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Día #40

“no filmaba la realidad tal y como era, sino tal y como la provocaba el acto de filmarla.»

por

Varios


03.05.2020

Cronica de un verano (Chonique d’un été), (1961, 1h 30m), Jean Rouch, Edgar Morin

Véalo aquí > https://ok.ru/video/1605063346710

«París, verano de 1960, el antropólogo y cineasta Jean Rouch y Edgar Morin, sociólogo y crítico de cine, salen a las calles de París para descubrir cómo la gente hace frente a la vida. Por medio de una serie de encuestas, reflexionan sobre el cotidiano día a día de París, algo similar a lo que planteó la Nouvelle Vague a finales de la década de 1950. Preguntas como «¿Eres feliz?» y temas como el amor, el trabajo, el ocio, la cultura, el racismo, etc. salen a relucir en el filme. La película empieza con una discusión entre Rouch y Morin sobre si es posible actuar con sinceridad delante de las cámaras, cuestionando al cine documental. Así, un grupo de personas son dirigidas por los cineastas para discutir temas sobre la sociedad francesa y la felicidad en la clase obrera, obteniendo como proyecto final un conjunto de «verdades» que, más tarde, cuando se exhibida ante sus protagonistas, será juzgado.»

“no filmaba la realidad tal y como era, sino tal y como la provocaba el acto de filmarla. Es esta nueva realidad, que no existiría de no ser porque se ha realizado la película, la que la filmación “documenta”, revelando una nueva verdad, una verdad cinematográfica”.

«Su voluntad de permitir y propiciar que los sujetos se manifestaran en su autenticidad originó un método cinematográfico revolucionario. Consistía en hacer explícita la presencia del cineasta, en hacer conscientes a los sujetos de que se les estaba grabando en el preciso instante en el que se expresaban. Al mismo tiempo, no les imponía ningún guión, no les daba pautas de comportamiento que tuviesen que seguir para mostrarse ante los demás. De este modo, los participantes se encontraban ante el reto de enfrentarse a su representación, sin más apoyo que el de su propia espontaneidad. Rouch estaba convencido de que, en esta situación, el sujeto extraía de su interior una verdad más profunda que la de su discurso habitual sobre sí mismo (todo el mundo reflexiona sobre su vida en un monólogo permanente que de vez en cuando se convierte en diálogo, cuando se produce el encuentro con el otro). Sin duda, el participante consciente de ser filmado actuaba ante la cámara, pero de esta actuación emergía la verdad de su ser más profundo. Se trataba de una especie de psicoanálisis cinematográfico, pero libre de la estructura conceptual freudiana. Paradójicamente, se permitía y se obligaba a los participantes a ser más ellos mismos que de costumbre.»

“CRÓNICA DE UN VERANO” (1961): Antropología de los parisinos

«Para mí, la única manera de filmar es caminar con la cámara, llevarla a donde sea más eficaz e improvisar otro tipo de movimiento en el que la cámara se vuelva tan viva como los hombres que filma. Es la primera síntesis entre las teorías vertovianas del «cine-ojo» y la experiencia de la «cámara participante» de Flaherty. Esa impresión dinámica –que suelo comparar con la improvisación del torero delante del toro- en nuestro caso no está garantizada, y la suavidad de la faena equivale a la armonía de un travelling caminando en perfecta adecuación con los movimientos de los hombres filmados.»

La cámara y los hombres, Jean Rouch

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