¡Cierren las maquilas: ya tenemos para vestir a seis generaciones!
Carta de amor a la industria de la moda que no sólo ha precarizado a trabajadores alrededor del mundo, contaminado las fuentes de agua y dejado montañas de ropa en el desierto sino que ya produjo suficientes prendas para que los humanos vistan de aquí al 2100.
por
Ketlly Bautista Montes
23.02.2024
Hace unas semanas, la Barcelona Sustainable Fashion Week subió un reel que me erizó el corazón: “¿Sabías que ya tenemos suficiente ropa que durará para las próximas 6 generaciones?” el video se basaba en investigaciones del Consejo Británico de la Moda y el Great British Sewing Bee’s Patrick Grant. Dicen que el amor por la moda nos ha llevado a una crisis medioambiental. Dicen que la extrema ‘desechabilidad’ es insostenible y que deberíamos encontrar las maneras de alargar la vida de la ropa. Dicen que “debemos mudarnos a la moda sostenible”.
Y esa voluntad de la industria textil de hacer las prendas excesivamente desechables responde al nombre que en inglés se le da a esa industria: Fast Fashion. Término que en otras palabras significa: la reproducción de ropa de alta moda (muy fashion, muy estilosa, muy mela) a una alta velocidad y a bajo costo. Sin embargo, y perdonarán las controversias, hoy vengo a agradecerles queridas fábricas de la moda rápida:
En este momento está creciendo la generación Alpha, que son todos los nacidos a partir del 2013. Y el próximo año, en 2025, nacerá una nueva generación, la Beta, o también llamada “Artificiales”. Si miramos para atrás, y le ponemos calculadora al asunto, las generaciones centennial (nacidas entre 2012 y 1997), millennial (1996 y 1981), X (1980-1965), Baby Boomer (1964-1946), y Del Silencio (1945-1926) sumarían, todas juntas, la cantidad de personas para las que ya se ha fabricado ropa suficiente para vestirlas. ¡Toda una proeza! ¿No les parece? Tenemos ropa apilada en el planeta para los próximos 100 años. Ropa para una población de 10.349.323.038 millones de personas (posiblemente más, aquí solo estamos contando hasta el 2100).
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Mi generación, la centennial, es conocida y criticada por las abuelas boomer porque somos las que menos queremos tener hijos. Quiero decir, ¿es ético traer seres humanos a un mundo condenado a muerte para el 2050? Siempre me lo pienso. Seremos en unas décadas, y si todavía alcanza el agua, una población vasta en ancianos y carente de jóvenes. Quién quita y seamos de las últimas…
Viendo así la cosa, parece que nos afanamos sin necesidad. Seguir produciendo ropa sería un despropósito. ¡Cierren, pues, estimados CEO’s! Ya los herederos de estas épocas venideras no pasarán frío. Quizás podrán pasar calores, hambre, sed, enfermedades, depresiones, ansiedades. Vivirán otras epidemias, otras pandemias, crisis económicas, crisis migratorias, desempleo masivo. Se perderán los glaciares, los bosques nativos y selvas, ni sabrán de las especies extintas. Seguramente vivan las clonaciones de identidad, conozcan a los cyborgs que alguna vez fueron humanos, o los robots e IAs que dominarán el mundo. Seguro se infectarán de troyanos por sus chips subcutáneos. Presenciarán más guerras por una parcela de tierra, eso nunca falta… Pero, y para fortuna de todos, no les va a faltar la ropa. A ustedes, unas gracias infinitas, ya tenemos un problema menos que solucionar como generaciones del cambio.
—No, pero ¿cómo se te ocurre? —me diría algún empresario fashionero preocupado— Si apagamos la operación y cerramos las fábricas ¿qué va a pasar con los trabajos que les damos a miles de personas? ¿Qué pasará con la libertad de expresión en las prendas? ¿Y nuestro derecho al libre mercado? ¿Qué será de los diseñadores? ¿Qué será de los niños? ¡Piensen en los niños que trabajan en nuestras fábricas! ¡En las mujeres que alimentan a sus familias con los salarios que se ganan con tanto mérito! Trabajadores que en toda una vida de trabajo podrían reunir lo que ganamos los directores en tan sólo 4 días ¡Piensen en los cientos de empleados que duermen y mueren en nuestros edificios! ¡Quedarán sin techo! Producimos la ropa más barata, guapa y accesible del mercado para los pobres.
Y yo les respondo:
Gracias, pero ya no son necesarios. Muy amables. Lo fundamental ahora son las guerras, lo relevante es que Google nos escucha, lo crucial es que el pantalón salga con la chaqueta.
La verdad es que no deberían preocuparse. Ustedes ya cumplieron con su parte. Son más que suficientes los 122.98 billones de dólares a los que su industria –la textil– quedó valorizada en 2023. Más que suficientes los 10.000 litros de agua que usan para fabricar un jean, o el 20% de agua residual que producen mundialmente cada año. Suficiente ha sido con los 75 millones de empleados que tiene su industria, 98% de los cuales no tienen un salario digno, con jornadas de hasta 16 horas diarias. Suficiente ha sido con su falta de transparencia. Y suficiente ha sido con el micro plástico que ha ido a parar de su industria a los océanos –9% se calcula–. De nuevo, lo importante es que haya ropa: de elastano, de poliéster, de petróleo.
Échense un viajecito a lo último en turismo, auspiciado por ustedes mismos, para que disfruten de la pensión. Visiten el desierto de Atacama en Chile. Encuentran de todo: ropa sucia, ropa rota, ropa usada, ropa nueva y sin dueño. Pásense por las dunas de medias y calzones de colores que rodean el anaranjado de los granos de arena, del ocaso. Prendas descendientes de Europa, de América, de Asia. De talla internacional. Si tienen mucha suerte se las encuentran con su marca y con etiqueta. Les invito, por supuesto, al mercado de Kantomanto, en Acra, capital de Ghana, para que le echen un ojo y se tomen unas buenas fotos con el río de ropa que atraviesa la ciudad. Para la posteridad, disfruten las vistas, puede que sean las últimas y sería una pena que se las perdieran.
Así que, ya que estamos entrados en gastos, no olviden que renovar su closet está de moda. Siete posturas por prenda en promedio. Si es menos, mejor. Ojalá y nos alcance la plata para rotar por temporadas, por estaciones, por estéticas. Europa, Estados Unidos y China van marcando las tendencias en la moda, en el consumo: ya nos enseñaron una partitura de este ritmo. ¡Que Shein, Temu, Zara, Primark, Stradivarius, Forever 21, H&M, Lacoste, Gap, Victoria’s Secret o Mango nos muestren otra vez cómo es la vaina! Que Inditex se encargue. Antes coquette que sencillas. Dios permita y podamos gastar todo a tiempo.