Boy Erased (2019)

Boy Erased, el nuevo largometraje del australiano Joel Edgerton, explora los retos de vivir en una sociedad que cree que la orientación sexual diversa es una enfermedad que puede curarse con la religión.

por

Camilo Ramos

Periodista y realizador cine y televisión


16.03.2019

Un joven y su madre viajan por carretera. Se trata de Jared (Lucas Hedges) y Nancy (Nicole Kidman), que se dirigen hacia las instalaciones de Love in action, un ministerio cristiano que ofrece terapias de conversión para homosexuales. El padre de Jared, Marshall (Russell Crowe), es un pastor bautista que decidió mandarlo allí para curar su condición sexual.
El chico saca su mano por la ventanilla haciéndola ondular contra el viento y ella le dice que no lo haga, que eso la pone nerviosa porque podría perder el brazo por cuenta de algún camión. Después de increpar a Nancy y hacerle ver lo absurdo de su temor, cierra la ventanilla. Resigna la sensación de libertad y calla.
Esta escena resume el tono de Boy Erased, el segundo largo del actor y director australiano Joel Edgerton, quien adaptó la autobiografía de Garrard Conley —Jared en la película— publicada en 2016 con el mismo título. En ambas obras se pone en evidencia la forma en la que religión, familia e identidad sexual se mezclan creando en ocasiones un peligroso cóctel de imposiciones, maltrato y abusos, cargado de prejuicios y falta de sentido común.
La trama se desarrolla en los sureños estados de Arkansas y Tennessee, reconocidos como dos de los más hostiles con la comunidad LGBTI de los Estados Unidos. La aberrante idea de tratar a la homosexualidad como una condición susceptible de cura, y que sea la religión la encargada de hacerlo, atraviesa toda la película, dejando ver la suerte de cárcel emocional y física a la que son sometidos los jóvenes que llegan al programa Refugio de Love in action.
En un momento el líder del campamento, Victor Sykes (interpretado por Edgerton) —personaje que está basado en John Smid, líder del ministerio entre 1986 y 2008—, le dice a Jared que “Dios no te amará tal como eres”. Hacer de la sexualidad gay un pecado y forzar a los chicos para que sean hombres y mujeres heterosexuales, esposos y padres ejemplares, es el objetivo de estos programas de conversión.
Y es que valerse del temor a Dios, apegarse a una inflexible interpretación de los textos bíblicos y ejercer presión psicológica sobre los jóvenes, era el proceder de Love in action, institución de la que uno de sus fundadores se suicidó por no poder cambiar su condición de homosexual, y que luego de tener problemas legales por cuenta de la prescripción de medicamentos y la práctica de terapias psicológicas sin licencia, cambió su nombre a Restoration path en 2012.
En otro instante de la película, antes de llevar a Jared al programa, Marshall decide que la doctora Muldoon (Cherry Jones) lo chequee. La médica, a pesar de compartir las convicciones religiosas de los padres del chico, acepta que desde el punto de vista científico no hay nada que lo haga diferente de los demás chicos y que no considera que exista una cura milagrosa para su condición sexual, porque no se trata de una enfermedad. La ignorancia se mezcla con la doble moral y el fanatismo.
Jared sufre no solamente al asumir su identidad sexual, sino que es víctima de una amarga experiencia en la universidad a la que acudía y que marcó su carácter profundamente. Padece la imposición de una falsa masculinidad por parte del programa de conversión, no soporta la forma en la que tratan a los demás chicos que están sometidos a la voluntad de Sykes y busca la forma de alejarse de todo ello y hacer su vida, así deba sacrificar la relación con su padre.
La adaptación de Edgerton es respetuosa con la historia que escribió Conley. Y aunque se siente el tono de denuncia ante la absurda existencia de los programas de conversión para homosexuales, a través de una puesta en escena sosegada y que transita entre la intimidad y el agobio, Edgerton se toma el tiempo de delinear sutilmente el drama por el que atraviesa Jared y nos cuenta los antecedentes del relato mientras retrata la evolución de la relación que lleva con sus padres, Nancy y Marshall.
Las actuaciones de Hedges, Kidman, Crowe y Edgerton son notoriamente buenas y contenidas, evitando caer en excesos melodramáticos, y se soportan en un reparto sólido, que como nota curiosa incluye a Flea, bajista de los Red Hot Chilli Peppers, quien interpreta a uno de los instructores de Love in action, que por momentos parece ser la versión cristiana del recordado sargento Hartman de Full metal jacket (Stanley Kubrick, 1987), magistralmente llevado a la pantalla por el fallecido R. Lee Ermey.
La película ha sido celebrada por varios colectivos LGBTI, que ven en ella la oportunidad de hacer un llamado de atención sobre la forma en la que las sociedades altamente religiosas tratan a su comunidad. En Colombia, la presentación de Boy erased contó con la presencia de la madre de Sergio Urrego, el joven que decidió quitarse la vida luego de ser víctima de matoneo y homofobia en su colegio, en 2014.
Boy erased, cuyo título fue espantosamente traducido para el mercado colombiano como Corazón borrado, estará en las salas de cine del país desde este 14 de marzo. Cerosetenta estuvo en la función promocional de la película gracias a una gentil invitación de CIneplex y el blog de Cinevista.

 

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Camilo Ramos

Periodista y realizador cine y televisión


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