COVID-19 I ¿Cómo entendemos las cifras del COVID-19?
Con el fallecimiento de dos de los contagiados por el COVID-19 en Colombia, el país suma un nuevo indicador a las cifras que tratan de explicar el avance del virus. En medio del aluvión de número y cuadros, Miguel García, codirector del Observatorio de la Democracia de Los Andes, explica cómo dar contexto a los datos.
por
Miguel García
Codirector del Observatorio de la Democracia de Los Andes
22.03.2020
El coronavirus ha sacado a la luz algunos problemas con el uso de cifras y datos. Falta interpretar mejor los datos, comprenderlos como algo que nos afecta a todos y no a un grupo determinado de población y usar las cifras para enseñar, entender y, sobre todo, no generar pánico.
Cuando empecé a escribir esta nota me inspiré en el libro Factfulness de Hans Rosling, médico que estuvo a la cabeza de la lucha contra el ébola. En los últimos años de su vida se dedicó a hacer una gran alfabetización para la gente en el uso de datos. El subtitulo de Factfulness es: Ten Reasons We’re Wrong About the World, and Why Things Are Better Than You Think (Diez razones por las que estamos equivocados sobre el mundo y por qué las cosas están mejor de lo que creemos). Hay una línea muy fina entre desestimar el riesgo del COVID-19 y entender a partir de una correcta lectura de cifras y datos que, como dice Rosling, las cosas pueden estar mejor de lo que uno cree. En esta alfabetización para el uso de datos, Rosling dice que tenemos costumbres que debemos combatir cuando nos enfrentamos a la realidad social: somos pesimistas, los expertos tienen mala información fáctica sobre sus campos o nos enfocamos en las cifras que solo nos afectan a nosotros mismos, entre otras. Hay varios problemas que se han presentado en la difusión y lectura de los datos del COVID-19.
Hay una línea muy fina entre desestimar el riesgo del COVID-19 y entender a partir de una correcta lectura de cifras y datos que, como dice Rosling, las cosas pueden estar mejor de lo que uno cree.
Hay que poner los datos en perspectiva
Esta semana los medios resaltaron que Italia alcanzó 793 muertos en un día. Ese país ya cuenta 4,825 en total, lo que lo pone por encima de China. En Colombia se confirmaron las dos primeras muertes. Cuando los datos se presentan así la gente entra en pánico. Pero cuando eso se pone en relación al total de la población y al total de contagiados, el impacto mediático de la misma información puede ser distinto. Los medios deben hacer un ejercicio de poner en perspectiva o en contexto cada cifra. Por ejemplo, ya casi nadie presenta datos de homicidios como un número total, se presenta el número homicidios por número de habitantes, por cada cien mil habitantes. Eso ayuda a que se vea el dato en perspectiva.
Otra manera de poner los datos en perspectiva es a partir de un ejercicio comparativo. Cuando hablamos del coronavirus en Colombia ¿con quién se debería comparar el país? Probablemente con países que tengan sistemas de salud, territorio y números de habitantes similares. Otro ejercicio comparativo importante es analizar cómo se comporta este virus si se lo contrasta con otros similares, esto ayuda establecer qué tan grave es la situación y cómo nos hemos enfrentado en el pasado a situaciones parecidas.
Hay que evitar ver el avance del virus como una línea recta
Otra mala lectura de los datos ocurre cuando se induce a que el público imagine el avance del coronavirus como una línea recta que no para de crecer —es decir, como si siempre avanzara con la misma velocidad. Puede que al principio su comportamiento en efecto sea lineal, pero lo que estamos viendo es que aumenta a distinta velocidad, después pierde impulso, si se actúa correctamente se puede aplanar o detener su crecimiento y, en algún momento, caer. Es decir hay que imaginar el avance del coronavirus como una U invertida. Hacer ejercicios predictivos con la información de la primera fase del avance de la enfermedad y hacer proyecciones lineales puede crear percepciones falsas sobre lo que se viene.
Los datos que no son (sólo) sobre uno
¿Estoy en el rango de edad más vulnerable? ¿Vivo en una zona de riesgo? ¿Me afecta más siendo hombre? La psicología humana responde a cómo me afecta un evento a mí, no a todos como un colectivo. Si se pone el énfasis en que hay personas menos vulnerables (que en efecto las hay), algunos pueden desarrollar una seguridad individual ilusoria y se olvidan de la seguridad colectiva. El problema no es solo lo que le pase a usted, es también a quién puede afectar usted. En vez de enfatizar qué tan letal es el virus a partir de rasgos individuales, se debería enfocar la información hacia la idea de que todos somos iguales a la hora de distribuir la enfermedad, y que en la medida que no nos cuidemos podemos transmitirle esa enfermedad a grupos de personas en los que eventualmente estará alguna de las personas más vulnerables.
Y cuando se afianza esa seguridad individual, se puede estar generando una conducta que ponga en riesgo a otras personas que son más vulnerables que yo.
No se trata de la supervivencia individual. Cuando salieron los cinturones de seguridad en 1959 hubo un aumento en el número de muertos por accidentes de tránsito. La gente empezó a manejar de manera más irresponsable porque se sentía segura. Y cuando se afianza esa seguridad individual, se puede estar generando una conducta que ponga en riesgo a otras personas que son más vulnerables que yo. La autoprotección es importante pero siempre y cuando no se separe de protección colectiva.
Hay un problema con las cifras que no enseñan
Además de una falta de comprensión y alfabetización sobre datos y cifras, en algunos casos no se están usando para lo que se deberían usar. Un mal uso de los datos puede contribuir a generar una percepción de pánico, lo que afecta los campos económicos, sociales y políticos. Los datos deben darnos una dimensión de los que está sucediendo, no contribuir al miedo colectivo. El reto es usar las cifras como una herramienta pedagógica. Un buen manejo de datos puede decir mucho más que una foto de un estante vacío en el supermercado.