzado, extorsión e intimidación. Esta última está tan presente en la población, que los guaviarenses prefieren hablar bajo la protección del anonimato o simplemente guardar silencio. Ademas, en el último año han aparecido diversos panfletos de bandas criminales amenazando a la población. En la semana que se realizó este reportaje una granada de fragmentación fue lanzada a un reten de policía desde una moto. La explosión se escuchó en buena parte de la ciudad, hubo dos personas heridas y no hay claridad sobre quiénes fueron los responsables de este acto violento.

***

DESDE LOS ANDES...

Recomendamos esta investigación del Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre el Desarrollo que aborda la gobernanza en el Guaviare en el periodo 2008-2011.

Click acá para ver

Pasadas las dos de la tarde, el colegio está casi vacío. Natalia* y Daniela* están esperando en el “sube y baja” al lado de la puerta principal. Se animan a responder la última pregunta con una sonrisa. Natalia dice que quiere ser veterinaria cuando grande porque ama los animales y la selva. Daniela se emociona ante la idea de ser algún día abogada, su confianza al hablar es envidiable. Tres horas no son suficientes para llegar a conocer el motivo de sus dibujos o el porqué de sus respuestas. Lo cierto es que cada octavo de cartulina, al lado izquierdo, muestra una misma realidad en el Guaviare. 

 

*Los nombres de todos los niños han sido cambiados.

**Luz Amanda Hernández es estudiante de Economía con opción en Periodismo. Este reportaje fue realizado en el marco de la clase Crónicas Colombia: periodismo en terreno 2017 en San José del Guaviare.

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